016 l Cartas del destino

Sábado, 28 de febrero

La humana se encontraba distante en el trabajo, todavía no recordaba muy claro lo que sucedió la noche anterior, o más bien, cómo terminó. Lo único que veía eran unas alas de ángel, tal vez lo soñó, quizás fue demasiado bueno que la hizo llegar al cielo.

Después de todo, él era el ángel de ella.

Cupido la observó de lejos, le pareció adorable esa sonrisa quisquillosa que sus labios dibujaron. Él había estado distante con las mujeres de la masa. Luego que Ginger se desplomó entre sus brazos, él la limpió, la vistió y se fue a su habitación. Ni siquiera fue capaz de entablar una conversación, aunque ella no lucía temerosa.

¿Se acordará de lo que sucedió o lo olvidó?

Si tan solo pudiera leer sus pensamientos, él podría saber cómo debería de actuar con ella.

—Estás muy distraída. —Jade codeó con amabilidad las costillas de su mejor amiga— ¿Está pasando algo?

Ginger sacudió la cabeza como negación al instante.

—Eres malísima mintiendo, escúpelo. Me encanta el chisme —acusa Jade una vez más, la soslayó con sus ojos marrones.

—Cuando llegas al orgasmo ¿alguna vez has visto alas de ángel? —preguntó tímida, inclinándose hacia delante.

Jade cubrió su boca con las dos manos por sorpresa. Sostuvo la muñeca de su amiga, tirando de ella hasta llegar a una mesa que estaba vacía. Se sentaron frente a frente.

—¿Te diste al rosa? ¡Qué emoción!

—Cállate, que te va a voltear a ver —reprimió, apretando su brazo y tirando de ella hasta estar más cerca—. Es que no me había sentido así, pero es raro.

—Si tienes alguna duda, date otra vez al hombre —sugirió la morena con picardía.

Cupido carraspeó su garganta, atrayendo la atención. Para Ginger, fue como una película de horror ¿Él habría escuchado a Jade? ¿Será tan obvio que estaban hablando de su encuentro sexual? Esperaba que no, porque esa mañana estaba un poco ido. ¿no le gustó? Tal vez ya no quería nada con ella ¿O se había arrepentido?

Un millón de preguntas cruzaban por su cabeza y ni una tenía respuesta.

—Ginger, necesito ir con Kye, mi amigo por unos minutos. Después regreso, como casi no hay clientes y no falta mucho para cerrar, me pregunto si tienes problemas...

—No, gracias por ayudar.

Cupido le brindó una tímida sonrisa antes de girar sobre sus propios talones, marchándose del lugar. Tan pronto como la puerta se cerró, la humana se desplomó en su silla. Extendió el brazo en la mesa, recargando su frente.

—¡Soy un desastre! —chilló Ginger.

—No, para nada. Dile cómo es que te sientes y podrán llegar a un acuerdo, si solo les gusta follar o quieren algo más. Si el idiota nada más te quería para follar, mejor, así no te sigue endulzando el oído, no pierdes el tiempo. Y si realmente quiero algo más, pues... ¿Tú qué quieres?

Ella tampoco sabía que responder a aquella pregunta. Le agradaba la compañía de su inquilino, le gustaba la manera en que en cada instante parecía estar cuidándola. Le acomodaba el cabello, le hacía un masaje en los hombros y cocinaba para ella. Además, siempre la sacaba de la rutina. Debía de admitir que antes de él, era muy predecible. Trabajaba durante la tarde y en la noche preparaba todo para el día siguiente.

Ahora, tenía citas con un precioso pelirroso.

Porque lo de ellos eran citas, ¿verdad?

Jade chasqueó los dedos, trayendo a su amiga a la cruda realidad.

—¿A qué conclusión llegaste?

Ginger parpadeó varias veces, saliendo de sus pensamientos.

—No sé —resopló la castaña, irguiéndose en su asiento y mordiendo el labio inferior.

—Creo que te gusta, pareces una adolescente que no sabe qué hacer con quién le gusta.

Adolescente, esa era la palabra que parecía encajar con ella a la perfección por el instante.

—Debes de hablarlo con él, sedúcelo. Haz que te haga volver a ver el cielo ¿Tienes sexy lencería? Roja, para que combine con su cabello. Tienes la que te regalé para el 14 de febrero, ¿no? Era intercambio de tangas. —Jade plasmó con fuerza su mano en la mesa, haciendo un eco seco.

Los sentimientos confusos de Jade estaban a flote, se intensificaron con cada segundo.

¿Ella quería seducir al hombre? Definitivamente, pero no era capaz de confesarlo en voz alta.

—Ya te vi esos ojos, si quieres. Así que cerremos este lugar y vamos a que te arregles. Invitaré a Sarah con mis abuelos, la extrañan. Irá mi novio, y si te dice que vayas, solo di que estás un poco cansada y prefieres dormir, porque mañana recibes a los proveedores.

—Piensas en todo, ¿verdad?

—Sí, para eso somos amigos. Y me gusta esté hombre para ti, te ves más sonriente y me agrada. Pero si el idiota solo te quiere coger, lo mandamos a la jodida.

Entretanto, Kye no terminaba de entender cómo es que al dios le habían salido sus alas si se supone que el Olimpo confiscó todos sus poderes.

—¿Qué hiciste para que te salieran alas? —preguntó Kye con confusión.

Hacer el amor con Ginger, pero no quería decirlo en voz alta.

—Pues... Estaba agitado.

—Pero ¿qué más? ¿Estabas corriendo?

—Sí, corría.

—Entonces cuando sientes que estás muy cansado, ¿te salen alas? —El brujo acarició su mentón—. Entonces no es voluntario, no las puedes sacar si te lo pido, ¿y si corremos?

Cupido sacudió la cabeza, porque eso era una vil mentira.

—No, porque tal vez los otros humanos puedan verme.

Kye asintió, era lógico su argumento.

—¿Te vio Ginger?

Sí, por eso se desmayó.

No obstante, lo único que hizo fue encogerse de hombros. Restándole importancia.

—¡Ya sé! —chilló Cupido—. Iré por ella y tú te vas a disfrazar de esas personas que leen las cartas y esferas.

—Un estafador, sé lo que son —enfurruño Kye, personas como esas provocan invalidez en su trabajo— ¿Para qué quieres?

—Puedes querer decirle que yo soy el amor de su vida —resopló con obviedad—. Y  también que no sé, que los dioses existen...

—¿¡Estás loco!? —vaciló Kye—. Lo único que falta es que quieras que le diga que eres el dios del amor y que su destino está a tu lado.

—Bueno...

—¿Y a ti qué te hace creer que creer todas esas cosas? ¿Cómo sabes que va a creer en cada palabra que digo? Además, ella me conoce.

—¿No te puedes pintar el cabello o algo así? Digo, con tu magia y que sea temporal para que puedas regresar a la normalidad.

—Dime la verdad, Cupido ¿Por qué te salieron las alas?

El brujo se reclinó en el sillón, extendiendo sus brazos a lo largo del respaldo y cruzando las piernas.

—Ya te dije que porque corría.

—Eres un mentiroso, tu moflete se hunde un poco. Lo cual es extraño, no he visto que hagas lo mismo con la humana.

—Estaba agitado, es lo único que diré.

—Te la jodiste, para un dios del amor no es solo sexo, ¿verdad? Había escuchado algunos rumores sobre que tú no disfrutas mucho del sexo casual, necesitas tener una conexión. El término humano es demisexual.

—¿Podemos no hablar de mi vida sexual? —Cupido sintió un ligero calorcito acumularse en sus mofletes.

—¿Entonces qué vamos a hacer o qué es lo que quieres para ser uno de esos estafadores?

—Esto es lo que vamos a hacer. —Frotó sus manos con picardía, acercándose al brujo con recelo, como si alguien pudiera escuchar lo que tenían para decir.

Por otra parte, en la habitación de Ginger, tenía las piernas extendidas, abiertas, exponiendo su intimidad a su mejor amiga.

—¿No te depilas? —preguntó Jade—. Me gusta, estoy cansada que la sociedad nos quiera seguir imponiendo que no debemos de tener ni un maldito vello en el cuerpo. Solo deja que te quite un poco, para que se vea más sexy el hilo rojo.

Ginger abrió los ojos de par en par, creía innecesario el dolor de tirar su piel con la cera. Además, parecía que a él pelirrosa no le molestaba en lo absoluto. Hasta le había hecho un oral, eso debería de decir algo, ¿no?

—Pero si estás diciendo eso de romper los estereotipos de la mujer y que...

—Sí, eso sería lo mejor. Pero vamos paso por paso. Tomó el palito de madera que se encontraba en la cera que estaba derritiendo—. Yo te sugiero que vayas a morder una almohada antes que empiece, puedes soltar un grito y Sarah pensará que te estoy matando.

—No creo, debe de estar muy enfocada en su novela. Repite porque te estoy haciendo caso.

—Porque vamos a cazar a tu hombre. Es como una pesca, lo enganchaste con tu personalidad, y tirarás de él con ayuda de tu lado más femenino. Recuerda ese orden, así ahuyentamos a los que realmente no valen la pena.

Ginger asintió con la cabeza, afirmando que ya podría depilarle un poco, tal vez hacerle un diseño. Sujetó una de sus almohadas, su piel se erizó cuando la cera caliente tocó su ingle, esperó unos segundos hasta que se secará y sin previo aviso, Jade tiró de ella con fuerza. Unas cuantas lágrimas nublaban su visión, pero lo soportó.

Para cuando terminaron, Ginger ya se encontraba duchada. Usaba ropa interior de encaje de color rojo, un conjunto. Sus pantalones eran un poco más ajustados, por lo que ceñían más sus curvas. En la parte superior, llevaba algo escotado en forma de corazón, que no dejaba mucho a la imaginación. Su mejor amiga le arregló el cabello en unas cuántas ondas. Todo su cuerpo estaba hidratado. Su maquillaje era sutil, pero se veía una notable diferencia.

Jade esbozó una sonrisa con orgullo cuando escudriñó su obra de arte, Ginger podría chasquear la lengua y cualquier persona caería a sus pies.

—Espero que con todo esto, el idiota pueda responder algunas de tus preguntas, sé que estás un poco confundida y necesitas respuesta. —Jade apretó sus hombros con cariño.

—Bueno, me voy a ir con Sarah. Prefiero que no te vea, te va a hacer muchas preguntas que estoy segura de que no quieres responder, ¿verdad?

La morena estrechó a su mejor amiga entre sus brazos con cariño, le acomodó un mechón de la frente antes de salir de la habitación. La mujer que se quedó en el cuarto pegó el oído en la pared, tratando de descifrar la conversación que tenían afuera. No logró describirlo, pero al final, Sarah se despedía de su mascota. Luego escuchó despedirse desde lejos.

Jade prometió traerla más tarde, igual su novio iba a llevar a su abuela y tal vez podrían jugar bingo o al menos eso es lo que había planeado. Sintió una pizca de remordimiento, era la primera vez que echaba a su abuela de su propia casa para poder follar.

Seguro tenía pase directo para el infierno. No había dudas.

Alrededor de diez minutos, la puerta de su casa se abrió. Ella intentó actuar natural, irguió su espalda, el mentón recto y las manos como una bailarina, delicada. Beny todavía la admiraba con curiosidad, estaba en su hombro. Revoloteó sus alas cuando vio al hombre rosa entrar.

Cupido abrió su boca, pero la cerró de inmediato, no quería lucir como un idiota enfrente de ella. Deleitó sus ojos con su mirada. Le gustaba ese nuevo peinado que ella traía, sus labios estaban un poco rojizos.

—Eres la mujer más hermosa que he visto en toda mi vida, y créeme que son unos buenos años. —Dio dos zancadas hasta estar enfrente de la humana.

Él extendió su mano en su dirección, ayudándola a levantarse. Ginger le dio la suya y Cupido tiró de ella con firmeza, pero al mismo tiempo con suavidad. La pegó contra su pecho, sus dedos curiosos empezaron a explorar la cintura de la exquisita humana entre sus brazos, se inclinó un poco para robarle un beso que provocaba que su cuerpo hirviera, el deseo se estaba apoderando de su cordura. Quería arrebatarle la ropa y devorar cada parte de su cuerpo.

Apretó los ojos con fuerza por unos instantes, lo haría más al rato. Había preparado una sorpresa que no debía arruinar.

Aunque no había mejor sensación en el universo entero que estrecharla entre sus brazos.

—Deseo arrancarte toda esa ropa —confesó Cupido, sus ojos bajaron hasta el escote.

Parecía que sus apetecibles eran más grandes, quiso enterrar la cara ahí, pero volvió a controlarse, mentalmente, porque la erección dentro de sus pantalones decía otra cosa.

—Vamos, mi abuela va a llegar tarde —instó Ginger, moviendo la cabeza hacia la puerta de su habitación.

—No, ángel. —Meneó la cabeza con dificultad, se sentía como la tarea más difícil que jamás había hecho—. Me encontré con un puesto, estaba ayer en la feria, pero no nos dimos cuenta y nos ofreció leerte las cartas. Por favor, dime qué crees en eso —imploró, apretando los ojos.

Ginger no era muy creyente, creía que cada uno forjaba su propio destino. Pero, parecía importante para él. Por lo que curvó sus labios en una sonrisa, él prestó atención a los dos dientes que sobresalían, le gustaban sin duda.

Antes de que ella pudiera negarse o él tirar todo a la borda, le agarró la muñeca, guiándola hacia la salida. Para que su propio cuerpo decidiera tomarla en la sala. Él se aseguró que la puerta estuviera bien cerrada y luego emprendieron. Él enlazó sus dedos con los de ella, del lado contrario, por lo que hizo que cruzará el brazo en una diagonal.

—Ya no estás tan distante conmigo, como lo estuviste todo el día —inició ella, pasando la lengua por su labio inferior, su voz tembló un poco.

Y eso le rompió el corazón a la deidad.

Por lo que detuvo su andar, la obligó a girar sobre sus propios talones, quedando frente a frente. Él acunó su rostro entre sus manos, dibujando círculos con las yemas de sus dedos.

—No, ángel. Estuve pensando en cómo no arruinarlo contigo. Eres lo más maravilloso que me ha pasado, que no tenía ni la menor idea de que hacer para que tú te sintieras cómoda. —Depositó un casto beso húmedo en la frente de su humana.

—Pero, nunca me cansaré de verte, de saborearte, eres adictiva. Me encanta el ardor de tu piel, la manera en que me sonríes y parece que no hay nadie en el mundo. Me gusta tu facilidad que tienes con Beny, con Sarah, es la calidez del hogar.

El corazón de la mortal podría salir de su pecho si él continuaba diciendo cosas tan maravillosas como esas.

—Nunca pienses que no quiero estar contigo, porque es mentira, ¿lo entiendes?

Ginger asintió, colocó las palmas de sus manos en las de él, acariciando su piel—. Tú también me gustas mucho, fresita ¿Estás seguro de que no quieres regresar a la casa a cerrar nuestra promesa de amor?

—Eres muy tentadora, ángel. —Se inclinó, depositando un corto beso sobre su boca, sacó la lengua para lamer el labio inferior.

—¿Eso es un sí?

Ginger se sentía valiente, por lo que pasó su lengua mojada sobre los labios de Cupido.

—Lo sería si no tuviéramos esto, pero créeme que no te dejaré en la noche.

—Me parece justo, de acuerdo.

Se inclinó, depositando un piquito en sus labios, continuando con su caminata. Su hombro izquierdo rozaba con el brazo del hombre, por lo que optó enroscar su brazo con el de él, parecía que iban a ir al apartamento del amigo gamer, Kye. Aunque cuando estaban a punto de llegar, Cupido dio una vuelta por el otro lado.

Lo primero que la mujer notó era que un cuarto que sobresalía, estaba todo cubierto ¿Es que se podría poner toldos en medio de la calle y obstruir el paso peatonal?

El hombre deslizó la cortina de lo que parecía ser la entrada. En el interior había una tenue luz. Al centro del lugar, una mesa circular con un mantel blanco que se podía arrastrar en el piso. Del otro lado había un sujeto con peso extra. Tenía un gran turbante en la cabeza color morado. En medio estaba la bola de cristal que brillaba en azul.

Se sentía diferente a cualquier otro lugar que antes había visitado, era gélido. Mordió el interior de su mejilla, parecía que estaba haciendo un gran trabajo con la bola.

—Los he estado esperando —farfulló el hombre con voz ronca, alzando un poco la mirada—. Justo a tiempo, mis otros clientes se acaban de ir. Siéntense. —Señaló las dos sillas metálicas que estaban al frente.

Cupido arrastró una silla, la indicó con la mano para que su humana tomará asiento. Él se dejó caer a un lado.

—¿Cómo ha estado está agradable noche, Ginger?

Ginger abrió sus ojos de par en par con sorpresa, ¿cómo es que sabía su nombre? ¿Acaso su hombre le dijo?

—La bola y las cartas me dicen muchas más cosas —añadió Kye al notar el rostro lleno de confusión de la castaña—. También me dijeron que no estaban muy convencida de venir, espero que hayas cambiado de opinión. —Pasó una mano por encima de la herramienta, lo cual incrementó su luminosidad.

—Sí, ¿qué es lo que dicen las cartas sobre mí? —inquirió, ansiosa.

—Están un poco tímidas, es importante que estés sola.

Cupido frunció el ceño cuando oyó aquello, eso no era parte del plan. Él debería de estar presente en cada palabra. Se sintió traicionado, pero tal vez era un juego y lo mencionó de broma.

Ginger le apretó la rodilla, para que prestará atención en ella. Fue cuando notó que, en realidad, lo decían muy en serio. Ella se inclinó hacia él, depositando un beso en su mejilla, para intentar apaciguarlo antes de pedir el favor.

—¿Podrías irte por unos minutos? Dijiste que sería una muy buena que pudiera conocer sobre esto. Espera afuera que iré pronto.

Cupido se levantó del asiento a regañadientes, aunque se relajó por una milésima de segundo cuando nuevamente le dio otro beso. Arrastró la silla, saliendo del toldo.

Kye se las iba a pagar.

Eso no se iba a quedar así o al menos eso era lo que estaba pensando, con los brazos cruzados sobre su pecho.

Mientras que, en el interior del toldo, Ginger estaba escuchando atentamente algunos hechos de su vida que eran muy personales y escasas las veces contadas las veces en las que ella había dicho.

—Ese hombre va a venir hacia ti, tal vez en unos días, porque va a necesitar que le hagas algunos favores —dijo con seriedad Kye.

—Ese hombre tiene como quince años que no me ve, yo morí al mismo tiempo que mi mamá.

—Cuando la necesidad es grande, la vergüenza escapa.

—¿Sabes cuándo o cuál necesidad? —preguntó ella con curiosidad.

Kye negó con la cabeza.

—¿Qué más te dicen? —apresuró la castaña, golpeando sus uñas contra la superficie.

—¿Crees en los dioses?

—¿En Dios? Pues sí, aunque no voy a misa... ¿Por qué?

Kye quería ahogarse en sus propias carcajadas. Era muy común en los humanos que sólo creyeran en un dios.

—Si te dijera que hay más de un dios en este mundo, ¿me creerías?

—Pues... —alargó, no muy convencida de sus palabras.

¿Por qué le estaba preguntando sobre eso?

Era curioso, ya que parecía ser muy asertivo con los hechos de su vida, pero esto sonaba muy extraño.

—No te cierres, puede que Cupido esté buscando a alguien que sea muy importante para ti. —Arqueó sus cejas pobladas.

—Si es que existe, creo que ya me lo mandó. —Apuntó con sus ojos hacia la salida—. Me gusta ese hombre, en serio.

—¿Y si Cupido llegase un día y decirte que tal vez ese no es el hombre para ti?

—Qué triste, todo el mundo sabe qué hacer cagaderas. Además, al final la decisión la tengo yo. Y lo escogería a él un millón de veces.

—¿Aceptarías al hombre a pesar de su pasado?

—Todos tenemos uno, tú mismo has visto el mío. No me importa.

—¿Tampoco te importaría que tuviera cuernos o cola? —preguntó, inclinándose hacia ella.

—No, seguiría siendo el mismo. Podría cambiar su piel a rosa y no sería algo que en realidad me importaría.

—¿Segura?

—Podría ser un alíen que me secuestre a su planeta y tampoco me importaría —bromeó, imaginando la situación

Mishka definitivamente no era un alíen y no la iba a secuestrar.

—Solo déjame decirte que el mundo es gigante, por lo que debes mantén tu mente abierta y así podrás tener una larga relación con el hombre por lo que tu corazoncito empieza a latir.

Kye sonrió satisfecho, debería de averiguar si Ginger estuviese dispuesta a estar con él, inclusive si no fueran similares. Aunque todavía tenía algunas dudas, porque ella sabía que eran suposiciones y en su mundo esas cosas no sucedían.

Él continuó con la lectura. Había ganado varios billetes después que Cupido la ayudó a instalar ese cuarto. Ahora entendía a los estafadores, aunque él si pudiera ver algo del futuro, tampoco podría decirlo tan explícitamente.

La vida es un curso que no se debe de alterar o al menos eso es lo que sus padres le dijeron.

Tal debería de renunciar a la estúpida botarga y establecer esto como su trabajo. Sí, sería mejor que los otros impostores.

—Eso ha sido todo por hoy, trae a tus amigos. Cualquier otra cosa, Mish sabe dónde localizarme, puedes preguntarle.

Ella esbozó una sonrisa, se levantó del asiento, extendió su brazo para estrechar la mano como despedida antes de salir del toldo. En la entrada no se encontraba el pelirrosa, lo cual le causó intriga. Por lo que rodeó el cuadrado, se encontró con Cupido, su oreja pegada a la tela. Mordió el labio inferior, ¿la estaba espiando?

Aunque le era extraño, porque una tela no podría ser insonora. Así que le parecía raro que todavía estuviera de esa manera, era como tratando de buscar los ruidos.

—¿Qué haces?

Cupido se estremeció ante aquella pregunta, por lo que sintió que sus piernas estaban por caerse, se sacudieron, por lo menos no se cayó.

—Me gustó el color como guindo, estaba viendo si la tela era tan suave como parece —improvisó, dando una zancada hacia ella, rodeando su cintura con los brazos, capturando su boca para evitar más preguntas.

Aquel beso la desequilibró por completo, solo puso sus manos sobre los hombros del hombre para establecerse.

—¿Nos podemos ir a casa ahora? —preguntó ella, sintiendo que su piel se calentaba.

Prácticamente corrieron de vuelta a su hogar. Las manos de la humana temblaban mientras buscaba las llaves en el interior de su bolsa. Parecía una tonta, intentando de introducir la llave en el cerrojo, cuando lo logró. Él la estrelló contra la pared, devorando sus labios sin frenesí. Una de sus piernas de Ginger se enroscó en la cadera de él, tratando de sentir la calidez de la deidad, quien jadeó en su boca.

—Espera, ángel, porque te puedo tomar de pie justo aquí. Pero, me gusta tomarte en tu cama —aseveró, dejando un camino de besos húmedos del cuello hasta el hombro.

—Llévame entonces. —Enroscó la otra pierna en la cadera de la deidad, quien con facilidad subió las escaleras, sin despegar su boca de la de ella.

Ginger gimió cuando él empujó la puerta con la pierna, al mismo tiempo que masajeaba su trasero. Beny empezó a gritar la bienvenidas a casa, lucía cansado. Revoloteó sus alas.

—Ni se te ocurra decir algo, repite muchas de las palabras —canturreó ella como una advertencia al presentir que él quería bromear.

Cupido continuó con su camino hasta llegar a su habitación, cuando la dejó descansar en su cama, ella pudo aspirar esa fragancia varonil que emanaba de sus sábanas. Él se subió sobre sus rodillas, entre las piernas abiertas de la mujer.

—Creo que es justo en mi habitación ahora, ¿no? Aunque en realidad me gustaría compartir mi cama todos los días contigo el resto de mi vida.

Ella sabía que su relación estaba avanzando muy deprisa, pero era mejor sentir que pensarlo.

—Escabúllete a mi cama todas las noches, por favor.

—¿Y si mudo todas mis cosas contigo?

Ella sacudió la cabeza con una negativa.

—Me encantaría, pero mi abuela es una mujer que es un poco de las de antes. Primero deberíamos de casarnos, luego esto, y... Debería de haber más de tiempo, ya sabes, para conocernos.

—Yo me voy a encargar de Sarah, es que no puedo mantener mis manos alejadas de ti.

Cupido le quitó la blusa, dejándola en alguna parte de la habitación. Tenía un bonito sujetador color rojo, levantando más sus pechos. Él se inclinó hacia delante, depositando besos sobre su pecho, que provocaba que ella soltara suspiros de satisfacción.

—¿Encaje? —preguntó él con diversión.

—Te dije que los usaría la próxima vez —murmuró ella, atrevida, sintiéndose la mujer más sexy del planeta.

—Eres lo más sexy del universo. —Sus manos vagaron por su espalda que se curvó en busca del odioso broche que tenía atrapadas a su pecho.

Cuando lo hizo, la ayudó a tirarlo con el resto de su camisa. Cupido capturó su pezón con la boca, mordisqueándolo con sutilidad mientras que con la otra mano le daba atención. Ginger empezó a tirar de su cabello, pegándolo a su pecho e involuntariamente, movió sus caderas, frotando la tela de sus ropas.

—Qué manera más dulce de morir —musitó Cupido.

Se levantó del pecho de la mujer, quitándose sus ropas, finalmente liberando su erección. Ella alzó las caderas para que él le quitará el pantalón. Gateó sobre el colchón, llegando al borde, cubriendo su eje con las dos manos, deslizándolo con un ritmo constante. El pelirrosa echó la cabeza hacia atrás, disfrutando del tacto.

—Me gusta tu tanga roja, perfecta para el amor.

Cupido acarició la mejilla de su trasero, dando una palmada con suavidad.

—Abre la boca —ordenó él, sus ojos violetas destellaron en lujuria.

La humana agarró un bocado de aire. Cupido la tomó por la barbilla, se perdió en sus ojos marrones. Su pulgar se deslizó por su mandíbula gentilmente, hacia arriba y acarició sus labios rosados.

—Te he dicho que abrieras la boca —ordenó una vez más.

Ella abrió sus labios, entonces él movió las caderas un poco más cerca de la. Su pene le acarició la mejilla, retiró el pulgar que acariciaba su boca, aún sin soltar su rostro.

—¿Me quieres tomar con tu boquita?

—Sí —susurró ella.

La atención de la humana se enfocó en su longitud mientras giraba la barbilla. Él estaba tan duro como una piedra, Ginger deslizó su lengua por fuera del borde de la corona de su pene. Ella lo oyó inhalar ruidosamente, era el mejor ruido que antes había escuchado. Y entonces, encarando su sexo, abrió más para tomarlo entre los labios. Sabía bien y tenía una pizca de pre-semen en la punta. Su sabor era dulce, sorprendente, sin duda le gustó. Con lentitud fue tomando más de su eje grueso, explorando y probando cuánto podía tomar, conteniendo la respiración. Ella echó la cabeza para agarrar un poco de aire, pero volvió a inclinarse para chuparlo.

—Más fuerte, ángel.

Ginger hizo lo que le pedía, moviéndose con más rapidez y tirando de él con firmeza, usando la boca para hacerlo. Él jadeó con más profundidad y sus gemidos provocaban que su piel se eriza. Escuchar los sonidos de su pasión hacían que ella se excitara, así como su sabor, tuvo un repentino deseo de enterrarlo en su coño. Sus paredes vaginales se tensaron y su estómago revoloteó con necesidad.

Las manos de Cupido abandonaron su cabeza y se dirigieron hacia su trasera, recorrió ese pequeño pedazo de tela, frotando su clítoris empapado. Ella succionó con más fuerza, uno de sus dedos empezó a bombardearla.

Ella gimió y él se retiró de su boca, se tambaleó un poco y luego la observó.

—Voy a correrme, pero te necesito a ti.

Metió un segundo dedo, continuando, frotando su clítoris.

—Ponte en cuatro, mirando hacia la pared y con las piernas abiertas. Voy por un condón.

—Hay uno en el bolsillo de mi pantalón, no quería perder tiempo. —Señaló su prenda tirada, haciendo lo que él le había ordenado.

En esa posición, ella no podría verle las alas si le volvían a salir. Por lo que tomó el pantalón de la mujer, metió la mano en uno de los bolsillos de enfrente y sacó la envoltura plateada, la rasgó y con un poco de torpeza, lo colocó sobre su pene erecto.

Subió a la cama de rodillas acarició su espalda hasta llegar al hilo de la tanga. Succionó su trasero, después tomando el hilo y tirando de este hacia abajo. Luego se inclinó, probando con su lengua qué tan mojado estaba el coño de su humana.

—Me muero por saborearte, pero te necesito tan mal.

Lamió su dedo, flotando una vez más su clítoris. Posó sus ojos en el vello del monte de venus, lucía un poco diferente de ayer.

—Te depilaste un poco, ¿eh?

—Sí, esperaba que no lo notarás ¿Te gusta?

—Me gusta todo de ti, en todas tus facetas, aunque se ve un poco irritado. Si te lastima no lo hagas solo porque crees que me va a complacer.

Ginger mordió su labio inferior.

—Me complace que te corras para mí.

—¿Podemos hablar de eso después? Solo quiero que me jodas —confesó ella, ahogando un gemido.

—Sí, mi ángel. Tus deseos son órdenes.

El corazón de Ginger latía fuertemente en el pecho, agarró con fuerza las mantas de la cama. Cupido se agachó un poco, colocándose en medio sus muslos. Sus manos se apoderaron de sus caderas. Tomó su eje entre sus palmas, golpeando sus labios vaginales, como aviso antes de entrar en ella, extendiendo su vagina.

El pelirrosa se movió hacia delante, bombeando dentro y fuera de ella, creando un nuevo tipo de placer que él le proporcionaba se convirtió más intenso con cada embestida.

La mente de Ginger casi no funcionaba, pero la razón de la diferencia en sentimiento le llegó como un rayo mientras se movían juntos.

Él la sujetó por la nuca y empujó suavemente su rostro contra el colchón para que no lo mirará cuando empezó a joderla más rápida y duramente, su poderoso cuerpo forzándola a tomar aún más de él.

Una ola de entusiasmo la recorrió mientras las caderas de él golpeaban contra sus nalgas, emitiendo un sonido de palmadas y ella ya no pudo pensar en nada más.

—Estate justo así. No te muevas —ordenó él con dificultad cuando sintió que todo su cuerpo se entumecía.

Sus manos volvieron a la cintura de ella y entonces se deslizó por su estómago hasta bajarla más para que su pulgar pudiera presionar su clítoris. Con él inclinado sobre ella, la humedad de su excitación y la caricia de su mano, cada golpe de caderas hacía que su botón hinchado presionara contra su dedo.

La deidad golpeaba cada vez con un ángulo diferente y su coño se apretó a su alrededor de su polla con más fuerza. En un minuto ella vociferó extasiada cuando el orgasmo la recorrió.

—Joder —rugió él cuando su ene empezó a llenarla con su semen.

El pelirrosa sintió un picor en su espalda, giró la barbilla a sus alas se extendían después de su orgasmo. La humedad de su humana se extendió por sus muslos abiertos. Cupido se tiró sobre ella, pegando su caja torácica en el pecho de su humana, evitando que ella viera, depositó unos besos en su hombro.

—Bésame —suplicó ella, girando la cabeza.

Él se movió en su interior, tratando de evitar el tema, ella gimió, abriendo la boca lo suficiente para que él se agachar a capturar sus labios, él la besaría para que mantuviera sus ojos cerrados, intentando hacer lo imposible para que sus alas desaparecieran.

Aunque parecía que estas tenían vida propia y querían estar cerca de su ángel.

Estaba tomando muchos riesgos con la humana, pero no le importaba, ella se sentía correcta.

Él deseaba confesarle todo sobre él, pero le daba un pavor su reacción.

No quería perderla.

n/a*

holaaaa luvvs, como andan? yo muy feliz por otro capítulo spacy, como todvía soy new escribiendo esto, me tardo unos días, en fin. Oiaan, en el libro, ya se acabo febrero, sigue marzo, no puedo creer que ya vamos a mitad del libro, muy bonito. Cadav a gustando rlo, ha extrañadoaCupido durante el año que no actualicé y tenía a otro dios escribieron, btw, ya leyeron el capricho de morfeo? esta muy interesaante deee, y ya esta terminada, así que no tienen que esperar, me encantaría verlxs x allá

lamento mis horrorres de ortografía, es que se me chingo el teclado de la lap y compre un teclado, so tengo la compu lejos y hago posicions rarars, ademas de hacerle zoom y esas cosas
aguien gusta un cap dedicado?

en fin, recuerden que tenemos redes donde comparto adelantos de mis historias, espero verles x allá, aquí están

con love, hope n.n

nos leemos pronto

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