Capítulo 5:

¿Miras la luz, doctor...?

Soy estúpido, seguramente mi amado es un ángel que revolotea en el cielo con sus blancas y molestas alas. Yo odio la luz, odiaba la estúpida manera que el rostro de Landon se iluminaba al sonreir, aunque eso no me impidió amarlo. La maldita alarma de mi despertador me anuncia una nueva noche de trabajo, decidí suspender mis labores y descansar unos días más, días que convirtieron en semanas. Mi apartamento es mi lugar seguro, por obvias razones me traje a la niña conmigo, no se la confiaría al malnacido de Ganesha.

—¡¿Qué!? ¿Nunca has visto a un hombre desnudo? —Saliendo de la ducha me quejo al notar la expresión de pudor que tiñen sus mejillas, la mercancía se cubre el rostro con ambas manos para tapar el paisaje que le estoy regalando—. Trabajarás en esto dentro de un par de años, ponle voluntad, niña estúpida.

—¿Honorable Gavilán está hambriento? Kamu preparó merienda para honorable ave...—murmura ella tiritando, no sé si por nervios o por vergüenza.

—¿Sabes cocinar? Honorable ave no quiere morir envenenado por tu culpa —respondo con desdén, la torpe niña se queda implorando que acepte su ofrenda, a pesar de mi mal genio sabe perfectamente que no encontrará mejores condiciones de vida después de su estancia en mi apartamento, decido ignorarla e ingreso a mi alcoba y me calzo mi traje oscuro, es una estúpida regla del clan vestir de negro. Cuando salgo doy un salto de impresión, toda mi mesa está ocupada por diversos platillos de comida—. ¡Demonios! ¿Lo hiciste tú sola?

—Sí, señor —titubea y me molesta más, decido ceder en esta ocasión para tener la oportunidad de burlarme de su comida.

Seguramente cocina horrible la dichosa mercancía de lujo, meto una cuchara en mi boca ante su mirada expectante. Mierda, está sabroso.

—Está bueno...—ella sonríe y aplaude alegre—. No guardes esperanzas, esto no significa que me quedaré contigo, ¡torpe!

—¿Por qué? Honorable Gavilán vive solo...

—Eso no te incumbe...

Toda la maldita hora de comida la inmadura mercancía la invierte intentando convencerme para tomarla como mi mujer, esa niña está loca. A tirones la obligo a entrar a mi auto, deposito mis pequeñas miserables en el asiento trasero y conduzco rumbo al maldito orfanato otra vez. Debo devolver a la niña a su orfanato para que termine su correcto crecimiento, ella comienza a orar implorando a los dioses piedad, y logra alterarme en serio, tanto que me paso la intersección de la avenida principal.

—¡Mierda! —Golpeo el estúpido volante, y ella da un brinco de susto en su asiento—. ¡¿Ves lo que ocasionas, torpe!? ¡Maldita sea!

—Perdón...—se disculpa al borde del llanto, doy una curva peligrosa, y me veo forzado a entrar por la autopista que me guiará al portón trasero del maldito orfanato, por su culpa tendré que soportar los reclamos de Nani otra vez.

—¡Estás en problemas, niña tonta! —Expulso con toda la rabia acumulada, nunca termina de gustarme el tráfico de Dubái. Ella rompe a llorar—. No llores... ¡No llores! Lo dejaré pasar por esta vez, pero cállate.

—¿Cómo puedo pagarle, señor Gavilán? —Murmura haciéndose un ovillo de temor—. Estoy en deuda con usted...

—Deberás salvarme cuando yo esté en peligro y asunto solucionado —me estaciono en el amplio portón trasero del orfanato, odio este lugar—. ¡Baja!

La torpe niña obedece, y no para de rezar a los dioses durante el trayecto. Este orfanato sigue tan tétrico y maloliente como siempre, caminamos por la zona exclusiva de los varones, una zona muy alejada de las casas de la mercancía en formación, y chasqueo la lengua por la espléndida manera de empezar otro maldito día de trabajo.

—Honorable Gavilán...—murmura la niña con la vista fija en la arena sucia del lugar—. Hay agujeros en el suelo...

—¡¿Qué...!? ¡Ahhhhh! —Demasiado tarde su advertencia, caigo en un foso oscuro y estrecho, mis demonios mentales salen despavoridos debido al estrecho espacio, aquella oscuridad que siempre me devora cuando estoy encerrado en un lugar angosto—. ¡Mierda no! ¡Nooooooo! ¡No!

Esto debe ser una maldita broma. El aire comienza a faltarme, le tengo pavor a los sitios pequeños desde niño...

—¿Honorable Gavilán? —La estúpida niña se asoma al foso, y me mira con asombro—. ¿Qué debe hacer Kamu?

—¡Ve por ayuda! ¡Pronto...! —Me siento morir, no puedo respirar por más que me esfuerzo, me quedo paralizado—. ¡Ayuda...! ¡No! ¡Por favor no! ¡Veteeee, veteeeee! ¡NO! ¡AYUDA!

Le grito a la oscuridad que está invadiendo mis ojos por causa de mi ataque, y ese demonio oscuro no hace caso a mis súplicas. Jamás pensé perder la vida en estas estúpidas circunstancias, metido en un maldito agujero poco profundo en la maldita tierra de un maldito orfanato de mala muerte. ¿A quién se le ocurrió cavar un hoyo en el patio de un asqueroso orfanato cómo este? Recuerdo a mi doctor amado y su técnica de relajación que usaba para calmarme. Tengo memorizado su hermoso rostro en la mente incluso ahora al borde de la muerte, lo echo mucho de menos, tanto que duele. Y en medio de la noche, donde seguro dejaré de existir, susurro su nombre... Susurro el nombre de mi amor no correspondido esperando que aparezca para que me lleve al inframundo junto con él.

—Landon...—Mi pecho me punza como filosas dagas atravesando mi tórax, y duele espantosamente, el oxígeno es escaso—. Landon... Dellinger... Te amo.

—Madad karo, krpaya meree madad karo....—escucho unos murmullos lejanos, pero mi vista se vuelve oscura y otra vez estoy a punto de desaparecer.

Lo odio.

—¡Tranquilo, amigo! ¡Intenta respirar! —Una voz desconocida retumba en mis tímpanos, alguien se lanza al suelo y estira su brazo para que lo sostenga pero estoy petrificado, respiro con dificultad y sudo demasiado, no veo una mierda—. ¡Toma mi mano! ¡Vamos, tú puedes! Piensa en algo lindo, chicas hermosas, comida, pizza, caballos, guerra, sangre, muerte, ¡solo intenta respirar!

¿Algo lindo...?

Landon Dellinger es lindo... Él y sus ojos azules.

—Tus ojos... Son azules como el cielo... Son hermosos —intento apartar la negrura mi vista, pero es imposible, no consigo ver su mano—. Me gusta el azul de tus ojos y las nubes, y... Tú.

—Está bien, piensa en mis ojos si quieres, pero sujeta mi mano para ayudarte a salir —continúa hablando el desconocido, y por alguna razón que se me escapa su voz me transmite paz.

La oscuridad de esfuma de mi visión por un momento, y sólo logro ver un brazo que me invita a sostenerme de su fuerza, pero no tengo voluntad para enfrentarlo. ¡Mierda! ¡Soy el maldito Gavilán Británico! ¡No puedo morir de esta manera poco épica! Tembloroso obedezco y sujeto aquella mano dispuesta a salvar mi maldita existencia. ¿A quién mierda se le ocurre salvar a un sanguinario asesino como yo? Él tira con fuerza sacándome del hoyo, no puedo verle bien el rostro porque mi visión aún está borrosa, me arrastro a gatas por la polvoriento suelo a tientas, vocifero maldiciones que me cruzan por la mente porque no puedo creer en mi buena suerte. Aunque pronto mi voz va perdiendo fuerza. De nuevo la nada oscura regresa por mí, es mi horrible ataque, y me desplomo en la maldita arena.

Maldita sea...

El sujeto de acerca, se sienta sobre mí para desatar mi corbata, arranca los botones de mi costosa camisa como si no valiera nada y me frota el pecho. ¿Cómo logró darse cuenta de mi problema? Escucho el molesto pitido sordo en mis oídos, me duele la cabeza, y luego los susurros de la torpe mercancía que está implorando a los dioses por mi salvación.

Qué chica más estúpida.

—¡Vamos, respira! Tú puedes hacerlo —me ordena desesperado.

Esa voz, esa sensual y maldita voz...

¿Será su fantasma...?

¿Estoy alucinando?

El extraño acerca su rostro a mí, y cuando consigo enfocar la visión me espanto tanto con lo que estoy viendo que quiero gritar, pero no puedo. Mi grito se queda atorado en la garganta.

¡Es él! ¡Maldita sea es Landon!

¡Es él! ¡Es él, el doctor, mi doctor Dellinger! ¡Maldición! ¡Qué alguien me propine un maldito tiro en la puta cabeza! La maldita bruja tenía razón, Landon ha vuelto por mí.

¿Estoy muerto...? Debo estarlo, no encuentro otra explicación lógica.

Son aquellos ojos tan azules que tanto amo, es el mismo rostro perfecto, y las mismas expresiones que se me grabaron a fuego en la mente, el mismo cabello dorado como el sol que tanto adoro. ¡Todo! Me quedo mirando fijamente los labios de mi amado resucitado, estoy hipnotizado, y las palabras de Nani se repiten en mi mente, debí hacerlo, debí confesarle mis sentimientos, y ahora puedo. ¡No lo dejaré pasar! Me lanzo desesperado encima de mi amado doctor Dellinger, y caigo sobre su menudo cuerpo sobre la arena, es algo extraño, pero parece más delgado que antes. 

¿Pierden peso en el cielo o es que el maldito dios necesita a los ángeles más ligeros?

Beso sus labios con desesperación, y Landon intenta apartarse, pero yo necesito tanto sus labios que sujeto sus cálidas mejillas con ambas manos obligándolo a permanecer junto a mi boca. Nunca imaginé que su saliva sería tan sabrosa, ahora entiendo a la despreciable mujer que tomó por esposa. Alejo esos desagradables pensamientos y continúo besándolo con suma ferocidad, con tristeza por su partida, rabia por no haberlo hecho antes, y felicidad por tenerlo de vuelta conmigo. Sus labios son suaves, tienen un sabor embriagante que me vuelve su maldito esclavo, se me reinicia el sistema, la vida, la mente, el cuerpo. Este hombre me encanta, lo amo.

—Mi amor... Te amo... Quédate conmigo, no me dejes otra vez... —susurro sobre sus labios con los ojos cerrados capturando el aire con dificultad, él aprovecha mi distracción para empujarme y apartarse de mí.

—¡Quítate, imbécil! ¡¿Qué crees que haces!? —Landon se limpia la boca y escupe la tierra que seguramente tragó por salvarme. No puedo dejar de mirarlo, no puedo creer que esté vivo.

—Estoy enamorado de ti, por favor, hablemos...—lo necesito, acabo de besarlo y necesito más, sin poder evitarlo me vuelvo a lanzar sobre mi amado doctor, pero esta vez él consigue apartar su cara de mis besos—. Sabía que no estaba muerto, doctor Dellinger. Solo fue un mal sueño...

—¡Suéltame! No soy doctor, creo que te estás confundiendo —me quedo perplejo ante sus palabras, y él se levanta limpiando la arena de su ropa. ¿No es doctor? Quizás en el paraíso le borren la memoria para que no se conviertan en ánimas en pena, sí, debe ser eso—. Solo ayudé a salvarte la vida, idiota. ¡De nada! 

Aquella humildad suya, me va a causar algo malo... Muy malo en mi entrepierna.

—Doctor Dellinger por favor no se vaya...—le ruego aún tendido sobre la arena, desde este ángulo parece menos corpulento que antes, en verdad luce más delgado y...

¿Pequeño? Pequeño, delgado y mucho más joven, pero realmente parecido a Landon. ¿Quién eres...?

—¡Ya le dije que no soy médico! Estás confundido por el ataque, me llamo Charles, ¡déjeme en paz! —Me asegura enfadado.

Sus palabras me dejan aterrado, tiene razón, él no es Landon, es muy joven. ¿Entonces por qué se parece a mi amado doctor Dellinger? El chico rubio camina en dirección a una cabaña de labores del orfanato, y yo no termino de concebir la idea que no sea Dellinger. No puede ser cierto. ¿Se está negando ante mí?

—¿Charles? Es un bonito nombre...

Charles...

Charles...

Charles...

Ahora el nombre que susurro es el suyo.

"¿Alguna vez soñaste con el fantasma en que te convertirías para mí, Charles...?"

Me levanto de un salto marcial, me importa una mierda sacudir mi traje para quitar la arena, sólo me importa él y hacia dónde va. Soy preso de una fuerza incontenible, inexplicable, odiosa energía invisible que me obliga a seguir sus estúpidos pasos en dirección a la maldita cabaña de labores. Necesito más de él para seguir en pie, lo quiero cerca para mantenerme vivo.

Charles...

Estoy perdido por su presencia, pero feliz de estar con él y quiero sostenerlo a mí, voy a sostenerlo a mí hasta obligarlo a amarme. Charles me amará tanto como Landon no lo hizo, y yo lo amaré tanto como quiero.

Maldito amor. Tonto y estúpido amor.

Cuánto odio estar enamorado de ti…

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top