Capítulo 1

🐨

Cuando Kim NamJoon entró a Paradise, el refugio de animales en el que actualmente trabajaba, eran exactamente las 9:05 a.m. El ambiente en el lugar ya estaba muy animado y algunos de sus compañeros caminaban en la recepción, hablando con algunos visitantes.

Eris estaba detrás del mostrador de recepción y le saludó animadamente en cuanto entró. Moviendo su mano de izquierda a derecha con efusividad. Jonathan, el encargado del área de rehabilitación que estaba apoyado en el mostrador, probablemente hablando con ella, giró la cabeza en su dirección y sonrió cuando lo vio.

NamJoon caminó hacia ellos, asintiendo a la chica y palmenado la espalda de Jonathan una vez estuvo a su lado.

—Buenos días, chicos, ¿cómo están hoy? —Les saludó.

—Buenos días —repondieron ambos casi al unisono, entonces Eris agregó:— sigues hablando como un anciano.

—No puedo hacer nada si no te gusta mi tono de voz —negó en broma, sacándole un bufido a la chica.

—El problema no es tu voz, es lo condescendiente en ella, ¿no eres ni diez años mayor que nosotros, sabes? No nos trates como niños —ella reprochó.

—No estoy lejos de ello de todas formas —NamJoon argumentó y la chica rodó los ojos.

—Si sabes que solo habla así cuando estás presente, ¿verdad? —Jonathan burló—. Lo hace solo para molestarte.

—¿Qué? ¡No puede ser cierto! —Eris miró del uno al otro, exigiendo una respuesta con la mirada. NamJoon se limitó a encogerse de hombros aún con una sonrisa —. No puede ser, ¡de verdad lo haces!

—Claro que no —negó con descaro.

—Ahora estoy segura, ¡lo haces! —La chica golpeó su puño contra el mostrador y le fulminó con la mirada.

NamJoon se rio y negó con la cabeza.

—Es demasiado drama para ser tan temprano —Jonathan suspiró y luego empujó la frente de Eris con el dedo índice—. Eres demasiado fácil de provocar y tus reacciones son muy exageradas, es natural que te molesten —le dijo—. Muy infantil para tener veintiun años.

—¡No lo soy! —Eris abofeteó la mano de Jonathan, quien hizo un movimiento despectivo cuando se alejó del mostrador.

—Sí, sí, lo que digas, mocosa.

—¡Solo me llevas dos años!

Jonathan la ignoró, acercándose a él para tirar de su brazo y jalarlo al área del personal. Los gritos de Eris reclamando por ser ignorada se escuchaban de fondo.

—La molestaste aún más —señaló y Jonathan chasqueó la lengua.

—Es muy dramática —respondió.

—No eres bueno con tu hermana —rio.

—Le falta madurar. —Jonathan negó con la cabeza y suspiró como si tuviera el peso del mundo en sus hombros; sin embargo, se recuperó solo un momento después y una gran sonrisa dividió su rostro—. Por otro lado, tengo muy buenas noticias para ti —anunció, empujando las puertas del personal y entrando en el blanco pasillo.

—¿Buenas noticias? —NamJoon cuestionó con confusión, pero cuando cierto pensamiento cruzó por su cabeza, no pudo evitar animarse—. ¿No será que...?

Jonathan asintió con la cabeza. —Es justo lo que piensas, finalmente, Koya ha sido dado de alta.

—Eso es una grandiosa noticia. —NamJoon sonrió en grande.

Koya es un pequeño y adorable koala que fue rescatado por la policía y llevado a su refugio hace unas dos semanas. Tenía entendido que lo recuperaron de unos contrabandistas que al parecer vendían animales exóticos o algo así. La policía no dio demasiados detalles sobre el caso en su momento.

El adorable koala había estado algo maltratado y tenía un ligero caso de desnutrición, por lo que, por orden del doctor, le mantuvieron en supervisión bajo el cuidado de Jonathan hasta ese momento.

NamJoon se había quedado prendado del animal en cuanto le vio, porque la pequeña cosita era muy amigable y cariñosa; además, siempre había tenido esta cierta predilección por los koalas desde que vio un documental sobre ellos cuando era niño. Era la primera vez que recibían uno en su refugio y nunca había tenido la oportunidad de tratar con uno de forma tan cercana hasta que recibió a Koya dos semanas atrás.

Por cierto, Koya es el nombre que él mismo le había dado tres días después de su llegada y todos habían terminado aceptandolo porque, curiosamente, el animal parecía responder a él cuando le llamaban.

—Hoy será incorporado en su propia sala —Jonathan continuó—. Lamentablemente, no podrá ser reincorporado en su hábitat natural.

—¿Es como sospechamos? —Preguntó, su ceño frunciéndose.

—Sí y no —Jonathan respondió.

—¿Eso qué significa?

—Que, al parecer, estos tipos no secuestraron a Koya cuando aún era un cachorro, sino que este nació en cautiverio —bufó con clara molestia—. Después de que el doctor Parker hablara con la policía, se supo que habían dos Koalas más viejos allí, pero que ambos murieron para cuando llegaron, junto con el aparente hermano del pobre Koya.

—Eso es una desgracia —NamJoon suspiró afligido—. Espero que condenen a esos bastardos por muchos años —aseveró mientras empujaba las puertas dobles de la sala de rehabilitación.

—Espero lo mismo, porque fueron muchos los animales que encontraron muertos y otros en mal estado cuando los capturaron —Jonathan murmuró un gracias cuando él le hizo señas para que pasara primero—. Según lo que me contó en doctor Parker, repartieron al resto de ellos entre refugios y santuarios de la ciudad.

—¿Eran tantos? —NamJoon alzó las cejas con sorpresa.

—No estoy seguro, creo que lo más probable es que lo hicieran así por el gasto de presupuesto que conllevaría si los dejaran a todos en un mismo lugar para ser rehabilitados —señaló.

—Buenos días, señor Kim, señor Baker —uno de los chicos de asistencia saludó.

—Buen día, Jae —ambos respondieron. Y Jonathan continuó:— ¿cómo se están comportando los chicos hoy?

—Bastante bien —Jae respondió con una sonrisa, acariciando la cabeza del perro sobre la mesa—. Doc es un buen tipo, ¿verdad que sí, Doc? —Preguntó con voz melosa hacia el animal, acariciando animado su peluda barbilla con ambas manos y ganándose un ladrido de este —. ¿Ya ven? —rio.

NamJoon sonrió y asintió hacía el chico. Jonathan sacó una brocheta de su bolsillo y se la dio a Doc mientras le daba algunos alagos por su buen comportamiento.

—¿Dónde están Mery y Soobin? —Cuestionó luego.

—Están afuera, creo que Mery dijo que se encargaría de Jerry y Soobin estaría con el resto de los perros —Jae respondió con algo de duda.

—¿Creí que Sofía se encargaría de Jerry? —Jonathan preguntó.

—Sofía se reportó enferma temprano en la mañana. —Jae se encogió de hombros.

—¿Enferma de nuevo, eh? Esa chica, tendré una conversación con ella de nuevo —Jonathan gruñó inconforme.

—Oye, tómalo con calma, es una niña aún —NamJoon negó.

Sofía tenía solo dieciséis años y era voluntaria desde que tenía doce. Su madre solía trabajar en el refugio hasta hace dos años cuando falleció, y en realidad, era quien en su momento cuidaba de Jerry, el delfín que habían incorporado casi con la creación del lugar cuando el pobre quedó prácticamente ciego gracias al descuido de unos pescadores.

—¿Por qué sigues respaldándola? Tiene que ser responsable y encargarse de su trabajo, ¿cuántas veces se ha "enfermado" en los últimos dos meses? —Jonathan reprochó.

—Es solo una adolescente, suelen ser erráticos a esta edad; además, es una voluntaria, no puedes obligarla a venir —NamJoon señaló.

—Eso no fue lo que su padre dijo al inicio del verano, ¿lo olvidas? La dejó a nuestro cargo. No puedes seguir siendo tan condescendiente con ella, hombre. —Jonathan negó con la cabeza y soltó un suspiro—. Además, ¿no es curioso que se enferme cada viernes del último mes?

—Solo olvídalo, Jonathan. —NamJoon le palmeó el hombro—. ¿No íbamos a ver a Koya de todas formas?

—Tks, sigue pasándola por alto así —chistó este y él sonrió divertido—. Vamos a ver a tu querido amigo.

Entonces Jonathan dejó una última caricia en Doc antes de alejarse de un sonriente Jae, que se mantuvo mirando su interacción con ojos divertidos.

—Hablamos al rato, JaeKyun —NamJoon se despidió y el chico asintió murmurando un: "hasta luego".

NamJoon siguió a Jonathan a través de la puerta donde mantenían al resto de los animales en rehabilitación en espacios individuales para su observación. Jonathan se paró frente al cubículo donde mantenían a Koya e ingresó la clave de la puerta de cristal en este para abrirla y luego sacarlo.

—Hey, Koya, ¿adivina quién vino a verte? —Jonathan canturreó abrazando al pequeño koala contra él.

—Koya, ¿cómo estás?

La sonrisa de hoyuelos que dividió el rostro de NamJoon, fue deslumbrante. Él agachó la cabeza y acarició la pequeña pata que el animal mantenía aferrada a la camisa negra de Jonathan.

—Me contaron que ya estás mucho mejor —le dijo. El pequeño koala solo le miró con sus brillantes ojos—. Y hoy te llevaremos a un lugar mucho más cómodo; habrá árboles donde puedas trepar, sol en el que calentarte y la refrescante brisa para que te acaricie el pelaje.

—¿Por qué parece que estás tratando de vender una promoción engañosa? —Jonathan burló y NamJoon le fulminó con la mirada.

—Cierra la boca.

—Sabes que tengo razón —Jonathan rio—. Venga ya, tómalo, tengo que continuar con mi trabajo y resolver que se tenga listo el lugar para este amiguito.

NamJoon recibió al pequeño koala en brazos, quien no puso ninguna resistencia a ello y se acurrucó fácilmente en él. La simple acción demostraba lo adecuado que este estaba a la interacción humana y fue una de las principales razones por la que tuvieron sus dudas cuando este llegó al lugar.

—Recuerda que no es bueno tenerlo cargado por tanto...

—Ya lo sé —interrumpió en un bufido—. He hecho esto por más tiempo que tú, mocoso.

Jonathan hizo un ademán despectivo con la mano y le miró con ironía.

—Cuando tratas con Koya, parece que no es así —acusó.

—¿No te ibas? —Él rodó los ojos en dirección al contrario.

—Recuerda, solo por un rato —repitió mientras daba la vuelta para alejarse.

—Ya dije que sí.

—Y tampoco te quedes mucho tiempo, hay mucho trabajo que hacer hoy, no olvides que tienes que entrenar a los nuevos chicos del voluntariado que llegan hoy —agregó cuando cerró la puerta.

NamJoon bufó, mirando al pequeño koala en sus brazos.

—No hagas caso, Koya, tu y yo pasaremos un buen rato —sonrió. El pequeño animal solo agitó una de sus patas.

🐨🐨🐨

A las cuatro de la tarde, la mitad del personal se había ido a casa y NamJoon finalmente tuvo un momento de descanso. Él fue al área de reposo del personal, donde se encontró con Mery y Eris hablando alguna cosa sobre chicos a las que no le prestó atención.

Yendo al refrigerador en una esquina, tomó una soda y se sentó en uno de los bancos contra la pared. Él estiró las piernas y las cruzó una sobre la otra antes de abrir su bebida y tomar un largo trago.

—¿Largo día? —Soobin preguntó, apareciendo a su lado y dejándose caer en el banco junto a él con una botella de agua en mano—. ¿Los nuevos te la pusieron difícil?

—No estuvo tan mal —contestó con un encogimiento de hombros—. La mayoría entendieron las instrucciones casi a la primera, así que creo que fue más productivo de lo esperado.

—Este año hay más voluntarios que años anteriores, ¿no? —Soobin preguntó, tomando un trago de agua.

—Sí, tuvimos suerte.

—Es bueno; aún falta mes y medio antes de que acabe el verano, esperemos que esta vez la mayoría se quede hasta el final. Estuve hablando con Eris casi al principio de este y dijo que hay muchas visitas programadas esta vez y que le preocupa que no diéramos abasto. —Soobin sonrió—. Parece que ya no será un problema.

—Tienes razón —concordó—. Creo que también sería bueno contratar a un par de personas más.

—Eres el jefe, tú decides —señaló Soobin y él bufó.

—¡Já! Solo lo recuerdan cuando les conviene —regañó, recostando la cabeza contra la pared.

—No diga eso, jefecito. Si lo escuchan, podrían pensar que somos insubordinados con usted —rio el chico.

—¿Lo niegas? —Arqueó las cejas divertido.

—Por supuesto, todos aquí somos muy buenos chicos —Soobin fingió ignorancia, sacándole un nuevo bufido.

—Hay que decirselo a Jonathan, a veces parece más jefe que yo —comentó, tomando otro trago de su bebida.

—Eso es porque a veces es demasiado blando con los más jóvenes —señaló el contrario—. Ser muy permisivo, no es bueno.

—Ya lo sé, pero son niños, todos son...

—Reveldes a esa edad, sí, siempre dice lo mismo —Soobin interrumpió con una risa—. Esa es justo la razón por la que Jonathan es así. ¿Sabe, jefe? Siempre me pregunté, ¿qué edad tiene en realidad? Todos dicen que solo tiene veintinueve, pero por alguna razón, siempre he creído que es un poco mayor por como actúa.

NamJoon arqueó las cejas, porque de hecho, el chico tenía razón. Él tenía treinta y tres años, pero para el resto del mundo, solo tenía entre veintiocho y veintinueve. Cuando tuvo que tomar ciertas decisiones difíciles en su vida, su cambio de edad estuvo entre ellas.

—¿Parezco más maduro de lo que debería? —Cuestionó en cambio.

Soobin suspiró, dándose cuenta de que no respondería sus dudas como quería. Él asintió.

—Es muy amable y, en ocasiones, bastante condescendiente, en el buen sentido, quiero decir —aclaró—. Es como si hubiera vivido mucho y desearía devolver algo al mundo, o alguna cosa así; lo siento si sueno raro, tal vez me estoy juntando demasiado con JaeKyun. —Hubo una mueca de desagrado en el rostro de Soobin, lo que le provocó una risa.

—Tal vez lo haces, sí —aceptó con gracia—. Aunque no diría que estás equivocado del todo.

—Lo supuse —Soobin asintió y sabiamente, decidió dejar el tema por sanjado—. Bien, es hora de ir a casa, que tenga un buen resto del día, jefe.

—Igual tú, cuídate en el camino —despidió.

—Delo por hecho. —Soobin movió la mano en despedida y luego desapareció tras la puerta.

—Ustedes, chicas, también deberían dejar de chismosear y volver a casa —anunció para las mujeres al otro lado de la sala.

Ambas levantaron la cabeza y le miraron con indignación.

—¡¿Quién está chismeando?! —Fue Eris quien reprochó.

—Yo estoy esperando a Eris y ella está esperando a Jonathan; parece que nos llevará a casa hoy —respondió Mery.

—Ya veo, entonces...

Las palabras de NamJoon se vieron cortadas por un fuerte estruendo, que fue seguido de gritos. Cuando hubo tres detonaciones seguidas más, él saltó sobre sus pies.

—¡¿Qué fueso?! ¡¿Qué pasó?! —Ambas chitas gritaron, poniéndose rápidamente de pie al igual que él.

—Ustedes dos, retrocedan. Entren a la cocina y cierren la puerta con seguro —ordenó, su rostro enfriándose en una expresión seria.

—¿Qué? ¿Por qué? —Eris preguntó.

—Haz lo que digo. —Él la señaló.

Hubo nuevas detonaciones y los gritos aumentaron, seguido de los pasos apresurados fuera del lugar. NamJoon reconocía el sonido; eran disparos y por el caos que sonaba, diría que quien sea que estuviera allí, no estaba conteniéndose en lo absoluto.

—Iré a revisar, vayan allí y no salgan a menos que yo se los diga. Y llamen a la policía —indicó en tono severo.

Eris abrió la boca para protestar, pero Mery, que parecía mucho más consciente, comenzó a tirar de ella hacia la pequeña cocina. NamJoon asintió en su dirección y luego trotó fuera de la sala.

Él pasillo parecía estar vacío, pero en cuanto trotó a lo largo de este y dobló la esquina hacia la salida, se encontró a uno de sus chicos sentado contra la pared.

NamJoon corrió hacia él, agachándose en cuclillas y sosteniendo su hombro; el chico, que entonces se dio cuenta se trataba de Antoni, uno de los voluntarios que trabajaba con ellos todas las vacaciones, respiraba con dificultad y se sostenía el estómago, de dónde la sangre parecía filtrarse a borbotones.

—J-Jefe —Antoni jadeó, su respiración acelerándose aún más cuando le reconoció. NamJoon sostuvo la mano que el chico le estiró y trató de ver cómo estaba su herida—. Señor, hay... esos tipos.

—Tranquilizate, mantente en silencio o harás que la sangre se filtre más rápido —NamJoon indicó, separando la temblorosa mano del chico de su estómago en un intento de ver la gravedad de la herida—. No me jodas —maldijo, porque sus estómago parecía haber sido abierto profundamente por alguna arma filosa.

—V-Voy a morir —Antoni tragó pesadamente y NamJoon negó con la cabeza, llevando la mano de este hacia su estómago una vez más.

—No lo harás, muchacho, estarás bien, solo aguanta un poco —pidió, mirando alrededor buscando en vano algo con qué ayudarle.

—No debería mentirme en esta situación — él jadeó con voz quebrada. NamJoon miró afligido los ojos llenos de lágrimas del chico—. Yo... por favor dígale a mis padres que los amo y a mi hermano que es un idiota y nunca le daría la razón.

—¿Es en serio? —NamJoon reprochó, formando una mueca.

Las lágrimas se desbordaron por las mejillas de Antoni. Su respiración se volvía cada vez más superficial.

—Hay t-tres de ellos, tienen armas largas, no sé decir cuáles, también tienen cuchillos —comenzó a contar, tociendo cuando la respiración se le cortó. NamJoon le apretó la mano con más fuerza—. Entraron de repente y comenzaron a dispararle a todos. Mataron a Rita, a Alex y a Soobin, que iba saliendo por la puerta —sollozó—. Le volaron la cabeza.

—Está bien, respira —dijo, apretando los dientes en un intento de contener su rabia.

—Muchos de los otros están heridos o muertos, no sé. —Antoni se volvía cada vez más pálido y su voz se debilitó al punto de que era apenas más allá de un susurró—. Uno de ellos se quedó en la recepción; traté de huir hacia acá, pero me siguieron y un tipo me... m-me hizo esto. T-También — tosió—, tienen a J-Jonathan.

—¿Jonathan? ¿Se llevaron a Jonathan?

—Sí, le dispararon y luego lo arrastraron hacia adentro. —Los párpados de Antoni comenzaron a cerrarse.

—Hey, Antoni, no te duermas, aguanta, chico. Solo un poco. —NamJoon trató de despertarlo.

Antoni gimió, pero no abrió los ojos.

—Señor, yo no... no q-quiero mori-rir —fue el último susurró que dio.

Antoni murió y el corazón de NamJoon se hundió en su pecho. Una rabia que hace años no sentía le embargó y el deseo de sangre que había estado dormido en él, resurgió con fuerza.

Soltando con lentitud la mano de Antoni, NamJoon recostó con cuidado el cuerpo en el suelo, lanzando una plegaria por el descanso de su alma, antes de ponerse en pie. Él miró hacia las puertas dobles que llevaban hacia la recepción, apretando los dientes antes de darle la espalda y correr al otro lado del pasillo.

Por la descripción que Antoni le había dado, deducía que esta gente no eran simples asaltantes. Además, ¿quién viajaría hasta las afueras de una ciudad y se adentraria tanto en sus tierras para simplemente robar un refugio? Eso sin contar el armamento y la forma en que llegaron matando a todo el que se le cruzara por delante.

Ellos tenían un objetivo en específico y a pesar de no saber cómo entraba Jonathan en sus planes, no dejaría que lo asesinaran. Él no permitiría que asesinaran a nadie más.

Había un rastro de sangre en el pasillo, que suponía pertenecía al herido Jonathan. Esperaba que su jucio fuera correcto y quien estaba en recepción se limitara a retener a todos sin hacerles más daño. NamJoon siguió este rastro.

No sabía si esta gente estaba aquí por él. Si su tapadera hubiera sido expuesta y le buscaban para eliminarlo, entonces no les dejaría las cosas fáciles.

El rastro le llevó hasta la sala de rehabilitación, de donde se escuchaban varias voces.

—¿Dónde está? —Una voz desconocida preguntó con evidente ostilidad.

—Ya les dije que no-¡ah! —El sonido sordo de algo chocando contra carne, seguido del estruendo de alguna bandeja cayendo al suelo, le siguió al grito de Jonathan.

NamJoon tomó una profunda respiración y se dijo que tenía que esperar. No sería inteligente abordar a esta gente sin nada con qué defenderse y con Jonathan tan expuesto a ellos.

—Te lo preguntaré por última vez, ¿dónde está el koala? —La misma voz resonó.

NamJoon parpadeó, ¿habían dicho koala?

Él único koala en su refugio era el pequeño Koya, entonces, ¿estaba esta gente aquí por Koya y no por él? ¿Koya? ¿Eran tal vez ellos pertenecientes a la red de contrabando de la que fue rescatada el animal?

Incluso más desconcertado que antes, NamJoon apoyó la espalda contra la pared al lado de la puerta y trató de escuchar con más atención.

—Será mejor que hables en los próximos cinco segundos si no quieres terminar con un agujero en la cabeza, chico —otra voz dijo.

NamJoon se tensó, enderezando aún más la espalda en alerta. No importa lo que había dicho antes, entraría así si no tenía otra opción.

—¿Están a-aquí por K-Koya? —Jonathan preguntó con voz ahogada. Hubo un tenso silencio por parte de los otros hombres durante lo que pareció un largo segundo, antes de que uno se animara a hablar.

—¿Quién es ese?

—Koya es el p-pequeño koala que recibimos h-hace dos s-semanas —Jonathan respondió con voz atropellada; algunas palabras incluso se enredaron en su pronunciación.

—Bien, ¿dónde está él? —Volvieron a preguntar.

—Fue trasladado esta mañana a un espacio abierto —Jonathan contestó y NamJoon suspiró, agradecido porque el chico tomara una decisión inteligente y respondiera con rapidez—. No está aquí, quiero decir, no está en esta sala, tendrán que ir afuera para encontrarlo.

NamJoon asintió y no se detuvo a escuchar más. Él se alejó al trote, tan silencioso como se le fue posible. Ahora que sabía el objetivo de esta gente, podría tomar medidas.

Entrando en el cuarto de suministros de emergencia, él fue directamente hacia el rifle que colgaba de la pared. Por supuesto, este no utilizaba balas y no era más que un rifle de aire comprimido que todo lo que podía disparar, era dardos tranquilizantes, pero incluso eso no era malo, de hecho, funcionaba a la perfección.

Si golpeaba a alguno de estos bastardos, podría inmovilizarlo y acabar con él sin que siquiera se enteraran de qué los golpeó. Ganaría ventaja y dada su situación, realmente la necesitaba.

Buscando en los cajones, tomó varios viales con el líquido tranquilizante y llenó varios dardos, luego cargó el rifle y se dirigió a la recién abierta hábitat para koalas.

Él mantuvo un ojo en todo a su alrededor, porque aunque Antoni había dicho que solo había tres de estos tipos, en realidad no podía estar seguro de ello. De hecho, NamJoon lo dudaba, pero no podía detenerse ahora.

Posicionándose hábilmente en un área donde nadie podría verlo a menos que rodearan el refugio desde la partea trasera, él esperó paciente la llegada de estos tipos. Koya no estaba precisamente a la vista y aunque el lugar era relativamente pequeño, porque ellos no pensaron que tendrían que albergar muchos de ellos en un futuro, había árboles lo suficientemente frondoso para camuflarlo.

Esto significaba que les tomaría algunos minutos dar con él, tiempo en el que aprovecharía su distracción para encargarse de ellos.

NamJoon miró hacia el hábitat de su pequeño amigo y apretó los labios. Era muy claro que Koya era mucho más importante para esta gente de lo que nunca habría imaginado. El pequeño koala debería tener algún alto valor, aunque en ese momento no podía imaginar de qué forma, estaba seguro de algo muy grande y extraño se movía entre estos sus puestos "contrabandistas" de animales. Sin embargo, eso no era algo que podría averiguar en ese momento.

Un par de minutos después, el sonido de pasos acercándose inrumpieron la sinuosa tranquilidad de la tarde. Estos tipos seguía soltando amenazas y arrastraban a Jonathan con ellos.

Cuando Jonathan paró frente al hábitat de Koy; los tipos le empujaron contra la reja y le instaron a pulsar el código para abrirla, que fue cuando NamJoon comprendió el papel que el chico tenía en todo esto.

Él se mantuvo oculto y presionado en la esquina tanto como se le fue posible. Solo cuando escuchó el pitido de la reja siendo desbloqueada, seguido de la insistencia de uno de los hombres porque entraran, fue que se aventuró a mostrarse.

Los tres hombres estaban de espaldas, con Jonathan al frente y ellos siguiéndole de cerca. En un hábil movimiento que solo sus muchos años de práctica en servicio le habían brindado, él alzó el rifle y disparó hacia la nunca de uno de los hombres.

El tipo gritó, llevándose la mano al cuello antes de caer como peso muerto no mucho después. Él había usado una dosis lo suficientemente alta como para tumbar un león adulto, no podía decirse de este hombre, que tenía que estar entrando en shock en ese momento.

El otro tipo se giró con su arma en alto y miró hacia todos lados, intentando arrastrar a Jonathan con él, pero este fue lo suficientemente inteligente como para sacudirse el agarre y lanzarse al suelo para arrastrarse lejos de ellos. Aprovechando la leve distracción del hombre ante la osadía de Jonathan, NamJoon salió de detrás del muro y lanzó el rifle en su mano directo a la cara del hombre.

Este soltó una maldición aturdido, pero NamJoon no le dio tiempo a hacer cualquier otro movimientos antes de lanzarse en su dirección y lanzarle un puñetazo contra la sien.

El hombre se tambaleó y apretó el gatillo de su arma, disparando al azar por mero instinto. NamJoon sostuvo su mano y la retorció lejos de él, inmovilizándolo. Cuando el hombre finalmente reaccionó y trató de devolverle el golpe, NamJoon arrastró el arma fuera de su mano y la lanzó lejos de ellos.

—¿Qué demonios? —El tipo escupió; NamJoon sonrió sin ninguna gracia.

🐨🐨🐨

Lamento sinceramente el retraso. Hace días que debí subir esto, pero me concentré demasiado en "Por Error", aún así, espero poder ponerme al corriente de ahora en adelante.

Solo habrá 2 actualizaciones por semana de esta historia. Los días aún no son fijos.

Espero hayan disfrutado de la lectura.🥰

Stars_Saturn.

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