Capítulo 1: Nuevas Metas, Nuevos Retos
Era 18 de enero, y Argentina tenía la esperanza rota. Todo había ido de mal en peor en su vida. Sólo le quedaba ese pequeño perro de todos los que le habían dejado. Se preguntaba si realmente valía la pena seguir viviendo, pero solo encontró su deseo de vivir.
Claudia culminó un capítulo más de su novela y se fue a la cama. Mañana comenzaría su primer día de trabajo como auxiliar contable. A pesar de su sueño de ser escritora, estudió contabilidad para complacer a su madre, quien quería que estudiara una profesión "menos incierta". No le disgustaba la contabilidad; había sido buena en matemáticas en secundaria. Tenía muchas expectativas para este año y la emoción de tener su primer empleo y estar más cerca de su independencia la llenaba de esperanza.
Con 23 años, había pasado un año buscando trabajo sin éxito, hasta que su madre le pidió a su prima Sofía, encargada de reclutamiento en el Hotel Emperador, que la recomendara. Así, consiguió el puesto.
Preparó su uniforme, proporcionado por el hotel, lavándolo y planchándolo con esmero. Lo miró con tanta emoción y esperanza como mirar al chico que te gusta acercarse por primera vez. Para muchos, su sueño podría parecer pequeño y poco ambicioso, pero para ella significaba la libertad.
Amaba a su madre más que nada en este mundo, pero durante todos estos años, su madre la había asfixiado con su protección. Había decidido alquilar un departamento y lograr su independencia.
Contempló la foto de su graduación en la mesa de noche. No era la más bonita, pero tampoco era fea. Cabello largo, piel morena, delgada, ojos marrones oscuros, pestañas largas. Sonrió al recordar ese día y se fue a la cama.
Al día siguiente, se levantó más temprano de lo normal. Su jornada laboral empezaría a las 9:00 am, y tenía que tomar el transporte del hotel a las 7:15 am.
Su madre la llevó en el auto, advirtiéndole de todos los peligros que pudieran ocurrir.
- Sí, ya sé, mamá – dijo Claudia, intentando ocultar su impaciencia.
- Prométeme que si te tratan mal, o no te gusta, dejarás ese trabajo.
- Sí, está bien – dijo, dándole un beso rápido antes de subir al autobús.
Desde el divorcio de sus padres, hacía casi 10 años, su madre la trataba como si pudiera romperse en cualquier momento. Realmente estaba cansada. Culpaba totalmente a su padre; no entendía cómo alguien podía dejar atrás a su familia. Con esos pensamientos, llegó al hotel.
El famoso Hotel Emperador se alzaba ante ella. Jamás pensó que trabajaría en un lugar tan prestigioso. Sólo había visto el área de empleados, pero incluso eso le pareció elegante y bien cuidado. Asientos coquetos y elegantes, una cafetería con muchas variedades y un televisor de 43 pulgadas. Se dirigió al área de recursos humanos.
- Hola, buenos días, ¿se encuentra Sofía? – preguntó a la primera chica que vio.
- ¿Quién la busca? – preguntó Sara, auxiliar de recursos humanos, con tono cansado.
- Soy su prima.
- Está en su oficina al fondo. Puedes acercarte.
- Gracias.
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