29- Nieve

—Entonces, fue una declaración— concluye Hermione.

—Y sí, pero no estoy lista— respondo avergonzada, la verdad es que estuve pensando mucho tiempo en eso, después de lo que me dijo, estuve con Harry y Ron hablando sobre Hagrid y Madame Maxime, sobre que descubrieron que Hagrid es un semi gigante y todos los prejuicios que eso conlleva. Hasta que finalmente terminó el baile y me encontré con Hermione. Ahora son las 2:00 a.m. y platico con Hermione sobre lo que pasó.

—Pues no te puede presionar a nada, y si en verdad te quiere, sabrá esperar.

—Es lo que me dijo, la verdad, por mi indecisión no quiero perder la amistad y confianza.

—No lo creo, por lo pronto, hay que dormir, la son las dos de la madrugada. Buenas noches.

Se acomoda y supongo que se duerme, mientras yo solo consigo dormitar, me despierto como a las nueve de la mañana y veo que está nevando, me visto rápidamente y despierto a Hermione, quiero ir a la nieve. Me pongo mi gorro de Gryffindor y bajo corriendo las escaleras.

—Buenos días, Aylien— me saluda Sir Nicholas.

—Buenas días, Sir Nicholas— le respondo.

—¿Adónde con tanta prisa?

—Es que ¡Esta nevando!

—Oh si, lo comprendo, ve y disfruta el día.

—¡Gracias!— y salgo corriendo de la Sala Común, corro tan rápido como puedo. Cuando por fin logro salir, estoy muy cansada, me paro a descansar y luego sonrió, es tan bella la nieve.

Camino por ahí sacando la lengua esperando a que los copos de nieve caigan. Hasta que una bola de nieve me impacta. Volteo hacia ambos lados... Y nada, no hay nadie, mi cabello se cubrió de blanco, hasta que detrás de un arbusto veo una cabellera pelirroja. Ron. Sacó mi varita y pronunció: "wingardium leviosa" a una bola de nieve, la bola flota hasta llegar a su destino, la dejo caer. Pronto, la cabellera de zanahoria sale de su arbusto y grita: "¡Aylien!"
Así que salgo corriendo. Una bola de nieve pasa a escasos centímetros de mi oreja izquierda, me doy el lujo de sacarle la lengua y burlarme, mientras me agacho a tomar nieve para otra bola, justo en eso, una bola me da en la cara, siento la nieve congelada colarse por mi suéter. Esta muy helada. Esta vez fue Harry, le lanzó la que traía en la mano, pero le impacta en el hombro, Ron aún viene algo lejos, así que aprovecho para irme corriendo.

Esto es una locura, me recuerda a esos inviernos con mi madre, aunque en esta ocasión nevaba, cuando lo hacía, salíamos y hacíamos monos de nieve, jugábamos con mi papá a las guerritas y al final siempre terminábamos yendo a una cafetería que estaba cerca de la casa, claro, como yo era pequeña, a mí me compraban un chocolate caliente con una rebanada de pastel. Recuerdo la manera en que mis padres se miraban, con tanto amor, mi padre siempre miraba a mi madre como si fuera algo mágico (y vaya que lo era) pero me refiero a que la observaba y le era inevitable sonreír, mi madre, tomaba su mano y se miraban largos ratos, mientras yo tomaba mi chocolate, como quisiera que alguien me amara de tal manera.

Dejo mis pensamientos de lado, cuando veo que Harry se acerca nuevamente, pero esta vez ya no basta con correr, ya que está enfrente de mi y Ron viene por detrás. Miro a la izquierda y posteriormente a la derecha. Por la derecha hay más árboles y más nieve, así que corro para allá.

Tengo que cerrar los ojos Harry me
ha lanzado una bola directo a la cara, pero sigo corriendo, mientras me quito la nieve.

—¡Aylieeeen! ¡Deja de correr! ¡Te vas a caer...!

Pero es tarde, nisiquiera pude terminar de escuchar lo que Ron me gritaba. Cuando menos me doy cuenta, estoy intentando brazear, pero no sé nadar, nunca aprendí a nadar. El agua me está entrando por la boca y nariz, me hundo, está muy fría el agua, me congela las extremidades, ya no puedo seguir intentando salir a la superficie, se me acaba la fuerza y el aire, hasta que me doy por vencido, poco a poco voy bajando, veo la luz y unas cabezas asomándose, hasta que todo es borroso.

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