Resignada

-¡Milk vamos! Expresó Bulma- Muero de curiosidad por conocer el pueblo ¿no te gustaría ver chicos guapos?-

-¡Eres insaciable mujer!-

-Claro como tú estás enamorada de mis hermanos no puedo convencerte con eso-

Decepcionada la peli azul en su intento fallido por salir de casa, lo cual era imposible para ella si deseaba hacerlo sola pues el Dr. Briefs había ganado muchos enemigos luego de la guerra civil y no estaban seguros si la joven sería reconocida por alguno de ellos. Salió de su habitación dejando a Milk entretenida probando su atuendo para la cena de esa noche.

-¡Madre! Es importante para mi salir de aquí necesito ver que hay más allá del rio-

-Bulma querida no deberías de insistir tanto, si tu padre no quiere es porque tiene sus razones. Además sabes que puedes hacerlo siempre y cuando tus hermanos quieran- Bulma ahora hostigaba a su madre quien supervisaba las labores de jardinería.

-¡Ellos solo piensan en entrenar madre!-

El Dr. Briefs estaba acostumbrado a las constantes discusiones de su esposa y su hija, respecto al tema de las visitas al pueblo. Bulma era un tanto terca que hacía caer a todos en la desesperación, su madre era la única que le mantenía una discusión. Aún así, tanto Bulma como sus hermanos, sabían que no debían solicitar cualquier cosa al Dr, Briefs directamente. Debían hablarlo con su madre y esperar a que ella lo hablara con el mayor, luego ella misma era quien daba frente a los hijos. No siempre había sido así, pero de un tiempo a la fecha, el hombre se volvió más introvertido y pasaba horas en su laboratorio.

Bulma no tuvo de otra más que esperar a la hora de la cena y saltarse esa regla, estaba dispuesta a hablarlo con su padre y explicarle sus razones por las que estaba cansada de estar en casa.

Milk la ayudó a prepararse. Esa noche su padre habría de anunciar oficialmente a la familia y servidumbre la presencia del nuevo inquilino. Ella no pensó que se tratara de aquel joven apuesto que vio partir en su noble corcel.

Un elegante vestido color marrón con encaje de un color similar pero más claro, un molesto corsete que marcaba su pequeña cintura y aquellos pesados aros para elevar el vestido, su cabello ligeramente rizado gracias a un muy útil invento de su padre pero complicado de usar y un elegante y sencillo pasador de diamante y oro que sostenían los mechones de su cabello. Milk con un vestido similar pero de un color rosado con varias capas en la falda, la joven era un poco más madura en su aspecto y su cabello estaba totalmente recogido en un moño. Amaba los corsete aunque le costara un poco respirar.

-Detesto estas cosas, no las necesitamos- se quejó la peliazul.

-Te ayudan a mantener la postura, solo piensa en cómo te sientas cuando no lo traes Bulma- explicó su prima.

-Respiro mejor Milk-

-Y te ves hermosa- respondió llevándola al espejo. Ambas se miraron y sonrieron.

-Nos vemos hermosas Milk-

Un llamado a la puerta anunciaba que la cena estaba lista y ya debían bajar.

Turles y Gokú, en especial el último, fueron los primeros en llegar al comedor. Seguido de ellos la Señora Bunny, ella se había preparado horas antes de iniciar con los preparativos de los alimentos ya que le gustaba coordinar al equipo de cocina, y no perdería tiempo preparando y después en su arreglo personal, ella era una mujer muy arreglada, a decir verdad nadie en la mansión la había visto en harapos, contrario a Bulma quien constantemente se empeñaba en usar vestimenta más cómoda, cambiando sus vestidos con alguna chica de la servidumbre.

-No sabía que mi muerte había llegado- dijo Turles al ver llegar a las dos jóvenes, aunque a decir verdad, se refería a una en especial.

-¿Te sientes mal Turles?- preguntó preocupada Milk.

-Agonizaba pero vi un ángel, ya no siento dolor, pero hablo con ese ángel- espetó anonadado con la belleza de su prima.

Gokú, celoso por el comentario de su hermano se apresuró a acomodar la silla para la joven, Bunny no tomaba para mal los juegos que sus adoptivos hijos hacían sobre su sobrina, y es que ella desconocía la atracción que había entre esos tres. De conocerla habría castigado y prohibido que se vieran por los deseos impuros que despertaban uno de otro. Milk no era precisamente la niña inocente de su edad, a decir verdad había varias cosas que no compartía con Bulma por miedo a que le juzgara, o simplemente para guardarlo para sí.

-Su padre tiene algo importante que anunciar, así que me pidió que se comportaran de la manera más correcta posible- indicó la mujer mientras observaba a los gemelos acomodarse en su lugar.

-Yo también tengo algo importante que anunciar-

-En especial tu Bulma- la mujer observó a su hija y continuó- te conozco, es importante que dejes tu rebeldía por un par de horas y luego veremos tu asunto, a solas- Bulma se encogió de hombros pero tuvo que recuperar la postura ya que el incómodo atuendo no le permitían flexionar su columna.

-¿Ha recibido cartas de mi padre, tía Bunny?-

-Aún no Milk, pero me imagino que mañana llegará el mensajero, tu padre nunca se demora tanto-

En ese momento tres hombres ingresaron al elegante comedor. Los jóvenes y señoritas se colocaron pié demostrando educación.

A la cabeza de la mesa el Dr. Briefs, a su derecha su esposa. A su izquierda Piccolo, por alguna razón, el doctor había ordenado que ese fuera el lugar permanente para su amigo. Seguido de éste la peli-azul y la morena. Justo al frente de ellas y seguidos de la señora Bunny Trules y Gokú, y en la otra orilla, con dos asientos desocupados a su derecha e izquierda el nuevo inquilino.

Previo a tomar cada quien su lugar, el doctor avisó que sería un invitado nuevo, que durante la cena se darían a la tarea de conocerlo, que de momento moría de hambre y necesitaba algo de comer.

-Tu vestimenta no es muy convencional, ¿De dónde dice que viene joven?- luego de unos minutos de silencio después de que la servidumbre adornara el comedor con deliciosos y elegantes platillos, Bunny rompió el silencio.

- Najac, Aveyron. En Francia- respondió calmado luego de dar un sorbo de esa copa elegante

-Jamás había escuchado de él-

-Cariño, hay tantas cosas afuera que no conoces- intervino el doctor.

Bulma creyó pertinente su intervención, era un buen tema para que su padre reflexionara acerca de su permanente encierro en esas tierras.

-Sería fantástico conocer, ¿A cuántos días está de aquí?- preguntó un tanto temerosa pero demostrando lo contrario. Ante tal gesto, su padre, el mayordomo, su prima y el invitado mostraron un gesto de sorpresa. Sus hermanos solamente soltaron una risita ladina que incomodó a la joven.

Bastó con la mirada fulminante de su padre para comprender que había cometido un error, pero ya no había vuelta atrás, había cometido una falta y no desperdiciaría ese tremendo castigo que provendría después de la cena.

-Discúlpela joven, es un poco testaruda- en modo de escusa el hombre se dirigió al nuevo inquilino.

-Es una pregunta interesante, no debe disculparse- Vegeta observó unos segundos a Bulma. Le pareció simplemente exquisita, su piel de porcelana, ese par de ojos azulados llenos de asombro, nariz afilada, labios pequeños y su pecho acelerado por el nerviosismo. Físicamente era igual, pero su actitud era un poco variante a la de aquella que había dejado en el futuro.

Bulma alagada por el comentario se removió, dirigiendo su vista al platillo. Observó de reojo a su madre quien observaba furiosa, pero silenciosa.

-¿Bulma es tu nombre pequeña, verdad?- preguntó Vegeta, su tono de voz era amable pero imponente. Ella no pudo ocultar su nerviosismo, enderezó su cabeza esperando aprobación de su padre para responder. Él relajó el semblante y ella lo interpretó.

-Así es joven- respondió con su tono más calmado que apenas se escuchó.

-Son doce días de viaje, el camino está muy bien diseñado, se pueden apreciar hermosos paisajes. El ambiente es muy limpio y no hay dificultad para detenernos a descansar, se ve que tienen muy bien educada su fauna, tanto este reino como los vecinos-

Un sinfín de dudas aparecieron en la mente de Bulma. De manera brusca giró su rostro hacia el nuevo inquilino dispuesta a saciarse pero su prima chocó su pierna con la de ella en señal de prudencia.

Se limitó a sonreír y agradecer, para luego regresar a sus alimentos.

Vegeta se percató de esa seña, entendió que para no comprometer más a la joven debía formular conversación con sus nuevos alumnos, por lo poco que conocía de esa época, era mal visto que una mujer interviniera en una conversación de varones, aunque eso le excitaba un poco y mas al ver a la réplica de su mujer, con unos años menos.

-Me gustaría conocer sus habilidades, debo saber por dónde empezar- se dirigió a los gemelos.

-Somos excelentes jugadores de rugby, aunque jamás hemos competido con alguien más que nosotros- respondió atarantado Gokú.

-Se refiere al campo de la ciencia- Corrigió Turles. Vegeta de inmediato hizo sus deducciones, sería un trabajo fácil con el ultimo pero el primero era algo torpe, ya había notado lo animal que era para comer, en el futuro eso era normal en seres cualquiera, pero en esta época y con una familia de la talla del Dr. Briefs eso era algo igual de mal visto que las interrupciones de Bulma.

-En ocasiones colaboran en el ensamblaje de proyectos de grande magnitud- intervino el Doctor-

-A decir verdad será su primer maestro, estos jóvenes no están interesados en otra cosa que no sea el deporte-

-¿Practican algo más al rugby?- cuestionó interesado Vegeta.

-¿Hay algo más?- cuestionaron en un mismo son, el dúo.

Vegeta debía ser cuidadoso con lo que hablaba, sabía que en esa época ignoraban las costumbres de otros lugares por la lejanía, no existían todas esas maravillosas invenciones que permitían la comunicación a larga distancia. Además tenía la sospecha de que esos jóvenes no conocían mucho del mundo.

-Practico artes marciales, son prácticas y tradiciones orientales, cuyo objetivo es someter o defenderse mediante la técnica. Hay varios estilos y escuelas que habitualmente excluyen el empleo de armas de fuego u otro tipo de armamento. Es una disciplina muy organizada, anteriormente la utilizaban militantes, en la actualidad, las artes marciales se practican por diferentes razones, salud, la protección, el , la disciplina mental, la forja del carácter y la autoconfianza., se aplica a todo tipo de forma de lucha cuerpo a cuerpo- respondió. Todos observaban sorprendidos con su explicación.

-¿Quiere decir que usted conoce China?- preguntó Piccolo.

- Japón- respondió despreocupado.

-De momento que habla sobre que anteriormente la utilizaban militantes y actualmente por salud, ¿se refiere a que es una disciplina muy antigua?- Piccolo era un sujeto desconfiado.

-Me forjé en la escuela japonesa, viví algunos años allá, mi abuelo servía a los emperadores japoneses durante las primeras guerras del siglo- respondió. Vegeta se dio cuenta que había hablado como si estuviera en su época natal, como si explicara a cualquier niño la historia de las artes marciales.

-¿Su abuelo era un Ninja?- el resto de los comensales observaban a Vegeta y a Piccolo sin comprender de lo que hablaban.

-En efecto, él entrenó a mi padre y mi padre lo hizo conmigo y con mi hermano- Lo miró fijamente. Algo extraño rondaba en la mirada de ese sujeto, era un afroamericano y se sentaba a la mesa de una familia importante, definitivamente algo que no cascaba en la época o debía investigar más.

-Eso suena muy interesante- intervino Gokú.

-Es mejor que luchar con espadas- escupió Vegeta. Gokú se sintió un poco incomodo con el comentario, pero era más su interés por conocer sobre las artes marciales.

-¿Qué se necesita para saber artes marciales?- cuestionó.

-Gokú será mejor que luego continúen con su interesante plática, el joven Vegeta debe descansar y ustedes deberán iniciar sus clases mañana a primera hora- Ordenó la madre.

Todos se colocaron de pié y abandonaron el comedor, las jovencitas se despidieron de la familia y fueron escoltadas por su madre-tía hacia la recámara. Al girar al segundo grupo de escaleras Bulma notó que Vegeta la observaba, su mirada intentaba decirle algo, una discreta sonrisa ladina que la contagió y continuó con su camino.

Ya instalado en su habitación, junto a su laboratorio subterráneo Vegeta intentaba hacer funcionar su celular.

"Es curioso que tenga señal pero no salga llamada" pensó.

Cerró la puerta con llave, sedespojó de su ropa y se echó a la cama. Era común que durmiera desnudo, eraalgo que a su esposa le gustaba y además sentía una tremenda necesidad deauto-complacerse mientras repasaba todos y cada uno de los gestos de la jovenBulma    

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