008 l La prometida
Viernes, 22 de febrero
El joven brujo poseía en sus manos el cupón de Cupido, tenía su ceja izquierda arqueada, sin creer que el chico le haya entregado por voluntad a la chica. Le explicó que nadie más que él debía entregarlo, ya que, de cierto modo, estaba rompiendo el compromiso. Si se robaba, no habría retorno, él nunca mejoraría, y su supuesto amor se convertiría en una obsesión enfermiza.
—Supongo que todavía no había pasado mucho tiempo para no querer soltar el cupón —musitó Kye, mordiendo el interior de su mejilla.
Pero, es que ese hombre debería de sentir una inexplicable conexión con el papel, y si estaba actuando extraño con la humana... Tal vez algo salió mal. —Acarició su mentón, observando al techo—. Me encargaré de destruirlo, lo antes posible.
Cupido asintió con la cabeza.
—Creo que regresaré a mis flechas cuando se me quite el castigo —siseó, achicando los ojos
—Entonces esperas a que haga el cambio. Pero me urge un tiempo, sé que esto no es fácil. De hecho, es mi día libre y voy a estar rompiendo el cagadero que has hecho. Eso sí, necesito que te vayas, que me da la impresión de que me vas a preguntar cosas tontas.
—¿Yo? ¿Preguntarte cosas tontas? —La deidad alargó con indignación, arrugando el entrecejo.
—La otra vez me preguntaste si no se lava la botarga y cómo es que respiro, pero también si se fundía con mi cuerpo...
Cupido soltó una estruendosa carcajada, todavía no conocía a la perfección el mundo humano, y este evoluciona constantemente, aunque creía podía entender la mayoría.
—¿Entonces me estás echando?
—Es correcto, no sé si vas a seguir viviendo con la humana o su abuela o vas a regresar al Olimpo...
—Eso es lo de menos, lo primero que necesito es que Noah deje de hostigar a Ginger...
—Bien, por el momento quiero que vayas a un restaurante que está en el centro de la ciudad, quiero un buen plato de pasta italiana, voy a terminar cansado —decretó con seguridad.
—¿Me prestas tu celular? Es para el GPI. —Sonrió el pelirrosa, mostrando los dientes—. Si me voy caminando, puede que te dé más tiempo
—Sí, necesito que te tardes. —Sacó el celular de su bolsillo, quitando la contraseña e ingresando la ubicación del local—. Está a casi media hora de aquí caminando, más veinte minutos en que te dan el plato y otra media hora de regreso ¿No se supone que vas a ayudar a tu humana en la cafetería?
La deidad se atragantó con su propia saliva, ¿Qué fue lo que dijo?
—No, Jade iba a estar con ella, porque es su último día, ya que empieza a trabajar en otra parte. Igual, se supone que me han dado para recoger todas mis cosas de tu casa.
Entretanto, Jade lograba percibir a su mejor amiga que se encontraba un poco agobiada. Limpiaba las mesas al menos dos veces con el trapo, hasta lograr ver su reflejo. Eso era lo que hacía cuando estaba en la universidad, en sus últimos períodos de proyectos; su abuela se enfermó, pues sus pulmones se habían llenado de agua.
—¿Qué es lo que te pasa? —preguntó la morena, cuando vio a la chica estirar la liga de su alta cola de caballo en su pelo.
—¿A qué te refieres? —resopló Ginger, deteniéndose solo por un segundo.
Jade golpeó con sutileza la tabla de la barra antes de seguir a su mejor amiga por la cocina, la observó lavar los platos con una gran velocidad.
—Escúpelo —exigió la morena, con una mano en la cadera.
—No sé de qué estás hablando —respondió la castaña, dándole la espalda.
Jade soltó un suspiro profundo antes de acercarse a su amiga, sosteniéndola por los hombros y obligándola a girar sobre su propio eje.
—Siempre que te preocupa algo te conviertes en una obsesiva de la limpieza, te conozco a la perfección.
—No, no es eso. Debe ser que estoy cansada. —Observó hacia el techo por un segundo.
—Cuando mientes no eres capaz de sostenerme la mirada.
—Te odio —farfulló la castaña, aceptando cada una de sus mentiras.
—No es cierto, ¿qué es lo que está jodido?
—Noah. —Torció sus labios en una mueca—. Ayer fui a su casa, porque Mishka necesitaba el absurdo cupón, no obstante, Noah me invitó a cenar, le rechacé y se puso un poco agresivo. El rosita le dio un golpe en la casa y nos fuimos, pero no entiendo lo qué está mal.
—¿Quieres levantar una denuncia? ¿Qué puedo hacer por ti?
—Espero que ya no regrese a la cafetería, estoy un poco inquieta, ya que literalmente sabe dónde vivo y eso no me gusta en lo absoluto.
Jade acarició sus hombros antes de tirar de ella, abrazándola y acaricia su espalda. Ginger recargó su mejilla en ella.
—Lo que realmente me preocupa es mi abuela. Sabes lo importante que ha sido para mí. No quiero que se preocupe.
—Pues ella te conoce tan bien como yo, por lo que creo que tus actitudes ya le advirtieron. Aunque Noah no ha venido en el día, por lo que no sé...
—¿Te imaginas que Mish le hubiera roto la nariz?
—No sé en realidad qué tan fuerte le pegó, para mí todo pasó en cámara lenta.
—Deberíamos de tener una palabra de emergencia, por cualquier cosa...
—... Papaya.
—Pero no te gusta...
—Por eso, porque no me gusta. Igual Mishka ya se va a mudar hoy, ni siquiera me di cuenta de que lo único que tienes arriba es tu cepillo de dientes.
Ginger se alejó un poco, golpeando con sutileza el hombro de su amiga, pero, aun así, dándole una mirada con reproche.
—Puedes tirarlo, mi novio nos compró uno de pareja, es lo más adorable que he visto, tienen como perritos —chilló con entusiasmo, esbozando una sonrisa.
Ginger codeó sus costillas, rodando los ojos. Escucharon que la puerta principal se abrió, por lo que Jade salió a atender al cliente, disfrutando de su último día trabajando en la cafetería.
La chica en el interior de la cocina apreció la hora que marcaba el reloj de su muñeca, solo cuarenta minutos más y estaría cerrando. Estaba exhausta, podría tirarse a la cama y dormir por unos días.
El resto de la jornada estuvo tranquila, justo en el instante en que salió el último comensal, la castaña se acercó a echar cerrojo a la puerta. Sin embargo, una mano con un manicure perfecto atravesó la puerta. Ginger desistió en cerrar, abrió un poco para ver a la preciosa chica del otro lado que parecía que le salía humo por las orejas.
—Buenas tardes, ya está cerrado —dijo con una sonrisa sin mostrar los dientes, los hoyuelos de sus mejillas se marcaban.
La mujer de pelo negro empujó con firmeza la puerta, tomando a la dueña de la cafetería por sorpresa, colocando una pierna detrás para evitar caerse.
La mujer de piel pálida inspeccionó todo el lugar, sacó el celular de la bolsa que colgaba de su brazo y con furia, deslizaba la pantalla.
—Señorita, disculpe... —inició Ginger con tono amable.
—¡Eres tú! —afirmó con una voz cabreada—. Tú eres la zorra.
Ginger se atragantó al escuchar aquellas afirmaciones, no entendía lo que estaba sucediendo.
—¡Eres una jodida puta! ¿No hablas inglés o qué?
—Perdón, no sé de lo qué estás hablando, tal vez me estas confundiendo... —alargó, torciendo sus labios en una mueca, retrocediendo un paso, ya que tenía la sensación de que aquella mujer en cualquier segundo le iba a arañar el rostro.
—¡No, tú te has metido con mi prometido! ¡El idiota tiene una carpeta con tus fotos! —Giró el celular, efectivamente la imagen era ella, las que subía en redes y otras era ella en la cafetería.
Arrugó el entrecejo con confusión, sintiendo un cosquilleo recorrerle toda la espalda ¿Quién le había tomado esas fotos?
—No pongas tu estúpido rostro de mustia muerta —arrastró sus palabras, sintiendo como se le formaba un nudo dentro de su estómago—. Tú sabes, estas fotos estaban en una carpeta en su computadora.
—¿De quién estás hablando?
—Noah.
—¿Me estás diciendo que Noah está comprometido? —balbuceó, incrédula.
—¿Estás pendeja o qué? El idiota ayer sacó todas mis cosas en la tarde, y cuando fui tú estabas ahí, ¡Seguramente te estabas revolcando con mi hombre! —clamó, inflando sus pulmones de aire.
La mujer se lanzó hacia Ginger, estirando su melena y obligándola a caer. Un estruendoso ruido en seco llegó a Jade, por lo que salió, secándose las manos con el pantalón. Se quedó estupefacta al ver a una extraña sobre su mejor amiga, impactando sus puños en el rostro.
Cuando regresaron sus sentidos, corrió hasta la mujer, rodeando sus caderas con los brazos, intentando sacarla de encima de Ginger.
—¿¡Qué es lo que te pasa!? ¡Déjala! —Jade tiró de ella, dejando caer todo su peso atrás, suficiente para retirar a la pelinegra de su amiga, dándole oportunidad para que Ginger pudiera librarse.
Jade, quien había entrenado karate en su adolescencia, estiró un brazo de la pelinegra, aplicando suficiente fuerza en su pelvis, y entrelazando sus piernas.
—¡Suéltame estúpida, que voy a matar a esa bruja! —bramó la mujer, retorciéndose en un vago intento de librarse de ella, movía su mano hacia atrás para golpear a la morena, pero no conseguía nada.
—Tranquilízate, ¿qué es lo que está pasando? —ordenó Jade sin aflojar su agarre.
Ginger se levantó, sintiendo adolorido el rostro y que su pelo iba a caer de qué tan fuerte estaba tirando.
—Noah estaba comprometido con ella —replicó Ginger, mordiendo su labio inferior—. Y encontró fotos mías en su computadora, también terminó con ella.
—¿Y cuál es el problema? ¿Por qué la atacas a ella? Si la culpa es de tu novio —contestó sin aire.
—Mi novio era un caballero hasta que esa puta se... —cortó cuando sintió que Jade aplicaba más fuerza.
—Yo no tengo nada con él, lo prometo. —Ginger sintió una punzada de culpa dentro de su pecho, ella ni siquiera sabía que él tuviera una novia—. Anoche fui a su casa...
—Con su novio —añadió Jade, bajando la mirada para prestarle atención a la mujer— ¿No viste un hombre de pelo rosa?
—Sí, es que tenía un papel importante en nosotros.
La noticia del novio resonó en la mente de la pelinegra, se imaginó un montón de películas dentro de su cabeza, y en todas la protagonizaba la mujer de las fotos, donde ella era la que seducía a su pareja. Pues durante los años que tuvieron una relación, Noah había demostrado que solo tenía ojos para ella, podría jurar que por más mujeres que estuvieran delante de él, desnudas, nunca las miraría de manera morbosa. Por eso, aseguraba que la panadera fue quien estuvo detrás de su prometido.
—¿Si te suelto vas a prometer no atacar a Ginger? Entendemos que estés molesta, pero el problema no es con nosotras —informó Jade, aflojando un poco su agarre.
La mujer todavía estaba sumida en sus pensamientos, que la panadera tuviera una relación, no significaba que le diera el respeto.
Jade la sintió tensarse, anonadada sobre que Noah tuviera una relación. Nuca se lo hubiera imaginado, y Ginger dio por hecho que estaba soltero cuando la invitó a comer. Las heridas de su rostro empezaban a arder, pero no sabía cómo reaccionar.
¿Qué se supone que debías de hacer cuando descubres que el hombre estaba comprometido y ella te viene a atacar?
—¡Es que ella se ha metido en mi relación! —gruñó con coraje, estirando sus brazos hacia ella—. Noah jamás se habría fijado en ti, porque me amaba a mí ¡Ayer terminó conmigo, y me dejó destrozada!
—Amiga, necesito que te tranquilices. La culpa no es de Gin, ella en serio está enamorada de su novio. Y como tú dices que Noah jamás tendría ojos para alguien más que tú, te aseguró que ella solo tiene ojos para su novio —mintió Jade, abriendo sus ojos de par en par para que la castaña le continuará diciendo la mentira.
—Sí, te prometo que yo solo amo a mi novio. Es una persona muy dulce, amable, divertida, amo su cabello rosa. —Suspiró, intentando afirmar que si estaba enamorada—. En verdad no entiendo, esas fotos me las sacó sin pedir permiso, y las otras están en mis redes sociales.
La pelinegra se rehusaba a creer que Noah fue quién la buscó, no era el comportamiento de su hombre. Él era encantador, respetuoso y odiaba los engaños de cualquier clase.
—No estoy segura de eso, pero ya no puedo respirar, debes de soltarme.
—Solo si prometes ya no atacar a Gin, le has dañado la cara. Ella podrá explicártelo todo.
La mujer dudó unos segundos, pero asintió con la cabeza.
—Si vuelves a intentar hacerle daño, te voy a derrumbar otra vez —advirtió Jade antes de liberarla.
—¿Cómo te llamas? —Ginger preguntó cuando Jade se arrastró un poco, levantándose del suelo, sacudiendo sus pantalones.
—Soy Amy... —Apretó los dientes, avergonzada—. Aun creo que tienes la culpa.
Ginger pasó saliva y rodeó la barra para estar del lado del personal. Amy la fulminaba con la mirada y ella se sentía más incómoda.
—Amy, en serio siento todo lo de tu ruptura con Noah, yo solo lo conozco, porque es un cliente muy frecuente aquí. —Carraspeó su garganta—. Le gusta el pan dulce que hace mi abuela, como todos.
Amy pasó su lengua por sus labios delgados, no muy convencida de sus palabras.
—No sé qué puedo hacer para que me creas que yo no tuve, tengo ni tendré una relación con Noah, yo tengo una relación estable con mi novio. —Ginger entrelazó sus dedos por encima de la barra—. Puedes hablar con Noah para llegar a un acuerdo.
—Es que no quiere, me grita y me dice que ya no me ama. —Su voz tembló, sus ojos se inundaron de agua— ¿Sabes lo que se siente que al hombre que amas te diga que ya no te quiere?
Ginger desvió la mirada, sentía el dolor de la chica, y de alguna manera, creía que era su culpa.
—En serio, entre Noah y yo no va a suceder nada, siento mucho este problema que se ha hecho—. Ginger mordió su labio inferior, con un nudo en su pecho y no sabía qué decir para tranquilizarla.
—Amy, quiero que entiendas que mi amiga no tiene nada que ver con Noah —articuló Jade al sentir una gran tensión en el ambiente, sintiendo que, en cualquier instante, podría volver a iniciar una pelea—. Creo que deberías de tomarte un momento para tomar una profunda respiración. —Apuntó con la barbilla la cocina, entonces entendió que le estaba pidiendo una botella de agua.
Ginger asintió con la cabeza, ingresando a la cocina y buscando una botella de agua en el pequeño refrigerador. Se quedó quieta, intentando asimilar lo que acababa de suceder, perdiéndose por unos instantes. Al regresar a la barra, Amy estaba llorando, se sonaba la nariz con una servilleta y su maquillaje se corría.
La culpa la seguía comiendo, sobre todo, porque hace unos días le aceptó una cita.
—Toma, Amy, te traje agua. —Colocó encima la botella en medio de la barra, pues su llanto cesó al regresar.
Amy torció los labios en una mueca, y se enfocó en Jade.
—¿Quieres que te pida un taxi? Creo que estás demasiado alterada para conducir —sugirió la morena, sacando el celular para pedirlo por medio de una aplicación.
—Sí, gracias. Todavía siento toda la ira correr por cada rincón de mi cuerpo, que, si me quitas los ojos de encima, podré volver a arrancarle los pelos a esta, a esta...
Jade negó con la cabeza.
—¿En qué quedamos? No puedes hacer responsables a terceras personas de nuestras decisiones.
—Es que soy leo, algo de signos —masculló, mirando con odio a la que creía que era la amante de su novio.
¿Por qué la tierra no se la tragaba? O al menos eso era lo que quería en ese instante.
El resto del tiempo estuvo en silencio, solo se oía la respiración irregular de la chica, podía cortar el ambiente con el filo de las tijeras.
Mientras tanto, el pelirrosa creyó que el hechizo se había terminado. Debían de levantarle el castigo pronto, sintió como un pinchazo en su pecho. Le gustaba vivir en la tierra, aunque él no debía dejar varado el trabajo en la cafetería.
O al menos eso era lo que estaba pensando cuando caminaba por la acera, justo antes de llegar a la cafetería. Abrió la puerta, y lo primero que notó fue el daño del rostro de la humana con el cabello despeinado, la goma parecía que se iba a caer.
Él sin pensarlo dos veces, dio largas zancadas, rodeando la barra hasta llegar del otro lado de la barra, sujetando a la mortal del mentón, obligándola a verlo.
—¿Qué fue lo que te pasó? —preguntó, se podía percibir el ligero tono de furia.
—¿Tu eres el novio? —irrumpió Amy, posando sus ojos en él.
Cupido giró su cabeza por un segundo con confusión sin soltar a Ginger, por lo que la sintió temblar.
—Sí —respondió con firmeza— ¿Por qué?
—¿Ayer la acompañaste a casa de Noah?
—Ella es Amy, la ex prometida de Noah —presentó Jade, arrugando el entrecejo—. Y hubo un malentendido, pero qué bueno que ya llegaste.
—Ah, mucho gusto. Ayer fuimos a recoger un papel, acompañé a mi novia. —Se inclinó hacia ella para depositarle un casto beso en la frente.
Ella cerró los ojos al sentir los labios húmedos, disfrutando del tacto.
Amy sintió su amor, por lo que no sabía en qué pensar, sintiéndose incómoda y sin saber que hacer, así que mantuvo sus labios cerrados.
Para su suerte, un auto se detuvo enfrente de la cafetería, Amy tomó la botella y con la dignidad que todavía mantenía, meneo las caderas para salir. Al cerrar la puerta, la castaña pudo respirar.
—Ay. —Soltó el aire contenido en sus pulmones—. Me arde la mejilla —lloriqueó por primera vez, echando la cabeza para atrás—. Sarah no me debe de ver así, se va a infartar—. Me siento como una jodida mierda, ¡yo le acepté una cita con él!
—Tú no eres ninguna bruja para andar adivinando si estaba una relación. —Jade extendió el brazo para acariciar el de su amiga con el pulgar.
—Creo que debí de preguntar primero.
—¿Qué es lo que pasó? —preguntó con frustración Cupido.
—Amy golpeó a Ginger, pensando que era la amante de Noah —explicó Jade con el ceño fruncido.
—¿Tienes un botiquín? Para ayudarle a limpiar las heridas. —Cupido sujetó la muñeca de la humana, tirando de ella hasta hacerla sentarse en un banco.
Jade fue a la cocina por el cajón blanco con una cruz roja en el centro. Cupido la abrió al estar en sus manos, colocó gel antibacterial antes de tomar un algodón y le vertió un chorro de alcohol etílico. Ella se estremeció cuando le tocó con delicadeza sobre su piel.
—¿Duele? —preguntó él con preocupación.
—No, arde —contestó, negando con la cabeza.
Cupido se inclinó hacia delante, soplando donde había pasado el algodón. La piel de la chica se erizó, y el ardor empezó a desvanecerse, como por arte de magia.
—Lo lamento —habló en un susurró, acariciando el desastre que tenía en el cabello, quitando la goma y pasando sus dedos.
—¿Por qué? Tú no tienes la culpa.
Vaya que la tengo, se lamentó en el interior.
Lo único que hizo fue curvar sus labios con una sonrisa sin mostrar los dientes.
—No te afliges, fresita —añadió Ginger, palmeando la cabeza del dios, en un intento de animarlo.
Él conectó sus ojos con los de ella con evidente confusión.
—¿Fresita? —Arqueó una de sus pobladas cejas.
—Tu pelo es rosa, y me gustan las fresas.
—¿Me estás diciendo que te gusto, ángel? —Se encorvó hacia delante, rozando su nariz con la de ella.
Ginger sostuvo la respiración, y su corazón empezó a latir con rapidez.
—Yo creo que eres linda —confesó él, sorprendido por sus palabras— ¿Ya no te arde? —agregó, cambiando el tema.
Él no podía permitir que creyera que era linda, la última vez que pensó que pensó eso de una humana, había tenido un final catastrófico.
Y no estaba dispuesto a cometer el mismo error dos veces.
n/a
holaaa luuuvs, como estaaan? aquí andamos editando, perdón la tadanza, andaba en finales de la u, como andan? que piensan? perdonen los errores.
Cupido ya terminó su taea en pouito tiempo, que es lo que creen que va a seguir?
en fin, recuerden que pueden seguirme en redes, aquí las dejo, y mucho love para ustedes n.n
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