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Recordé aquel hombre que con gritos quebró la calma de la noche, estaba cerca no a muchas casas y con pasos apresurados irrumpió mi vigilia, buscaba al demonio autor de los horrores de Belencia y parte de mi sabia que este era el momento, al escuchar los pasos de su huida, lo seguí con mis oídos hasta llegar a un callejón y con ojos incrédulos vi como el desafortunado estaba de espalda intentando escalar una pared y su acechador se le acercaba.
Cuando se dio cuenta ya era muy tarde, se rindió quedando frente a frente con la figura humana cubierta entre telas negras que impedían ver alguna forma distintiva del monstruo.
—¡No por favor! ¡Piedad.... Piedad signore!— gritaba entre ruegos y lágrimas.
Sin darme tiempo a reaccionar, el asesino acaba con su vida con acertadas puñaladas en el abdomen, manchando de carmesí las empedradas calles, saque mi arma y apunte al engendro.
—¡Alto maldito! ¡Ni se ocurra mover un musculo!— Mi mano temblaba de furia.
El ser se dio vuelta al escuchar mis amenazas, su mano pálida empuñaba una daga curva, la sangre de su víctima se escurría por la hoja hasta que las gotas se juntaban con el charco de sangre, alzo la vista y en poco que dejaba ver la capucha que cubría su rostro una sonrisa tétrica se hacia presente.
La luz de un relámpago dejo ver por segundos unos ojos verdes que brillaban con una mirada fija que acompañaba a esa sonrisa inquietante, de inmediato el sonido del trueno hizo que disparara inconsciente, dejando mudo ante el estruendo el sonido del arma, ese ser no se movió al recibir el impacto, tomo a su víctima de un brazo y trepo por las paredes como si no obedeciera la gravedad dejando una linea de de sangre sobre el muro donde arrastro el cadáver.
—Esto no puede ser cierto...— Exclame mientras rodeaba el lugar.
Cuando llegue a la calle detrás del callejón vi otro charco de sangre como si el cuerpo hubiese sido lanzado del techo y arrastrado de nuevo viendo que el rastro llevaba justo al frente de la olvidada mansión Archer, la gente del la ciudad creían que una maldición se había ceñido en ese lugar y que ningún mortal o una persona que apreciara su vida debía acercarse allí.
Seguí decidido el rastro hasta saltar la verja oxidada, cerciorándome que este lugar era la guarida del asesino al ver en las lozas del camino a la mansión las pertenencias de sus víctimas, tal vez por la superstición de los demás nadie se atrevería a pisar este lugar y revisarlas.
—Te voy a encontrar demonio— dije mirando la imponente y sumida en desgracia propiedad Archer.
Otro trueno me saco de mi recuerdo, baje mi mirada hasta ver el pomo ensangrentado y muchos rastros de sangre que se dirigían a esta habitación, saque mi arma este era el escondite del demonio de los ojos verdes, trague saliva y me influí valor para abrir despacio la puerta.
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