22. La escuela del nuevo mal.
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❝ Amor mío, me haces mal al rechazarme descortésmente, pues te he amado bien y durante tanto tiempo al deleitarme en tu compañía. ❞
━━━Karliene (Greensleeves).
EN LA GALERÍA del bien se guardaban los grandes triunfos de los príncipes y princesas en las historias de cuentos de hadas, cosas como estatuas y retratos de cada historia épica. También había una mesa de reuniones, la cuál permitía a los profesores discutir asuntos con respecto a la escuela.
—Así es como lo ha ordenado. El director desea reemplazar a August lo más pronto posible —dice Dovey.
—Debemos buscar a Sader —insiste la profesora Anémone. —Él no desaparecería de la nada, no por su voluntad.
—¿Qué insinúas, princesa? —replica Lesso. «Esta discusión le empezaba a dar dolor de cabeza».
—Qué en vez de contratar a cualquier otro profesor, deberíamos continuar la búsqueda de Sader —menciona con firmeza, y algunos profesores del bien están de acuerdo con ella.
—El director ha dado sus órdenes, debemos seguirlas —expresa Dovey. —Esto tampoco me gusta, Emma, pero no podemos desafiarlo. Ni si quiera nosotras como decanas —le señala.
—¿Y entonces qué? ¿Lo olvidamos? August no solo es nuestro colega, también es nuestro amigo —insiste la princesa Uma. —Yo apoyo la idea de la búsqueda.
Algunos profesores del mal, se consideran la idea de brindar su apoyo. Apenas Manley se iba a meter, cuando Lesso le lanza un vistazo de advertencia de que no hiciera estupideces.
Lady Lesso estaba empezando a estresarse por las discusiones. —Suficiente —los hace callar a todos. —El director dijo explícitamente que nos mantengamos lejos del asunto de Sader y que nos enfoquemos en los nuevos estudiantes. Ese es nuestro deber como profesorado —deja muy en claro.
Algunos profesores se desaniman, pero la princesa Uma y Anémone parecían muy dispuestas a discutir la búsqueda.
—Aunque yo estaría de acuerdo con su plan de búsqueda por Augusto, el director ha dado sus indicaciones y no se dira más del asunto —dice la decana del mal. —Hasta entonces deben prepararse, mañana temprano empezarán a llegar los alumnos.
—Y también está el tema de la profesora Shebba Sheeks, quién estará ausente pues aún no se recupera de su desafortunado accidente —saca a relucir Dovey.
—Necesitamos a alguien del mal que cubra su clase —se le une Lesso, —Y ya que nadie es voluntario, tomaré la responsabilidad de la clase de Talentos Especiales. Solo hasta que Sheeks regrese.
—¿No es mucha carga para ti? —le pregunta Dovey, —Son las clases del primer y segundo año.
—Las uniré para no perder tiempo —Lesso explica. —Así los alumnos nuevos aprenderán de los mayores.
—Esta decidido —confirma Dovey. —¿Alguien más desea discutir otro tema?
Uma y Anémone se miran entre ellas, pero en su lugar ninguna dice nada. Mucho mejor así. «Aunque parecían tramar algo en secreto».
—Se da por concluida está reunión —Lesso informa, toma su bastón y se levanta del asiento. El resto de los profesores le sigue, haciendo chirriar a las sillas escandalosamente.
—Lady Lesso —hace mención Dovey, evitándole que se retire. —¿Me acompañarías a tomar el té?
«Clarissa quería discutir algo privado, al parecer». —Bien, adelante —le concede la decana.
Esperan a que el resto de los profesores se dirijan a sus rumbos, antes de comenzar a hablar. —¿Él te ha comentado que Evelyn Sader podría volver?
Leonora siente un inmenso fastidio apenas Dovey menciona el nombre de esa mujer. —Si viene a tomar el lugar de Augusto, ningún alumno estará a salvó en esta escuela —es lo único que dice.
—¿Crees que ella sea peor ahora? No la hemos visto desde ya sabes... —comenta Dovey. —Ella era tan...
—Vengativa, egoísta y manipuladora —termina la descripción por Clarissa. —La serpiente aunque cambie de piel, serpiente se queda —«Evelyn Sader no era un tema del que le gustará discutir». —¿Me trajiste aquí solo para hablar de ella?
Se detienen en la puerta de la oficina dorada del bien, Dovey la abre con su magía. —Vamos, tenemos muchas cosas las cuáles discutir como viejas amigas —le invita a pasar. —¿Qué tipo de té es de tu agrado?
—Frambuesa —Lesso pasa a la luminosa habitación de Dovey,
—Bien, también tengo galletas —Dovey cierra la puerta y le encamina a su mesita de té, hace aparecer tacitas, azúcar y una tetera preparada.
—¿De qué va todo ésto, princesa? —inquiere Lesso, recarga su bastón en la silla y se sienta cuidadosamente.
—Solo quiero tomar té con mi antigua amiga —Dovey hace que la tetera les sirva a ambas.
—¿Solo eso? —pregunta ella.
—¿Qué insinúas? —se ofende un poco Clarissa.
—Insinuó que quieres hablar conmigo de algo que te inquieta en estos momentos —hace la observación Lesso. —E intentas aligerar el tema, ofreciendome este teatro del té.
—Nunca te diviertes, Lesso —le extiende el plato de las galletas.
—Me divierto mucho —la decana del mal sonríe y toma una, acordándose de su joven y hermosa bruja. —Cuando así lo quiero.
—Ya que me has descubierto —Clarissa dice—, nunca te felicité por tu victoria. El mal finalmente ganó después de muchos años, debes estar orgullosa.
—Mis alumnos serán los mejores de ahora en adelante.
—Sí, tuvieron un poco de suerte el último año —Dovey toma el tazón de azúcar y le ofrece algunos terrones.
Lesso le rechaza, había empezado a tomarlo así desde... «Su Mordred quien era como la primavera, tan joven e inquieta». —No estamos aquí para que me dieras tus felicitaciones —dice a Clarissa. —Me has traído aquí por otro motivo, así que habla ya.
—Nunca eres sutil, Lesso —le regaña, aunque no dura mucho aquello. —Yo no abandonaré a Sader, así que haré que Emma y la princesa Uma me ayuden. Voy a buscarlo en secreto.
—Él dijo...
—Sé exactamente lo que él dijo —replica Dovey. —Y dudo de su criterio en esta situación, por eso requiero tu apoyo Lesso.
La decana del mal bebe un sorbo de su té, retrasando la respuesta. —Te ayudaré en lo que pueda —acepta, «Porque no iba a dejar sola a Clarissa en esto».
—Lesso, ¿Tú crees que él pudo haberlo desaparecido? —cuestiona Dovey muy cautelosa.
«Se refería al director de la escuela». Al parecer ambas sospechaban. —No hagas ese tipo de preguntas en voz alta —le advierte Lesso. —No sé nada sobre eso, así que no puedo especular.
—No, tu siempre eres tan recta, ¿No es así?
—Por supuesto, ¿Eso es todo? —deja su té en la mesa.
Clarissa se pone nerviosa, sosteniendo los bordes de su taza, pensado en algo más que decirle. —Si ayudarás con la búsqueda de Sader, debes saber una cosa —duda un poco. —Algo que no quería mencionar frente a todos en la galería, ya que involucra a tu alumna, Mordred de Avalón.
Lesso detiene su acción, mirando a Clarissa. —¿Por qué involucraría a una de mis alumnas? —finge que no existe relación entre ellas. «Mordred era su secreto, su pasión oculta».
—Ella fue la última persona que vió a Sader.
—¿Ésto es verdad? ¿Y por qué sería una sospechosa? —intenta mantenerse neutral, no podía salir a defender su joven amante, no frente a Clarissa.
Dovey aproxima su silla, arrastrándola para platicar más de cerca, como si no quisiera que ningún intruso escuchará la conversación. —La noche del Circo de Talentos, Sader fue a ver a Mordred —empieza a contar. —Él fue a pedirle permiso para poner su capa de la gran prueba en la galería de cuentos, pero... Sader nunca volvió.
Lesso se ríe por la suposición. —¿Y crees que Mordred lo hizo desaparecer? Ella apenas es una cría.
—¿Y por qué no? Ella está tan... malvada —sentencia Dovey. —Lesso, tu misma viste como los niños salían llorando de la gran prueba. Ella los torturó, los maldijo, arruinó sus vidas y los hizo sufrir.
—Eso no prueba que ella lo hizo, está suposición es ridícula.
—La princesa Beatrix es repudiada por sus compañeros y familia, junto a todo el reino de Jaunt Jolie —empieza a hacer un recuento de sus víctimas. —Lady Gremlaine casí me come viva al no poder revertir la maldición que hace a su hijo Chaddick volverse un sapo. Y el futuro rey de Camelot, Tedros ahora es un príncipe solitario y criticado por las cicatrices en su rostro que no desaparecen ni con la magia más fuerte. Mordred es terrible y lo sabes.
—Mordred hizo lo que tenía que hacer para ganar —intentó excusar las acciones de la bruja, pero eran absolutamente ciertas. «Sabía que su amante podía ser despiadada, pero no le importaba».
—¿Por qué la proteges aún sabiendo lo que ha hecho?
—Ella es una verdadera villana, es mí ganadora y mí esperanza para que el mal permanezca en la cima de ahora en adelante en todas las batallas.
—¿Solo te importa ganar? ¿Qué hay de ella, de la chica? —le cuestiona Clarissa.
—¿Qué hay con ella?
—No debería llevar la carga que has puesto sobre sus hombros.
«¿Lo hacía? ¿Presionaba a Mordred para ser la mejor?». —No sabía que deseabas criticar mi trabajo, de ser así no me hubiese quedado —Lesso responde de forma severa, está apunto de tomar su bastón cuando Dovey le detiene.
—Solo escucha lo demás que tengo que decir antes de que te vayas —pide Clarissa. —No estoy culpando a Mordred de lo de Sader, solo hago la mención de que deberías estar al pendiente de ella, y preguntarle que paso después de que August habló con ella. Si no intervenimos, Mordred acabará como Evelyn Sader en sus gloriosos tiempos de escuela.
La decana del mal aparta su silla —Mordred no es y nunca será como ella. Yo me encargaré de eso —Lesso se levanta de su asiento sin poder escuchar más tonterías. —Por cierto, tu té estaba muy desabrido, Clarissa. Deberías hacer algo al respecto —menciona tomando su bastón para irse.
«Era increíble que Dovey hiciera tales acusaciones contra Mordred». Es decir, Lesso conocía a su chica, pero «¿Qué razones podría tener contra Sader para hacerle algo?». Y una pregunta más importante aún, «¿Por qué Mordred no le hizo mención de nada? Cuando al día siguiente tuvieron la más privada de las intimidades».
Cómo una profesional, no debía descartar aquella suposición, por más que intentara negarse a creer aquella teoría tan descabellada de Clarissa. Leonora sacó del bolsillo el papel donde se escribía con Mordred, no le había contestado debido a la reunión, pero ahora tenía una respuesta para ella.
SU NOVIA RESPONDIÓ hasta el día siguiente, con una nueva carta, con su pulcra y perfecta letra decía que hablarían cuando llegará a la escuela ese día, y que estaba feliz de verle pronto. Mordred no le respondió inmediatamente, estaba demasiado ocupada guardado sus cosas para llevarse a la escuela del mal, como libros e ingredientes de pociones.
Morgaus le vió de forma extraña, sospechando —¿A dónde irás tan temprano?
—Primero haré unas cosas con Sombra y después volveré por ésto para irme a la escuela —cierra el baúl.
—Claro, mantén ocultos más secretos—le acusa Morgaus, pero no dice más, a excepción de —Como sea, si no regresas, puedo enviar tus cosas a la escuela. Después de todo, la decana tiene excepciones contigo, ¿No es así?
Mordred no da ningún indicio de nada, sabía que su tía se daría cuenta, así que se asoma a la ventana de su habitación para dar un chiflido al exterior, invocando a su secuaz.
—Volveré, pero será algo tarde —afirma ella. Lancelot le había invitado a ir a Camelot hoy, Mordred había aceptado, pero tenía algo más planeado. «Quería saber el misterio de por qué Guinevere y Lancelot intentaban acercarse a ella y agradarle». Presentía que había motivos detrás de su repentina aparición.
Sombra atravesó las nubes del día, revoloteando en el cielo antes de descender, ella salió de la casa con la montura en manos para colocarsela. Su dragón se aproximó, dócil solo para ella, se dejó acariciar por su mano. Le ató las correas con firmeza y luego le palmeó el lomo escamoso para que se fuera, le permitió a su dragón volar lejos y estar alerta por si le llamaba.
Fue caminando hasta el refugio de Guinevere y Lancelot, después de la primera vez allí, había identificado el camino para llegar. Se estaban escondiendo en una choza entre las cuevas y el lago, para cuándo llegó vió a Guinevere despidiéndose de Lancelot por el viaje.
Mordred le esperó. «Había algo que no le convencía del todo entre esos dos, quizá era su intuición, pero no debía dejarlo pasar desapercibido».
—Cuídate allá, no te arriesgues —escucha decir a Guinevere con su amante.
—Estaré bien —asegura Lancelot. —Mantente a salvó tu también, Gwen —le toma el rostro a la antigua reina. —Te amo —se dan un beso.
Mordred aparta la mirada por incomodidad. «Al parecer eso era lo que se decían las parejas que llevaban algún tiempo juntas, empezó a preguntarse sí debía decirle eso a Lesso en algún momento.
Alcanza a escuchar las palabras que Guinevere le dice a Lancelot. —No te precipites, gana su confianza primero.
«¿De quién?».
—¿Lista para partir? —le pregunta Lancelot, acercándose.
La luz del sol es oscurecida por una abarcada sombra en el cielo, de entre las nubes dispersas aparece la criatura de la escuela, el estínfalo se guía hasta ella.
—¿Viene por ti?, no recordaba que hoy era el día —le dice Lancelot.
«Mentía». Y Mordred lo sabía.
Esperó a que el estínfalo se plantara frente a ella. La criatura aterrizó ante la bruja, inclinandose en una respetuosa reverencia. «Era su viejo amigo, el que le había llevado el año pasado». —Hoy no, —le dice al estínfalo —iré por mi cuenta.
La criatura le entiende y obedece al instante, retrocediendo para impulsarse en vuelo, regresa de dónde fue enviado.
—Los estínfalos te hace caso —menciona Lancelot tras ella. —Las princesas pueden comunicarse con los animales, pero nunca les ví entender a los estínfalos o a cualquier otra bestia.
«¿Porque Lancelot estaba intentando venderle esa idea de la princesa con tanta insistencia?». —Mientras que las princesas hablan con pequeños conejos y nobles ciervos, —dice Mordred— yo puedo comprender a las bestias consideradas extrañas y horribles, aquellas que causan pesadillas. Una bruja y una princesa no pueden ser lo mismo, así que sí vuelves a mencionar el término "princesa" una vez más, te juró que tendremos problemas —esboza una sonrisa, encendiendo su magía para invocar a su secuaz.
Lancelot permanece callado mirándole, poco después dice —No te pareces a Morgana, o a Arturo, eres... extraña.
—Todas las brujas lo son, ahora ¿Cuál es tu camino hacia Camelot? —Mordred desvía la conversación.
Lancelot da un vistazo a Avalón, ubicándose —Bueno, si vamos por ese camino llegaremos rápido a pie —señala al norte.
«Tipico de los héroes, querer tomar el camino largo». —¿Alguna vez has volado en dragón? —le pregunta al caballero.
—No, pocos pueden domarlos —se cubre la vista del sol, viendo como su bestia oscura se aproximaba.
—Lo harás ahora. Así llegaremos más rápido —el dragón desciende inmediatamente en un poderoso aterrizaje, haciendo temblar la tierra a sus pies.
Lancelot queda impactado con la criatura, Sombra había dejado de ser un dragón pequeño, ahora era más grande, astuto y temible. El secuaz desconfía al instante del extraño, pero Mordred lo apacigua.
—Usted primero, señor caballero —le señala Mordred a Lancelot. —¿O prefiere ser llevado entre sus garras? —Sombra suelta un rugido de que le gustaba más esa idea.
SOPHIE SE DESPERTÓ entre un lecho de rosas negras, rojas y azules. Ninguna de ellas portaba espinas, únicamente la delicadeza de sus pétalos y la firmeza de sus tallos, las cuales evitaron que se lastimara en su caída. Un castillo de enormes torres negras se posionaba frente al campo de rosas, se veía lujoso y mágicamente deslumbrante.
—¿Estás bien? —se le acerca un chico preguntándole. Le tiende la mano con amabilidad y una ligera sonrisa. «Era un chico lindo, a decir verdad». Sophie acepta y aquel joven le ayuda a levantarse.
—¿Tu nombre? —una chica de largo cabello chocolatoso se le acerca, tenía rociado brillos dorados sobre su pelo y piel, como su irradiara. Un pergamino mágico flotaba ante ella con una pluma. —¿Y de dónde eres?
—¿Eso es magia real? —le pregunta Sophie.
—No anotes eso —dice la chica a su pluma. —Nombre y lugar de origen.
—Dot, no le abrumes —menciona el chico, sonríe ligeramente para calmar a Sophie. —Creo que es una lectora.
—¿Una qué? —apenas se acuerda que el chico le sostenía la mano, Sophie se suelta, un poco ruborizada.
—Definitivamente lectora —sentencia la chica. —El año pasado no tuvimos a ninguno, y los años anteriores tampoco... Escribe que es del bosque lejano —le indica a su pluma.
—¡No! Yo vengo de Gavaldon —deja en claro ella. —Y mi nombre es Sophie
—Muy bien Sophie del Bosque Lejano, por allá está la entrada —le indica la chica, señala las rejas de plata diseñadas con dos cisnes: "Escuela del mal" decía en la inscripción de los portones.
—No, no... Esto debe ser un error —Sophie retrocede. «¿Una villana? Ella no era malvada». —Aggie, ¿Dónde está Agatha?
—¿Quién es Agatha? —viene a entrometerse en su plática otro chico. —Tengo hambre y esto es tan aburrido, no tengo idea de por qué Lesso nos puso a hacer esto —se queja ante sus amigos, ignorando a Sophie.
—Porque somos los líderes, Ravan —le regaña la chica, —¿Estás anotando a todos los villanos?
—Tu eres quien tiene la pluma y el pergamino, ¿No?
—Es increíble que solo te hagas el tonto —le acusa la chica Dot.
—Ya basta, no peleen más. Lo hicieron todas las vacaciones —interfiere el joven que le ayudó. —Y también asustan a la lectora.
—A mi nadie me asusta, ¿Y dónde está mi amiga Agatha? —exige saber Sophie.
La chica le da un vistazo rápido a su pergamino, —No ha venido ninguna Agatha aquí —le informa.
—Ella vino conmigo. Esa fea bestia huesuda nos trajo a ambas —intenta explicar. —Ella viste de negro siempre, y su mamá es una bruja.
—Si no está en mi lista, quiere decir que no está aquí. Debe ser una siempre —comenta, le da la espalda para continuar anotando a los demás.
—No —dice Sophie, alcanzandola. —Ésto es un error, yo soy buena, debo ir a la escuela del bien —insiste. —Si Agatha está allá, llevenme con ella.
Los chicos se ríen entre ellos. —Nadie quiere ir a esa asquerosa escuela —menciona el tal Ravan, finalmente le ve con atención.
—Sí, pues nadie quiere ser un villano —lo enfrenta Sophie. —Quiero ser una princesa.
—¿Con que una princesa, eh? —el rostro de Ravan se enfada y sus ojos se tornan rojizos, se le acerca para intimidarla. —Ese asqueroso vestido rosa debió haber dado algún indicio, ¿Sabes lo que le hacemos a los siempres?
Sophie retrocede, se veía que al chico no le agradaba mucho.
—Ya basta, deja de molestar a la lectora —sale a defenderla aquel que le ayudó desde el inicio. Se interpone entre ellos. —Mejor hagamos lo que nos pidió Lesso.
—De cualquier forma no iba a hacerle nada, Hort —el malvado villano se da por vencido, sonriendo para pasar desapercibido el problema. —Solo estoy esperando a Mordred, pero nuestra querida reina no aparece y me muero del aburrimiento —le da un último vistazo a Sophie. —Mejor iré a la cocina por algo que comer.
—Ven Sophie —le dice Hort, el único tipo decente en ese lugar, al parecer. —Te llevaré hasta el vestíbulo, antes de que te metas en más problemas.
Sophie camina junto a él. En la entrada, lobos en dos patas vigilaban a los alumnos y los regañaban. «Ella jamás en su vida había visto un lobo hablar». En el extenso pasillo de la entrada, una bola de chicos se amontonaban por tener la atención de algo o alguien.
—¿Qué sucede allí? —le pregunta Sophie.
—Solo es Mona y sus admiradores —Hort le ve, él lucía como un chico gótico, vestía ropas negras, pulseras y anillos que le daban estilo. —Es la diseñadora más famosa de todos los reinos.
Sophie era la única que vestía de rosa, por ello se hacía notar entre todos, la gente le veía con cierto desagrado. «¿Por qué odiaban tanto el rosa y el resto de los colores?».
—Hort el fortachon —les llama un par de chicos. Se acercan para saludar.
Hort se voltea y les sonríe, —Brone, Vex. Hola a ustedes también.
Los chicos hacen ese saludo varonil de apretarse las manos y palmearse el hombro. —Escuchamos que te fuiste a Nottingham, ¿Qué tal es todo por allá? —le pregunta el chico de cabello rubio, tenía orejas puntiagudas como las de un elfo.
—Es un reino muy diferente, pero que hay de ustedes, ¿Cómo están? —responde.
—¿Y ella quien es? —le señala con la mirada el otro chico.
—Ella es Sophie, es una estudiante nueva —presenta Hort.
La mirada de los chicos recorre su vestido rosa, como si fuera lo más horroroso que pudiera vestir alguien. —Una siempre —le dice sin mucho afán el chico elfo.
Sophie se cruza de brazos incómoda, intenta adentrarse a la conversación —¿Por qué te dicen fortachon? —le pregunta a Hort. «Ciertamente era un tipo delgado».
Los chicos se ríen al instante, le palmean la espalda a Hort de juego —Este tipo se vuelve un fortachon musculoso en su piel de lobo —imitan una pose mostrando dramáticamente sus musculos.
—Que no te engañe esa apariencia de flachucho —dice el chico elfo. —Guarda a un temible lobo feroz adentro, ¿No, es así amigo?
—¡Hort! —el llamado de su nombre es preciso y sonoro, una mujer le busca.
—La decana te habla —dice uno de los chicos.
—Los veo después, chicos —se despide Hort. —¿Me acompañas con la decana? —le pregunta a Sophie.
«Decana». Ella debía ser la encargada de la escuela y seguramente ella le ayudaría a encontrar a Agatha. Va junto a Hort al final del pasillo, entrando al vestíbulo dónde algunos alumnos platicaban y se saludaban con sus conocidos.
Se acercaron a un mujer alta y peliroja, poseía un extraño poder que intimidaba a la gente con su presencia. La mirada de ella era fría y evaluadora cuando les vió acercarse.
—¿Si, profesora?
—Usted puede ayudarme —le interrumpe Sophie, acercándose a la mujer.
La decana evita su movimiento, alzando su bastón contra ella. —Atrás, niña —le empuja con la punta. —Hort, —vuelve a llamar, ignorandola. —¿Ya ha llegado Mordred?
—Aún no —responde él.
La decana se molesta, y baja su bastón. —Cuando llegué, avísame enseguida.
Apuntó de marcharse, Sophie le detiene —Debe ayudarme, esto es un error. Yo no soy una villana.
La mujer se para, dándole un vistazo con desdén al notar su vestido rosa. —Hort, dame la introducción —indica.
—Emm sí. Ella es Sophie, la nueva y es una lectora del bosque lejano —explica Hort. —Está buscando a su amiga.
—Los siempres no están permitidos en esta escuela —la decana le hace un gesto para que se vaya. Como si fuera un perrito perdido.
—Profesora, ella fue traída por un estínfalo. La dejó en la escuela del mal —Hort hace mención.
—Exacto, no debo estar aquí, soy una princesa —dice Sophie. —Mi amiga Agatha fue robada conmigo, ella debe estar en la otra escuela. Llevenme a su escuela y ella vendrá aquí. Ella es una auténtica bruja, como su mamá.
—Ella cree que es una siempre —Hort dice.
La decana le da otra mirada aún más intimidante, —Escucha con atención, lectora —le señala con su bastón. —Una vez cada tantos años esta escuela selecciona a un candidato para estudiar en está prestigiosa institución. Usualmente se escoge a alguien bueno y alguien malo. Si fuiste arrojada aquí y tú amiga en la otra escuela, solo significa que tu amiga es la princesa del cuento, y tú la bruja —con esas últimas palabras, la mujer se da la vuelta para irse.
Sophie abre la boca impactada por la ofensa, «Ella no era una bruja, era una princesa. Siempre lo ha sido». Iba a ir con esa mujer para insistirle, pero Hort le detiene.
—Hazlo más tarde —le dice, casi como si le hubiera leído el pensamiento. —Vamos, busquemos tu retrato para que conozcas dónde estará tu habitación.
Hola mis queridos lectores, siempre es un placer encontrarlos en cada actualización. Pido disculpas de antemano por la tardanza en la publicación de este capítulo. ✨
¿Qué les pareció Hort y Sophie? Porque en este fanfic, definitivamente habrán muchos momentos ente ellos. Los amo y son de mis ships favoritos. 🥰❤️
Y para resolver algunas dudas que les atormentaban a algunos en el anterior capítulo, confirmo que aquí Lesso no engaña a nadie, ella solo vive para su joven bruja y nada más. 👌💗
¿Qué opinan de su punto de vista de nuestra hermosa decana?
Se pondrá más épico cuando aparezcan Aric y Evelyn.
Les envío muchos besos de Lesso para ustedes, nos leemos en la próxima actualización. 🩷✨
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