12. La favorita de la decana Lesso.
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La segunda clase a la semana de Maldiciones, le tocaba después de Talentos Especiales. Lesso ya estaba en su salón esperando a que los alumnos ingresarán. Mordred se detuvo en el marco, un miedo creció en ella. «¿De verdad se atrevería a enfrentarla, después de lo de ayer? Y además, ¿Qué más podría hacer? ¿Huir cómo una cobarde». La mirada de la profesora se gira hasta la puerta, se encuentra con ella e inmediatamente se hace más fría que su mismo salón.
—A un lado, estorbas en la entrada —replica Hester tras ella.
El rugido de Sombra, le responde. Mordred llevaba al dragón posicionado en su hombro, aún era demasiado pequeño. «Era muy tarde para huir». Evita la mirada de Lesso y se adentra en el salón tomando su usual asiento, baja a Sombra hasta el pupitre.
—Para matar se requiere del mal más puro —empieza a decir la profesora, cuándo todos están en sus asientos.
«Algo así no puede suceder, demonios Mordred. ¿Por qué tenías que hacer algo como eso?». Recordaba las palabras de Lesso, se le habían grabado de manera detestable en la memoria. Por ello, evitaba mirarle. No tenía valor para hacerlo. «¿Por qué había sido tan débil y estúpida, anoche?».
—Los mejores villanos son demasiado creativos en su forma de vencer al enemigo —sigue la profesora. —En el cuento de Callis y Vanesa, ¿Quién es el mal más puro?
Lesso inicia de nuevo con eso usual de pasear entre los pupitres, mientras contaba. —Había una vez una joven llamada Vanessa que amaba a un chico llamado Stefan, pero él no la amaba —casi hacía un énfasis en esas últimas palabras. «Cómo si le recordara a lo de ayer». —Callis era una bruja que huyó de la escuela del mal y se escondió en el bosque lejano, un lugar llamado Gavaldon. Allí, la bruja se ganaba la vida haciendo remedios para los humanos comunes. Un día Vanessa le pidió una poción de amor para enamorar a Stefan —continúo. Pasó cerca de Mordred, pero ella no reaccionó. «No quería que la decana pensara que seguía sintiendo algo por ella, o lo que sea que había sentido la noche anterior para atreverse a besarla». —Vanessa no escuchó la advertencia de la bruja, sobre la magía oscura del amor —menciona la profesora. —De su unión tuvo a dos gemelos, pero estos murieron. Cuando Vanessa buscó a Callis para una poción de fertilidad, la joven logró su cometido. Concibió a dos niñas, gemelas. Una de cabello tan rubio como el sol, la otra de cabello tan oscuro como las alas de un cuervo. Vanessa negó a su hija, la menos hermosa, aquella de cabello oscuro. La rechazó y la abandonó en el bosque, dejándola a su suerte. Pero en su lugar, Callis la encontró y la crío como una hija propia, llamándola Ágatha. Vanessa se quedó con la niña más hermosa, luego para morir sola, dejando a su hija Sophie.
Lesso termina la historia. —Ahora, respondan. ¿Dot, quién fue el mal más puro dentro de este cuento?
—¿Callis era la bruja, no? —le dice con otra pregunta.
—Pero Callis salvó a la niña —interviene Hort en la charla.
—Callis era una villana, estuvo en la escuela del mal —defiende su punto Dot.
—Mordred, responde a mí pregunta —dice Lesso en voz alta. Sonaba molesta, sí. Pero se mantuvo a raya, ignorando lo que había pasado entre ellas ayer.
—El mal más puro de todo el cuento fue Stefan —dice Mordred, y está vez alza la vista sin hacerse pequeña. —He escuchado ese cuento, Stefan tenía otra mujer llamada Honora. Por eso Vanessa pidió la poción, pero aún así para que la magia del amor funcione siempre debe haber una emoción.
—Fue Vanessa quién uso la magia a su favor —se mete en su respuesta Hester.
—Aun así —Mordred intenta argumentar. —Si Stefan era tan bueno y la víctima, ¿Porque se acostó con Vanessa dos veces para poder crear cuatro hijos? —una discordia se había sembrado en su interior, empezando por una chispa. —Si Stefan hubiera sido tan puro de corazón como suponen, ¿Porque estuvo con Vanessa aún queriendo a Honora? ¿No sé supone que el verdadero amor vence a la maldad? —terminó de decir, cuándo todos le vieron. «Bueno, quizá se había exaltado de más con su respuesta».
—Hubiese sido una respuesta casi perfecta —le dice Lesso en tono seco. —Sin embargo, es incorrecta.
Mordred queda aturdida, Lesso se mueve tras su silla. —Hester, tu turno —escucha.
—El mal más puro fue Vanessa.
—Correcto —la profesora Lesso le sonríe a Hester, poniendo una calcomanía de verruga en su mano.
Mordred se cruza de brazos, recargandose en el respaldo de su silla. Ignora era punzada de enojo.
—¿Un poco celosa? —sisea Hester cerca de su oído. Extiende la mano presumiendo su estúpida verruga.
Mordred la ignora.
—Debido a qué la gran prueba está a pocos días, es hora de que dejemos la teoría del asesinato y la emplementatemos a la práctica. Pónganse en pie —Lesso indica con un gesto de su dedo. —Nuevo desafío, práctica de asesinato.
—¡Finalmente! —exclama Hester. Al parecer le emocionaba más que de costumbre.
El resto de los alumnos se levanta de sus asientos. Mordred se pone a Sombra en el hombro, siente como las garras del dragón se le encajan, pero sin hacerle daño.
La magia púrpura de Lesso se enciende y abarca entre los pupitres del salón, empujándolos a un lado y haciendo espació en el salón. Esta vez Lesso aplaca su severidad y sonríe. —Quien maté de la manera más cruel gana.
Con un chasqueo de sus dedos, una chica aparece en medio del salón. Tenía un vestido pomposo igual que al de una princesa. Ella estaba encerrada en lo que parecía una habitación invisible, con una única puerta a la vista. La princesa intenta abrir la puerta, pero no lo consigue. —Por favor, ¿Pueden ayudarme? —pregunta.
Dejando a un lado su historia con Lady Lesso, Mordred se sorprendió del alcance de la magia de la decana, pues estaba segura de que la princesita en medio del salón, era una ilusión tan realista.
—¿Quién desea ser el primero? —Lesso pregunta, encantada.
Instantáneamente una multitud de manos se alzan. El resto de la clase parecía estar muy ansiosos de ser voluntarios. Mordred permaneció cruzada de brazos, ciertamente no quería ser la primera en asesinar.
Primero, Mona intentó envenenarla con un labial. Luego, Hester hizo que la princesita explotará en pedazos al tomar su globo. Cada vez que moría una princesa, Lesso le reemplazaba con otra en un chasquido. Después de que Anadil asesinara a la última con un ramo de flores carnívoras, Lesso preguntó —¿Quién sigue? —la profesora, se acercó a ella especialmente disgustada. —Ah, sí —dijo con una denotada indiferencia. —Tú.
Mordred se puso nerviosa, era su turno. Tomó a Sombra de su hombro y lo dejó en un pupitre cerca. El dragón hizo un bramido de apoyo para ella. La clase se puso en silencio y le miraron expectante.
La princesa estaba tras la puerta, Mordred se acercó a tocarla con suavidad. «¿De verdad debía matarla? ¿Qué manera sería la más cruel?».
La princesita abrió la puerta, pero la princesa que creyó que sería, no estaba ante sus ojos. En su lugar, Mordred se vió a sí misma. Su cabello era más largo, peinado en ondas negras. Su vestido era hermoso, con joyas incrustadas, poseía una corona negra.
—Hola —la otra Mordred le sonrió, vió un destello de malicia en ella.
Mordred se giró para ver a Lesso, quién sonreía. Lo había hecho a propósito... «Matar. Tenía que matarse así misma».
Avanzó, pasando el umbral. Se vió con más detenimiento, de verdad que era una replica casi exacta, a diferencia de que esa Mordred no lucía como una princesa. No, ella lucía más villana que en la vida real.
—¿De verdad vas a matarte? ¿A ti misma? —dijo la ilusión, incluso su voz sonaba más quisquillosa que de costumbre. Se pulió las uñas con presunción. —¿Harás lo que tu enemigo hace contigo cada noche? ¿Serás tan despiadada cómo él?
La ilusión no pierde valor, avanza. —Sabes exactamente lo que debes hacer. Sabes cómo debes matarme para ganar este insignificante desafío —le dice, acercándose. —Haz que tu madre se sienta orgullosa —hace un tono de cariño fingido.
«¿Por qué no le había tocado una princesita gentil cómo a los demás? ¿Por qué le había tocado enfrentarse a la versión más oscura y maligna de ella misma?».
¿Está era la venganza de Lesso por lo del beso?
—No lo pienses mucho —aquella Mordred le toma la mano, su tacto se siente extrañamente real, aunque frío y vacío. —Conviertete en él, crea una espada —sonríe con malicia. —Haz tu pesadilla realidad. Gana el desafío, y sé la mejor —le insiste con más pretención.
«¿Los demás escucharían lo que su más malvada versión le decía? ¿De verdad estaba preparada para... Asesinar?
Mordred empuja a la ilusión, empezando a molestarse. —Eres un juego —le mira a los ojos, dónde estos eran más oscuros que los verdaderos. —Y no planeó jugar contigo.
Ella se da la vuelta, pasando el umbral. «No lo haría. No cuando Lesso le obligaba tan descaradamente a matarse a sí misma».
—¿El primer aplazo, Mordred? —la profesora sonríe. —Pareces haber perdido la motivación.
—No voy a matarme a mi misma —le replica, saliendo de la habitación invisible.
—¿No tienes el suficiente valor? —inquiere Lesso, acercándose a su lugar. —¿No tienes el valor para matarte a ti misma? Entonces, ¿Cómo tendrías el valor para matar a alguien? Si no eres capaz de matar a nadie —esta vez las palabras de la profesora se había vuelto más ásperas, crueles— solo eres un intento de villana, y una suma decepción.
«¿Cuándo se había vuelto tan cruel con ella? ¿Está era la verdadera Lesso? ¿Le odiaria por siempre? ¿De verdad la odiaba tanto para decir ese tipo de cosas?». En su lugar, Mordred encontró valor y rencor para responderle.
—Puede reprobarme sí lo desea —se aproxima con decisión. —Pero que sea por lo que pasó dentro de está clase y no lo que sucedió fuera de ella.
Lesso sabía perfectamente a qué se refería, por ello le miró con desdén de pies a cabeza. Mordred no esperó una respuesta de la profesora, se abrió espacio entre los alumnos. Parecían muy entretenidos con lo que tenían que decirse ella y la decana.
Estaba lista para llevarse su dragón e irse de esa maldita clase, cuando una idea volcó su mente. Una idea que le haría ganar el desafío...
Mordred se giró, el resto de la clase le veía. Encendió su dedo con el revoltijo de emociones que sentía en ese momento. Cerró los ojos imaginando el mismo hechizo de Lesso, con la oscuridad de su magia transformó a la ilusión. Abrió los ojos para cambiarla a cómo quería...
La clase hizo sonidos de sorpresa, la ilusión había vuelto a ser una princesa. Pero una princesa extraña, de cabello en rizos pelirrojos, llevaba un vestido verde esmeralda. Mordred sonrió cuando vió la expresión de Lesso, cuando vió que la profesora reconocía a la princesa.
Era una versión de Lady Lesso, si hubiera ido a la escuela del bien y si fuese adolescente. Lucía joven, hermosa e inocente. Mordred hizo un hechizo para que del suelo congelado brotarán hermosas flores, rosas rojas, radiantes. Perfumaron el salón con exquisitez, eran rosas que no poseían espinas.
—¿Qué está haciendo? —pregunta en general un chico llamado Vex. Alguien le calla en respuesta.
Mordred se encaminó a la habitación, no sin antes agacharse para tomar una rosa del suelo. La arrancó sin sentir pena, se adentró a la habitación invisible.
La princesa Lesso le miró y sonrió. —¿Quién eres?
—Soy tu amor verdadero —Mordred se le aproxima, le tiende la rosa.
La princesa piensa un segundo, luego decide aceptar su presente. —¿De verdad eres mi amor verdadero? —pregunta. Alza su rosa para capturar su aroma con delicadeza.
—Lo soy —Mordred le tiende la mano con lentitud. Debía ganarse la confianza de la princesa. Ella le toma con su mano libre. —¿Sabes lo que significa encontrar a tu amor verdadero?
—¿Qué?
—Consigues tu final feliz —Mordred se le acerca. Toma con más precisión la mano de la joven princesa. —¿Quieres saber cómo puedes obtener tu final feliz?
—¿Cómo? —la princesa le daba toda su atención.
«Cuándo Mordred empezaba a sentir odio, su corazón ardía. Era como un poder especial de villana, lo sentía hervir en sus venas». —Debes recibir el beso de tu amor verdadero —responde. Alza una mano para tomar uno de sus rizos color fuego, se sentían casi reales.
La princesa se sonrojó, miró tímida hacia abajo. —¿Si te beso? ¿Seré feliz por siempre?
—Sí, feliz para siempre —le mintió Mordred con una sonrisa. «Lesso tenía razón, se le daba mejor mentir». Se le daba mucho mejor hacer el mal.
La princesa asintió entonces. —Sí. Quiero ser feliz por siempre —le tomó de los brazos.
Mordred se le acercó posando sus labios juntos. Cuando los labios de la bruja tocaron los de la princesa, estos últimos se enegrecieron.
La princesa retrocedió asustada, tocándose los labios. Pronto, grietas oscuras empezaron a recorrer su rostro, se expandieron bajo su cuello transformando la piel de la princesa a una más enferma, pálida y verdosa.
—Tu... —la princesa empieza a hablar. Un horror indescriptible cruzó sus ojos cuando le vió. —Me traicionaste, mentiste... —dijo. Cayó de rodillas, su vida se iba deteriorando así como su belleza y toda ella.
Sus besos está vez no habían sido comunes y débiles, como la noche anterior. Está vez su beso había sido tan maligno que había infectado a una princesa con enfermedad y muerte.
Mordred sabía cómo debía terminar aquello, cómo obtendría la muerte más cruel. La oscuridad de su dedos, está vez fue a otro nivel, sintió su magía hacerse más fuerte. Su mano se enegrecio completamente, de nuevo ese instinto le decía que hacer...
Mordred adentro su mano, abriendo el pecho de la princesa. Sintió a sus uñas desgarrar la carne de la joven, romper huesos hasta llegar a su corazón. Alcanzó su órgano y lo arrancó del pecho en un tirón.
La sangre le había alcanzado hasta el brazo, sentía el palpitar del corazon de la princesa en su mano. Finalmente, Mordred lo soltó, con sus dedos temblando.
De nuevo ese olor a sangre... «De verdad lo había hecho».
La ilusión de la princesa se deshizo, el corazón ensangrentado también. La oscuridad en su mano desapareció, así como el resto de sus rosas. Mordred se giró para ver el resto de la clase, permanecían callados. Lesso estaba furiosa, demasiado. Aún así, no dijo nada cuando la calificación estalló en llamas rojas sobre la cabeza de Mordred. De nuevo, siendo la número uno.
Tomó a su dragón y se fue de la clase antes de que terminara.
Mordred se había adelantado al almuerzo, les quitó una linda mesa con sillas a los siempres, amenazandolos con hechizarlos. Los heroes se alejaron, cediendo. «¿Desde cuándo se había vuelto tan maligna?».
Los villanos ya no comían con los siempres, solo en el comedor del mal. Sin embargo, venían todo el tiempo a la misma hora para que nadie de la escuela del bien sospechara aún de su trampa.
Se sentó en la misma mesa. Hoy hacía viento, ni feroz o tranquilo, sino exacto. El dragón había quemado un pedazo de pasto con fuego púrpura bajo la mesa, lo mordía o se lo intentaba comer. Alejó la concentración de Sombra para ver hacía los siempres. Con todo lo que había pasado últimamente había olvidado lo que Tedros le había dicho la última vez, «¿Pero a quien le importaba Tedros, cuándo todo parecía irle mal?»
A algunos alumnos del bien se empezaban notar enfermizos. Las princesas lucían sus cabellos opacos, no había tantas sonrisas en sus labios resecos. «Ni sí quiera podía ver princesas reales, sin pensar en...».
Se olvidó mejor esa escena. «Ella arranndole el corazón a una inocente». Mordred se frotó la mano con dureza, aunque se había lavado las manos muchas veces después de salir de la clase, aún sentía la sangre de la princesa en su mano. «Se había comportado peor que su enemigo en las pesadillas».
Le dió más atención a los príncipes, se les veía debilitados y cansados. Toda la escuela del bien comía menos últimamente. El hechizo no había desaparecido, y nada había cambiado. Para su suerte, aún nadie sospechaba de la verdadera razón. «Todavía».
—Hey, ¿Qué te pasó? —escuchó tras ella a Ravan. Se le acercó dándole palmaditas en la espalda. —Todos están hablando de tu pelea con Lesso en clase.
—Qué me importa lo que todos hablen —dice Mordred. Su enfado no se había apaciguado.
—Pero hablan más de lo despiadada que fuiste con aquella princesa —Hort se le acerca, se sienta a su lado.
Hester aparece, se sostenía con Anadil del brazo, como amigas. O eso querían aparentar. —Parece que tú buena racha empieza a llegar a su límite —dice Hester, se sienta en una silla.
—¿Qué tratas de decir?
—Digo, que parecías ser la bruja preferida de todos aquí, la mejor villana —continúa Hester. —Parecías ser la favorita de la decana Lesso, o al menos todos creíamos eso. Pero empiezas a flaquear. Después de como la profesora te humilló en clase, no creo que permanezcas así con tu tan buena suerte.
«No estaba de humor para aguantar la ironía de Hester». Se gira, para responderle a esa maldita...
—Mejor deberíamos hablar de otra cosa —interviene Dot, presintiendo lo que sucedería.
—¿Por qué? Estamos hablando de Mordred, a ella le encanta ser la protagonista en el cuento de todos, ¿No es así? —sigue diciendo Hester. —Es cómo si Lesso te odiara, sabes. Cómo... —finge pensarlo, y luego sonríe. —Como sí algo malo hubiese sucedido contigo y la decana. Ayer.
«Demasiado específico para ser coincidencia», Mordred no se confío en absoluto de Hester. Desconocía su propósito, pero algo era bastante claro. Hester la había visto besarse con Lady Lesso aquella noche. Y planeaba usar esa información a su propio beneficio.
He aquí doble actualización.
Por favor, no me odien por lo de Lesso y Mordred, ¿Qué es eso qué dicen del amor?
Ah sí... Que es más fuerte cuando existen dificultades.
Sean pacientes. Nos vemos en la próxima actualización. Muchos besos de Lesso para ustedes. 🩷
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