-•°'No desaparezcan de mi vida, por favor'°•-

Los ánimos estaban por los suelos, y no sólo los míos. Sigma y Chuuya (que recientemente me enteré que estaban en el mismo salón) estaban sobrecargados de tareas. Fyodor y Dazai seguian sin dirigirse la palabra. Y yo, bueno, creo que no hace falta explicar.

Para colmo, justo estábamos en etapa de exámenes de semestre. En este punto, odiaba mi vida.

Estaba haciendo todo lo posible para evitar estar en casa. No quería que mis padres se separaran... Creía que eso del divorcio eran cosas que jamás podrían pasar por nuestra familia, que el amor de mis padres era fuerte y que nada podía romperlo. Y no podía evitar pensar que era mi culpa, aunque ¿cómo iba a serlo?

Me parece que los padres de Fyodor también se divorciaron y por eso él vivía con Iván. ¿Tendría que vivir yo también con un tutor? ¿Iba a tener que elegir con quién quedarme?

No quiero elegir, no quiero... Los dos son demasiado importantes para mi. ¿Cómo puedes elegir entre uno de tus padres? Especialmente si han sido buenos padres...

Entiendo que en un entorno de abuso haya preferencias (y traumas), pero mis padres jamás me habían lastimado o abusado de ninguna forma. Yo nunca podría odiarlos.

En fin, el caso es que trataba de entretenerme en la calle de cualquier forma para no tener que pasar más tiempo de lo necesario en casa. No quería dar la cara. Así pasaron unos días hasta que terminaron los exámenes y ya faltaban sólo dos días para salir a vacaciones.

Lo cual era terrible, porque no tenía ni la menor idea de que iba a hacer en vacaciones y necesitaba una excusa para no estar en casa todo el día, todos los días.

Por suerte, Dazai me propuso la solución.

—La próxima semana, en mi cumpleaños —Me dijo a la salida del colegio—. Pensaba ir a Kamakura. Digo, si quieres venir... Bueno, eso era. Me escribes si te parece bien.

Y desapareció antes de poderle preguntar si Fyodor estaría allí también.




El mismo día que salimos a vacaciones fuimos a Kamakura. Yo le avisé a mis padres el día anterior, y a ellos les pareció bien, supongo. Fyodor también fue.

Dazai me había dicho que si quería invitar a Sigma era bienvenido, pero Sigma ya tenía planes y la verdad es que yo no tenía muchas ganas de invitarlo. Sin ofender a Sigma. Además, creo que él estaba bien con eso. Incluso me sugirió maneras de acercarme a Fyodor y hablar. De verdad, adoro a Sigma.

Nos fuimos en autobús. Éramos sólo nosotros tres, como en los viejos tiempos. No volvimos a saber de Kajii y Ranpo nunca volvió a escribir. Pero ahora me pareció incluso más solitario que cuando estábamos peleados y sólo hablaba con Sigma. Ahora los que no se hablaban eran ellos, y no sabía qué hacer para que se arreglaran. No quería que nos alejáramos los unos de los otros.

Nos alojamos en un pequeño hotel. No sé qué le dijo Dazai al dueño, pero nos dejó quedarnos la semana entera pagando lo mínimo.

Pasamos un buen rato en la playa. Fyodor no se atrevía a entrar al agua, por lo que se quedaba en la arena leyendo un libro, o escribiendo o haciendo cualquier otra cosa. Yo me metía al mar con Dazai y veíamos quién aguantaba más tiempo bajo el agua. Él ganó.

Conseguimos unas caretas para encontrar caracolas de mar y cosas por el estilo. Cada que yo encontraba algo iba y se lo enseñaba a Fyodor. Él me sonreía levemente y seguía en sus cosas.

Cuando no estaba nadando con Dazai, me sentaba junto a Fyodor y charlábamos un rato, aunque él evitaba tocarme porque estaba todo mojado y salado por el mar.

La primera noche dimos un recorrido por la ciudad y compramos cosas absolutamente innecesarias por capricho. Cenamos ramen instantáneo y a la mañana siguiente desayunamos galletas y restos de comida del día anterior. Volvimos a pasar el día en la playa, aunque esta vez Fyodor se mojó los pies en el agua.

La semana pasó rápida. Aunque ellos seguían sin hablarse, de vez en cuanto los veía intercambiar miradas y compartirse un poco de comida. 

El día de cumpleaños de Dazai fuimos por un helado y nos sentamos en la terraza del hotel para comer. También conseguimos un pequeño ponqué en un Konbini cerca de allí y le pusimos una vela.

—¿Qué se siente tener dieciséis? —Le pregunté. Él sonrió sin muchas ganas.

—La verdad... Estoy cansado.

Fyodor arrugó el ceño, como si le hubiera dicho algo malo. ¿Acaso sabía algo que yo no? Dazai se levantó de su asiento y se apoyó en la baranda. No llevaba su chaleco y estaba sólo con una camisa blanca, por lo que podía ver sus vendas rodeando sus brazos. Su cuello también. Se había quitado la venda del ojo.

—Yo no regresaré a Yokohama con ustedes. —Confesó. Yo me sorprendí.

—¿Te quedarás aquí? —Pregunté. Él sacudió la cabeza.

—No. Me iré. Pero no a donde tú crees.

Fyodor se levantó y se acercó a él. Ambos se miraron fijamente. Se veía furioso y triste a la vez. Dazai parecía vacío. Yo seguía sin saber qué estaba pasando, pero para mí desgracia ya estaba empezando a figurarme la respuesta.

—¿Lo harás? —Preguntó Fyodor en un susurro lo suficientemente fuerte como para que yo lo escuchara— ¿De verdad lo harás?

Dazai miró a la calle.

—Perdona. Estoy cansado. Ya no puedo más.

Y entonces lo abrazó. Y Dazai correspondió al abrazo. Se quedaron ahí un momento. Yo me levanté de la silla, aturdido. Ya entendía lo que estaba pasando.

Dazai se iba a suicidar.

—¿Q-qué? —Balbuceé— No irás a... Oh, Dios, ¿en serio vas a...?

Se despegaron del abrazo y Fyodor se sustuvo de la baranda para no caerse. Se veía descompuesto, y después caminó hacia las escaleras.

—Y-yo voy a bajar.

Y salió corriendo. Yo me giré hacía Dazai.

—Por favor, dime que no es cierto —supliqué—. Dime qué es una broma, te lo pido. ¡No puede ser en serio!

—Perdóname, Nikolai —se excusó—. S-se que es... bueno, con lo de Sigma, y además la separación de tus padres...

Yo nunca les dije lo de mis padres. ¿Cómo se enteró?

—No es mi intención lastimarte, ni a Fyodor —prosiguió—. Lamento que mi tiempo termina aquí. No volveremos a vernos y y-yo... Lamento todo. Debí haber sido un mejor amigo. —Señaló la cicatriz de mi ojo— Lamento haberte hecho eso.

Solté una risita nerviosa. Siempre que entro en pánico recurro al humor para calmar la situación.

—B-bueno, supongo que si realmente vas a... suicidarte... Me llevo algo con lo que te recordaré siempre —Traté de sonreír, pero mi rostro y mis piernas se sentían como gelatina. No sería capaz de mantenerme en pie por mucho—. Por favor... No lo hagas...

Él me tomó del hombro y me dio un abrazo (uno muy varonil, por cierto). Él también estaba temblando.

—Por favor, Nikolai, cuídalo —pidió—. Te lo suplico... Cuida de Fyodor, por favor. Cuídalo. Yo no lo amo, no así, pero es muy importante para mí. Si le pasara algo... No podría soportarlo. Cuídalo.

—¿Y qué te hace creer que él soportaría que te pasará algo a ti? —Le recriminé en medio de un sollozo— Siempre igual de egoísta... T-te odio.

Nos separamos. Él estaba mucho menos tranquilo de lo que aparentaba, pero mantenía un semblante sereno. Nos dimos un apretón de manos.

—Regresa con Fyodor. Aquí nos separamos, y-yo... —Soltó un sollozo— Y dile que lo lamento.

Bajé a nuestra habitación. Ese mismo día Dazai desapareció.



















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Díganle adiós al suicida (y a Chuuya también)


Gracias por leer!

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