'°•-No te robes mi abrigo-•°'
Fue al lunes siguiente que celebramos el cumple de Dazai. Sigma no pudo ir, el domingo me había llamado y me comentó que su padre no lo dejaba por que iban a hacer no-sé-qué ese día, así que se disculpó conmigo y me pidió que le deseara un feliz cumpleaños a mi amigo de su parte.
A mi me hubiera gustado mucho que sí hubiera podido ir. Incluso después de que nos arreglamos, habían algunas cosas que estaban raras entre nosotros. Me parecía que estaba bastante claro que, ahora que yo tenía un novio, ellos me estaban evitando. Estaban más entre ellos que conmigo, todo lo que hablaban era como un secreto que yo no pudiera saber, y eso no se sentía para nada bien. Quería que volvieran a sentirse en confianza conmigo, pero ya no sabía cómo remediar el daño que había causado.
Antes de que lo olvide, el día siguiente de aquel encuentro con Chuuya en la biblioteca, vino una amiga de mis padres a visitar, de esas que te dicen que de bebé te cargaron pero tú no la ubicas.
Me dijo que estaba muy grande, y muy fuerte, y me sugirió que en las vacaciones que nos daban a final de año debería ir a Shizuoka a ayudarla a trabajar en su hotel, y que me pagaba. A mi me encantó la idea, aunque a mis papás no tanto, y tratamos de convencerlos.
¡Mi primer trabajo, a los quince años y medio! ¡Sería muy emocionante!
En fin, que el día del cumple de Dazai, mis padres me llevaron en carro, pero yo insistí en que me dejaran tres cuadras más allá para llegar caminando. La verdad, no sé por qué lo hice.
Cuando me dejaron, no había caminado tan siquiera una cuadra cuando me topé con Fyodor. Se había recogido el pelo en una colita baja que se le veía muy tierna. Debo admitir que me puse muy contento al verlo.
—¡Hola! —Lo saludé alegremente. Él esbozó una sonrisa tímida y me saludó con la cabeza.
—Hey —Dijo—. ¿Sigma no viene contigo?
Negué con la cabeza y se lo expliqué. Él dijo un "Ah" y seguimos caminando.
Nosotros no sabíamos gran cosa de la familia de Dazai. De hecho, lo único que sabíamos de él era que su verdadero nombre era Shūji Tsushima, pero no teníamos ni idea de por qué no se hacía llamar así. Parecía que no le gustaba, pero nunca nos explicó por qué.
En clases virtuales nunca prendía la cámara, así que no le conocimos la cara hasta séptimo grado, cuando íbamos a clases presenciales un día sí y el otro no. Cuando se presentó como Dazai no lo dudamos, por lo que nos sorprendimos mucho cuando llamaron a lista y respondió al apellido Tsushima, y más tarde pidió a la profe que lo llamara de esa otra manera.
Su casa era más bien pequeña, tenía un antejardín mal cuidado en el que se habían muerto las plantas y las ventanas estaban empolvadas. Ninguno de nosotros habría creído que allí vivía alguien, tenía más pinta de ser una casa embrujada que la casa de una persona.
Llamamos a la puerta y nos abrió Dazai. En la fiesta éramos sólo nosotros tres. No estaban sus padres, ni había invitado a nadie más.
—¿Qué tal? —Saludó Dazai, con una sonrisa que a mí me pareció forzada— ¿No viene Sigma?
—No, su padre no lo dejó.
A Dazai no pareció molestarle eso, incluso pareció satisfecho. Me saludó con un fuerte apretón de manos y luego quiso abrazar a Fyodor, pero él no se dejó.
—Mantén la distancia, momia —Dijo. Le llamaba momia desde que Dazai se ponía vendas—. ¿Vives aquí?
—Sipi. ¿Te gusta?
—A mi me daría miedo vivir aquí —Confesé, y él se rió.
Dejé mi abrigo sobre el sofá. Dazai puso un poco de música. Al principio, no sabíamos bien qué hacer o decir, pero luego nos animamos y conversamos como solíamos hacer antes.
Fue una fiesta tranquila. Dazai no dijo nada de por qué sus padres no estaban ahí. Agarramos lo que encontramos en la cocina y tratamos de preparar una torta/brownie/cosa casera. No nos salió precisamente rica, pero era comestible y con eso nos conformamos.
Luego quisimos jugar Twister. Dazai y Fyodor perdieron de inmediato y yo gané porque soy súper flexible.
—Pareces la mamá de Los Increíbles —Se burló Dazai, y Fyodor se partió de la risa.
Fue muy divertido.
Cuando atardeció, era hora de volver a casa, y como Fyodor vivía cerca, me ofrecí a acompañarlo y luego llamar a mis padres para irme a mi casa. Habíamos caminado un par de cuadras cuando noté que no traía mi abrigo.
—Dos-kun, ¿has visto mi abrigo? —Pregunté, buscando en mi bolsa sin ningún resultado satisfactorio.
—¿Tu abrigo? ¿No lo habrás dejado en casa de Dazai?
Lo miré a la cara. No quería devolverme, pero tuve que resignarme.
—Rayos. Lamento no poder acompañarte hasta tu casa —Me excusé.
—Está bien, no te preocupes —Él sonrió un poco—. Puedo llegar yo solito. Gracias por acompañarme hasta acá.
Le sonreí también, nos despedimos, y luego regresé a casa de Dazai. Entré sin tocar porque Dazai nos había dado una copia de la llave para que lo visitáramos cuando quisiéramos. Mi abrigo no estaba donde recordaba lo había dejado, y fui a preguntarle a mi amigo cuando escuché voces y me pegué a la puerta que daba a su habitación para agarrar el chisme.
Era Chuuya.
—Lo lamento mucho —Decía Dazai.
—Está bien, lo entiendo —Contestó Chuuya—. No debí jugar con tus sentimientos y los de Nikolai así. Fue mi error. Comprendo que no quieras estar conmigo.
—Chuuya, me gustas mucho —Confesó Dazai entonces, y sentí que mi corazón latía rápido—. No lo dudes. Eres una gran persona. Pero no puedo salir contigo.
Chuuya dijo algo que no alcancé a escuchar y luego se despidieron. No pude esconderme a tiempo y cuando abrieron la puerta casi me les caigo encima.
Dazai no parecía sorprendido, como si hubiese sabido de antemano que yo estaba ahí. Chuuya se limitó a sonreír tristemente.
—Nos vemos, Nikolai —Se despidió—. Adiós, Dazai. Feliz cumpleaños.
Luego salió de la casa.
—No tenías que hacer eso —Le dije a Dazai, sintiéndome un poquito culpable—. Está bien si quieres salir con él.
—No, yo... Creo que igualmente no estoy preparado —Contestó él con una pequeña sonrisa—. Igual, ¿a qué vienes?
Entonces recordé la razón por la que había ido allá y me sentí el doble de culpable de haberme quedado a escuchar el chisme.
—Ah, sí, ¿sabes de mi abrigo? No lo encuentro, y Fyodor me dijo que tal vez lo había dejado aquí.
—¿Fyodor te dijo eso?
Dazai parecía muy confundido.
—Sí. ¿Por?
—Es que yo vi a Fyodor tomar tu abrigo y guardarlo en su maleta... Yo creí que te lo estaba cuidando para que no se te quedara.
Eso me sorprendió, y me confundió. ¿Fyodor tomó mi abrigo? ¿Para qué querría él mi abrigo? Dazai pareció descifrar mi expresión.
—Quizás se le olvidó que lo tenía —Sugirió.
—Sí, tal vez...
Llamé a mis padres y regresé a casa. Fyodor nunca me regresó mi abrigo.
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¿Pueden adivinar qué fue lo que pasó ahí?
¡Gracias por leer!
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