↝ Aplausos obligatorios↜

―¡Ademir!― exclama la instructora frente a nosotros. Me giro lentamente hacia ella y la enfoco. Algunas risas retumban a mis espaldas.

―¿SÍ?― Diablos, esta mujer solo me hace preguntas cuando estoy distraído.

Ella mantiene el silencio. Su cara se llena de enfado, pero lo deja pasar y continúa hablando sobre los nuevos logros de los Principales en la dimensión humana. No obstante, cuando la campana suena, me llama y dice:

―¿Puedes quedarte un momento?― Me encantaría poder gritarle que no pensaba pasar ni un solo segundo de más en este edificio. Sin embargo, afirmo―. He estado buscando una solución para los alumnos como tú. Necesitas recordar nuestra historia...el comienzo de todo― Abro mi boca para reclamar pero ella levanta la mano―. Vas a explicar la existencia de nuestra dimensión, además del origen de las distintas especies. Y el castigo, no olvides hablar del castigo. Tal vez aprendas algo.

―¡Señorita! Yo no...― Ella empieza a recoger sus utensilios.

―Lo leerás frente a tus compañeros...― la interrumpo.

―No puedo...― Comienzo a reclamar. Ella golpea su escritorio abruptamente.

―...el día de la Organización― Su mirada se endurece―. Y no quiero escuchar ni un solo pero.

Tras sus últimas palabras, pasa por mi lado y abandona el local dejándome detrás.

                                                                           ↝↝ ↜↜

Tomo lugar frente a la sala. Empujado por la instructora que semanas antes me había castigado. Llevaba ropa prestada, mis alas –tan negras como mi reputación en este momento– están al descubierto en mi espalda. La instructora asiente y yo comienzo el relato que me he tenido que aprender de memoria.

―Dice la leyenda que el dios supremo le regaló a los dioses las doce dimensiones, una por cada dios, confesándoles el secreto del génesis e imponiéndoles una sola condición: ninguno de ellos tenía permitido crear seres a la semejanza del dios supremo. Este también aseguró vengarse en caso de desobediencia, para después desaparecer sin dejar rastro alguno. Tal vez demasiado ocupado con algún otro mundo que ellos no podían ni ver.

»Así, cada dios creó criaturas parecidas a sí mismo y, juntos asignaron a cada especie una dimensión. Desde entonces cada uno de los doce dioses se mantuvo en su propia dimensión, siendo venerado por sus creaciones. De hecho solo se reunían un día al año, celebrando el gran regalo que el dios supremo les había hecho. Pues a pesar de ser dioses, le temían ya que él los había creado; por ello todos estaban tan aliviados con su misteriosa desaparición.

»Pero en una ocasión, el dios de los Lecos (criaturas elegantes de pequeños cuerpos que se desplazan usando sus grandes alas) cansado de venerar a un dios que posiblemente estuviese muerto, manifestó sus deseos de crear criaturas similares al dios supremo. El resto de los dioses rieron con ganas ante una broma como aquella: ¿El dios de los Lecos? ¿Crear algo tan magnífico como el dios supremo? Nunca.

»El entonces ofendido Leco pensó en demostrar de lo que era capaz. Regresó a su dimensión y experimentó por un tiempo creando a una mujer igual en forma a su dios mas no fue suficiente pues era bastante débil. Y no quería que los dioses se burlaran de nuevo de él. Así que observó a las demás especies y unió todo lo positivo en una mujer. Ante la soledad de cada una de ellas creo a un hombre de las mismas características para cada una. Y este fue el origen de los humanos y de los Principales respectivamente. Estos últimos habían sido creados tras tanta investigación que eran casi inmortales. No solo tenían poderes innatos, sino que podían aprender a manejar otros; podían cambiar su forma, bloquear sus pensamientos o volar sin alas. Podían sobrevivir en cualquier circunstancia, sin aire, comida ni descanso.

»La unión de un Principal y un humano dio como resultado una nueva raza: los Delfos. Esta raza no tenía tanto poder como los Principales pero sí que solían heredar alguno de sus poderes, los cuales (con mucho entrenamiento) podrían ayudarles. Muchos de ellos, sin embargo, nunca llegaban a desarrollar ningún don. Lo que los convertía en criaturas bastante débiles, más parecidas a los humanos de los que el Leco tanto se avergonzaba que a los semi-dioses que había creado.

»Pero no todas las diferencias se encontraban en su fuerza. La forma de los Delfos también había sido influenciada por el cruce interracial. Mientras que tanto los humanos como los Principales mantenían la forma prohibida y eran semejantes al dios supremo, los Delfos recibían características aleatorias que los distinguirían. Como ya sabéis algunos Delfos tienen los colmillos enormes y brillantes, otros tienen un ojo menos (o uno de más), algunos pueden correr hasta el fin de las dimensiones sin cansarse...

»Otra diosa (las leyendas no están de acuerdo en cual de ellas) también se negó a demostrar miedo e hizo algo parecido, creando así a la primera bruja. Esta disponía de poderes espectaculares. Estos eran los más difíciles de entender pues las brujas utilizaban todo tipo de conjuros y rituales para manejar la naturaleza y evocar la fuerza de los dioses. El alcance de sus poderes no había sido delimitado; sin embargo, ellas sí se cansaban ante el esfuerzo, lo que las hacía más mortales.

»El dios supremo, quien lo había estado observando todo de lejos, enfureció ante tales muestras de rebelión. Encerró a todos los dioses en el Olimpo, condenándolos a una eternidad de odio y culpa.

Levanto la vista y carraspeo. Muchos alumnos me miran con odio y asco.

No puedo culparles. Quiero decirles que lo siguiente lo digo porque la instructora lo había añadido a mi resumen. Pero no puedo. Además, no aprecio a ninguno de ellos lo suficiente para darle explicaciones personalmente.

Mi instructora, la cual luce sus orejas puntiagudas con orgullo, me mira desde la primera fila, la ilusión resbalando de sus ojos.

No digo que esto es una leyenda en la que no creo. No digo que, incluso si la leyenda fuese cierta, nosotros seríamos los que deberían ser venerados, pues nuestra apariencia no enfureció al dios supremo. Simplemente continúo repitiendo las mentiras de la historia en voz alta:

―Con esta leyenda, podemos ver por qué deberíamos ponernos en disposición de los Principales y venerarles como al dios al que se parecen.

Me bajo del escenario improvisado. Hay aplausos.

Son obligatorios.


Nota:

¡Aquí estoy de nuevo! Quería avisarles de que estaré releyendo y editando los capítulos que voy subiendo en cuanto a gramática. Así que aunque vean que he actualizado una parte, no hace falta releer.

Espero les haya gustado.

Les quiere,

Lore↜ 

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