𖥸°• IV •°𖥸


𖥸°• IV •°𖥸

𖥸 Dullumy 𖥸

Otra vez una de esas pesadillas.

La principal de las razones por las cuales prefiero mantenerme despierta son los sueños malditos. Nunca he logrado recuperar algo importante, solo esa impotencia en los huesos de no poder hacer nada e imágenes aleatorias.

Y a él.

Hasta ahora no tengo ni idea de quien sea, solo que cuando mis ojos descansan, él está allí, como si me esperará para huir juntos de este lugar.

Yo aceptaría sin dudarlo.

Adoro a Enarie como a nadie, pero la comunidad era su sueño. No el mio.

Pero solo son eso, irrealidades. él solo es una hermosa fantasía que mantenía a mi cabeza distraída de mi indeseada realidad.

Mi mirada es tomada por el cielo. El velo cubierto de encaje me protege contra sol y de una vida imposible fuera de la isla.

Solo queda cerrar los ojos y seguir esperando una respuesta.

Algún día sería atendida por las maravillas.

Es perjurio pensar siquiera en ellas, pero al ser rechazada por la indiscutible, ¿Qué otra cosa puedo hacer? ¿A que otro ser divino hay que rezar?

La fe de ser escuchada por ellas me baña el cuerpo. Significa la posibilidad de irme. De salir. De un mañana por el mundo.

Pero ese mañana no era cercano.

Una de las asistentes viene a verme. Es una nota

Esta noche tengo que ir a su recamara como cada menguante.

Paso las manos por mi cuerpo, en un intento de escudarlo. Las damas me dan un baño con leche, la de esta ocasión precisa ser de oveja. Secan mi cuerpo con horror, puedo sentirlo, soy una una experta en detectarlo.

Sé que no debo juzgarlas, estoy igual de afectada por mí misma así como ellas. No las culpo por rechazar el regalo maldito que las maravillas cubrieron sobre mi.

Una vez seca cruzo la vereda que conecta mi cabaña con su palacio de madera, sin nada que me cubra en el trayecto. Los vellos rosados de mis piernas se erizan ante el contacto helado del césped. Una viuda se posa sobre mi pie, cuanto deseo que su veneno consuma mi sangre ahora mismo. Lo intenta, percibe la agonía que me derrite pero no da frutos. Ambas moriremos de hambre al parecer.

Honestamente, detesto las menguantes. Me la paso susurrando plegarias para que esta vez sea menos doloroso, aún cuando sé bien que son en vano.

Lamento si carezco de detalles, mi engañosa cabeza prefiere conservar lo que menos me dañe. Además, prefiero que no sientan pena por esta débil criatura.

La puerta trasera de la hacienda está abierta. Al igual que la del corredor y la de su habitación.

Como siempre, ella es la única aquí.

Me pongo de rodillas murmurando el ritual inicial.

" Soy fiel a nuestra elegida y a la maravilla indiscutible. Mi voluntad es sirviente para la eternidad. Ruego por mi salvación en el día después de mañana..."

Sus pasos se aproximan a mi, y yo solo puedo continuar viviendo inconscientemente.

Mis ojos solo pueden mirar hacia abajo, temo que vea las primeras lágrimas de esta noche.

Pase lo que pase, estoy segura de una cosa.

Dolerá a mares. 

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