26. La alianza de Sophie y Aric.
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•| ⊱ 26 ⊰ |•
❝ Malvada, he venido a decirte que ella es malvada.
Definitivamente malvada, desagradable y escandalosa.
Sin duda alguna. ❞
━━━Lana del Rey (Doin' Time).
HABÍA PASADO UN rato y seguían hablando, se le hacía largo el tiempo. «¿Qué tanto tenía que decirle ese imbécil a Lady Lesso?». Mordred esperó en el pasillo de afuera, pues no sé confiaba de ese tal Aric.
«¿Por qué aparecía de repente?». Desde que le atravesó la garganta con excalibur en el sueño, no volvió a tener pesadillas con él. Pero ahora estaba aquí, en carne y hueso, le hacía recordar aquella desagradable imagen del retrato, dónde él asesinaba a...
Se aproximó a tomar la perilla de la puerta, «No iba a dejar que ese infeliz le hiciera daño a su Leonora». Cuando tiró de la manija, está no podía abrirse. «¿Lesso la había bloqueado? ¿O alguien más?». Tira de nuevo y la puerta sigue sin ceder. Acerca su oído, para saber que sucedía dentro del despacho, pero casi como algo planeado por alguien, la perilla de metal se rompe y suena escandalosamente al impactar contra el suelo, rodando por el pasillo mientras escucha a unos tacones acercarse.
Mordred se agacha para tomar aquella chatarra de manija, la cual continúa su trayecto hasta detenerse por la acción de alguien, un tacón de cristal para el objeto.
—Se te perdió esto —dijo. Algunas mariposas azules revoloteaban a su alrededor, como si se desprendieran del vestido de la mujer. Atrae el objeto con magia, su brillo del dedo era tan rojo como la sangre.
«Esas mariposas ya las había visto antes». Mordred se levanta viendo a la extraña, que parecía una mujer guapa, su piel olía a crema de miel y tenía cabello largo en ondas.
La mujer se asoma a la puerta, dónde faltaba la manija. —Escuchando a escondidas, —se da cuenta al instante, una sonrisa brota de sus labios rojizos —eso es algo brillante —. Le entrega la manija, sacando a relucir sus uñas largas y pintadas en esmalte dorado. —Será nuestro secreto —da una sonrisa más calida, de complicidad.
Mordred asiente, tomando el objeto. —Gracias.
—¿Cuál es tu nombre, linda? —había una sutileza en su voz que llamaba la atención de quién le escuchara.
—Mordred.
—Eres esa Mordred, ¿no es así? —menciona la mujer, empuja su cabello castaño hacía atrás, revelando el hombro descubierto por el diseño de su vestido. —De la que todos hablan.
—No sé de qué hablan todos —es lo único que puede responder.
Pronto la puerta del despacho se abre, Lesso despide a Aric, viendo en el pasillo que Mordred tenia la perilla de la puerta en la mano y a la mujer extraña a su lado.
—Se rompió la cerradura por accidente, —pone de excusa Mordred. Se acerca para entregar la manija —decana —corrige de más, para no revelar su relación.
Lady Lesso le quita el objeto, molesta porque aún seguía allí. Mordred no dice nada.
—Evelyn —menciona Lesso en tono gélido. —Llegas tarde.
—¿Lo hice? —desafía la mujer avanzando hasta la decana. —Más bien me recibiste tarde. Veo que estás ocupada con tus... estudiantes —denotó esa última palabra.
—Pasa —le invita, no muy afable. —Y ustedes, vayan a clase. Ya mismo —ordena a Mordred y Aric.
—Nos vemos pronto, señorita —Evelyn camina a su lado, no sin antes guiñarle un ojo al ingresar.
«¿Qué fue eso?».
Apenas la profesora y la decana se adentran a discutir, cuando Aric le alcanza en el pasillo. —Mordred, Mordred —menciona su nombre como una serpiente, mirándole de pies a cabeza, analizando sus puntos débiles. —Luces muy parecida a nuestro sueño. De no ser por el vestido blanco que usabas al apuñalarme.
Ella lo enfrenta, —Te daré una apuñalada de verdad si intentas algo contra mi.
—¿Tanto miedo me tienes? —cuestiona Aric con una sonrisa. —¿O es que temes a que obtenga algo muy valioso de ti? Por qué sabes, sé un poco sobre tus secretos.
—Eso no importa —«No sí pronto averiguaría los suyos».
—Presiento que respecto a esto, te importa mucho.
—¿Acaso tú madre te enseñó a amenazar sin fundamento?
Eso no pone muy contento al chico, lo que le hace perder los estribos brevemente al aprisionar el cuello de Mordred bajó sus manos. Ella no se dejaría intimidar, no reacciona al desenfreno, pues no era una amenaza real para su persona.
—No, mi madre me enseñó a odiar a las mujeres. Y pronto, te enseñará a ti también —Aric le suelta, retrocediendo. —Voy a dejarte algo muy en claro, Mordred —dice. —Lo que hiciste en esa pesadilla no volverá a suceder. Te di la ventaja una vez, para la próxima, estaré preparado.
«Al menos podía comprobar que Aric veía las mismas pesadillas junto con ella».
—Ya lo veremos —es lo único que puede decirle.
—Ah por cierto, —la sonrisa de Aric se ensancha, de forma manipuladora. —La profesora Evelyn es muy guapa, ¿No lo crees? Parece justo tú estilo.
«¿Qué sabía ese imbécil?». Aric pasa a su lado, empujándole de nuevo con el hombro. «Deseaba hechizarlo así, de espaldas». Pero se contuvo. «La profesora Evelyn no se parecía nada a su estilo, no como decía ese idiota». A Mordred le gustaban las mujeres qué de preferencia fueran pelirrojas, de personalidad fría, y que se llamaran Leonora Lesso. «Ese sí era su estilo, a la perfección».
SOPHIE SINTIÓ ENTRE sueños un resoplido con olor a azufre, bastante denso y caliente como para ser imaginario. Cuando abrió los ojos, gritó enseguida, retrocediendo. Lo que le hizo caer de la cama, al ver una bestia negra de escamas afiladas, le vigilaba.
—Ayuda, ¡Ayuda! —grita con fuerza, para despertar a sus compañeras de habitación.
—¿Qué te pasa? —se enoja Hester, aún con los ojos somnolientos toma su almohada para cubrirse del sonido.
—No puede ser, es Sombra —dice Dot, levantándose.
Hester se aparta la almohada, casi sin poder creerlo.
—Mordred finalmente llegó —bosteza Anadil, aún acurrucada en la comodidad de su cama.
—Les dije que estaba bien —Hester reiteró sus palabras.
—¿Qué les pasa? ¿Por qué no echan a esa bestia de aquí? —cuestiona Sophie, busca algo para cubrirse de la criatura, pues le miraba de forma amenazante.
—Oye, el dormía aquí desde que era un bebé —Dot acaricia a la bestia grande de escamas. —Como has crecido tanto —El dragón se pone cariñoso con Dot, se frota sobre su toque permitiéndole dicha confianza. —¿Sophie, has visto a Mordred? —le pregunta la bruja.
—Nunca he visto a esa.
El dragón le gruñe, al escucharle hablar con poco respeto de su ama.
—Tranquilo, Sombra. Ella es nueva —explica Dot al animal, como si este entendiera. —No te la comas mientras duerme —dice en un tono más bajo.
—No te preocupes por Mordred —dice Hester enredándose entre sus sábanas. —Si llegó, todas sabemos dónde se encuentra exactamente.
«¿Y dónde se encontraba?».
Quería saber quién era esa tal Mordred de la que todos mencionaban. De momento, Sophie no quería dormir más. Era su primer día de clases y debía dar una buena impresión a sus compañeros, así que tomó ese feo uniforme y fue a los baños para arreglarse.
Dot le alcanzó en el pasillo, —Espera, también iré a prepararme.
Los alumnos viejos dormían como si no les importaran tanto las clases, Dot le dijo que primero desayunaban antes de ir a estudiar, por lo que Sophie quería verse muy bien. «Si aprendiera magia como la de todos, podría hacerle algunos arreglos a ese feo uniforme de la escuela». Estaba cansada de vestir de negro. El color simplemente no le iba.
Llegan juntas a los baños de las chicas, los cuáles eran mucho más grandes que cualquier otro salón, había una fila extensa de tocadores oscuros con perfumes, cepillos y cosas para que las nuncas se arreglarán. «Aunque parecía que no se usaban a menudo».
—Este lugar es genial —dice Sophie mirando el resto del baño.
—Sí, antes era peor —Dot se encamina, dejando su propia bolsa de utensilios de belleza. De hecho, Dot se le hacía un chica bonita, se veía que se cuidaba la piel y el rostro.
—¿Tienes novio? —pregunta Sophie.
—Las nuncas no tienen novios —Dot se ríe. —Amantes quizá, pero sin sentimientos. O bueno, eso dice Lady Lesso.
—¿Por qué?
—Porque los nuncas no pueden amar, y tener un noviazgo conlleva sentimientos... Y los villanos no necesitan eso en su carrera.
—Pues yo si quiero un novio, y estoy segura de que lo amaría muchísimo —comenta Sophie. —De preferencia un príncipe.
—No sabes lo que dices —Dot niega con la cabeza, —Los siempres han dejado de ser lo que antes eran, lo descubrimos de primera en la prueba de cuentos. Ellos no son puros de corazón, eso es mentira.
Parecía que la situación entre ambas escuelas era muy tensa de conflictos recientes, apenas se preguntaba como estaría Agatha en su escuela, ¿Sería mejor que la del mal?».
Al terminar, fueron al comedor. Carretillas mágicas llevaban los platillos preferidos de los villanos hasta sus mesas. Sophie tuvo que esquivar una, antes de que le manchara de comida.
—¿Por qué hay más desorden que en el banquete? —pregunta Sophie.
—No tengo idea —dice Dot.
Se acercan a la mesa usual de los nuncas, dónde Hort comía cereales, aún llevaba una fea pijama de ranas. —La primera clase que nos toca es Sobrevivir a los Cuentos.
Aunque el tal Ravan lucía muy arreglado, usaba pintura negra en los ojos que le hacía ver como un chico malo. —Genial, nuestra primera clase con esos asquerosos siempres —dice en tono sarcástico.
—¿Tendremos clase con la escuela del bien? —pregunta Sophie entusiasmada, finalmente podría ver a Aggie.
—Sí, y después tenemos Historia de los Villanos —dice Dot leyendo un pedazo de papel, lo que parecía ser su horario de clases. —También la compartimos con los siempres, pero está vez dice que vendrán a nuestra escuela —muestra su hoja.
Dot de Nottingham
Mal, Año 2°
Torre de Maldad, 66
Materias / Profesor
• Como Sobrevivir a los Cuentos de Hadas II - Yuba, el gnomo
(Grupo 2)
• Historia de los Héroes y Villanos - Evelyn Sader
(Conjunta: Sala VI del Mal)
• Combate y Manejo de Armas Letales I - Gianira Hook
• Talentos Especiales II - Lady Lesso
(Conjunta: Mazmorra Congelada)
• Venenos y Antídotos - Bilions Manley
—No puede ser, es mi tía —Hort señala el horario de Dot. —Mi tía enseñará Armas Letales.
—¿En serio tienes una tía? —duda Hester.
—Es la hermana de mi padre, y ahora me enseñará en la escuela del mal —se emociona Hort.
—En mi horario no tengo eso de Armas Letales —dice Sophie.
—Porqué eres de primer año, tonta —replica Hester.
Sophie se molestó, «Otra más y no se la iba a aguantar a la bruja».
—No le hagas caso a sus insultos, Soph —le habla Hort. —Hester amaneció de malas, como siempre.
Vió en la entrada, un tumulto de personas reunirse en círculo, rodeado a una persona. —¿Qué sucede allí? —les pregunta.
—Debe ser Mona con sus fanáticos... —Dot se detiene, viendo con atención. —No puede ser es... —grita emocionada. —Mordred.
Al instante todos en la mesa levantan la vista, las caras amargadas de Hester y Ravan se encontentan enseguida.
—¡Mordred! —le saluda Dot, llamando su atención.
Una chica se abre paso entre el grupo de villanos, Sophie le miró impactada la ropa, usaba un vestido hermoso y gótico, le hacía ver como una bruja moderna, tenía botas de tacón mediano, y sus aretes eran plateados, en forma de dagas pequeñas. «¿Serían armas de verdad?»
Hort quién estaba al lado, le pegó con el codo por accidente al correr hacía la chica, Ravan se levantó haciendo lo mismo. —Mordred —Hort fue el primero en abrazarle. La bruja sonríe, aceptando el gesto de su amigo.
—Oye, compártela un poco —Ravan le tironea a Hort de la camisa.
—Tranquilos, no se peleen por mí —dice la chica, abraza a Ravan. Su vista profunda se posa en Sophie.
Dot, Hester y Anadil también dejan sus lugares para ir con ella, abandonando a Sophie sola en aquella mesa. Los amigos rodearon a la chica diciendo cientos de cosas.
—¿Dónde estabas? —cuestiona Anadil.
—Te creíamos muerta —dice Hester.
—Fuiste la primera que dijo que estaba bien —comenta Dot.
—Tenía que mantener el ánimo por todos.
—Es una historia muy larga, y se las contaré —la chica mira a cada uno de sus amigos, como sí de verdad los apreciará y los hubiese extrañado. —Pero primero, deben saber que les traje regalos.
La bola de amigos se encamina a la mesa, Sophie se siente un poco extraña, casi como una intrusa entre los viejos conocidos. «Esa bruja parecía ser la abeja reina de la colmena».
—Mordred, debes conocer a nuestra nueva compañera —dice Dot, señalandole. —Sophie, es una lectora. No hemos tenido una en muchos años.
Hester y Dot abren un espacio para que se siente. La chica le mira con atención, desbordaba un bonito aroma a moras azules. «Nunca había conocido a alguien que oliera tan bien». Sophie permanece callada, no se atreve a bajarle la mirada.
—Hola, Sophie —menciona Mordred, la reina oscura de un cuento que no podía leer.
AGATHA ARRANCÓ UN pedazo de caramelo verde de la pared, mientras pensaba en como atravesar ese denso muro de niebla que separaba a ambas escuelas. Tenía que ir por Sophie para volver a casa, este lugar era extraño y peligroso. Ninguna de las dos sabía sobre magia o lo que sea que se enseñaba aquí, «¿Así qué por qué las habían llevado allí?».
—¿Y no estás molesta por lo que te hizo? —escucha la voz de un chico, parecía discutir cerca.
Agatha se levantó las faldas del vestido para evitar hacer ruido al caminar, se dirigió a las voces.
—No importa —responde la voz de una chica. —No me incumbe lo que sea que los villanos hagan.
—¿No quieres venganza por lo que te hizo Mordred? —se parecía a la voz del chico que le rescató en el lago. —¿No estás furiosa?
—Lo estoy.
Agatha alcanza a ver la escena, escondida tras un pilar. El joven hablaba con aquella chica del cuarto de belleza, Kiko dijo que se llamaba Beatrix.
—¿Y entonces?
—No volveré a meterme con Mordred —Beatrix pierde paciencia, en su hombro se posaba un sapo grande. —Esté cuento es sobre ti y ella, así que no nos metas en tu juego de venganza otra vez.
—Mírate, mira lo que nos hizo —intenta provocar a la princesa. —Y a ti, Chaddick.
—No lo metas a él tampoco —defiende Beatrix. El sapo croa en respuesta, también. —Esto no nos hubiera pasado si la hubieras vencido desde el principio, ahora ya es tarde Tedros. Ella es más poderosa.
—La princesa de antes me habría ayudado —dice Tedros con frialdad.
—La princesa de antes estaba enamorada de ti, —Beatrix avanza para confrontarlo. —A está princesa no le importas para nada. Sé un hombre, y resuelve tus asuntos solo.
La chica se va con su sapo, dejando a Tedros. El joven se pasa la mano por el pelo, preocupado. Su mandíbula tensada por la molestia. Agatha está apunto de escabullirse, no era su asunto lo que se hablaran esos dos, cuando el chico se va por dónde esta ella.
Se detiene viéndole, imaginando que tanto había escuchado. Agatha estaba pensando una disculpa, cuando el chico menciona. —No es de princesas escuchar a escondidas —«No se veía tan molestó, más bien cansado».
—No soy una princesa —responde de inmediato.
Tedros levanta la vista, un destello de rencor cruza sus ojos al escucharle decir eso. —Suenas parecida a... Alguien —es lo único que responde. —Deberías estar en el comedor, pronto acabará el desayuno.
—¿Y tú?
—Soy el capitán del bien, puedo hacer lo que quiera —dicho esto, Tedros se fue por las escaleras a dónde sea que planeara.
Había algo en él que Agatha sentía extraño, como si lo conociera de alguna forma, aunque jamás lo hubiese visto en la vida hasta apenas. Se fue por el pasaje dónde desapareció la chica, sentía un poco de familiaridad con ella, pues de algún modo le recordaba así misma, antes de que tuviera a Sophie.
SOPHIE VIÓ A la bruja aparecer un cofre sobre la mesa, este golpeó haciendo temblar los platos del desayuno. Esbozó una bonita sonrisa para sus amigos, en un chasqueó de oscuridad y magia, la tapa del cofre se abrió revelando la luminosidad de su contenido. Eran joyas de resplandecientes colores, anillos preciosos y otras cosas de valor, entre ellas monedas de oro.
—Mordred, ésto tiene el emblema de Camelot —observa Hort.
La chica simplemente se encoje de hombros, —Pase por allí.
—¿Hiciste la paces con Tedros? —pregunta Ravan.
—Eso quisiera —pero Mordred se arrepiente pronto de revelar sus palabras. —Es decir, es hora de pasar página con Tedros.
—¿No querrás jugar a los hermanos con él? —se burla Hester.
—¿Y qué si quiero? —Mordred no aguanta el sarcasmo de su amiga, lo deja en evidencia. —¿Cuál es el problema?
—Nada, solo era... un chiste —Hester se controla por primera vez, desde que Sophie la conocía.
—Como sea, ¿Qué saben sobre ese idiota? —la bruja apunta en un gesto al chico cerca de la mesa de platillos. De cabello tan oscuro como la misma Mordred, y esa aura brillante de superioridad.
—¿Por qué? —cuestiona Ravan.
—Me parece raro —es lo único que menciona Mordred.
—Es Aric, llegó este año de Bloodbrook —le responde Dot. —Aunque lo extraño fue que no lo trajo ningún estínfalo. Creó que vino por cuenta propia.
—¿Y eso se puede? —pregunta Anadil. —Debieron darle la invitación a la escuela si está aquí.
—¿Por qué nos está mirando de esa forma? —pregunta Hort.
El chico Aric del que hablaban, los miraba como un zorro astuto, sabiendo a la perfección que era el objeto de sus rumores. Sophie apartó la mirada avergonzada, no le gustaba ser una fisgona.
—¿Será que nos escucha? Debe ser su talento —dice Anadil.
—Su talento es ser un idiota —Mordred menciona sin sutileza. Trata de poner una sonrisa más alegre para con sus amigos. —Volviendo a los regalos, pueden tomar tantas joyas y oro como quieran, encontrarán algo valioso para ustedes —les alienta, apartando los platos y dejando el cofre al acceso de todos.
—¿Es un parche de oro? —Hort saca algo del cofre. —Es genial, a mi padre le gustaría.
—Todo tuyo, ¿Y sabes que más? —Mordred le toma la mano a su amigo, de modo amistoso, aunque provoca una incomodidad en Sophie. No es que le gustará Hort.
—Y también podrás ahora comprar un ataúd para finalmente enterrar a tu padre, —le dice la bruja— y darle el descanso que merece.
Hort le abraza al instante, aparentemente evitando llorar de la emoción. —Gracias Mordred, eres la mejor.
Se separan, para que la bruja le entregue un frasco de semillas a Anadil. —¿Qué es ésto? —le pregunta.
—Con una sola semilla, tus ratas pueden volverse más rápidas, fuertes e imparables.
—¿De verdad eso se puede?
—Compruebalo —desafía Mordred.
—Te creó —Anadil sonríe.
—Para Dot, —rebusca en el cofre, sacando a relucir un espejo de mano. —Ve ésto.
Dot lo toma, viéndose en él.
Una voz melodiosa y femenina brota del espejo. —Hoy te ves hermosa —le dice a Dot.
—¿Un espejo de halagos?
—Todas las chicas necesitan escuchar que son lindas, ¿No lo crees, Sophie? —le pregunta personalmente a ella.
—Sí, todo el tiempo —responde.
—¿Quieres algo del cofre, Sophie? —lo mencionó de forma tan extraña, que parecía la misma reina malvada ofreciéndole una manzana envenenada a Blancanieves.
—Sí —Sophie se asoma al cofre, revolviendo entre las monedas y objetos. Le llama la atención una corona de plata, con rubíes en forma de corazón. «Nunca antes había visto una joya tan bonita y real». —Esta —la tomó, sintiendo los relieves en la plata.
—Las coronas son de Mordred —interviene Ravan.
—Déjala, a ella le lucirá hermosa —la misma Mordred sonríe. —¿Quieres algo más? Puedes tomarlo.
Sophie se niega, de por sí se le hacía raro que la bruja le regalará algo sin conocerla. —Gracias.
—¿Y qué hay de mí? —Ravan le tironea el brazo a Mordred.
—Tan desesperado, a eso voy —Mordred rebusca, sacando dos frascos de líquido rojo. —Este es de Hester, porque es más personal.
Los frascos tenían etiquetas que decían "Hansel y Gretel". A Sophie le dió asco cuando se dió cuenta que aquello contenía sangre y mechones de cabellos. Le desagrado al doble cuando a Hester se le iluminó el rostro. —¿Cómo lo lograste? —los aprecia un momento.
—Secretos de bruja.
Ravan que ya parecía decepcionado, Mordred le anima. —El tuyo lo deje hasta el último por qué no está aquí, está en las dragoneras.
—¿Por qué, qué es?
—Te va a gustar.
—Vamos, yo también quiero ver, ¿Puedo ver, Mordred? —pregunta Hort.
—Por supuesto que sí, vamos antes de que los lobos aullen para las clases —Mordred se levanta de la mesa, en un chasquido desaparece su cofre de tesoros.
Los chicos le siguen, así también como las brujas. Dot se detiene para preguntarle si iba con ellos, pero Sophie se niega, se sentía incomoda con tanta familiaridad entre ellos. Se aparta a un lado, dándoles espacio a los "amigos". Necesitaba algo que beber, así que se fue a la mesa de bebidas. Nadie más se dió cuenta de su ausencia, pues estaban demasiado intrigados por su amiga, la cual todos parecían querer.
Allí se encontró al chico del que hablaba la bruja, Sophie fingió que jamás había escuchado nada sobre él.
—Linda corona —le escucha decir.
Sophie alza la vista, el chico no se veía nada mal, le resultaba atractivo que el iris de sus ojos fuera violeta. Nunca había visto a alguien como él, era más atractivo que cualquier villano en esa escuela.
—Gracias, es nueva —Sophie alcanza un vaso de agua.
—No deberías usarla hoy —dice, sin ocultar esa sonrisa inquietante.
—¿Por qué?
—Mordred siempre planea cada movimiento, nunca hace algo sin saber sus consecuencias —explica el chico, rodeándola.
—¿Qué tratas de decirme?
—Lo sabrás, y me buscarás —el chico le deja, pasando de largo. Al momento, aullidos de lobo acallan los ruidos del comedor anunciando que era hora de clases.
DESPUÉS DE QUE Ravan viera a su perro de tres cabezas, fueron al tren floral para ir a la primera clase de Como Sobrevivir a los Cuentos de Hadas II. Aunque este año no solo habían mezclado las clases con los siempres, sino también con los de primer año. Por eso Aric iba acechándole desde atrás del metro.
Mordred lo ignoró para continuar con sus amigos. —Y así fue como llegué tarde. No fue algo que planeara, solo surgió —termina de comentar. «Y no quería acordarse de lo de su madre, todavía no podía darle una conclusión a eso». Solo que no estaba lista para enfrentarla.
—Pues Lesso estaba preocupada, preguntaba por ti cada vez que podía —hace mención Hort.
Ella sonríe solo de acordarse de su hermosa Leonora, ojalá tuvieran tiempo de verse después de clases. «Como en los viejos tiempos». —No pude avisarle. Pasaron tantas cosas que preferiría olvidar.
—¿Pero qué harás cuando Tedros se enteré de qué... —Dot no termina de decir.
—¿Cuando se entere de qué? —le interrumpe Tedros, abriéndose espació entre el vagón del tren. Las cicatrices del castigo del Director, al perder el circo de talentos seguían marcadas en su rostro.
Mordred podía arreglarlo, si le dejaba. —Hola, Tedros —se levanta de su asiento, para acercarse. —Tenía tanto que no nos veíamos.
Él parecía no haber olvidado nada de lo sucedido el año pasado, por eso le miraba con tanta discordia. —Es mejor mantener separado al bien del mal —dice.
«Por supuesto que Tedros sería insolente en un principio». Eso no le hizo perder la paciencia. —Comentaba con ellos que empezaré a cuidarte como una hermana mayor.
Hester y Ravan se ríen en sus lugares, quizá por lo blandas y absurdas que sonaban sus palabras.
—Tu y yo no tenemos nada que compartir —responde tajante, no deja espacio para la conciliación que Mordred tanto esperaba.
—Podemos empezar resolviendo asuntos del pasado, como esto —Mordred deshace el hechizo que había atormentado a Tedros todas las vacaciones. En un chispazo las cicatrices de su rostro se difuminan, como si nunca hubieran estado allí, como si todo el tiempo hubiese sido una ilusión.
Tedros se toca el rostro, desconfiado. —¿Qué hiciste?
—Ayudar a mi hermanito —no dice más, debido a que las puertas del tren se abren dejándoles en la parada del bosque azul.
—Tu no ayudas, Mordred —Tedros se le aproxima mientras el resto de alumnos empezaban a salir. —Solamente destruyes —se une a los demás en la salida del vagón.
Las palabras le retumbaron en la cabeza, está vez no persiguió a Tedros, de cualquier forma, el niño seguía siendo un estúpido inmaduro.
—Bienvenidos, alumnos —Yuba empieza a introducir la clase, repite las leyes del bien y el mal para los alumnos nuevos que las desconocían.
Mordred busca a Chaddick entre los alumnos, «Aun tenía pendiente el trato con Lady Gremlaine». Pero solo da con la mirada tenaz de Beatrix, cuánto había cambiado desde la última vez que le vió en el circo. Mordred esquivó entre los alumnos, para acercarse.
Beatrix había cambiado los vestidos de princesa por ropa de chico, aunque siguiera viéndose como una verdadera doncella. «Solo maldijo su cabello, pero ella la miraba como si hubiera maldecido a todo su ser».
—Beatrix, luces menos indefensa —le dice Mordred.
La princesa finge ignorar sus palabras, mantiene la vista atenta al profesor Yuba.
—Diría que hasta luces más linda, que como princesa. ¿Has visto a Chaddick? —sigue buscándolo, hasta que escucha croar a un sapo en el hombro de Beatrix.
Cuando Mordred se da cuenta, la princesa intenta esconderlo, Mordred le detiene con magía.
—¿Qué haces? —pelea Beatrix.
—No te pongas a la defensiva princesa, tengo un trato pendiente con él —Mordred hace flotar a aquel sapo lejos del hombro de la princesa. Este croa con más insistencia, no quería que la magia de la bruja le tocará, pero Mordred tenía un asunto pendiente.
—¡Déjalo en paz! —viene a intervenir Tedros.
Yuba detuvo sus explicaciones, mientras que el resto de alumnos le veía.
El sapo es rodeado en magia negra, que pronto lo transforma en un verdadero príncipe de hombros anchos. Chaddick se mira las manos sin poder creerlo, también el resto del cuerpo.
—¿También quieres que deshaga el tuyo, Beatrix? —Mordred torna su dedo en oscuridad.
Ella empieza a retroceder, al parecer no quería que su magia la tocara de nuevo. Chaddick estaba un poco desalineado, pero lucía contento de no ser más ese ser invertebrado.
—Y ahora, niños, sabrán por qué en el bosque azul los nuncas deben seguir las reglas del mal y los siempres las del bien —comenta Yuba.
Mordred lo había olvidado por completo, el castigo de la simulación del bosque...
Las botas se le transforman en zapatillas, pero estas eran de hierro y tenían cientos de picos afilados en las plantillas del interior. El dolor era tan insoportable que no aguantaba estar de pie, su sangre se esparcía fuera de los bordes de las zapatillas. «Al romper la maldición del Chaddick, rompió las reglas del mal y el bosque la castigo en consecuencia».
Los alumnos nuevos se horrorizaron por su castigo, y Aric era el único que sonreía por su sufrimiento. Mordred estalló en pedazos aquellas zapatillas, sus pies quedaron liberados, manchados de rojo por la sangre de la tortura. Empezó a sanarlos con magía negra.
—Y es por eso que tienen que estudiar mucho para sobrevivir en este benigno bosque —explica Yuba, poniéndola de ejemplo. —Como se han dado cuenta, su compañera Mordred combatió su castigo por sí misma con conocimiento, solo así se sobrevive a un cuento de hadas.
Su calificación apareció entre rayos rojos, anunciando que era la número uno de la clase. Los alumnos del mal empezaron a alabarle, aunque Aric y Tedros no estaban demasiado contentos con su hazaña.
Mordred se sienta en la tierra, haciendo aparecer otras botas a sus pies. Tedros es el único que se le acerca, —¿Estás bien? —pregunta, le tiende la mano para que se levanté.
Y está vez, Mordred la acepta. —Sí —se pone en pie.
—Muy bien, ahora que ya saben. Únanse a una pareja para a completar el desafío de la clase —indica el profesor Yuba.
—Tu y yo seremos equipo —Mordred le dice, sin soltarlo. «Quería hablar a solas con él».
—No... —se pone nervioso. —Yo ya tengo pareja —Tedros se aparta del agarre, tomando el brazo de una princesa con cabello salvaje. La chica estaba de amiga con Sophie, la nueva.
—No, ella es mía —pelea Sophie, —Aggie dile que eres mi compañera.
—Pero puedes ser mí compañera, Sophie —le anima Dot.
—¡Aggie! —insiste Sophie.
—Y apuesto a que te encantará ser mi pareja de equipo, ¿No es así, Mordred? —Aric se le acerca, con una petulante sonrisa. Trata de decirle al oído —Jugaremos un poco, némesis. Fuera de los sueños.
—¿De dónde sacaste eso? —escuchan la voz de Tedros molestarse, señalaba la corona que Sophie llevaba en su cabeza.
Sophie levanta más el mentón, sin rebajarse. —Es mía.
—¡Quitatela ahora! —exige su hermano.
«Lady Gremlaine le dió esa corona sabiendo como reaccionaría Tedros al verla». Después de todo, sí era una mujer rencorosa.
—Es la corona de mí madre —Tedros es invadido por el enojo, se le encima a Sophie para quitarle la joya real.
—Oye, no le quites la corona a la chica —interviene Mordred. Empieza a forcejear por el objeto, aún en la cabeza de Sophie.
—¡Basta, me despeinan! —Sophie se molesta también, empujándolos.
—Esto, esto es tu culpa —Tedros logra quitársela, y señalarle a Mordred. —¿De que otra manera la lectora pudo haber obtenido la corona de mí madre?
Tedros volvía a hacer otro espectáculo ante los alumnos, incluso el profesor Yuba parecía muy entretenido con su pelea.
—No tiene caso pelear contigo —dice su hermano. Tedros se encamina a los vagones del metro floral.
Mordred le sigue, para discutir fuera del ojo público. —Tedros, escucha.
—Cada vez, cada vez que me preguntó si puedes ser algo diferente a una villana, es cuando haces este tipo de cosas —Tedros continúa caminando, no se detiene por ella.
—¿Yo soy la que hace las cosas malas? ¿Qué hay de ti enviando a Melín para cazarme como un animal por excalibur? ¿Quién es el villano entonces? —replica Mordred.
Solo así Tedros se detiene, gira para verle. —¿Qué?
—Ví a tu madre, ¿Sabías que casi intenta matarme? Puedes imaginar con quién estaba —Mordred dice cruelmente, porqué era hora de que Tedros supiera quiénes eran sus aliados y quiénes sus enemigos.
—No quiero oírte —Tedros se niega, continuando hacía el tren.
—Si te vas, reprobaras el desafío —intenta detenerle.
—No me importa el desafío, no quiero verte Mordred —sigue enfadado por la corona. —Voy a descubrir como obtuviste ésto.
AGATHA TRATA DE calmar a Sophie, quien intentaba arreglarse el pelo después de que Tedros se lo arruinara.
—¿Por qué me pasa esto el primer día de clase? —Sophie se pone triste, parecía que ocultaba su enojo.
Agatha se siente mal por ella, —Te sigues viendo linda, Soph —trata de animarle.
—Te advertí que no la usarás —se aproxima un chico, le mira con desagrado, pero para Sophie pone otra cara. —Te dije que ella estaba intentando humillarte.
No sabía que problema tenían la bruja y él, pero estaba intentando meter a su mejor amiga.
—Fue un accidente —menciona Agatha para calmar a Soph.
—No lo fue. Te dije que Mordred siempre planea cada movimiento, no te regaló esa corona porque sí —dice el chico con más cizaña. —¿Qué harás al respecto, Sophie? ¿Qué se hace cuando una chica humilla a otra chica?
—Sophie, no... —interviene Agatha, pero la mirada de su mejor amiga se oscurece por el rencor que avivaba el chico con tales palabras.
—Tienes razón —se decide Soph. —Aggie, Aric me acompañará a la siguiente clase. Puedes volver con tus amigas princesas.
El chico sonríe con triunfo, ofrece su brazo con caballerosidad a Sophie, quién acepta el gesto caminando junto a él.
—Soph —vuelve a llamarle Agatha, pero su amiga le ignoró por completo.
Hola, queridos lectores. Nos leemos de nuevo en otro capítulo, afortunadamente. ✨🩷
Al fin nos encontramos con Evelyn y Aric, ¿Qué opinan? ¿Estos dos se traen algo, no?
Lo dejo a su criterio.
Próximo capítulo, clase con Evelyn. 😉
Siempre es un honor ser leída por ustedes, les envío mi entero cariño y aprecio. ❣️🌟
No sé olviden de votar y comentar, les envío muchos besos, y está vez de Lesso y Evelyn. 😘
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