19. Némesis verdadero.
19
Cuando se abrieron las puertas al final del circo de talentos, cada quién fue a su respectiva escuela. Solo que cuando salieron en multitud del teatro, todos se dieron cuenta muy impactados de como la victoria del mal había cambiado a toda la escuela.
—No puede ser, nuestra escuela —Dot se cubre la boca asombrada por la vista. Todos los villanos ven el nuevo resplandor de la edificación, incluso los héroes.
Las torres del mal cambiaron, se volvieron más altas y hermosas. La escuela de los villanos no se veía más en ruinas, cambió tanto haciendola parecer un majestuoso castillo de aspecto gótico, más hermoso que cualquier otro que haya visto. Su parte del lago no estaba podrida más, sino que había agua tan clara que el cielo podía reflejarse a la perfección. Las nubes sobre su cielo se dispersaron, mostrando la infinidad de estrellas que antes la niebla no les había permitido ver.
Sin embargo, en su lugar la escuela del bien se había arruinado. El lago podrido se había cambiado con ellos, sus torres de impresionante belleza perdieron el brillo y color, se mostraron más antiguas y desgastadas. Las nubes cubrían su cielo y la vegetación empezaba a pudrirse.
«Era verdad la maldición del bien y el mal. Qué cuando un lado ganará, el otro estaría maldecido, y así permanecería por siempre. Solo hasta que hubiera un nuevo ganador del lado contrario».
—¡Viva la reina del mal! —grita un chico tras ellos.
—¡Por la victoria y la reina del mal! —dice otro nunca. Unos cuantos más se le unen.
—Lo ves, tenía razón en llamarte princesita —le dice Hester. «De momento no había más discordia entre ellas, por suerte. Hester había aceptado el hecho de reverenciarle». —Aunque ahora serías una reinita.
—Reina Mordred, ¿Y ahora qué harás con la espada? —le pregunta Hort.
Después de que la coronarán, liberó a todos de su control y mencionó que el circo se había acabado. Pese a eso, dejó clavada en el escenario a excalibur. «No deseaba tenerla cerca de momento. Además, su pasión no era gobernar a todos. Solo lo había hecho para demostrar que los villanos podrían tener más poder que los héroes».
—Excalibur permanecerá así, guardada en el teatro de cuentos hasta que alguien más digno la empuñe —le respondió Mordred.
—¿No deseas gobernar? —inquiere Hester.
«De momento solo deseaba ver a su novia, y pasar el tiempo con sus amigos». —No, —dijo —no aún.
Tedros se había desaparecido volviendo a su escuela. Los siempres muy indignados, no les quedó de otra, más que regresar. Al parecer, muy pocos hicieron la petición a su princesa para el baile de nieve, la mayoría estaban desanimados por el repentino cambió en su castillo y todo lo demás.
—Regresemos a la escuela —les menciona ella. —Aún tenemos un baile malvado el cuál festejar —«Finalmente después de tantos años, el mal celebraría su gran victoria».
Cuando volvieron del circo, los profesores les esperaban reunidos en la escalinata de la conexión entre las tres torres. Incluso ellos habían cambiado, el profesor Manley había recuperado todos los dientes y su cabello, el pelaje de Castor relucía más que el del mismo Pollux, y Lady Lesso...
A Mordred se le fue el aliento cuando le vió, Lesso mantenía su bastón firme, su usual traje habia cambiado. En su lugar Lesso usaba una gabardina completamente negra, tan larga y plegada a su cuerpo como un vestido. No podían faltar sus largas botas de tacón. La mirada de ella era superior, veía a sus alumnos de forma despectiva.
—Felicidades villanos, lo han logrado —habla la decana, su voz alcanza a todos. —La primera victoria del mal, —Lesso le mira, y la corona de acero en su cabeza. Entonces le sonríe — y no será la última. Ahora pueden permitirse descansar mis nuncas, mañana será el primer baile malvado y allí conocerán sus calificaciones dentro la clasificación de líderes y secuaces. Hasta entonces, —Lesso señala las paredes. —Disfruten su nueva escuela.
Y tenía razón, el salón principal ya no olía terrible, el piso con suciedad había sido cambiado por suelo de mármol pulido y negro. Lesso empieza a irse por la escalina, hacia las torres. Mordred intenta alcanzarla, pero es interceptada por Hort y Ravan.
—¿Qué? —dice ella, viendo como Lesso se le escapaba.
—¿Nos ayudarías con un hechizo? —le pregunta Hort.
«Quería ver a su novia, pero Lesso ya se había ido». Mordred les pone más atención, de todas formas la iría a ver después.
—Queremos realizar ese hechizo que hiciste en los baños de las chicas —explica Ravan.
—¿Cuando siquiera lograron entrar a los baños de las chicas? —inquiere Hester con enojo.
—No es lo que piensas —se defiende Ravan.
—Ravan me encerró a propósito en la noche, había un rumor de que las niñas tenían un mounstro en su baño —dice Hort.
—Y así nos dimos cuenta —Ravan termina.
La mirada acusadora de Hester no cambia.
—De verdad que solo vimos eso, nosotros respetamos mucho a las brujas, ¿No es verdad, Hort?
—Si —asiente inmediatamente.
—Bueno, vamos —acepta Mordred.
—Pero esperen —les dice Dot. —Antes de que vayamos, tenemos que hacer algo —Dot comparte una mirada con Anadil y Hester.
—¡No! —Hester se niega cruzando los brazos.
—Por favor —Dot le insiste.
—Solo está vez —Anadil se le une.
Hester mira a ambas y en pocos momentos responde, —Bien, pero es una cursilería —se queja la bruja.
—¿Qué hacen? —les cuestiona Mordred.
—Ya lo verás —Dot se emociona, se aproxima a las chicas y juntas, unen sus dedos en magía.
En un resplandor de poderes, la magía se esparce haciendo caer del techo rosas negras, sin espinas. Dot empieza a tomar varias entre sus manos y anuncia a los villanos que aún seguía en el vestíbulo —Pueden invitar a su pareja del baile con estás.
Dot las reparte genuinamente. Al principio pocos villanos se atreven a tomarlas, pero pronto van agarrando más confianza y nadie se queda sin su rosa.
Mordred detiene una que está apunto de darle en la cabeza, desde arriba. «Su rosa negra solo deseaba dársela a una sola persona. Pero ya se había ido, y además, ¿Qué dirían de ellas cuando todos les vieran de pareja en el baile?».
Lo que tenían Lesso y ella, estaba prohibido. Y si el director se enteraba, no quería saber que le pasaría. No después de ver como había castigado de manera atroz a tantos niños, todos estos años. Anadil le entregó su rosa a Hester, invitandole al baile. A Hester no le importó mucho el público y abrazó a su novia, aceptando.
—¿A quién le pedirán ser su pareja en el baile malvado? —llega a pregúntales Dot.
—Yo... —Ravan mira a Mordred, dudoso por unos instantes— no planeó invitar a nadie. Eso es para tontos enamorados.
—A mí no me gusta nadie de aquí —Hort dice viendo a los alrededores. —Si me gustará una chica, me gustaría que oliera a pasteles, y que fuera rubia.
—Suena a una princesa —le recrimina Ravan.
—Quiza haya una bruja que parezca una princesa, pero todavía no ha llegado —responde Hort sin perder esperanza.
—Entonces, Ravan... —Dot se le aproxima con un montón de rosas negras que había recolectado— ¿Te gustaría ir al baile conmigo? —suelta la pregunta.
La cara de Ravan se enrojece, —¿Qué...? ¿Yo?
Mordred y Hort se ríen por la expresión de su amigo.
—O no. Mejor olvida que lo que te he pedido —Dot se pone nerviosa al instante.
—Sí, podríamos ir juntos, supongo —Ravan se rasca la cabeza, no muy convencido.
Dot sonríe abrazando más sus rosas. Después de eso, fueron a los baños de los chicos. Estos habían mejorado por la ruptura de la maldición, pero no eran tan esplendorosos como los de las chicas. Después de arreglar el lugar para que los villanos se prepararán para el baile, fue a buscar a Mona. Había estado haciendo un hechizo por días que hiciera quinientas réplicas de agujas de coser como la suya. Encontró a Mona hablando con Aracne en el pasillo de la torre del vicio, llevaba la caja con un montón de agujas.
—Hola, ¿Qué llevas ahí, Mordred? —pregunta Mona, dándose cuenta. Le ayuda a sostener la caja.
—Un trato —le dice ella, abriendo la tapa de la caja y al instante un montón de agujas con hilos mágicos salieron flotando, dispuestas a realizar su propósito. —Diseñas vestidos y ropa, con ésto podrás confeccionarlos y traerlos a la vida —explica. —Puedes volverte la mejor diseñadora de todos los reinos, estoy segura de eso.
Mona ve fascinada las agujas flotantes, cada una poseía hilos de distintos colores. «Para ser exactos eran quinientos tonos distintos».
—Pero si es un trato, ¿Qué es lo que deseas? —le pregunta Mona.
—Vestidos de baile para mí, Hester, Anadil, Dot, Hort y Ravan. Además, quiero un guardarropa nuevo para Hort y Ravan —le ofrece Mordred. «Porque Ravan y Hort se lo merecían, ya que no le habían traicionado al último momento».
—Puedo hacer eso... —Mona duda. —Pero mañana por la noche es el baile, ¿Alcanzará el tiempo suficiente para confeccionarlo todo?
—¿Y si te doy dos mil agujas y confeccionas el vestuario de todos villanos en esta escuela? —Mordred agranda su oferta. «Después de todo el mal había ganado, todos debían lucir majestuosos».
Mona abre la boca impactada por la oferta.
—¿Puedes hacer eso? —duda su amiga Aracne, apenas hablando.
—Claro que sí —Mordred espera la respuesta de la diseñadora.
Mona se ve emocionada, asiente diciendo. —Si puedo, diseñaré para toda la escuela en una noche.
El resto de la tarde se mantuvo ayudándole a Mona, creando más agujas las cuáles dispersaron en la habitación de la diseñadora y por biblioteca, ya que abarcaban demasiado espació para cada diseño. La bruja verde era como la directora de una orquesta, sabía a la perfección donde entonar cada aguja en cada trazo. Cuando Mona no necesitó más su ayuda, se fue a buscar a Lady Lesso finalmente, pero apenas subió los primeros escalones de la torre de maldad cuando otro de sus compañeros le habló.
—Reina Mordred —le llamó Vex. «Al parecer algunas personas le seguían diciendo de esa manera después del circo». —Sader te busca en la entrada de la escuela.
A ella se le hizo muy raro, «¿Por qué Sader la buscaría a esta hora?». —Si, gracias por avisarme —Mordred se encamina a las puertas de la salida.
Y Vex tenía razón, Sader estaba tras las rejas de la entrada del mal. Sostenía en una mano un cuadro grande de alguna pintura o ilustración, la imagen era tapada por una manta blanca.
—Hola, profesor Sader —saluda Mordred.
En la otra mano, Sader llevaba una capa azul, parecida a las que habían usado los alumnos en la prueba de cuentos. Le abrió las rejas.
—Mordred, es bueno que hayas venido en seguida —le dice Sader. Vestía su usual traje verde hoja, pero esta vez llevaba un abrigo en los hombros, como si fuera a partir a algún lado.
—¿Qué necesita? —le pregunta.
Él le extiende la mano izquierda, mostrando la capa azul. —La escuela del bien desea poner tu capa en la galería de cuentos, una muestra de tu impresionante osadía en la gran prueba —explica. —Aunque también puedes quedartela.
La había arrojado en el bosque azul cuando se peleó contra Tedros, «¿Cómo había hecho Sader para obtenerla de vuelta? ¿Se había adentrado en el bosque él solo?».—Preferiría conservarla —la toma. El mal necesitaba su propia galería de victorias.
Sader acepta, aunque hay una expresión en su rostro, como si quisiera decir algo importante, pero no sé atrevía —Mordred, ¿Sabes cuál es mí don? —inquiere el profesor. Mira discretamente y con duda hacía la torre del director, como si alguien pudiera verle desde allí.
—¿Qué puede ver el futuro de los cuentos?
Sader no le responde, desliza aquel marco y lo pone frente a Mordred, quita la manta que le cubría al instante revelando la ilustración. Era un dibujo tan vivido, lucía extrañamente real. En la ilustración había un hombre apuñalando a una mujer, mientras otra lloraba a un lado.
Sintió una sensación aún más desagradable cuando entendió la ilusión, y visualizó los rasgos de todos. En el cuadro, Lady Lesso era apuñalada por un chico, y Mordred sin poder evitar la tragedia lloraba a un lado.
«¿Pero qué?».
Ella retrocede sin comprender bien. Al momento una chispa de fuego se enciende en el centro del cuadro, empieza a abarcar el resto del papel de la ilustración. El último retazo de imagen que alcanza a ver, son los ojos brillantes y violetas del chico.
—Así acaba tu cuento, es uno de los finales —dice Sader, sin nada de sutileza.
Inmediatamente el cabello del profesor se tiñe a blanquecino, su piel se empieza poner flácida, con arrugas como las de un anciano.
—¿Qué..? ¿Qué le pasa? —Mordred se le aproxima.
—El precio por contar el futuro —Sader se encorva, respirando pesado. —Debes evitarlo, Mordred. Eres la reina de los héroes y villanos, tú debes evitar la profecía del lector.
—¿Cuál lector? —Mordred no le entiende nada. —¿De que habla?
—Escuchame con atención —Sader baja la voz, viendo a los alrededores si alguien más escuchaba. —No debes permitir que la bruja del bosque se vuelva poderosa. Él desea ver a las escuelas en guerra, desea todo el poder para sí mismo —menciona. —Debes evitar el beso de amor malvado, entre la lectora y el mal. Ayuda a la princesa.
—¿Qué está diciendo? —Mordred ahora sospechaba de sí había comsumido alguna sustancia que alterará sus sentidos. O si tenía alguna maldición que alguien le hizo o algo parecido. Pero al ver el miedo y la paranoia en los ojos de Sader, preguntó en su lugar. —¿Cuál bruja y cuál princesa?
—Si evitas la guerra, Lesso vivirá —es lo único que dice. —Y cuándo veas a las mariposas rondando cerca de ti, mantén ocultos todos tus secretos. Ella se alimenta de ellos —le advierte por último.
Sader mira una vez más la torre del director. Luego le da una sospechosa y última sonrisa, amable. Sader había envejecido como decía el mito de los videntes, y al parecer a él no le importaba mucho. —No es la única ilustración —dice a último.
El profesor se da la vuelta y empieza a irse por el puente, de regreso a la escuela del bien.
«¿Qué acababa de pasar? ¿Qué demonios sucedía con el profesor Sader?».
Se acordó de la ilusión, Lesso apuñalada y sin vida... Se le revolvieron las entrañas solo de pensarlo. Se apresuró a la torre de maldad para ir al despacho de Lady Lesso. Lo que sea que Sader le había dicho antes, no mentía. «No debía tomarlo por un viejo loco. No cuando le había revelado una profecía que le acortaba la vida en consecuencia».
Tocó la puerta de Lesso con insistencia, esperó unos momentos a qué le abriera, pero Lesso no hizo aparición. Tocó de nuevo, «Seguramente no estaba allí». Le esperó, encaminandose al balcón de ese piso. «¿Por qué Sader había estado tan temeroso del director? ¿Qué podría hacer él contra el profesor? ¿Qué problema tenían entre ellos?». Mordred se giró viendo la puerta de Lady Lesso, seguramente no llegaría pronto. Y si llegara, «¿Qué podría decirle? ¿Qué había visto una ilustración por Sader, dónde alguien le asesinaba?». Era un terrible tema de conversación para tener con su novia.
Mejor debía irse a dormir y mañana buscar a Lesso, seguramente al día siguiente pensaría algo mejor que decirle. «Necesitaba saber quién era el bastardo que se atrevería a hacerle eso en el futuro». De momento, la decana no se encontraba, así que Mordred volvió a su habitacion, manteniendo su capa de la prueba en la mano. «Tenía que confiar en que Lesso estaba bien, y que Mordred evitaría a toda costa esa ilustración en el futuro cercano».
Pero lo que más le intrigaba era la mención de Sader de que no era la única ilustración. Si existía otra, ¿Qué contenía?
Esa misma noche, Mordred soñó con el bosque azul de nuevo, una vez más. Se parecía mucho a la madrugada en la que ganó la prueba, solo que está vez no había nieve o cuervos. Está vez el bosque parecía marchitado, secó y sin presencia de magia.
Conociendo más de aquel bosque después de la prueba, sabía que se encontraba en los campos de helechos. Hacía frío, tanto que le hacía temblar. En el camino frente a ella, de espaldas se encontraba Tedros, le reconocía el cabello rubio. En su mano no llevaba a excalibur, pero si otra arma, más bien un cuchillo un poco largo y casi oxidado.
Se giró lentamente hacía ella. —Mordred de Avalón —dijo con una voz que no era suya. Era otra diferente y extraña, abarcó un paso hasta ella.
Está vez Tedros tenía una postura arrogante, había una sonrisa maliciosa en sus labios. «Un instinto dentro de ella le dijo que corriera».
Estaba apunto de hacerlo, cuando él le alcanzó y se aproximó para evitarlo. Le sostuvo con fuerza para evitar su escape —Yo no soy un príncipe tonto —dijo, su tono era rencoroso, pese a que habia una sonrisa diabólica en su rostro. —Soy tu peor pesadilla, Mordred. Una que apenas comienza.
Le entierra el cuchillo en el pecho. Ella siente el dolor cuando saca su cuchillo oxidado de un tirón. Pronto, el cabello de él se torna de rubio a negro, los ojos de Tedros dejaron de ser azules para volverse violetas. Y quién apareció frente a ella, no era más su hermano Tedros.
«Era el chico de la ilustración».
Levanta el cuchillo oxidado y vuelve a darle otra apuñalada con fuerza. Mordred no podía moverse o hacer sonido, se sentía petrificada.
—Me la quitaste primero —dice él, había un cinismo en sus ojos. No sentía nada de pena. —Ahora tendre que matarla también.
Otra apuñalada, luego otra...
Se despierta de un tirón, escupiendo la sangre roja que se le había acumulado en la boca.
—¿Qué demonios, Mordred? —escucha la queja de Hester trayendola a la realidad.
Le había escupido la sangre en el brazo, al parecer Hester había tratado de despertarla. Mordred se hace a un lado de la cama, escupiendo restos de sangre.
—¿Qué fue lo que te pasó? —Anadil se le acerca con preocupación.
Mordred suelta una arcada, por el asco a la sangre.
—Mejor bebe esto —Dot le extiende un vaso con agua.
Ella lo toma para enjuagarse la boca. Había dejado de tener pesadillas desde la prueba, pero ahora...
Hester le mira con desagrado mientras se limpiaba la sangre de la piel. —¿Estás enferma o algo parecido? —cuestiona. Le extiende un pañuelo para que también se limpie.
—No... —Mordred no sabe cómo responderle, en su mente solo aparecía la imagen del chico que le apuñalaba y lo que le decía. "Me la quitaste primero. Ahora tendré que matarla también". «¿A quién se refería exactamente?».
Levanta la vista, el día se veía más oscurecido. —¿Qué hora es? —pregunta.
—Son tres horas antes del baile —le responde Anadil.
«¿Había dormido tanto? En su sueño apenas sí había sido poco tiempo, poco para que ese maldito le lastimara». —¿Por qué no me despertaron? —se acaricia las cienes menguando el recuerdo de sus pesadillas.
—Creímos que querrías recuperar fuerzas después del circo —dijo Hester, limpiando aún su brazo.
—Lo siento —dice Mordred.
—¿Qué estabas soñando? —inquiere Anadil, sospechando.
Mordred simplemente niega con la cabeza, no quería hablar de eso.
—Si estás enferma deberías ir a ver a Lady Lesso, ella sabrá que hacer —menciona Dot.
—No estoy enferma —replica Mordred.
—Escupir sangre de la nada no es algo bueno —interviene Anadil.
Mordred enciende su magía y desaparece la sangre con un hechizo, como lo había hecho otras tantas otras veces antes. Incluso limpia a Hester.
—Ani, es obvio que son sueños con el archienemigo —dice Hester.
—¿Lo son? —duda Anadil, viéndole.
—No puede ser, ¿De verdad? —pregunta Dot.
—No es nada de eso —dice Mordred, se sienta en la cama.
—Puedes confiar en nosotras —Dot menciona de manera gentil.
—¿Puedo? —replica con sarcasmo.
A todas les había llegado esa palabra, aún no se iba la tensión de su traición. Dot apartó la mirada, encongiendose de hombros.
—Lo siento, Dot —le dice Mordred calmandose, estaba siendo injusta. —No digan nada de ésto a nadie, por favor —pide.
—Bueno, ya que desconfías tanto de nosotras, deberías saber que te llegó un cuervo con un regalo está mañana —dice Hester cruzada de brazos. —Y que tenía una carta y la abrí intencionalmente para leer su contenido.
Anadil le acerca una caja negra, con un liston del mismo color. Encima venía la carta, era la letra Morgaus.
—No nos dijiste que hoy era tu cumpleaños —dice Dot.
«Es verdad, a ella también se le había olvidado con todo el asunto». —No lo recordaba.
—¿Cuántos años tienes? Siempre he tenido esa duda —menciona Hester. —¿Dieciséis? ¿O eres una anciana escondida en el cuerpo de una joven? Eso explicaría porque eres tan astuta.
—No soy una anciana, —le responde Mordred —apenas tengo diecinueve, así que quítate esa duda de la cabeza.
—Hest, no se le pregunta a una bruja su edad —le regaña Anadil.
—Solo decía qué probablemente ella era mayor que todas nosotras —menciona Hester. —Y que quizá sea un número que beneficie a Lesso.
Las demás chicas se empiezan a reír, se había hecho un ambiente más ligero. Bromeaban, pero no con crueldad. Mordred abrió el regalo, soltando el listón. Dentro de la caja, había un estuche de pinceles y brochas para pintar. Abrió la nota, leyendo.
"Piensa o menciona un color y cada pincel hará su trabajo.
Por cierto, sé sobre tu victoria, Morgana estaría orgullosa. Ten el cumpleaños más fatal de todos, atentamente Morgaus".
«Como siempre, su tía era muy breve en todo». Observó cada pincel y brocha, tenían formas diferentes y parecía que cada uno tenía un uso diferente. Pero se había familiarizado tanto con la magia de Morgaus, lo suficiente para saber que era tan literal.
—¿Y está vez que hacen? —inquiere Hester.
Mordred tomó un pincel, su forma parecida a la de una uña. —Púrpura —le habló al pincel, lo paso por su uña, e inmediatamente está se pintó del color mencionado.
Dot se emociona y se acerca, toma una brocha que parecía ser para los ojos. —Brillos dorados —dijo. Pasó la brocha pequeña por la piel de su mano, y este dejó un rastro de brillos.
—Son pinceles mágicos de maquillaje y esmalte —observó Anadil. —Ni si quiera los siempres tienen algo parecido.
—Tu tía es genial —menciona Hester con aprobación. —Algun día me gustaría tener una charla con ella.
—Sí, es genial. A veces —Mordred dice —¿Quieren maquillarse para el baile? —vacía las brochas y pinceles en la cama. —¿O temen volverse una de esas feas siempres?
«Por que por primera vez en muchos años, los villanos podían alardear de la fealdad de los príncipes y princesas». El mal se volvería tan hermoso y seductor que haría a los héroes caer entre sus propias garras, aspirar a ser tan poderosos, astutos y hermosos como los nuevos villanos. «Así sería el mal a partir de ahora».
—Por cierto, Mona estaba buscándote desde la mañana —le dice Dot, apenas recordando. —Dijo que tenía listo todo.
—Debemos ir por Hort y Ravan —menciona Mordred. —Tengo un regaló para todos ustedes.
Hola a todos, bienvenidos a esta nueva actualización. ✨
Muchas gracias por su paciencia, lamento haber demorado tanto con este capitulo. De hecho, iba a ser uno largo de 12,000 palabras, pero decidí dividirlo en dos secciones para que no se les haga pesado leerlo.
¿Qué opinaron del nuevo outfit de Lesso en la imagen?
Obviamente que regresará con su usual traje, que nos hace derretir, pero ya que estamos festejando la victoria del mal, nos pusimos elegantes.
Y por cierto, breve spoiler del próximo capítulo. (Será contenido +18), sí lo sé, que emoción. Desde acá escucho al fandom emocionarse. 😅😏
En fin, siempre es un placer ser leída por ustedes. Gracias por su apoyo a esta historia, sus lindos votos y sus ingeniosos comentarios, los apreció mucho y me inspiran a seguir escribiendo.
No sé olviden de votar y comentar en este capítulo, nos vemos en la próxima actualización. Les envío infinitos besos de nuestra preciosa Lady Lesso. 🩷
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top