30. El amor secreto de Lesso. [+18]

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❝ Sueño con una costa lejana
donde podríamos estar solas y nadie lo sabría.
Pero yo soy un pájaro capturado.
Lloro, lloro por el dolor soportado, porque estoy enamorada de ti.
Tú eres el océano y yo la costa, nada puede separarnos.
Tu amor me consume, todo miedo me elude.
Moriría por estar cerca de tu corazón
Oh, nosotras.
Nos acostamos una al lado de la otra, como árboles, dos árboles entrelazadas juntas esta noche.
Oh, tengo un amor secreto.
Nos escondemos, nos escondemos del sol celoso hasta que lleguen los soldados. ❞
━━━Karliene (Isolded Song).


    SE REUNIÓ CON LADY LESSO un poco tarde. El resto de la torre seguía en ruinas, a excepción de aquella habitación dónde Lesso le dió el hechizo el año pasado,  había colocado una puerta de madera con el uso de magia, en vez de esa cortina vieja y roída de antes.

Mordred volvió a arreglarse el cabello, «Quizá luchar contra Tedros le había despeinado». Solo entonces se atrevió a tocar por unos instantes, esperando respuesta, corrobora que nadie más le siguiera de nuevo. «No quería otro percance como el de su hermano».

Lesso la recibe en el umbral, ligeramente molesta dice, —¿Llegas tarde, no crees? —Quizá por la falta de consideración en su tiempo.

—Perdone, algo me entretuvo —intenta excusarse.

—¿Algo, o alguien? —inquiere.

—Tiene razón, alguien.

Aquello no pone nada feliz a su novia, —¿Ah, sí? —se recarga en el umbral, evitandole la entrada al lugar.

«¿Acaso eran celos, lo que Lesso parecía sentir por un hipotético extraño?». A ella le alagaba eso y demasiado, pero su novia no tenía por qué estar celosa de nadie, Leonora sería la única persona a la qué podría afirmar querer. 

—Se lo explicaré todo sí me deja pasar.

Lesso lo considera unos momentos, si perdonarla o seguir con ese tipo de charla. Le da un vistazo al pasillo, verificando que no hubiesen mariposas de Evelyn rondando.  —Primero, cierra los ojos —la molestia desaparece de su rostro cuando le toma la mano, compartiendo una reconfortable calidez. —Quiero mostrarte algo. 

Mordred le da un apretón suave con la suya, haciendo lo que pide. Al cerrarlos, siente a Lesso guiarle hasta el interior de la habitación. —Mantenlos así... —habla cerca, cerrando la puerta de la habitación. El aire de allí estaba perfumado con ese conocido olor a frambuesas, del té favorito de Leonora, «Y del sabor de sus labios tambien». —Ya puedes abrirlos.

En el lugar estaban esparcidas múltiples velas, algunas posicionadas en los muebles restaurados y las demás alumbraban de forma tenue las paredes, haciendo sentir la atmósfera con un toque más íntimo. Tan romántico que se le acaloraba el cuerpo de pensar en la cantidad de cosas que podrían hacer allí.

Lo que le hizo sonreír, —Lesso, ésto es hermoso.

Había mejorado todo en la habitación de la reina, incluso cambió las sábanas y los cojines. El balcón tenía puertas que daban mucha más privacidad.

—¿Te gusta? —se le acerca por detrás, rodeándole con los brazos la cintura. —Lo arregle todo para nosotras.

Mordred se emociona más, «Apreciaba el hecho de que Lesso tratara de hacerla sentir cómoda». Se recarga en sus brazos para que no la suelte, —Gracias por hacer todo esto.

Leonora se inclina para respirar cerca de su cuello, inhalando su aroma, justo como lo había planeado Mordred. —Ya te había dicho que solo los detestables héroes agradecen por todo —habla contra su piel, —Y tu puedes ser tan malvada como quieras. Eres una nunca —ella permite eso tan dispuesta, haciendo más espacio en su cuello para la bella mujer que le pretendía todo tipo de cosas en la oscuridad. —Así que no agradezcas, amor —Lesso le da un ligero beso, causando una ola de calor en su cuerpo con aquellas palabras. —No todavía.

—Lesso... —Mordred ríe un poco, pues le hacía cosquillas el toque de sus labios. Se había vuelto más sensible a cada caricia de su novia, «Y era algo de lo que esperaba nunca cansarse».

—Me encanta cuando te arreglas, —menciona en tono bajo, le da otro beso entre el espacio de su cuello y hombro— solo para mí —continúa al recorrerle con los dedos la cintura.

Ella suelta una respiración, empezando a tensarse. Vé a lo lejos las tazas de té sobre la mesita de la esquina. —Supongo que... —siente a Lesso apartarle el cabello para tener más acceso— interrumpo en tus actividades nocturnas —señala las tazas con la vista.

Y Lesso dejó la atención sobre su piel un momento, solo para ver junto a ella. —Algo tenía que hacer para distraerme en lo que venías —desliza lentamente sus dedos a los costados, avanza más, lo suficiente como para alcanzar el inicio de los pechos de Mordred. —¿Qué te demoró tanto, querida? —suelta aliento caliente contra su oído.

El cuerpo se le afloja y jadea, su corazón empezaba a latir con fuerza solo de imaginar cada cosa que Lesso podría hacerle así, en ese momento. —Leonora... —su voz tiembla.

Todo lo que ella le hacía era bastante sugestivo, casi tan tentador como para olvidar lo que había pasado minutos antes, en la entrada de la escuela. Pero acordarse de eso, rompe el momento para Mordred.

—Tengo que decirte algo —hace que Lesso se detenga, y gira para ver el rostro de su novia, —Es Tedros —«Lesso necesitaba saber la verdad, después de todo, el asunto también la involucraba».

—¿De nuevo ese mocoso? —acaricia su mejilla con el dorso de los dedos, había un inexplicable cuidado en el gesto. —¿Qué te hizo está vez, mi tan preciada Mordred?

—Todavia no me ha hecho nada —no tenía idea de cómo mencionar lo siguiente. —Aún.

Esa última palabra, intriga a Lesso, —¿A qué te refieres? —le suelta brevemente.

Pero Mordred no le permite alejarse, sino que le abraza, necesitaba recuperar toda la cercanía que pudiera. —Lo siento —empieza, «Quizá todo era culpa suya, debió ser más discreta en cada aspecto». Y ahora su hermano iba a...

—Mordred, ¿Qué te sucede? —le cuestiona.

—Perdoneme, yo... —se aferra aun más a sus brazos. —No debí hacerle todo eso a él, pero iba a contarle a Dovey...

—Mordred, —Lesso les separa un momento. La toma de los hombros para inclinarse a ver sus ojos. —¿Qué sucedió?

—Tedros, él sabe que yo tengo un romance con alguien —finalmente admite. —Y sabe que es usted. Casi lo dice en voz alta.

Lesso le suelta, un tanto confundida por la noticia. Se queda en silencio, tratando de procesar la información antes de cuestionar, —¿Clarissa lo sabe? ¿Sabe de nosotras?"

«¿Eso era lo único que le importaba en ese instante?». —No —decide contar la verdad para su novia. —Use mi talento para hacerlo callar. Se adentró en la escuela del mal y lo encontré en los pasillos, parece que quería enfrentarme con tal acusación —Mordred evita revelar que lo arrojó junto a la lectora por vacío del puente.

—Ese maldito mocoso, —molesta Leonora, se aleja con una expresión preocupada, empezando a deambular. —¿Cómo lo descubrió?

Mordred trata de acercarse a ella. —Alguien de la escuela debió decirle.

Pero Lesso da un paso atrás y le mira con expresión seria, estaba irritada por la situación. —¿Y por qué alguien de mi escuela le diría algo a ese imbécil? —replica, empezando a levantar la voz. —¿Por qué no me dijiste nada de esto antes?

—Yo... no lo sé —se pone nerviosa, «Recien había surgido todo el problema». Lesso no alzaba la voz en su presencia, pero este asunto quizá lo ameritaba un poco. —Alguien debió correr el rumor para que llegara a Tedros.

Lesso se frustra con lo que dice, toma una respiración profunda, tratando de calmarse. —¿Y quien más lo sabe? —su método parece no funcionar, pues permanece bastante mal. —Hemos tratado de mantener lo nuestro en secreto. Nadie en esta escuela de porquería lo sabe.

Mordred permanece callada, bajando la mirada ya que temía ver el enfado en los ojos de su novia. No estaba segura de cómo mencionar el resto. —Hay gente que lo sabe... —confiesa ella. —Gente como Hester, Dot... —«Ya era demasiado tarde como para callarse». — Anadil, Ravan y Hort.

Dicho esto, Lesso se enfada todavía más con ella. —¿Todo tu séquito de amigos lo sabe? —la mira con cierta indiferencia. —¿Desde cuándo?

Esa expresión en su novia no la había visto desde la vez que le despreció en la clase de Talentos, cuando le dijo que era una suma decepción. Su corazón punza con dolor, pero tenía que admitir todo antes de que empeorara las cosas. —Desde la prueba de cuentos, el año pasado.

Leonora aprieta los puños para no mencionar algo peor. —¿Y cuándo ibas a decirme eso? —replica en voz alta. —¿Dejarías que me enterara cuando Clarissa apareciera de la nada en mi puerta? Acusándome de acostarme con una alumna.

—No, yo no pensé eso...

Lesso se siente más traicionada, —¿No pensaste en decírmelo? —reclama. —¿No has creído que merecía saber que tus amigos conocían nuestro secreto? ¿Qué hemos sido tan negligentes a escondidas?

—No pensé que las cosas llegarían a esto —Mordred no sabe que más decir, la situación se le estaba saliendo de las manos.

—No, no piensas, Mordred —Lesso menciona palabras que sabía exactamente que le lastimarían. —No piensas en nadie que no seas tu misma.

Eso la hiere, tanto que ella no tenia idea de como responder. —Lesso, eso... —se le va el aliento en un sollozo. —Eso no es verdad, ¿Cómo puedes decir eso?

—¿Cómo te atreves a contarle a todos sobre nosotras? —la interrumpe Leonora. —Esto era algo que no te correspondía.

Siente como le duele el corazón, trata de defenderse a cualquier costo, así que se molesta también. —¿Qué no me corresponde? —inquiere. —¿Por qué? ¿No debería atreverme a decir que soy tu novia? Por qué soy tu secreto —no sabía de dónde sacaba dichas palabras, era como si su maldad saliera a flote en preciso momento. —Te avergüenza esto, y por eso prefieres que todo se mantenga así. 

Lesso permanece callada, dejando sus imprudentes palabras en el ambiente. Mordred se arrepiente inmediatamente de mencionarlas, sabía que eran mentiras y que lo dijo solo para herirla también. «¿Por qué tenía que ser tan tonta y vengativa?».

—Como siempre, tratas de retorcer todo a tu favor, ¿No? —es lo único que responde. Demasiado parecido a lo que Tedros le comentó poco antes, Lesso va hasta la mesa de la esquina para tomar su bastón.

—¿Qué haces?

Saca del bolsillo una llave plateada y reluciente, — Quédate con esta —la coloca sobre la mesa. —Es de la habitación. No la usaré hoy, ni mañana, ni en muchos días —se encamina a la puerta.

—Lesso, no por favor —Mordred se interpone en su camino, evitando que la discusión terminara de tal forma. No le importaba suplicar por ella, —Déjame explicarte, no te vayas. Sabes que nunca traicionaría así nuestra relación.

—No quiero oír tus explicaciones, necesito... —dice tajante. —Necesito tiempo para pensar en todo, y en cómo has sido tan estúpida —se aparta, regresando a la salida.

Las lágrimas se le acumulan en los ojos, un revoltijo pesado se forja en su corazón. Mordred pregunta, —¿De verdad piensas eso de mí?

Lesso se detiene un momento antes de abrir la puerta, escucha la ruptura en el hilo de su voz y se gira para verla. —No, por supuesto qué no pienso que seas estúpida —su tono se tranquiliza un momento. —Sé que eres inteligente e ingeniosa, sólo que a veces, a veces no piensas en las consecuencias de tus acciones.

—Lo sé, y tienes toda la razón —Mordred le alcanza, —Por favor, no me dejes aún. Permíteme explicarte todo.

Leonora le observa un momento, parece que su mente tiene un conflicto entre el impulso de irse y el deseo de quedarse.

Se ablanda ligeramente por aquella súplica, —Está bien —toma un suspiro. —Explícate, pero sin ocultar nada.

—No te ocultare nada, lo prometo —su voz aún tenía aquella debilidad por ella, tan absurdamente vulnerable por la mujer ante sus ojos. —Fue un accidente. Hester lo inició todo al ver nuestro beso en la biblioteca, esa vez que hiciste la poción de sueño para mí —empieza a contar. —Yo no le diría a nadie que estamos juntas, a menos que quisieras eso. Sabes cuánto respeto la privacidad de lo nuestro. 

Aparece la frustración de nuevo en Leonora, —Esa maldita niña, —mantiene el semblante serio. —¿Y cómo se enteraron los demás?

—Hester amenazó con contarle todo a Dovey, no te dije nada entonces porque trate de resolverlo —cuenta, liberandose finalmente de aquel secreto. —Cuando me prestaste tu magia la amenacé e hice que se callara, pero solo la molestó más y me enfrentó en la prueba de cuentos, ante Hort y el resto. Así se enteraron los demás.

Mordred trata de tomarle las manos, un gesto para asegurar su completa lealtad hacia ella, pero Lesso se aparta. Su enojo aún estaba presente, y ciertamente aún no quería compartir contacto físico, mucho menos después de tal discusión.

Ella no le insiste, sigue explicando y trata de ignorar un poco cuánto le dolía su rechazo, —Lo que hice en la prueba de cuentos fue suficientemente malo para que nadie hablara —pasa un nudo que atosigaba su garganta. —Desde entonces no han mencionado nada sobre lo nuestro con nadie, puedo asegurarte.

—Sí, ¿Y cómo demonios se enteró ese mocoso?

—No lo sé —Mordred se limpia las lágrimas que se le escaparon durante la discusión, algunas secas en sus mejillas. —Pero averiguaré quién fue. Lo prometo.

—¿Es esa toda la verdad? —cuestiona Lesso con desconfianza.

—Claro que lo es, —responde dolida, —¿Cómo puedes creer que yo te traicionaría así?

Lesso se muestra un poco culpable, sin embargo su seriedad no cambia. —No sé qué pensar de todo esto. Sé que no harías algo así a propósito, pero saber que estuviste guardando un secreto como ese durante tanto tiempo —respira hondo para controlar sus emociones. —No es fácil de digerir, Mordred.

—No quería hacerle enfadar, lo siento. Solo quería que supiera la verdad —mantiene sus manos quietas, Lesso no le permitiría tocarle aún, y ella iba a respetar eso.

—Sólo... necesito un poco de tiempo para asimilar las cosas —dice. —Después de todo, hace unas horas pensaba que sólo eramos tú y yo, y ahora resulta que todo el mundo lo ha sabido durante tanto tiempo.

—Lesso...

—Quedate con la llave —Leonora alcanza la perilla de la puerta.

Mordred va hasta ella y le abraza con fuerza de nuevo, deteniendole e impidiendo que se vaya. Se aferra a Leonora sin importarle si perdía su dignidad en el proceso.

Lesso parece esforzarse por no responder el abrazo. —Mordred, no, no hagas eso —se ve obligada a separarlas.

—Por favor, no me deje —Mordred no le permite soltarla, alza su rostro para mirarla a los ojos.

Lesso se siente completamente atrapada en el abrazo, parecía que su mente se debatía entre el conflicto de irse, o el deseo de permanecer allí, junto a ella.. —Puede odiarme aquí en esta habitación toda la noche, y lo aceptaré, pero no sé vaya —pide de nuevo Mordred. —No diré ni una sola palabra si así lo quiere, sí le molesta mi voz.

Sus palabras debilitan aquella determinación en su rostro, Lesso respira hondo y dice con un tono casi derrotado, —No te odio, nunca podría —apoya la mano en su cabeza, empezando una caricia ligera. —Y no me molesta tu voz.

Está vez, Lesso le abraza también liberando un poco de la resistencia. Mordred permanece así, tan aferrada a esa mujer como en el principio, —Perdóneme, no volveré a ocultar nada, lo prometo.

Leonora aún mantiene su semblante serio, —Más te vale, —eso no evita que le abrace de vuelta. —Porque no quiero volver a enterarme de algo que me hayas ocultado.

—Se lo diré todo a partir de ahora —promete. —Absolutamente todo.

—Mejor que así sea.

Mordred levanta su rostro, viéndole. Se acerca a sus labios, deseando tocarlos con los suyos, pero Lesso estaba tan enfadada que la apartaría enseguida.

—No te atrevas a besarme ahora —se da cuenta. Lesso no era nada tonta, y también era una mujer bastante rencorosa.

—No lo haré —Mordred niega, la respetaba lo suficiente como para no romper ese límite que ella le pedía. Aparta su rostro a un lado, sin romper el abrazo, pero Lesso no se lo permite, arroja el bastón para tomarle entre sus manos.

—Escucha, —los ojos de Leonora se oscurecen por un momento— es injusto que te me acerques así — está vez es ella quién baja la mirada a sus labios por unos instantes.

—¿Quiere que la suelte? —pregunta Mordred, no tenía intención de incomodarla y que Lesso terminara saliendo de la habitación.

Leonora niega, había poca distancia entre los rostros de ambas. Los ojos de Lesso parecían irradiar más con ese sentimiento bastante conocido para su joven amante.  —Mordred... —cede, al estirar su mano para acariciarle la mejilla con suavidad. —No dejes que te bese —sus acciones no correspondían a lo que dictaban sus palabras, Lesso acercó su rostro al de ella.

—No la dejaré, entonces —responde, sabía que su aliento alcanzaría la boca de ella debido a la cercanía, —Sí es lo que quiere —Mordred muerde ligeramente su labio, tratando de mantener aquel impulso tan egoísta que sentía dentro de su corazón.

Lesso nota su gesto, absorbiendo la imagen de ello, la tensión era tan palpable entre sus cuerpos qué comenzaban a dar una clara señal de lo que ambas querían.

El rastro de enfado en Leonora continuaba, pero el deseo y la urgencia de besar a Mordred la dominaba como nunca antes. Su resistencia es quebrada al completo, en ese preciso instante. Siente que ya no es capaz de controlarse a sí misma cuándo finalmente deja de luchar contra sus impulsos y pensamientos, con un suspiro apenas audible, se acerca los labios de Mordred y las hace juntarse en un beso desesperado.

Eso le toma por sorpresa, «Creía que Lesso estaba lo suficientemente molesta con ella para rechazar cualquier cercanía de ese tipo».

Mordred tan dispuesta como en cada ocasión, responde con el mismo ímpetu. Se deja llevar por el momento y el contacto, cerrando los ojos y perdiendo cualquier control sobre ese instante. Los brazos de ella la atraen aún más cerca, tanto como necesitaban, Lesso estaba dispuesta a aceptar el atrevimiento y la pasión que anhelaba entregarle.

Leonora la acorrala contra la puerta, su mano se enreda en el cabello de Mordred quien jadea ligeramente. La mente se le llena de deseo, siente a su corazón arder por cada acción de ella. Lesso le muerde el labio suavemente, mientras detiene su creciente beso por un momento, —Te pedí que no me dejaras besarte —habla en un murmullo agitado, la mirada se mantiene en sus labios, oscurecida y tan absorbente como la noche misma.

—Lo intenté —dice, necesitando aquel contacto tan calido de su boca. —No podía alejarte de mi. No quería.

Lesso sonríe sobre sus labios, —Entonces, —suelta el escaso aliento que le quedaba después del beso— eres tan malvada como yo.

Mordred se le aproxima, —Fuiste tú quién me besó —le dice en un tono para provocarla, —No eres muy buena en seguir tus propias reglas.

Leonora le sostiene del cabello para inclinarle la cabeza, —Ya verás que tanto puedo romper mis propias reglas, querida.

Vuelve a besarle más profundo, sus labios tan imperiosos por compartir un toque más intenso. Ceden ante tales sensaciones, Lesso provoca que su lengua se enrede con la de ella en una danza sin fin, haciéndoles perder cualquier rastro de oposición entre ellas. El cuerpo de Leonora la acorrala más contra aquella infernal puerta.

Mordred respira pesado cuando le reclina la cabeza para obtener acceso a su cuello, las manos de Lesso se deslizan de a poco, recorriendole el cuerpo con deleite.

—Leonora... —suelta un sonido de satisfacción.

Aquellos labios de frambuesas bajaban por su cuello hasta llegar a tocar la piel de su pecho. Mordred siente un escalofrío que le recorre la espalda, se reclina contra la puerta abriéndole más espacio. Lesso se detiene en el borde de su escote.

Mordred se desespera, —¿Por qué se detiene?

—Porque sí sigo bajando, cariño —exhala sobre la piel de su pecho, —No voy a detenerme.

A Mordred le latía súbitamente el corazón, necesitaba tanto de una sensación que solo su novia podía darle. —Yo no quiero que se detenga —logra decir.

Lesso escucha tal petición y sonríe, acepta sus palabras para inclinarse y seguir besando el borde de su escote, sus dedos suben para apartarle el vestido, cuando Mordred le detiene.

—¿Qué? —replica un poco por la interrupción.

—¿Tan rápido? —le cuestiona Mordred, viendo sus ojos ardientes de aquel deseo insuperable. Ella le toca el abrigo del traje, empezando a quitar botón por botón para descubrirla.

—¿Quién dijo que iba a hacerlo rápido? —Lesso junta sus labios en un pequeño beso, cuando dice —Tengo toda la noche para aprovecharte, ¿No es así?

El cuerpo se le calienta más, «Hace pocos minutos habían discutido, y ahora ambas se quemaban la una por la otra». —Todas las noches completas —ella lo admite porque era cierto, «Quería a Lesso tanto que se pondría de rodillas para no perderla». Desliza el abrigo por sus hombros, haciéndolo a un lado. —Déjeme hacer algo está noche —trata de tomarle la mano.

Lesso la mira con curiosidad, intentando recuperar un poco el control sobre su respiración y sus pensamientos, —¿Qué es lo que quieres hacer?

—Solo sígame —Mordred sonríe y empieza a guiarla en la habitación hasta la cama. La anticipación de su deseo aumentaba a cada paso, pide a Lesso que se siente en el borde y ella accede a su disposición, haciendo lo que su amante le pide. Mordred se agacha para levantarle la pierna, —He notado que usted siempre hace lo que quiere conmigo —ella le quita el tacón de un pie con suavidad. —Me toca de maneras en las que me gustan, bajo sus propias reglas —se encarga del otro tacón. —Y está vez, me toca hacerlo con usted.

Pasa sus manos por las piernas largas de Lesso, ella se impresiona por el repentino cambio de papeles. Se siente tentada por cada pequeño toque de la joven bruja, pues cada caricia de ella hacía a su cuerpo arder. Pregunta, —¿ Y qué planeas hacerme, eh? —por el tono de su voz, sabía que ahora estaba dispuesta a arriesgarse al pedido de su amante.

—Lo que yo quiera —Mordred para las caricias en sus piernas. Solo para subir y sentarse en el regazo de esa mujer tan feroz. «Era su momento para demostrar que también podía ser tan indomable como ella».

Vió el deseo y la expectativa en la oscuridad de sus ojos, Lesso le toma de la cadera para mantenerla cerca, —¿Y de verdad no vas a decirme qué planeas? —había intriga en su expresión, pero sabía que ella se deleitaba con tal misterio.

Mordred niega con una sonrisa, le toma de la corbata rara deshacerle el nudo. —Debería recostarse —sabe que con aquellas palabras provocaría un estremecimiento en su novia. Arroja a un lado aquel pedazo de tela sin importarle.

Lesso acepta y procede a recostarse sobre la cama, sin apartar la vista de sus ojos. Mordred se sube encima, y pone las rodillas en los costados de la cama para inclinarse sobre el cuerpo de su bella Leonora. 

—¿Quiere saber qué es lo que deseo hacerle? —cuestiona Mordred. Alcanza los botones de su camisa y empieza a deshacerse de los primeros.

Lesso apenas logra articular algunas palabras, —Mmm... dime qué es lo que quieres hacerme.

—Ese es el problema, Lesso —ella se recarga más encima de esa preciosa mujer para provocarle con semejante proximidad. —Quiero hacerle todo.

Siente la respiración de Lesso acelerarse, quizá pensaba en un sin fin de cosas oscuras y deseos desenfrenables, giró la cabeza a un lado tratando de contenerse. Mordred se le acercó para respirar su aroma, «Lesso tan exquisita como todo en ella». Se atreve a hablar suavemente contra su oído, —Quiero hacerle gritar mi nombre, como usted me hace gritar el suya cada vez—ve el anhelo en la profundidad de sus ojos.

—Sí... —Lesso jadea, empezando a retorcerse bajo ella.

—¿Sí, qué? —le besa tras la oreja, Mordred deseaba atormentarla, hacer que pidiera con su alma por ella.

—¿Qué quieres que te diga? —cada movimiento de Mordred, hacía que el deseo en Leonora aumentara. —¿Qué ruegue por ti? —ella mueve su pierna con agilidad, rodeándole la cadera para atraerla aún más contra ella. —Te equivocaste de mujer si quieres eso, cariño —sus uñas ansiaban quitarle el vestido, dejarle descubierta ante ella como otras tantas veces.

Pero Mordred no se lo permite, —¿En serio? ¿Me equivoqué? —Mordred le da un beso en el cuello y desliza otro en la piel de su clavícula, desabotonando al completo la camisa de la decana. —Podría empezar diciendo "por favor".

Lesso sonríe con una larga exhalación, —No soy una persona que pide por favor.

Se curva más en la cama cuando Mordred le acaricia un pecho sobre la tela del sostén, con su otra mano libre, le toma a la fuerza de la garganta, haciendo que Lesso le viera atentamente. —Conmigo, lo harás —su voz se torna firme y audaz.

Lesso se queda sorprendida ante las circunstancias, no esperaba un cambio tan repentino en su actitud. Pero después de lo que le había dicho en la discusión, Mordred se cobraría cada lágrima que le hizo derramar. Inicia un beso, acariciando la deliciosa lengua de Lesso con la suya, le entrega un abismo de pasión sin soltarle. Ella le responde con un gemido de satisfacción.

—¿No vas a pedirme por favor? —Mordred la suelta y pasa su boca con atrevimiento por el hueso de su mandíbula, —¿Eres tan orgullosa que no rogaras por mi? —sube hasta su oreja y le muerde sutilmente el lóbulo con lentitud. —¿No rogarías para que ponga mi boca aquí? —aprieta en su mano el seno de Leonora, haciendole perder el control. Empieza a deslizar el tirante del sostén por su hombro.

—Mordred... —Lesso pega el cuerpo al suyo, tratando de moverse bajo ella, desesperada por más contacto y atención.

—¿No rogarías por mí, Leonora? —adentra las manos bajo su espalda, entre el colchón, tratando de quitarle el sostén. En poco tiempo libera a sus pechos perfectos y puntiagudos por la creciente lujuria.

Lesso siente un deseo irrefrenable por seguir cada indicación de la joven, —Oh, Mordred... —susurra tan ansiosa. —Por... —se resiste aún más ante lo que estaba sucediendo— ¿Por qué deseas obligarme a decir ese tipo de cosas?

—Porque quiero escucharte suplicar —Mordred lo había hecho en la discusión, y ahora le tocaba a Lesso hacerlo en la intimidad. —Solo a mí —le acaricia la punta de su pecho con la lengua. Lesso frota su cuerpo contra el de ella, perdiendose entre el toque. —¿No rogarías un poco?

—No lo haré... —susurra sin aliento.

—¿En serio? —Mordred baja para dejar otro beso en el hueco de su abdomen, desliza las manos para tomar el broche de los pantalones, —¿No rogarías ni un poco?

Lesso niega, viendole en su descenso, —No...

Mordred tira de la correa del cinturón, accediendo para quitarselos. —Bueno, —le tironea la ropa, sacándolo por sus piernas tan tersas, dejando a su preciosa novia únicamente en bragas— es una pena que deba detenerme.

Se apoya para verle bien, Lesso se estremece por la exposición de su cuerpo, no se avergonzaba pues sabía que era una entera divinidad para los ojos de cualquiera. —Mordred... —una leve protesta, o el inició de un ruego. —No me hagas decirlo.

La bruja toma su propio vestido desde la falda y se lo quita, apartandolo sobre la cabeza, lo tira a un lado para decir, —Pero quiero escucharte, —quebraría su resistencia, haría que se entregase completamente a ella. —Súplica —posiciona su pierna entre las de Lesso, tocando con el muslo la parte más acalorada y húmeda de su novia. —Súplica por mí.

Lesso mueve su cabeza a un lado, enloquecida por semejante contacto en su privacidad, se le escapa un gemido desesperado al retorcerse ligeramente, dejando que el inicio de un placer que le nublaba la mente.

—Mírame a los ojos cuando ruegues —Mordred le toma las manos, conteniendolas sobre la cama. Le permitía mucho más control sobre esa indomable mujer.

En sus ojos había excitación y necesidad, —Sabes que no voy hacerlo —menciona Lesso, pues la única oposición de ella quedaba en sus palabras, vacías, ya que sus reacciones eran verdaderas al ansiar la específica caricia de su amante.

—Lo harás —Mordred dice.

Lesso ríe, —No, no lo... haré —frota su centro contra el muslo de ella.

—Ni siquiera te darás cuenta —aproxima sus labios cerca, antes de empujarse de nuevo contra su preciosa mujer.

El cuerpo de Leonora se arquea al instante, un gemido desesperado se le escapa entre los labios mientras deja que ese pequeño placer la reconforte. —¿Cómo estás tan segura? —le cuestiona.

—Déjeme demostrarle, profesora —Mordred aleja su muslo de la basta humedad de Lesso. Ella se frustra y hace un intento de seguir tocándose contra Mordred, pero es inútil con las manos aún sujetas.

—Estas torturandome a propósito —murmura Lesso en tono suave.

Mordred desciende por su piel tomando en su boca uno de sus hermosos senos, pero no se detiene ahí, si no qué baja más, besando la piel de su vientre, dejando un rastro húmedo hasta el hueco de su cadera. Empieza a jalar la tela de sus bragas para retirarlas, estas se habían humedecido tanto por el contacto previo.

—Mmm... —Lesso cierra los ojos, —Mordred...

Ella libera la piel de su amada Leonora y se las quita, solo para abrirle las piernas con dedicación.

Lesso ve como la jóven se retira el cabello hacia atrás, lo amarra en un moño improvisado. La profesora siente cuánto se le llena de excitación el cuerpo entero ante la mera visión de eso, y el constante pensamiento de lo que podría venir después. Se arquea ligeramente con anticipación, anhelando sentir los labios y la lengua de su amante sobre su intimidad.

—¿Sigues sin rogar? —Mordred se agacha entre sus piernas, posando un beso en el interior de su muslo. Ve a su novia a los ojos, llenos de expectante deseo.

Lesso permanece sin decir nada, observa a Mordred inclinarse y pasar la punta de su lengua por los pliegues de su centro.

Ella siente la fluidez de Lesso, le parecía tan exquisita que se atrevió a empujar su lengua contra el interior. Leonora se sostiene de las sábanas, perdiendose en la caricia. Mordred rodea su botón con la punta, provocándole, la decana se estremece de placer al mismo tiempo en que un gemido se le escapa con urgencia.

Cómo un incentivo de que hacer, Mordred mueve su lengua con avidez, las caderas de Lesso se agitan ligeramente hacia arriba para buscar contacto, mucho más.

—No pares... —sus peticiones se escapaban con mayor urgencia. Mordred la siente bajo ella perdiéndose en el placer de cada movimiento.

Por la rapidez de su boca, el moño del cabello se le deshace, desperdigando sus mechones entre las piernas de la decana. Apenas sucede eso, cuándo Lesso le junta el cabello y se lo sostiene, mientras la ve atentamente cumplir su tarea con devoción. Se pierde en el momento, llenando cada fibra de su ser con la imagen de la joven e inocente Mordred entre sus piernas, tan entregada a darle placer.

—No te detengas... —su respiración se agita, sus gemidos salen más lastimeros y llenos de necesidad. Siente que Leonora comienza a alcanzar cada vez más su propio límite. —Por favor...

«Allí estaba, la súplica que tanto había esperado». Ella toma sus piernas con más firmeza.

—Mordred... —Lesso se deshace por completo. —Por favor... No pares —el placer le alcanza y la inunda con un creciente grito que le hace encontrar el límite de la euforia femenina, sus jadeos escapan mucho más fuertes por la intensidad.

Ella se tensa como la cuerda de un arco, se entrega al placer de la sensación con una sonrisa. Mordred siente en la punta de la lengua al centro de su novia contraerse por la actividad previa, su flujo caliente se libera del interior como una especie de néctar o miel, prominente de semejante diosa Lesso.

Leonora absurdamente entregada, el cuerpo le vibra sometido a las oleadas indefinidas del éxtasis. Un escalofrío le recorre al final, antes de relajarse, dejando que las últimas pulsaciones le atravesaran entera. Un último gemido se le escapa, repleto de satisfacción. —Mordred... —menciona su nombre, agotándose brevemente sobre la cama.

Ella se levanta de entre sus piernas. Lesso la observa, aún con la vista borrosa por la reciente liberación, trata de recomponerse mientras traga ligeramente, sintiéndose dominada por el recuerdo.

—Terminaste rogando, —Mordred sonríe con atrevimiento, sus labios rojos e hinchados por el momento. —Aunque dijiste que no lo harías.

Lesso no puede evitar reír, todavía parecía muy perdida en la sensación que le provocó. —Supongo que tenías razón, —sus palabras adormecidas por la buena dosis de satisfacción— finalmente terminé rogando por ti.

—Te dije que lo harías —Mordred se coloca entre sus piernas para abrazarla. Lesso se relaja, envolviéndola en sus brazos también y acurrucándo a sus cuerpos juntos. Las manos aún temblorosas se aferran a su novia, mientras deja escapa un pequeño suspiro.

Mordred recarga su cabeza en el pecho de Leonora, escucha a su corazón latir bajo su oreja, relentizarse con el descanso de su previa y ardiente pasión.

—Debemos discutir más seguido —comenta Lesso. Seguía impresionada por su desenfreno en la cama.

—Aunque suceda todo esto, no me gusta discutir con usted —ella le abraza.

—Tienes razón —Lesso le acaricia el hombro con  gentileza. —Mordred, quería disculparme por todo lo que te mencioné durante nuestra discusión —la escucha hablar. —Estaba molesta, pero no contigo.

—¿Con quién, entonces? —levanta su cabeza, para verle a los ojos.

Retira un cabello de su rostro, —Con todos aquellos que se interponen en lo nuestro —sus dedos vagan ligeramente por la espalda de Mordred, sintiendo el calor y la comodidad del cuerpo de ella contra el suyo.

—Yo también dije cosas que no quería —Mordred trata de tranquilizarle. —Ambas las dijimos —después de todo, estaba donde quería. En los brazos de Lesso.

—¿Por qué me sigues hablando así, entonces? —Lesso pregunta. —Después de todo lo que ha pasado entre nosotras.

Mordred con una ligera punzada de confusión, le dice —¿Así como?

—Tan formal, como si fuera una desconocida para ti.

—Nunca serías una extraña para mí, Leonora —se levanta de sus brazos, recorriendo espacio en la cama hasta alcanzar su rostro. —Me refiero tan formal a usted porque quiero demostrar mi respeto.

Lesso la toma de las mejilla y la aproxima lo suficiente para acercar sus bocas, antes de que sus labios se unan suavemente, mención las palabras la mujer mayor, —Mordred, sí quisiera tu respeto todo el tiempo, no terminarías entre mis piernas de esa forma —una pequeña sonrisa se extiende por sus labios. 

Ella siente cómo se sonroja ligeramente por el recuerdo de su determinación hace pocos minutos, un estremecimiento de anticipación le recorre el cuerpo. Vuelve a posicionarse adecuadamente entre sus piernas, siente a Lesso bajo ella tornarse más vulnerable y expuesta, había una creciente mirada salvaje en sus ojos al encontrarse, cuando de repente Mordred se aparta por algo en la cama que le lastima.

—¿Estás bien, querida? —pregunta Leonora, —¿Qué fue eso?

Mordred toma entre sus dedos el pequeño objeto que le hirió la rodilla. Parecía un collar con una hermosa piedra de sugilita, un cristal púrpura. —¿Ésto es tuyo? —se lo muestra a Lesso.

—Si no hubieses estado tan pecaminosamente ansiosa de quitarme la ropa, te habría contado sobre el —Lesso lo alcanza. —Es un joya que me dio mi familia hace mucho tiempo atrás, sirve para protegerse de la muerte y eventos desafortunados. Después de muchos años sin usarlo, decidí mejorarlo para ti.

—¿A qué te refieres?

Lesso se sienta en la cama, mostrando el collar radiante ante las tenues velas. — Después de todo lo que ha pasado, sé que eres perfectamente capaz de defenderte de cualquiera, pero si te pasará algo, no me lo perdonaría —toma sus manos con suavidad para poner el amuleto entre ellas. —Quisiera tener una oportunidad de defenderte cuando no esté contigo.

—Leonora, si esto te protege a ti, deberías consevarlo —Mordred trata de entregárselo. —No quiero que te pase nada malo.

Pero Lesso se niega, —Úsalo por mí —aparece una leve sonrisa en sus labios. —Además, es una manera de marcarte como mía ante todos.

—No quiero dejarte desprotegida.

—Y no lo harás —Lesso le acaricia la mejilla con delicada ternura. —Tengo a mi único y verdadero amuleto de la suerte aquí, justo frente a mis ojos.

Mordred siente un pequeño cosquilleo de felicidad y emoción, su sonrisa aparece al oírla decir tales palabras. —Entonces, ¿Soy tu talismán de la suerte?

—Únicamente tú —Lesso se inclina a darle un leve y tierno beso en la frente.

Ella siente cómo se le llena el corazón de afecto, sus ojos se cierran levemente por la dulzura del gesto que la invade.

—Ahora, date la vuelta para que te lo ponga —dice Leonora cerca de su rostro.

Mordred se gira para mostrarle el cuello desnudo a su tan preciada mujer. Lesso la rodea, colocando la frialdad del diseño de la plata en su pecho. Los dedos de Leonora le acarician ligeramente la piel, siente un pequeño escalofrío de satisfacción recorrer su cuerpo.

Su cabeza gira lentamente para mirar a la profesora detrás de ella. —Lesso... —dice Mordred, su mente empieza a divagar en cientos de oportunidades oscuras para continuar el resto de la noche con su novia.

Leonora ladea su cabeza para inclinarse sobre su hombro, y poder observar más a su amante de cerca. —¿Mmm? ¿En qué estás pensando, cariño? —inquiere. —Te ves bastante avergonzada.

Mordred acalorada, menciona —Por la tarde, prometió darme cien besos.

Cuando escucha la respuesta, una sonrisa traviesa se extiende por sus labios, mientras se inclina cerca de la joven. —¿Así que eso es lo que te tiene con la mente acelerada a estas horas? —Lesso juega con sus dedos, los desliza por la cintura de Mordred y la acerca más contra ella. —Prometí que te besaría cien veces, ¿verdad? —habla contra su oreja con semejante atrevimiento y sensualidad. Lo que hace a sus cuerpos tensarse más. —Dime, ¿Dónde quieres que empiece, cariño?

Completamente envenenada por el encanto de Lesso y todo lo que estaría apunto de hacerle, ella responde —Dónde lo prefieras.










    EL BOSQUE DE LOS CUENTOS había perdido el azul característico de sus árboles, en su lugar, el gris y el negro cubría la flora completamente. Sentía la brisa del viento casi tan real, aunque Mordred sabía que se encontraba en el mundo de los sueños y las pesadillas.

Vió a Aric sentado en la piedra, esperándole. Por el sonido que hacía, estaba afilando su cuchillo con una piedra caliza. 

—Está vez tardaste —lo escucha decir.

—¿Qué quieres? —ella se aproxima, pues era la primera vez que volvía a soñar con él desde las vacaciones. —¿No tienes nada que hacer durante las noches?

Aric resopla una risa, seguía atento a su tarea con el cuchillo. —¿Piensas que me gusta encontrarte en mis sueños? —el rencor empezaba a entretejerse en sus palabras.

—Si no es eso, ¿Qué haces aquí, entonces?

—Ya sabes lo que dicen, los villanos sueñan con su enemigo —limpia el cuchillo en la tela de su pantalón— y los héroes sueñan con su amor verdadero.

Mordred presiente que Aric tramaba algo, empieza a buscar cualquier cosa en suelo para defenderse.

—Un villano contra otra villana en un cuento, ¿Sabes lo que significa eso? —arroja la piedra a un lado para levantarse. —Qué como enemigos, llevaremos nuestro problema a otro nivel —aprieta la empuñadura del cuchillo. —Nosotros siempre damos todo por cumplir nuestros objetivos, ¿No es así?

—¿Por qué me odias?—le cuestiona ella, retrocediendo un paso con cautela. —Nunca me has visto en persona hasta apenas, y no me conoces.

—Mordred, no eres tan importante como para que te odie. En lo que a mí respecta, eres insignificante —ríe, sus ojos violetas se tornaron más traicioneros. —Pero para alguien a quien deseo lastimar, significas mucho —mueve el cuchillo afilado con habilidad entre sus dedos. —Así que voy a usarte contra ella.

Aric le lanza el cuchillo al instante, Mordred se hace a un lado evitando ser herida, el arma apenas termina enterrada en la tierra cuando saca otro cuchillo más.

Mordred alcanza una piedra grande del suelo en el momento en que Aric se detiene frente a ella para encajarle el cuchillo, levanta la roca con fuerza e intenta golpearlo.

Aric le frena con agilidad, tomándole el brazo. —Deberías enorgullecerte un poco de tu estúpido hermano —dice. —El príncipe del bien que creó una maldición tan vengativa, solo para castigar a la hermana que tanto aborrece.

Mordred le patea el estómago para safarse, Aric se aguanta el dolor manteniendo el agarre sobre su brazo. —El te odia tanto como para revelarme la fórmula sobre una maldición que te hace enloquecer con cada segundo de dolor.

Forcejea con Aric, golpeándolo al momento en que la piel de su brazo comienza a arder. La magia violeta de el vuelve a alcanzar la carne y el hechizo se esparce como una quemadura.

—Deseale dulces sueños de mi parte a tu amante —Aric le clava el cuchillo en el pecho, una, otra vez, mientras su sonrisa maligna permanece en su expresión.

Ella siente todo dolor en cada apuñalada, se paralizaba de nuevo por el miedo. En ese instante, sus ojos se abren de repente, tenía la frente aperlada de sudor y la respiración agitada.

—Mordred, Mordred... —Lesso le habla. —¿Qué te pasa?

Ella estaba tan asustada por la pesadilla, que se aparta lejos de ella en la cama.

Lesso hace las sábanas a un lado y se incorpora, —Fue sólo un sueño —trata de hacer un esfuerzo para acariciarle, —¿Estás bien? —al momento en que Mordred sisea por un molesto dolor, Leonora le examina. —¿Pero qué...? —se da cuenta.

La maldición de Tedros había regresado, dejando a su brazo expuesto en carne abierta y caliente, punzaba causándole aquel intenso dolor.

—¿Qué paso? —le cuestiona preocupada.

—No... —las palabras se le escapaban de la mente, «Necesitaba quitarse aquella maldición». —No lo sé —miente.

Lesso quería curar su herida con magia, pero sabía que solo lo empeoraría como antes. —Mordred, debemos hacer algo. Ésto no es normal —sus ojos se vuelven hacia la herida, observándola con una preocupación creciente

—Es una maldición —ella trata de tocar los bordes calientes, dolía como cientos de astillas ardientes. —Nadie puede deshacerla, solo el hechicero que la creó

—Entonces, Tedros es el único que puede detener esto —Lesso se levanta de la cama con determinación, —Haré que ese mocoso revierta todo lo que ha hecho.

—Lesso, él no sabe cómo.

—Pues no me importa, —se enfada— lo obligaré.

—Será inútil, él no puede deshacerla, excepto...

—¿Excepto, quién? —Lesso le apresura con una respuesta. —Dime.

Mordred se lo piensa, ya que el asunto le incomodaba de alguna manera, pero fue su primera opción a considerar para revertir aquella maldición.

—Mi madre.

Una duda se sembró en la cabeza de su novia por las palabras, —Pero ella está... muerta.

Mordred se sienta en la cama, lista para contarle lo que realmente había pasado. Confiaba en Lesso lo suficiente para compartir eso. —Leonora, mi madre está viva —empieza.






He aquí el capítulo prometido, ya hacía falta intimidad entre estás dos bellas mujeres, ¿No creen? 😉

Finalmente lo esperado, Mordred logró domar a su decana como nadie. 👌🛐💜

Y Aric siempre está fastidiando todo, como es usual en este fanfic.
¿Recuerdan cuando hipotéticamente les pregunté de qué pasaría si Lesso y la mamá de Mordred se reunieran una vez?
Al final, no hablaba tan hipotéticamente pues veremos de vuelta a nuestra malvada Morgana en los próximos capítulos.

Ahora sí es momento de sacar a relucir las frases que diría Morgana al saber que su hija sale con una profesora mayor. Y yo empiezo con:

Morgana tipo: ¿No eres suficientemente vieja para mí hija?
Y Lesso como de: Mordred dice que le encanta mi experiencia.

¿Qué opinan de una escena así, jaja? Morgana literalmente echaría humo por las orejas. 😉👌

Y ya compartiendo un dato curioso (que nadie pidió) de esta historia, pero de todas formas revelaré.
¿Nunca se han preguntado por qué los besos de Lesso saben a frambuesa?
Obviamente es por el té, pero al empezar a escribir esta historia me encontraba leyendo el libro de Lady Venom dónde sus besos los mencionaban con un toque de cerezas.
Y soy testigo viviente de que los besos tienen sabor, así que ahí estaba yo antes de escribir, con una taza de té  de frambuesa en la mano, pensando: ¿Qué sabor sería perfecto para Lesso?
Y adivinen, la respuesta estaba en mis manos.

Por cierto, ¿Ya notaron que toda la semana fuimos #1 en la categoría de ladylesso y leonoralesso? Ésto no sería posible sin ustedes queridos lectores, por supuesto.

Siempre es un gusto leer sus comentarios, me inspiran a seguir continuando está historia. Es un honor ser leída por ustedes también, muchas gracias por permanecer conmigo en esta historia, les agradezco infinitamente. 😘💗

Y un anuncio sobre el próximo capítulo, es que habrá clase con nuestra poderosísima y masoquista Evelyn. Así que preparen su canción de "teacher's pet". 🛐🖤

Nos vemos en la próxima actualización, besos de nuestra diosa Lesso. 🩷✨

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