El demonio del bosque


Existe un relato medieval antiguo que cuenta cómo dos jóvenes enamorados a menudo se veían a solas y en secreto, a espaldas de sus padres en la frontera de una aldea y, el bosque que la rodeaba. Supuestamente, para poder salir y entrar de la aldea, los viajeros tenían que tomar el único camino que cruzaba el bosque y además, debían hacerlo en compañía de guardias armados y un miembro de la iglesia al frente de la caravana, levantando un crucifijo bendito para así evitar ser atacados por el demonio que habitaba en aquel bosque.

Muchos eran los relatos y mitos sobre este terrible ser que, a menudo era descrito como una bestia de tres cabezas, como un ser invisible y como una criatura mitad humano y mitad bestia que poseía sabiduría y conocimientos prohibidos.

Resultó ser que este par de enamorados se veían en una parte del bosque en donde nunca nadie iba jamás. Su amor era lo suficientemente fuerte como para hacerle frente a todas esas historias de aquel demonio que merodeaba el bosque. Pero un día, su suerte terminó, pues los padres de la joven chica comenzaron a sospechar... Así que, su padre la siguió de cerca un día y descubrió pues el motivo de sus largas salidas y sonrisas anchas.

El padre de la chica, enfurecido, sacó una hacha y llamó a tres hombres más, todos armados con lanzas y cuchillos. La chica le rogó a su padre para que no lo hiciera, pero él arremetió contra el joven quien, velozmente pudo esquivar los zarpazos del hacha de su agresor. Comenzó entonces a correr, pero los hombres lo tenían rodeado, así es que no tenía otra alternativa; el joven, viendo a su amada a los ojos, le juró que algún día volvería por ella y sin miedo alguno aparente, el chico se lanzó hacia el bosque prohibido.

Nadie sabe exactamente qué le pasó, pero siete años después, un hombre rico, fuerte y sabio, apareció en la aldea. Pronto se corrió el rumor de que aquel hombre se trataba de aquel mismo joven que había huido hacia el bosque. Cuando la noticia llegó a oídos del padre de la chica, esté inmediatamente tomó a su hija y la encerró en un cuarto sin ventanas, la amordazó, la encadenó de ambos pies y le dijo que jamás dejaría que se fuera, luego llamó a sus hombres y ordenó que se colocaran en la entrada de su casa a manera de guardias.

Por la noche, durante la cena, un mensajero llegó y entregó una carta dirigida directamente al padre de la chica. Era del joven misterioso. La carta traía impreso un sello extraño, y la carta contenía condonación de ciertas riquezas lo suficiente como para que una familia de la edad media, viviera felizmente. La carta, venía firmada al final a nombre de aquel chico que alguna vez huyó de la aldea y se perdió en el bosque.

Justo cuando terminó de leer la carta, el padre de la chica se levantó de la mesa y de inmediato fue a buscar a su hija. Cuando abrió la puerta... ahí estaba, con los ojos llorosos, sentada en el suelo. El padre simplemente sonrió y volvió a la mesa.

Pero al día siguiente, cuando despertó, encontró a todo el mundo dormido. Su esposa roncaba como nunca antes, sus demás hijos estaban igualmente sumergidos en un profundo sueño y para colmo, los hombres que había dejado a la entrada de su casa... también se habían quedado dormidos.

El padre de la chica comenzó a temer lo peor, justo cuando abrió la puerta del cuarto donde tenía encarcelada a su hija, un terrible vacío lo invadió. Sintió como si le hubieran arrancado el corazón de un solo tirón. Su preciosa y querida hija, ya no estaba.

Nadie lo vió entrar, ni los vió salir. En la habitación de la chica solo quedaron algunas ropas y muebles medio vacíos. Su amado había regresado por ella justo como prometió aquel día. La gente dijo que el joven se había hecho amigo del demonio del bosque. Que había aprendido las artes oscuras y que ahora usaba la magia negra para hacerse rico y poderoso. Otros, creían que podía volverse invisible y que fue así como entró a la casa de la chica sin lograr ser visto, por los ojos de simples mortales.

Mientras que aquel padre lloraba desconsoladamente por su hija, en algún lugar del bosque en dónde años atrás aquellos jóvenes se juraron amor enterno en secreto... Ahora se encontraban caminando nuevamente tomados de la mano entre la densa niebla oscura que se fusiona con el ambiente. Ambos compartían miradas y hablaban entre ellos de cómo habían soñado y anhelado ese momento más que nada en el mundo.

Con la luna como luz de reencuentro, ambos caminaron hasta llegar a un claro en el bosque. Muy alejado de todo ser vivo que osara destruir su felicidad. La pareja vislumbró una mansión en el centro del terreno y, motivada por el amor de su vida, la chica siguió caminando hasta adentrarse a la estructura junto al hombre que juró volver por ella. Y que sí cumplió con su palabra de en aquel entonces.

Con el pasar de los años, en los pueblos, abadías y templos, que estuvieron conectados con aquel bosque, corría el rumor que dentro de aquel lúgubre terreno yacía una mansión en dónde una entidad oscura y demoníaca mantenía contacto con una numerosa familia con rasgos... Peculiares. Rasgos que varias personas denominarían cómo "sobrenaturales" debido a ciertos atributos que iban más allá del color de piel, ojos, o inclusive cabello.

Durante siglos de suposiciones con respecto a sus orígenes... Llegó un frío mes de agosto, y un fiel sacerdote cansado de todo ese misterio con respecto al monstruo, la familia y sus orígenes, se encaminó firme y desafiante a descubrir la verdad de todo. Y, acompañado de dos fieles monaguillos se adentraron al bosque que todos temían y suponían con estar maldito por la leyenda de la bestia de tres cabezas. Sin embargo, en su encrucijada en búsqueda de la verdad... Solo uno de los dos monaguillos regresó al pueblo. Llorando y gimiendo de dolor mientras narraba una pesadilla ominosa que ellos habían vivido en carne propia.

El joven monaguillo luego de recuperarse de sus heridas, levantó las mangas de su antebrazo y señaló con horror lo que aquel hombre poseído por el mal escribió en su piel.

El joven describió con sumo detalle y con voz temblorosa el infierno que el mismo satanás los obligó a presenciar.

El día en que el sacerdote y los monaguillos partieron rumbo a dicha mansión, no pararon de escuchar vocalizaciones de diferentes formas y direcciones. Había risas, sollozos ahogados, y gritos de desesperación, siendo la única sinfonía que los adentraba cada vez más a las fauces del demonio. Al cabo de horas de atravesar densos caminos pedregosos y árboles torcidos, los fieles a Dios llegaron a su destino. El centro del bosque. Dicho lugar era lo opuesto a lo que ya habían visto anteriormente.

Era como ver una distorsionada visión de la realidad en dónde el bosque de la muerte albergaba en su interior un paraíso lleno de árboles frutales y lagunas cristalinas.

Asombrados por el paisaje, los peregrinos caminaron hasta llegar a la dichosa mansión de la que todos inspiraban historias de terror y muerte. Al llegar a la puerta, uno de los monaguillos tocó la puerta, y al cabo de unos minutos, una mujer jóven les abrió la puerta. La belleza de aquella señorita era tal que logró mantener a los presentes absortos por su fino y delicado rostro. Pero en cuestión de segundos, un hombre de unos cuarenta y tantos años se detuvo frente a la puerta, mirándolos fijamente y haciendo temblar a ambos monaguillos.

Tras una larga conversación, el sacerdote logró convencer al señor delante suyo de que solo venían a predicar la palabra del señor. Así como también calmar las inquietudes del pueblo con respecto a sus remotas vidas. Por lo que, el hombre de cabello oscuro y tez cenicienta los invitó a entrar en su hogar. Mostrándoles una sonrisa torcida al hacerlo.

Y ahí fue donde dio inicio la pesadilla.

El joven narró como el lugar era increíblemente grande y con pilares en formas de ángeles de cuatro cabezas. Una de águila, otra de león, la penúltima de toro, y la última y principal... la de un hombre. Todas de colores dorados que apuntaban a una habitación al final de aquel gran salón. En los pisos superiores descendían por las escaleras de maderas oscuras varios niños de cabellos, rubios, pelirrojos y, otros castaños y negro. Además de estar vestidos de forma elegante, todos tenían una piel tan pálida como la del señor de la casa. Posteriormente bajó una mujer con dos bebés en sus brazos, los cuales lloraban mientras que ella los calmaba al darle de su leche materna a ambos.

El sacerdote aprovechó la oportunidad de que, al parecer, todos los miembros de la familia estaban frente a él. Así que rápidamente sacó su agua bendita y dibujó una cruz en la frente del pequeño pelirrojo más cercano a los invitados. Sin embargo, ahí fue donde el sacerdote cometió el más grande y terrible error que pudo haber cometido en todas sus vidas pasadas y futuras. El pequeño gruñó y cayó de rodillas al sentir su frente ardiendo y fue entonces que un gritó desgarrador emanó, no de la boca, pero si del interior del infante.

Los monaguillos se horrorizaron al ver cómo un anillo negro se dibujaba en la mejilla del niño. Y, dentro de ese círculo, un símbolo lleno de diferentes patrones brillaba en su piel. Cuando el sacerdote levantó su mirada presenció lo que sería la última imagen o criatura que alguien podría llegar a ver.

Un demonio en su esencia pura.

El hombre que los había dejado entrar a su hogar despedía una silueta con cuernos y varias cabezas detrás suyo. Y como un eclipse que oscurece todo su alrededor, el padre y poseído por el demonio antiguo levantó un dedo y, en un instante, el cuerpo del sacerdote fue reducido a un montón de carne, sangre y huesos astillados. Dejando una pila irreconocible delante de todos los presentes.

El monaguillo presenció todo y luego... Vió como su otro compañero de fé intentó huir por la puerta en clara desesperación, pero fue envuelto en llamas azules hasta ser reducido a cenizas por la señorita que les había abierto la puerta y que los había dejado cautivados con su belleza engañosa, pero mortal.

De inmediato cayó de rodillas y empezó a rezarle a su Dios en busca de ayuda, pero él no podía ayudarle en ese lugar. Y fue ahí donde sintió como su cuerpo comenzó a flotar a centímetros del suelo.

—Vienen a mi hogar. Traen consigo esa cosa bendita. Y... No contentos con eso. Hieren a uno de mis hijos.

Las palabras del sujeto emanaban un odio y enojo escalofriante.

El monaguillo rogó por su vida y, sorpresivamente, fue lanzado hacia una pared como a una pila de heno y paja. Solo para luego sentir como su brazo era desgarrado por una especie de cuchilla invisible al ojo humano. Dejando en su piel una palabra que brotó sangre en su cuerpo.

«Maledictus».

El monaguillo tembló al ver los ojos completamente negros como la noche en sus cuencas. Y tan solo dos puntos dorados imitaban sus pupilas.

—¿Quieres saber cómo tengo semejante poder?— inquirió. Manteniendo una sonrisa superiora.

—¿Q-Qué e-eres?— el joven monaguillo titubeó al hablar.

—Soy... El primero de muchos. Y también soy... El inicio del fin— el hombre susurró en su cara y, de forma extraña, comenzó a acariciar la cara del joven frente a él.

A pesar de sentir su corazón en la boca, el monaguillo volvió a preguntar.

—¿Hiciste un pacto con el demonio del bosque?

El hombre sonrió.

—Si. ¿Y sabes que más pidió a cambio?

El joven no quiso volver a preguntar. Más por miedo que por lealtad a su religión.

—Lo más beneficioso de hacer este pacto, es que el demonio sólo me pidió una cosa a cambio de todo lo que obtuve gracias a él- el poseído miró a su amada y le sonrió a ella y a todos sus hijos—. Bael... El primer rey del infierno, a quien tu llamas de forma tan vulgar como: "demonio del bosque"— el hombre tomó al joven del cuello y lo levantó usando una fuerza sobrenatural—, ¡Me pidió tener tantos hijos como fuéramos capaces procrear mi amada y yo!

El monaguillo fue lanzado hasta quedar fuera de la mansión. Rompiendo la puerta con su cuerpo.

Desorientado y malherido, el joven se levantó tambaleante y miró con horror como varias sombras además de la que había matado a sus compañeros se posicionan encima de todos los niños y niñas frente a la entrada de la puerta.

De inmediato su cuerpo le ordenó inconscientemente huir y así lo hizo. No sin antes llevar el mensaje de que el diablo y sus demonios ya están en la tierra.

Y, fue desde aquel día, en que la humanidad conoció la verdadera oscuridad que los maledictus traerán consigo a partir de ese día.

Fin.



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