41- El inicio de la batalla.

Ese departamento estaba repleto de bolas de cristal, parecidas a las que Trelawney utilizaba en sus clases. Se repartieron para buscar a Sirius, Aylien iba acompañada de Ginny y Neville.

Corrieron por todos lados en busca del susodicho, pero nada. En cambio sólo se encontraron con Lucius Malfoy, Anastacia Malfoy y Bellatrix Lestrange. Muchas más mortífagos también.

Una batalla se desató.

El ED versus mortífagos.

La inexperiencia de los jóvenes miembros del ED se notaba, ni los poderes de Aylien y Harry les ayudaban a nadie, Anastacia Malfoy tiró una estantería haciendo que las bolas de cristal cayeran sin permiso por todos lados.

Una estaba a punto de golpear a Aylien pero esta la detuvo con sus manos, los tres chicos se separaron yendo cada quien a un lado “seguro". Muy agitada, Aylien estaba corriendo mientras esquivaba hechizos que iban contra ella.

Del momento de adrenalina, llegó a un lugar muy alejado de la batalla a tomar aire, pero algo le llamó la atención. Era un lugar con muchos espejos, y una profecía en el suelo, con mucha curiosidad, se acercó con lentitud hacia ella.

Aylien Patterson

Decía aquella, en cada espejo ella se reflejaba de distintas maneras. Sentía como los escalofríos le recorrían el cuerpo, en un espejo era ella con el uniforme de Slytherin: rubia de unos penetrantes ojos grises, parecía triste pero al mismo tiempo con una sonrisa de Malfoy en sus blancos dientes.

Se quedó impresionada al ver tal realidad, pues aunque a ella no le gustará: no siempre es Aylien Patterson.

A un lado izquierdo de ella, estaba una representación de la chica, sólo que no era una chica; si no una mujer. Poseía el cabello rojo intenso y unos hermosamente intensos ojos color verde, tal y como el verde de Harry.

Pero por el derecho... Era una niña, la niña que deseó ser cuando tenía 12 y 13: una niña feliz que asistía a su escuela, sacaba buenas notas y no era una piedra. Aunque quisiera olvidarlo, siempre sería parte de ella, de su recuerdo. Cambio la vista con rapidez para pasar al espejo que tenía atrás.

Sólo era ella, llorando. Sufría, pero al mismo tiempo miraba a la nada, estaba perdida. Alguien tiró ese espejo y se quebró en mil pedazos: la chica se asustó mucho al ver la escena, pues, después de mucha concentración ocurrió. La bola de cristal se le resbaló de las manos y se quebró.

—¡¿Qué has hecho niña estúpida?!— chilló una chica, no era nada hermosa ni fea. Era alguien normal, con unos ojos pequeños y unos rasgos gruesos; su cabello rubio corto hasta un poco arriba de los hombros le daba un aspecto de hombre. Por el otro lado iba Anastasia muy preocupada, trataba de disimular.

—Dejala Mathilda, no es necesario tanta violencia— dijo Anastasia.

Aylien por acto reflejo intentó su varita, pero no estaba. «Estúpido Louis» recalcó, su lechuza había estado jugando con su varita. Probablemente se quedó jugando con ella.

Se veía en serios aprietos, no podía negarlo, estaba asustada.

—¡Bombarda Maxima!— gritó Anastasia con intención de estallar el lugar donde la chica estaba.

Corrió del lugar en donde estaba, la explosión era realmente asombrosa, la hubiera visto con admiración si no estuviera a punto de morir a causa de ella. Por todos los estantes que estaban acomodados, fue fácil perderse entre ellos.

De lejos observó a Hermione, Ginny y Neville en serios problemas, estaban rodeados de mortífagos. Visualizo las profecías que estaban acomodadas con delicadeza a un lado de los seguidores de Voldemort, hizo un ademán con la mano izquierda provocando que aquellas cosas circulares cayeran en picada sobre los mortífagos.

Los cuatro corrieron a reunirse con los demás, pero sin darse cuenta. Harry y Ron no estaban ahí dentro, Neville vio la profecía de Harry en el suelo y la recogió para acto seguido salir del departamento de misterios.

Harry y Ron estaban al pie de una puerta, mirando al fondo. Harry saltó. Imitando la acción del chico, los demás también empezaron a saltar, Aylien miró al fondo, era demasiado alto miró al techo y con los ojos cerrados dio un gran brinco. Sin saber porque, cayó boca abajo golpeándose en la cara.

—¿Estas bien?— preguntó Ginny al verla pegada al suelo. Aylien asintió y con ayuda de la pelirroja se levantó del suelo.

Alguien la tomó por los brazos, totalmente desprevenida, creyó que sería alguno de sus amigos... Pero no era así, esa persona casi le entierra la varita en la garganta. Era Anastasia Malfoy, Aylien pensó que tal vez nunca se libraría de ella.

Habían formado un gran círculo, todos siendo retenidos por mortífagos. Harry estaba en el centro con Lucius Malfoy, cuando de pronto de la nada apareció la orden del fénix.

Y la batalla se desató de nuevo, buenos contra malos. Aylien también estaba luchando sin su varita, esos poderes siempre llegan cuando es algo realmente grave como esa situación.

Un hechizo le pasó rozando la cara, un maleficio asesino. Pudo ver la luz verde pasado a escasos centímetros de sus ojos, pero todo fue tan rápido como para temer.

Harry, Sirius y Bellatrix tenían una situación enfrente de una especie de Velo. Aylien corrió para ayudar, Bellatrix la miró con odio por una décima de segunda. Le lanzó un hechizo aturdidor para evitar que se acercara más, pero Aylien fue más astuta desviandolo.

Tenía la mandíbula apretada por la tensión del momento, Sirius y Bellatrix Lestrange estaban teniendo un duelo a muerte. Ambos excelentes magos. Aylien quería ayudar a Sirius, no obstante este le impidió que se acercara con un ademán, Harry la detuvo por los hombros, impidiendo que siguiera avanzando.

Unas voces misteriosas salían de aquel extraño manto, Bellatrix desarmó a Sirius y le lanzó el encantamiento aturdidor, finalmente. Sirius Black entró a aquel extraño manto, despidiéndose de este mundo.

Era demasiado impresionante lo que estaba presenciando como para actuar al instante, vio como prácticamente lo consumía hasta que desapareció por completo.

—¡Yo maté a Sirius Black!— anunció Bellatrix con burla en su oración, de manera muy infantil comenzó a repetirla mientras daba saltitos por todo el lugar.

Harry lanzó un grito espantoso mientras Remus Lupin lo retenía para evitar que hiciera alguna locura. Aylien seguía paralizada en su lugar, no lograba procesar todo lo que estaba ocurriendo.

Y la batalla comenzó de nuevo, pero Aylien sólo se quedó tiesa con los ojos bien abiertos. Su papá tuvo que hacerla reaccionar, otra vez su mente se negaba a trabajar.

«Sirius Black esta muerto» decía su mente. «Ya no está» recalcaba.

Padre e hija de protegieron detrás una pared de mármol, cada vez los hechizos se hacían más fuertes. Aylien no pudo soportarlo, entró en un pánico exagerado, sin saber porque, comenzó a gritar tapando sus oídos.

Las lágrimas rebotaban el piso de mármol, todo era horrible... Y a eso se tenía que enfrentar, heridos pero sólo Sirius muerto. Aylien se aferraba a la protección de su papá, como pequeña asustada por la tormenta.

Sabía que no podía seguir así, le gustará o no era el inicio de la guerra, así sería en delante. Quisiera o no, ella era la heredera de Gryffindor y debía ser así. Limpio sus ojos y se fue corriendo a ayudar a sus amigos que con valentía combatían contra enemigos más fuertes y poderosos.

Confiada de ella, luchaba contra tres poderosos mortífagos. Entre ellos estaba Bellatrix Lestrange y Lucius Malfoy, fue demasiado confiada, pues al los pocos segundos Aylien fue expulsada por los aires, estrellándose contra una pared que estaba a más de cuatro metros.

La pelea cada vez iba empeorando, hasta que Dumbledore llegó, se hizo de pelea contra Voldemort que también apareció. La pelea más épica jamás presenciada entre los mas jóvenes, ambos magos con poderes extraordinarios, uno bueno y otro malo.

Voldemort estaba a punto de asesinar a Dumbledore cuando Fawkes se interpuso y a él le pegó la maldición asesina, pero entonces después de mucho tiempo. Voldemort se dió por vencido y desapareció, en donde antes estaba llegó Cornelius Fudge ministerio de magia.

—El... Ha regresado. — admitió, después de tanto negarlo, sus ojos fueron la prueba contundente de la verdad rechazada.

—Desde cuando— susurró Aylien.

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Así queridas y queridos (si es que hay chicos) lectores y lectoras, terminó la orden del fénix. Y se viene el príncipe mestizo.
Próximo martes😉.

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