20. El baile malvado. [+18]

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  —¿Por qué hay tanta gente? —Hester se abre paso entre la multitud de la biblioteca.

Mona había creado vestuarios preciosos, tanto que la biblioteca se había llenado de alumnos escogiendo sus atuendos para el baile. En la biblioteca, estaban desplegados hileras de maniquíes con vestidos de diferentes colores y diseños, trajes y más pendas que acompletaban cada vestuario.

—Debimos haber venido más temprano —Mordred ve a Mona, quién estaba rodeada de tantos villanos que le halagaban sus diseños, y otros le decían que era la mejor.

—¿Tanta gente sólo para un atuendo? —replica Ravan.

—Al parecer no son cualquier atuendo —Anadil se aproxima a uno, viendo que en un pedazo de pergamino flotante, sobre el diseño indicaba el nombre de a quién le pertenecía.

—Parece que es muy organizada —dice Hort. —Este es para... Brone —se inclina a leer el pergamino. —Hasta él tiene un atuendo genial.

Mona le saluda de entre la multitud que le rodeaba, ella se acerca y el público le abre paso, «Quizá porque aún le apreciaban por lo del circo o cualquier otra cosa». Tras la diseñadora se pocisionaba una cortina oscura entre dos libreros.

—Esto no sería posible sin nuestra bruja suprema, Mordred —le anuncia Mona a su admiradores. —Y los accesorios creados por nuestra talentosa Aracne.

El público les aplaude, —¿Listos para ver los diseños especiales de esta noche? —inquiere Mona. —A está colección especial, la he llamado "Los ganadores del mal".

La cortina se desaparece, revelando en luces mágicas el resto de los atuendos. Los villanos que le alaban, pronto se apaciguan cuando quedaron asombrados.

—Son preciosos... —murmullan.

—¡Magníficos! —uno dice, y el resto sueltan aplausos y felicitaciones.

—Adelante, vean sus diseños —les alienta Mona.

Mordred se encamina al único vestido púrpura, el principal del aquel escenario improvisado. Tenía tonos de negro en el corsé y la falda, el vestido parecía relucir en brillos mágicos, como un efecto especial hecho con magia de verdad, su diseño de relieves poseía piedras de zafiros y amatistas. El pergamino con su nombre flotaba ante el atuendo.

—¡No puede ser, esto es extraordinario! —Dot se emociona, al ver un vestido de princesa color chocolate. Sus accesorios eran con gemas de topacios.

—Luce bien —Hort se acerca al suyo.

—¿Rojo, en serio? —Hester pone más atención a su diseño. —Nada mal.

—Pues a mi si encanta el verde oscuro —Anadil tironea de las faldas del atuendo con su nombre.

—Bueno, con esto los príncipes y princesas se revolcaran en su castillo podrido —menciona Ravan.

Las chicas y los chicos del mal fueron a prepararse para esa noche. Para conveniencia de que las chicas pudieran arreglase mejor, Mordred creó un tocador extenso y largo con perfumes y maquillajes como la de los siempres, vestidores privados y más baños cerrados.

Fue la primera en apurarse ya que quería ir a ver a Lady Lesso cuando antes, aquella pesadilla le había dejado una mala sensación. Por suerte sus amigas no habían mencionado el incidente, pero si preguntarán, «¿Cómo respondería?»

Llegó al despacho de Lady Lesso después de haberse arreglado para el baile, el pasillo estaba vacío cuando se acercó a la puerta, aunque antes de tocar se detuvo. "Me la quitaste primero. Ahora tendré que matarla también". Recordó las palabras del chico en su sueño, «Era Lesso, se refería a Lady Lesso». ¿Pero por qué razón tendría algo en su contra?

Mordred no se lo permitiría nunca, haría lo que fuera para que Lesso no terminara como aquella ilustración. Evitaría ese final a toda costa, haría lo que Sader le pidió. Ayudaría a una princesa, aunque fuese algo que despreciaba.

El sonido de los tacones resonar, alcanzó el pasillo. La decana dobló la esquina haciendo aparición. Mordred le vió y sintió un alivio inmediato, se apresuró en el pasillo alcanzando a Lesso.

—Mordred, ¿Qué estás...? —pero antes de que concluyera, ella le abrazó.

No dijo nada más, simplemente le abrazó. «No pensó en la posibilidad de que alguien más les vería, solo necesitaba sentirla cerca. Saber que estaba a salvo».

Lesso no se apartó, sino que le abrazó de vuelta, una de sus manos le acarició la cabeza con cariño. —¿Qué te ha estado agobiando, mi tan preciada Mordred?

Ella le abraza más apretando sus brazos en la cintura de Lesso, recargó su cabeza sobre el pecho de la profesora, casi escuchando el latido de su corazón. «Su novia tan bella y audaz. Ahora sabía que la quería tanto, más de lo que había querido a alguna otra persona en toda su vida». Inhaló el aroma impregnado en su ropa de las antiguas frambuesas, del té que usualmente bebía.

—Solo te extrañé mucho —Mordred menciona, y no era una mentira. «No le diría más mentiras a Lesso, nunca». Se dió cuenta de que su novia significaba algo invaluable en su vida, algo que no quería perder por nada del mundo.

—Yo te extrañé todavía más —Lesso le dice, acariciando su cabello.

Mordred se emociona con aquellas palabras, levanta su vista para mirarle. «Todavía no podía creer que esa preciosa mujer fuera su novia».

—¿Qué te parece si entramos? —Lesso sugiere, señalando a su despacho.

Mordred asiente, pero no quería soltarla aún. «¿Se vería tan infantil aferrándose a ella de esta manera? Porque simplemente no podía evitarlo». —Vamos —Mordred se separa, pero no pierde el contacto con ella, le toma de las manos, retrocediendo de espaldas hasta la puerta.

—Podrías caerte —Lesso le sostiene con más precaución, cuidandola.

—No me importaría si usted es la única quien se mantiene en pie.

Lesso sonríe, —Estás diciendo tonterías —se le aproxima, haciéndola retroceder contra la puerta del exterior. —Si te caes —acerca su rostro para hablarle en tono bajo— voy a atraparte todas las veces que sean necesarias —se inclinó con lentitud, solo para darle un beso en la mejilla. Al separarse, la profesora le da una mirada de pies a cabeza, sus ojos evalúan su vestido y cabello arreglado. —Te has preparado —le sonríe. —¿Y ese vestido tan hermoso? —hace la observación.

Mordred sonríe de vuelta, solo Lesso podía hacerle sentir así, hacerle emocionarse con pocas palabras. Hizo aparecer la rosa negra en un chasquido. —Los nuncas están invitando a sus parejas del baile con estás flores.

—¿Estás invitandome? —Lesso se ríe. Ese sonido se le hacía hermoso a los oídos de Mordred.

—Eres mi novia y la única a la que deseo invitar —le extiende la rosa con una sola mano, sin separar la otra de la decana.

—No deberías decir eso tan a la ligera —dice Lesso, alcanzando la puerta.

—Lo sé, pero aquí no hay nadie.

La profesora toma aquella rosa, —Siempre sabes que decir, ¿No? —en su lugar pide —Dame tu mano, con la que invocas.

Mordred se la brinda sin dudarlo. —¿Por qué? ¿Está interesada en mis hechizos?

—El único hechizo que anhelo de ti —Lesso mueve su mano hasta la mejilla Mordred y le acaricia, ella se recarga en el toque de tal afecto por unos momentos — ya lo tengo, ¿Lo ves?

Se refería a eso, a qué Mordred estaba tan dispuesta a hacer lo que sea que la profesora le pidiera, no importaba si fuese bueno o malo.

Lesso le toma la mano, alzando su dedo. Antes de que Mordred dijera algo más, su novia se lleva el dedo a los labios y le besa con ligereza, soltando un chispazo de magía púrpura. —Ahora, date la vuelta —le dice, sus ojos brillaban con un toque especial.

Ella hace lo que le pide, Lesso le coloca una mano en la cadera, Mordred siente a su cuerpo vibrar al instante. Con la otra mano, la profesora encamina su dedo mágico haciéndole tocar la manecilla de la puerta y esta se abre revelando la oscuridad del interior.

—Ahora, —Lesso le habla desde detrás, cerca del oído— puedes entrar cuando quieras.

Ambas se adentraron al lugar y en seguida un par de velas se encienden, mostrando el despacho. Al igual que el resto de la escuela, este lugar se había transformado a una oficina más espaciosa, las paredes estaban completas de cientos de libros sin una sola pizca de polvo. El piso era del mismo mármol pulido, el escritorio se hizo espacioso y firme. Con un chasquido púrpura, la rosa se transporta al escritorio.

El sonido de la puerta cerrandose, le distrae. —Rompiste la maldición de los villanos —Lesso le tira de las caderas para que se voltee. —Nos has hecho victoriosos con tu talento. Finalmente el bien está por debajo de nosotros.

—¿Es eso lo que quería? —pregunta.

Lesso le mira a los ojos, tan electrizantes. —Lo que de verdad quiero, —al momento posó la mirada en los labios de Mordred— aún no me lo has ofrecido —menciona recorriendole el brazo ligeramente con la uña plateada del dedo.

Mordred observa el gesto hipnotizada, pasa un nudo que le atosigaba la garganta. —¿Se refiere a algo parecido como lo de la noche anterior?

Lesso escucha eso y sonríe, —Tranquila amor, de momento no haré nada de eso —le levanta el mentón con el pulgar. —A menos que tú quieras.

—Yo quiero... —Mordred no puede evitar lo que dice. —Quiero tocarle de esa forma en la que usted lo hizo conmigo la otra noche —Se avergüenza al instante de sus palabras. «De verdad quería hacerlo, solo para ella, ¿Cómo sería?».

Lesso le recorre el rostro con gentileza, había lentitud en sus movimientos. —Mi tan preciada Mordred, no creo que estés lista para eso.

—¿Lista para qué, exactamente? —cuestiona.

Lesso le sostiene de la cintura evitando cualquier espació entre ellas, le mira desde arriba, sus ojos eran tan hechizantes, ardientes de una emoción oculta. —Para hacerme lo que verdaderamente deseo de ti.

—¿Y que es lo que verdaderamente desea de mi?

—Y si te lo pidiera, —su voz se vuelve más suave. —¿De verdad aceptarías?

—¿Se refiere a eso...? —no sabe como explicarlo concretamente. —¿A eso qué hacen los novios? Ya sabe, cuando tienen bebés y...

Lesso se ríe por sus palabras. —¿Dónde aprendiste eso?

—Lo leí en un libro hace mucho tiempo.

—En un libro, por supuesto —le recorre con el dedo hasta su hombro, se detiene. —¿Y sabes qué se hace exactamente?

—No sé como lo hacen las mujeres... —no le salen las palabras como espera. —Si es lo que pregunta. —«No quería que Lesso pensara que era estúpida o algo parecido».

La profesora se aproxima pocos milímetros, le da una vistazo que le abarca el cuerpo entero, de pies a cabeza y le hace estremecer. —No es tan diferente, de hecho —una oscuridad profunda latía en sus ojos con aquella mirada— es mucho mejor.

El calor le recorre el cuerpo al instante, su corazón empezó a latir más rápido.

Lesso le toma las mejillas. —Te has sonrojado, mi tan inocente Mordred —le habla con voz ligera, cerca de su rostro. —Me gustaría saber qué es lo que pasa por esa astuta mente tuya.

—¿Quiere saber que es lo que pienso? —se atrevió a mencionar. —Quiero que me enseñe de nuevo —está vez no se callaría lo que realmente sentía por ella, lo que quería con ella. —Muéstreme... como lo hacen las mujeres juntas.

—Siempre tan ansiosa por conocimiento, querida —juguetea con un mechón de su cabello, pensando bien la situación. —Pero ya es muy tarde, y deberías ir con tus amigos al baile.

Mordred queda aturdida por sus palabras. «De nuevo retrocedía». —¿Por qué siempre quiere que me vaya cuando nos encontramos en un momento como este?

—Porque quiero darte la oportunidad de irte si así lo deseas.

—Pero no quiero irme. Quiero quedarme con usted —Mordred necesitaba demostrarle que lo decía muy en serio. —Quiero todo de usted y no se da cuenta —le repitió aquellas mismas palabras que Lesso le mencionó en su despacho la otra noche. —La quiero solo a usted. No deseo estar con nadie más.

Lesso le acaricia el borde de los labios con el pulgar. —Cuando dices ese tipo de cosas, odio tener que dejarte ir.

—Entonces no lo haga, manténgame a su lado siempre.

—Siempre es demaciado tiempo, pero no lo suficiente para nosotras —la voz tan sedosa de Lesso encendía chispas en su interior. —¿Qué te parece si no te dejo ir nunca más? ¿Eso suena mejor, no?

—Todo lo que usted dice suena mucho mejor.

—¿Ah, si? —la profesora sonríe— Creo que estás siendo una aduladora.

—¿Y no le gusta ser adulada?

—¿De ti?, por supuesto que me encanta —la belleza de Lesso, sus palabras y la forma la que le miraba, todo eso le cautivaba de su novia, le hacía perder el aliento con solo verle.

—¿Qué es lo que quieres que te haga, mi tan preciada Mordred? —Lesso le sujeta de la cintura con su brazo, acercandole, pregunta—¿Qué es lo que esperas de mí está noche?

—Quiero... —«¿Y si se equivocaba con tal petición?»— Yo quiero complacerla, solo a usted. Y haré lo que me pida, solo dígame... qué hacer.

—Bueno, —La decana le toma el rostro entre sus manos, mirándole con atención —siendo una profesora, no puedo privar a una alumna del conocimiento, ¿No es así?

Era una confirmación, ella también quería que pasara. Su corazón revolotea de emoción. —Tiene mucha razón —Mordred responde.

—Entonces, si estás tan dispuesta, —la mirada que Lesso le dió, haría derretir al instante a su congelado salón de clases —ven, y déjame mostrarte.

La profesora apenas se separa a poca distancia, sus ojos apuntaban a una puerta que Mordred antes no había visto en esa oficina. Tenían que subir unas escaleras cortas para llegar a dicha puerta, «¿A caso esa era su habitación?».

Lesso le estaba invitando, —¿Vienes conmigo? —tiende su mano expectante, dejándole lugar para retirarse sí quería.

Pero Mordred no quería, ella deseaba saber lo que Lady Lesso tenía para mostrarle. «No sé iría, ni ahora ni nunca». Le toma la mano, aceptando fielmente —Voy con usted a dónde sea.

Lesso sonríe y empieza a guiarle hasta las escaleras, suben los peldaños juntas. El corazón de Mordred arde y late con fuerza, está un poco nerviosa por lo que estaría a punto de suceder.

Al alcanzar el inicio de la habitación, la profesora gira la perilla mostrándole el interior. Aquí, la luz de las velas era únicamente de un tono violeta, iluminaban la habitación con ese color. La cama de Lesso era abarcada, le colgaban desde el techo cortinas de dosel púrpura, haciéndola ver extravagante. La puerta se cerró en un suspensivo clic, el cual tensó la atmósfera de la habitación al instante.

«¿Pero ahora que se hacía?». Mordred se giró viendo a la decana. —Su habitación es linda.

—¿Lo es? —Lesso se le acerca.

—Yo no sé... qué se hacer o decir.

La profesora sabía a qué se refería. —Podemos simplemente hablar, no hablar, besarnos o no besarnos, hacer cualquier cosa que tú desees —dio un paso hasta ella.

—Podríamos empezar hablando... —«Quería besarla, pero esperaba el momento adecuado».

—Podemos hablar de lo que quieras —Lesso da otro paso, su tacón resuena en la habitación. —Podríamos hablar de tu inusual talento.

—¿Mi talento?

—Escuché que puedes hacer que las personas hagan lo que deseas —Lesso le alcanza completamente. Una vez cerca, su voz se vuelve más ligera —¿Has usado tu inusual talento conmigo algunas veces?

Mordred retrocede un poco por el giro de las palabras —¿Es eso lo que cree? ¿Qué hace todo esto por qué la estoy controlando?

—¿Lo haces? —inquiere.

—No —Mordred sentía una fea sensación en su pecho al escuchar aquello.

—No te enojes, mi tan preciada Mordred —Lesso le sigue viendo con la misma intensidad, ni una chispa se había apaciguado —Si ese fuera el caso, tampoco me importaría mucho.

«¿Por qué siempre tenía que equivocarse con las suposiciones». —¿En serio? —se queda sin más palabras.

—Muy en serio —alcanza su mentón y le levanta el rostro. —Escuche que hiciste arrodillar a todos con una mención de tus palabras, que eso fue lo te hizo ganar —Lesso se aproxima, viendo sus labios con dedicación. —Lo mejor de todo, es que no necesitás usar tu talento conmigo para hacer que me ponga de rodillas ante ti.

«¿De verdad acababa de decirle eso?».

Antes de que Mordred le respondiera, la profesora celló sus labios con un beso intenso, la decana le tomó de los hombros juntandolas lo más que podía, lo más que sus cuerpos les permitían. Cuando no obtiene suficiente de ese apenas beso, Lesso se separa a propósito, retrasando la sensación. —He pensado que después de tu arduo trabajo y esfuerzo para hacer ganar al mal, deberías... —aproxima sus labios a los de Mordred. Ella respira pesado con la cercanía de la profesora —ser recompensada.

—¿Recompensada? —Mordred retrocede hasta la cama, con Lady Lesso guiandole paso a paso.

—Si —apartó las cortinas de dosel, abriéndoles espacio dentro de la cama— un premio para tí por ganar el circo de talentos.

Mordred siente en la parte posterior de piernas el colchón, no puede retroceder más cuando Lesso le hace sentarse en la cama. La mirada de la decana era tan respladeciente y anhelante de algo que parecía totalmente prohibido.

—Un premio que no sea una anticuada corona de acero —continúa la profesora. —Uno que sea mucho mejor que cualquier otro que te hayan dado nunca.

Mordred ahora le mira desde abajo, en la cama. Lesso de pie es imponente ante ella, tan hermosa y cautivadora —¿Y eso sería?

Lesso empieza a desabotonarse la gabardina negra de su tan pulcro traje, lo arroja a un lado de la cama, mientras se inclina a la altura de su novia, pretendiendo besarle, se detiene sosteniendole el mentón —Mi tan preciada Mordred, tan inocente... —suelta una intensa respiración contra sus labios y observa su rostro a detalle —Eres solo mía para corromper.

Mordred no podía negarlo. «No cuando aquella mujer animaba su corazón con una sola palabra». —Lo soy.

—¿Deseas saber que te haré, amor mío? —Lesso pone una rodilla al suelo tomandose el tiempo necesario, luego la otra. «¿Qué estaba haciendo la decana». —Lo descubrirás —le dice. —Y casi me sentiré culpable por arruinar ese precioso vestido que llevas puesto.

La uña de la decana le recorre el principio de la parte baja de su pierna, cautelosamente —¿Sabes qué cuando te veo, pienso en cosas? —menciona en voz suave. «Le encantaba cuando Lesso le hablaba así, tan bajo y ejerciendo lentitud». —Cosas las cuales una profesora no tiene permitido hacerle a su alumna. Sin embargo... —levanta la falda del vestido para obtener más piel y llegar a la base de su rodilla con el dedo.

—¿Sin embargo...?

—Sin embargo, ahora estamos aquí —Lesso alcanza la mirada en sus ojos, aquella tan profunda y arrebatadora que hacía a su cuerpo estremecerse al instante. —Ahora, abre las piernas, amor.

Estaba tan absorta en cada entonación de sus palabras que Mordred obedeció sin cuestionar. Lesso se pocisionó entre sus piernas, atrayendo sus cuerpos juntos para sentirse más cerca. —Mi tan preciada Mordred, has cautivado todos mis pensamientos —había una verdadera realidad en lo que mencionaba, lo sabía.

Mordred le tomó el rostro a la decana por primera vez entre sus manos, la piel de ella era tersa, sus ojos aún más hermosos si se les ponia la atención adecuada, los labios de ella con esos toques desvanecientes de frambuesa. «La quería, la quería tanto. Anhelaba tanto ser suya y estar con ella».

Está vez Mordred le besa sin poder contener aquella emoción que le abarcaba entera, cada que estaba cerca de Lesso, cada que pensaba en ella. «¿Era amor aquello que sentía? Un villano era incapaz de amar, ¿Entonces qué era aquello que evocaba infinitas sensaciones a su mente y cuerpo en ese momento?».

La mano de Lesso volvió a subir por la piel de su muslo, soltaron los labios de la otra, tomando una breve respiración, —¿Sabes qué es lo mejor de este lugar? —inquiere la decana, su mirada estaba oscurecida y hambrienta de algo. —Que si haces un sonido, por más fuerte que sea, no saldrá de esta habitación.

La profesora no se detuvo, deslizó un beso por su mandíbula, le recorrió el cuello con la nariz inhalando una pizca de su aroma. Mordred sintió infinitas cosquillas en dónde se posaban sus besos.

—Cuando intentó memorizar tu aroma en mi mente, no puedo evitar preguntarme —habla Lesso cerca de su garganta, — si también sabrás igual.

—¿A qué... se refiere?

La siente sonreír cerca de la piel. —Déjame mostrarte —deposita un beso más, antes de tomar sus rodillas con ambas manos para abrir espacio entre sus piernas con gentileza. —Hay muchas cosas que las mujeres pueden hacer juntas entre ellas —menciona de forma sugestiva.

—¿Cómo que? —cuestiona Mordred.

Esta vez Lesso levanta su vestido revelando poco a poco cada tramo de piel, le recorrió con el ardiente tacto de sus dedos experimentados, le hacía vibrar al instante. —De ahora en adelante —la decana le toma de las piernas, acomodándola en una pose muy dispuesta sobre la cama— cuando diga que estás preparada para mí, no será por tu lindo atuendo o por tu delicioso aroma —se agacha todavía más, inclinandose entre la profundidad de sus piernas. —Será porque soy la única que puede ponerte así —la profesora revela las bragas de la joven bruja, pasa un dedo lentamente y con audacia sobre el exterior de su ropa.

Mordred toma aire pesadamente, una tensión ardiente se forja abajo donde Lesso le acariciaba con el dedo. La decana se inclinó todavía más, —Será porque soy la única que puede —dice contra la piel interna de su muslo— dejarte tan humedecida, amor mío. Justo así.

Adentra sus dedos bajo las bragas de su novia, Mordred toma otra respiración. El exquisito gusto que le provocaba aquel toque en su interior le hizo perder la razón.

—Mi querida Mordred, —deja un beso en su pierna— siempre tan dispuesta para mí —otro beso más arriba.

Los dedos de los pies se le arquean por la tensión. —Creí... —trata de decir ella— que quería que le hiciera ésto a... usted —baja la mirada, dónde su novia le provocaba.

—Primero, debes aprender —el beso de Lesso alcanzó la piel a pocos sentimientos de su parte más sensible, pasó su pulgar de forma tortuosa entre sus pliegues internos, —Debes aprender cómo me gusta.

Su dedo se enciende en magia púrpura y la ropa interior que dividía el contacto entre ambas, desaparece al instante. Lesso recalca su movimiento una vez más, ahora que la piel se encontraba desnuda y expuesta contra su dedo.

—¿Qué hace...? —Mordred sintió el frío del ambiente exterior en su zona privada, lo que le hizo estremecerse.

—No lo necesitaremos —dicho esto, siente la ardiente y mojada lengua de Lesso desplegarse en la cercanía del muslo, le recorre con lentitud hasta el borde de la abertura de su novia.

—¿Qué... —pero a Mordred no le da más para pensar,. Su mente borra cualquier rastro de pensamiento, sintiendo la delicadeza con la que Lesso le tocaba el interior. Se sostiene de la cama, aferrándose a las sábanas.

La profesora se detiene, alzando la vista para mirarle desde abajo —Cuando mencione que deseaba probarte, me refería exactamente a esto —Extiende su lengua, tocándole con delicadeza entre los pliegues, las piernas de Mordred se tensan y empiezan a temblar. Lesso se detiene, viéndole a los ojos —¿Ésto era lo que deseabas, mi tan preciada Mordred?

—Si... —la palabra se le escapa de los labios, su respiración se estaba acelerando.

—¿Sabes que fue lo que escuché hoy? —Lesso le toma con una mano firme la pierna, dándole más disposición a su interior, con la otra vuelve a acariciar el centro de su novia. 

—¿Qué? —sentía que su vientre se retorcía dulcemente en una primitiva sensación.

—Que hoy es tu cumpleaños, querida. No lo mencionaste antes, ¿Sabes lo que eso significa? —extiende otra lamida lenta y provocadora en su abertura, se demora en su movimiento. Después de eso, se detiene a decir —Significa que hoy seré muy indulgente contigo, amor mío.

Sostiene sus piernas con ambas manos, aproximandola, se inclina a su interior tocándole con la calidez de la boca. Mordred se deja a merced de cada caricia, se enloquece con el contacto de la lengua de la profesora en su centro. Está vez su respiración, vino con un sonido similar a un jadeó. «Era mejor que todo lo que le había hecho Lesso antes». Deja caer su cabeza atrás, siendo absorbida por cada vibración que le provocaba.

—Lesso... —Mordred menciona entre dientes, estaba tan seducida por la antelación de cada movimiento que ejercía su novia sobre ella.

Lesso era descarada y orgullosa, le mira el rostro atentamente mientras abarca su centro con otro desliz de la lengua. El sonido que realizaba su boca era explícito, viceral. Oir eso le daba más calor a Mordred, la hacía arder mucho más.

No menciona palabra alguna, aprieta una mano en aquella sábana de seda bajo ella, con la otra deseaba tocar a su novia. Una pendiente de sensaciones se le acomulan en el vientre, en el cuerpo enteró. Mordred intenta sostenerse de lo que sea, aquella sensación que le recorría era enloquecedoramente dulce y egoísta.

—Less... —Mordred no acompleta la frase. La profesora aún sosteniendola, clava sus uñas en la piel de sus piernas, aumentando el ritmo de sus movimientos.

Ella ardía, ardía tanto que la ropa en su cuerpo se sentía insoportable, la ropa en el cuerpo de su novia se sentía detestable, les separaba del placer infinito y la cercanía de piel con piel.

—¡Lesso! —Mordred se arquea presintiendo aquella delirante sensación. Como instinto, empezó a restregarse lastimosamente contra la boca de su novia, quería alcanzar mucho más. Deseaba absorber aquel recuerdo, aquel sentimiento, una y otra vez hasta extaciarse de el.

Esa vez, el sonido que suelta de placer le hace avergonzarse, pero no pudo callarlo, estaba enterarme complacida. Su cuerpo reverberaba llegando al límite de esa extensa y profunda liberación. Su mente queda en blanco, solo quedaba a la vista los ojos de la profesora. Lesso le miraba atentamente, le sostenía con firmeza de las piernas, mientras Mordred terminaba contra su boca. Sus ojos permanecían hambrientos, enegrecidos de más placeres femeninos entre ambas.

«Mordred sabía que aquello aún no se había acabado». De hecho, apenas estaban empezando. Lesso alejó la lengua de su interior, y se limpió los labios como si recién acabase de probar un delicioso pastel.

—Sabes tan exquisita como hueles —se levanta de entre sus piernas, alcanzandole. Aún de rodillas, dice —Vamos a llegar muy tarde a ese baile malvado —le sostiene de la mejilla con una mano. —Todavía falta darte tu regalo de cumpleaños, amor.

Lesso junta sus bocas en un incentivador beso, Mordred siente el propio sabor de su interior en los labios de su novia. Era algo inusual, tan privado, solo ellas dos podían compartír tal descaro.

—Ahora, —Mordred separa sus labios, para tomarle de la corbata negra, tironeandole hacia sí. — es mi turno —empieza a deshacer el nudo en la corbata de su preciosa mujer, lista para quitarle cada prenda con sutileza.

—Con gusto, mi tan preciada Mordred —Lesso sonríe antes de besarle de nuevo.


   Tuvo que arreglarse de nuevo, después de su visita con Lady Lesso. Se separaron para evitar llegar al baile juntas, y que nadie sospechara. Cuando Mordred hizo su aparición en el salón, la música era tan alta que hacía vibrar las paredes, el lugar estaba decorado con serpentinas y globos negros. Las luces estaban hechas con magia, estás cambiaban a todos los tonos dando más ánimo a la fiesta.

Vió a Anadil y Hester bailar en la pista juntas, se veían felices. Todos los niños del mal lucían felices y perfectos, después de todo los nuncas ya no se veían horribles, los villanos ahora parecían reyes de cuentos de hadas. De ahora en adelante serían los protagonistas en cada cuento, todos aspirarían a ser como ellos.

En una mesa al fondo, larga y con varios platillos de comida estaban Dot, Ravan y Hort. Mordred se les acercó, aún buscando entre el salón si Lesso aparecería. «Pensar en lo que habían hecho hace un rato le hacía sonrojarse». Y ella no era del tipo de chica que se sonrojaba así de fácil.

—¿Dónde estuviste? —Dot le pregunta, un poco nerviosa.

—Estaba arreglándome, ¿Qué te pasa? —le pregunta mirando como Dot parecía indecisa sobre algo.

—Los profesores me pidieron dar el discurso final del año escolar —empieza a morderse las uñas que se había arreglado para esa noche.

—Eso es genial —Mordred le sonríe.

—No es genial, es terrible.

—¿Por qué? ¿No quieres darlo?

Dot duda, —¿Y si digo una tontería? ¿Y sí... me sale mal? No quiero humillarme. Ni siquiera he preparado nada, apenas me enteré.

—Tener miedo nos vuelve tontos —Hort le alienta, a su manera.

—Tu puedes hacerlo, eres Dot de Nottingham —le dice Mordred.

—Además, no creo que alguien más diga algo mínimamente correcto en esta escuela —Ravan también le apoya.

—¿De verdad lo creen?

—Por supuesto que sí, Dot. Eres una nunca —dice Mordred.

—Lo haré —la bruja se sacude las manos con nerviosismo. —Lo haré, —menciona más decidida. —¿Qué tal luzco?

Ravan y Hort se quedan callados.

—Luces muy hermosa —le responde Mordred.

—Sí, luces... linda —dice Ravan, incómodo. Aún no se acostumbraba a ese tipo de palabras.

Su charla es interrumpida cuando la música disminuye su volumen y en el escenario del salón se escuchan repiquetear sus audaces tacones altos. Golpea el bastón sobre el suelo, obteniendo más atención. —Mis nuncas, —anuncia la decana— está velada ha sido producto de sus arduos esfuerzos como villanos.

La palabra "arduo esfuerzo" evocaba calor dentro de ella, le hizo pensar en lo que Lesso le dijo en su habitación.

—Pero finalmente ha llegado la hora de revelar la clasificación de posiciones —sigue mencionando Lady Lesso. —Líderes y secuaces, todos pertenecientes a un único lado, el mal —apunta a la pared tras ella. Está se cambia con magia, revelando los nombres de los estudiantes en dos listas con un orden específico, un retrato de cada villano bajo la inscripción de su nombre:

Líderes del Mal

1. Mordred de Avalón.
2. Hester de Ravenswood.
3. Anadil de Bloodbrook.
4. Dot de Nottingham.
5. Ravan de Thicket Tumble.
6. Hort de Bloodbrook.
7. Mona de Rainbow Gale.
8. Aracne de Foxwood.
9. Vex de Sleeping Bough.
10. Brone de Roch Briar.


Anadil y Hester se les acercan, sonrojadas por el baile. —Somos los primeros en la clasificación —menciona Hester.

—Lo logramos, estaremos en las mismas clases el próximo año —Dot da saltitos de ánimo.

—Ahora que conocen su lugar —continúa Lesso y Mordred le pone toda su atención. —Es hora del discurso final de este sorprendente año maligno, Dot —le llama.

Se hace el silencio.

Dot mira a su alrededor empezando a ponerse nerviosa por la cantidad de miradas en ella. Pero la bruja se arma de valor y empieza a caminar al escenario. Una luz de reflector se posicionó en ella, cuando llegó al lado de Lady Lesso. Se limpió las manos sudorosas por los nervios, viendo a su público, y dejó atrás el miedo cuando esbozo una sonrisa a los villanos.

—Como saben, este año fue inesperado para todos los nuncas —Dot empieza. —Cuando se referían a nosotros como nuncas, era porque nosotros nunca habíamos sido felices en los cuentos, nunca habíamos sido los protagonistas de la historia, nunca ganamos las batallas. Pero está vez —su timidez se había ido del todo — es diferente. Está vez el mal ha ganado, y mirense los unos a los otros, todos se ven espectaculares está noche. —El público sigue las palabras de la bruja, algunos se miran entre ellos por algunos instantes y luego vuelven a Dot. —Mona hizo un espectácular trabajo y esfuerzo para que nos viéramos fantásticos está noche. Y Aracne, nos hizo zapatos de cristal y hermosos accesorios. Les agradecemos infinitamente su esfuerzo —la gente le aplaude a Mona y Aracne, los reflectores le iluminan. Mona hace una reverencia, su vestido negro era el más hermoso de todos sus diseños. Aracne saluda al público.

La gente pone de vuelta su atención a la bruja del discurso. —Como decía, esta vez estamos siendo los protagonistas del cuento, está vez estamos siendo felices —continúa. —De ahora en adelante, cuando el bien se refiera a nosotros como nuncas, será porque nosotros nunca perdemos de nuevo, nosotros nunca nos rendiremos y nosotros nunca dejaremos de luchar para obtener lo que más queremos.

El público empieza a emocionarse, les conmovía las palabras de la bruja. Si todo eso lo estaba improvisando Dot, era increíble su agudeza con las palabras.

—Una vez una amiga preguntó por qué el mal era tratado de forma terrible en esta escuela —sigue, mirando hacia donde se encontraban sus amigos. —Le respondimos que el bien había sido protegido por tanto tiempo que los villanos estaban acostumbrados a eso. Pero cuan equivocados estábamos en ese momento, todos. Porque el hecho de ser villanos, no quiere decir que debemos ser infelices, que debemos ser horrendos y no tener aquello que toda la gente debe obtener en esta vida. Así que sí, los villanos pueden tener felicidad, ser amados y amar por igual, porqué, ¿A quién demonios le importan las reglas cuando se está del mal? —el público se ríe con simpatía de su frase. —Así que podemos equivocarnos y hacer equivocarse a los demás, sufrir y hacer sufrir a los demás, ayudarnos a nosotros mismos y también a los demás. Somos villanos, los nuncas, los marginados, los que nadie aparecía, pero nos apreciamos entre nosotros mismos, y eso es más que suficiente.

El público estalla en aplausos, algunos quedaron tan conmovidos que se limpian las mejillas de las lágrimas, como Hester. Sus amigos le ven.

—¿Qué? Fue un buen discurso —dice la bruja, limpiándose el último rastro de lágrimas de manera discreta.

Dot acalla al público con un gesto, la gente le obedece apaciguandose poco a poco. —Pero no podríamos hablar de villanos y sus victorias sin mencionar a nuestra líder principal...

—Oigan, creó que esa es la señal de Dot —dice Hort en su lugar tras ellas.

—Si, esa es —le confirma Hester.

—¿Señal de qué? —cuestiona.

Mordred es interrumpida por la voz de Dot en el escenario. —La capitana del mal, Mordred de Avalón.

Sus amigos se desaparecen al momento, dejándola. Una luz le ciega al instante, proviniente del reflector. «¿Qué estaban planeando todos?».

Dot empieza a bajar de escenario, el público le abre espacio. —Cuando los nuncas nos alimentabamos de porquería, ella fue hasta la escuela del bien y tomó las mejores cosas solo para nosotros —empieza a contar. —En la prueba de cuentos protegió a los nuncas y castigó a todos los héroes que habían dañado a nuestros compañeros —Dot se acercó a ella, en la distancia de salon. —Y en el circo de talentos, ella nunca dudo de ningún villano que paso a mostrar su don. Ella dijo una vez que protegería al mal, y lo hizo. Protegió al mal, a sus amigos y a toda la escuela.

Hester y Anadil se aproximan con un cojín de terciopelo plateado, entre ambas lo sostenían. Allí se posaba una corona de radiante oro negro, con picos puntiagudos y gemas incrustadas de amatistas. Era tan hermosa y épica, había sido hecha con magía, muchos tipos de magía, la de todos sus amigos.

—Hicimos esto como regalo de cumpleaños —esta vez Dot les había alcanzado. —Pero hicimos está corona sabiendo que no existe nadie más digno para gobernar el mal que Mordred de Avalón, la reina oscura y nuestra bruja suprema.

«¿En qué momento habían planeado todo eso?».

—¡Bruja suprema! ¡Bruja suprema! —se emocionan el resto de los villanos en esta escuela. —¡Bruja suprema! —se forma una intensa ovación.

—¿Y que dices? ¿Nos dejas coronarte? —le pregunta Dot.

Mordred mira a los villanos a su alrededor, la gente la respetaba y le apreciaban. «No había pretendido eso en un principio. Pero lo que más le conmovía sobre todo, era que sus amigos estaba ahí, apoyándola».

—Sería un honor —le responde.

Anadil y Hester le acercan la corona, y Dot la toma con cuidado para posarla en su cabeza. Mordred se inclina aceptado aquel símbolo, más que poder era sobre amistad y justicia. Qué había logrado hacer a los villanos mejores, los victoriosos.

Con la corona en su cabeza, se levanta sintiendo el peso de aquel obsequió.

—Para nosotros nunca dejaras de ser la reina de los villanos —Dot le abraza.

Y en seguida Hort también lo hace, luego se une Ravan, Hester y Anadil. Todos se abrazan en bola, eran amigos, había superado obstáculos juntos. Eran como... Una familia.

Después de aquel tan conmovedor abrazo, la magia del salón dió por sentado todo el discurso y reinicio su música maligna, resonando para que los villanos continuarán el baile. Ellos se separan y Mordred se aparta las lágrimas de emoción.

—No puedo creer que el semestre se haya pasado tan rápido —les dice Anadil.

—Ni yo, estamos a pocos días de las vacaciones —menciona Hort.

—Eso quiere decir que no nos veremos en meses... —se entristece Dot.

—No te preocupes, existen las cartas mágicas —dice Ravan.

—Entonces les enviaré cartas a todos, cada día —se anima más la bruja del chocolate. La melodía del baile suena más fuerte, las luces se tornan de varios colores brillantes. —Vamos a bailar —le pide Dot a Ravan.

—Brujita, no podrás contra mis pasos fantásticos —le responde.

—Ya veremos —Dot le sostiene del brazo. —Ah, y no creas que tú te vas a quedar sin pareja de baile —toma también el brazo de Hort.

—Pero yo no sé bailar... —antes de que Hort proteste más, Dot se lleva a ambos chicos hasta la pista.

—¿Quieres bailar, Ani? —le pregunta Hester a su novia.

Anadil asiente al instante con una sonrisa, se toman de la mano y se unen a la multitud.

—¿No te había dicho en toda la noche que te ves muy linda? —dice Hester solo para su novia, pero Mordred alcanzó a escuchar. «Despues de todo Hester sí tenía corazón, aunque solo para Anadil».

Todos los alumnos estaban con sus parejas, algunos profesores bailaban entre ellos como una arpía y Manley, aunque Lady Lesso se había desaparecido. Mordred se encaminó a la mesa de aperitivos para evitar la incomodidad de estar sola, además tenía ganas de tomar algo. Tomó un vaso para rellenarlo en ponche, pero apenas tocó el cucharón cuando un hilo de magía púrpura se hizo presente ante su mano. Mordred lo tocó, y este mantuvo su forma.

Levantó la vista para notar si alguien le miraba, el resto de los villanos estaban concentrados en su propia diversión.

Dejó el vaso de cristal sobre la mesa y siguió aquel rastro de magía. Mientras más avanzaba, más se acortaba el lazo, seguía de largo en el pasillo fuera del salón. Aunque en el lugar había poca iluminación y nada de gente, el ruido de la música aún resonaba con menor potencia.

No escuchó una diferencia en el ruido, cuando alguien le sostuvo, aprisionandola entre sus brazos y empujándola contra la pared.

—¿Qué hace? —Mordred se da cuenta de quién es.

—¿Qué? ¿No puedo hacerle esto a mi novia? —inquiere Lesso cerca de ella.

—Casi me asusta —Mordred le rodea la cintura, para aceptar su cercanía.

—Si fue así, puedo recompensarte, amor mío —menciona viéndole con ese chispeante coqueteo en sus ojos. —¿O debería llamarte reina oscura? ¿Bruja suprema? —Lesso se inclina a la altura de sus labios. —Todos te llaman así al parecer.

Mordred le sonríe, —Tú puedes llamarme de la forma en la que desees, mi amor verdadero —«Porque era verdad, todo lo que sentía por Lesso era como un cuento de hadas, porque permanecer con ella era su final feliz». No importaba si ambas eran las villanas del cuento.

Lesso le sostiene la mejilla con una mano, le acaricia con calidez. —Mi nombre es Leonora. Y me gustaría escucharte llamarme así.

—Leonora, mi hermosa Leonora —saborea su nombre con delicadeza, era como un exquisito juego con la punta de lengua al mencionarse. Mordred le recorre con las manos los costados, sintiendo el cuerpo de su preciosa mujer, se aproxima más contra ella. —Mi único amor verdadero.

Se besan al momento, anhelando los labios de la otra. En ese pasillo oscuro no había nadie que les viera, y si ese fuera el caso, está vez no importaba. Ambas se querían, y con eso lo tenían todo.

—Podemos continuar lo que dejamos pendiente en mi habitación hace un rato —le sonríe Leonora contra sus labios.

—¿Aquí? ¿Ahora? —cuestiona. Se asoma en el pasillo, y aún no había nadie a la vista.

—¿Por qué no?

Mordred se ríe, «Su tan hermosa y descarada novia». —Convénceme.

—Sabes que siempre lo hago, mi tan preciada Mordred.



   Esa noche cuando Mordred se fue a dormir, lo hizo con un solo objetivo.

El bosque permanecía oscurecido, seco y sin vida. Caminó descalza sobre la tierra enegrecida de aquel lugar, pues sabía que su némesis la estaba esperando.

Cuando lo vió, está vez no estaba escondiéndose bajo esa apariencia de Tedros, él se revelaba tal cual era, el chico de ojos violetas y cabello negro. Lo encontró afilando su cuchillo oxidado con una piedra caliza, se detuvo cuando le vió en el bosque.

Él se giró, —Sabía que volverías —dijo con ese tono irónico, parecía usual en él.

—Sabía que me esperarías —le responde Mordred avanzando un único paso.

—¿Y ahora que sucede, Mordred? —el chico sonríe, como si tramara algo cruel y tramposo, abarca unos cuantos pasos hasta ella.

—Me matas una y otra vez hasta que despierto —le dice ella.

El joven resopla una risa, había algo en él que le inquietaba, un extraño parecido que se le hacía familiar.

—Me dijeron que eras astuta —menciona, se inclina para guardar su cuchillo en la bota.

—No mentían, entonces.

—¿Eso crees? —el chico se lanza contra ella, le aprisiona el cuello entre sus manos, intentando ahorcarla.

Mordred se dejá, le sonríe al chico, sin evitar separarse.

—¿Por qué estás sonriendo? —se molesta al instante, ejerciendo más fuerza en sus manos.

—Porque te dije que no mentían —otra Mordred apareció tras él. Aquella, su versión más oscura en la vida real y sus pesadillas, la única que se revelaba con la magía negra, quién había torturado a héroes y villanos en el mismo bosque azul.

Levantó a excalibur del mal, la nueva espada mejorada. Y la empuñó contra su némesis, atravesandole la garganta desde atrás. El chico soltó un gorgoteo, cayó de rodillas y se ahogó con su propia sangre. Se arañó la garganta, intentando evitar desangrarse, pero el corte era inevitable.

—Esto no terminará hasta que uno de los dos esté muerto —dice Mordred, antes de volver a alzar la espada y cortar la cabeza de su enemigo en un solo tajo.

Ambas se miraron, una Mordred vestida de blanco y la otra completamente oscurecida. Princesa o villana ¿Quién era al final del cuento?











Continuará...










Fin del primer año
en la Escuela del Bien y el Mal.








Hola a todos preciosa gente, bienvenidos a otra actualización. Lo prometido es deuda.

Me encantó escribir todo este capitulo, sin duda fue unos de mis favoritos. Hay tantos momentos hermosos.

¿Cuál es su opinión de las escenas entre Lesso y Mordred? ¿Les gustó su escena +18? ¿O me falta estilo?

Cómo ya se habrán dado cuenta, fue el capítulo final de la primera parte, pero no sé me pongan tristes, pues se viene una segunda parte. La cual será publicada en este mismo libro, así que pueden empezar a hacer sus teorías de la segunda parte.

Me gustaría enviarle mis agradecimientos a la fantástica editora -blccdy- quién realizó esta preciosa portada para la historia. Le quedó espectacular, tiene mi cariño eterno. ❤️

¿Qué opinan de la historia hasta ahora?

Siempre es un gran honor ser leída por ustedes, soy tan feliz leyendo sus hermosos comentarios y viendo que apoyan esta la historia con sus bellos votos.

Muchas gracias a todos por haber recorrido este caminó conmigo, algunos lectores estuvieron al principio, y otros se fueron uniendo en el camino. A todos les agradezco, de verdad, les envío mi infinito cariño y buenos deseos.

Estén pendientes a la próxima actualización, les envío muchos besos de nuestra decana favorita. 🩷😘

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