Capítulo XXXXVI

Fingir que aquí todo está bien, es un castigo.

...

Aquellas tierras eran mejor conocidas como región del Sol naciente.
El alba pintaba el paisaje de un hermoso anaranjado, la esperanza de un nuevo día. Como una bella pintura inmortal. Algo de calor no le vendría mal a este crudo invierno.

No es fácil conciliar el sueño durante un episodio de ansiedad. ¿Para qué dormir si no vas a descansar?

Sesshomaru estaba ya bien vestido desde el primer rayo de sol. Bien peinado, bien perfumado. Viéndose obligado a cortar sus uñas al raz de sus dedos.
Quizás podría llamarse instinto, quizás, solo era un obsesivo calculador, de todos modos, sabía que él estaba cada vez más cerca.

El sol, el astro contrario a la luna. El que da la vida. El incondicional. Cálido.

Hasta el hierro, al calor, es blando.

Una gran bestia se hacía ver allá en la a
lejanía, en el horizonte. Un gran perro monstruo. Acercándose a un paso increíblemente veloz a juzgar de tan pesado ser. Cada vez más cerca. Haciendo temblar la tierra a cada pesado paso. Haciendo retumbar todo el bosque del Oeste.

Se podían escuchar a los soldados anunciar su llegada, posicionarse para recibir al gran señor Inu No Taisho de regreso.

Eso no fue suficiente para hacer flaquear, ni siquiera un poco, el estoico rostro del joven demonio. Mientras esperaba arrodillado, tan elegante como él solo.

Sin preocuparse por su pequeña bestia, la cual no dudaba en que, a pesar de todo el alboroto a su alrededor, no se despertaría. O por lo menos no tendría las fuerzas para levantarse a recibir a su propio padre. El que se pavonea de ser un chico fuerte cuando una pequeña limpieza lo dejó derrotado en su cama.

Pequeño tonto que tiene tanto que aprender.

Inuyasha estornudó estando dormido en su habitación.

Volviendo a concentrarse en lo que estaba por venir, Sesshomaru respiró profundamente una vez, dos veces, tres veces, cuatro veces. Había sobrevido hasta el momento, ya a estas alturas era bastante complicado sorprenderse por algo más.

O por lo menos, se sentía mejor preparado para soportarlo.

Soportar.

Debajo de sus mangas no pudo evitar apretar sus puños, reprimirse, aunque sea un momento.

Él ya viene, ya viene.

No necesita alzar la cabeza para saber que ya fue visto. Puede sentir su mirada clavada en él como un águila apuntando a su próxima presa. Necesita exhalar, necesita dejar ir su aliento.

Había llegado tan lejos, como para arruinarlo estúpidamente ahora.

Una ligera brisa movió sus cabellos, el ruido seco de algo cayendo en la nieve.
Algo pesado, como también el ruido metálico obligó a Sesshomaru abrir los ojos.

Inu No Taisho.

El cruel Lord del Oeste.

Tan imponente, digno de tal sobrenombre. Tan grande, tan majestuoso. Para bien o para mal, digno de la admiración de cualquiera.

El brillo en sus ojos era el reflejo casi natural, difícilmente fingido. En cambio, Inu No Taisho estaba boquiabierto ante la divina imagen de Sesshomaru frente a él.

El contacto visual directo, los mismos ojos mirándose como si hubieran sido hechizados. Atraídos unos con otros. Dejando al gran señor con la mente en blanco como todo a su alrededor.

Solo él.

Había deseado que se apresurara el momento al fin se realizará tal re encuentro. Sesshomaru bien despierto, gozando de buena salud. Esperando por él.

Tantas noches de soledad. Con un pie en el otro mundo, una de sus peores batallas, sin dudas.

Su hermoso Sesshomaru no lo merecía.

Tiene que haber una forma... siempre hay una forma de reparar el daño.

Bienvenido a casa, amo. ─ Sesshomaru se reverenció hasta pegar su frente en el frío suelo.

Inu No Taisho no dudó en usar su verdadera forma con tal de regresar al palacio más rápido, luego de haber escuchado la noticia. Así que una vez, a tan solo pasos de distancia, podría relajar sus músculos, su respiración. Bajar la guardia de esa forma era bastante estúpido. Pero no podía evitarlo, no. Era bastante cómodo dejarse llevar por el encantador señorito. Viéndose tan adorable como un pequeño cachorro fiel a la espera de su amo.

Olvidando que fue él quien, en primer lugar, vino corriendo a cuatro patas para verlo.

No hay lugar para las palabras donde hay tan eufóricos sentimientos recorriendo por ahí. ¿Cómo expresarlo?

Una piel tan delicada, blanca como su nunca hubiera conocido el sol hasta ahora. Sonrojada por la brisa fresca, tratando de mantenerlo tibio. Inu No Taisho sintió todo eso en cuanto acarició ese suave rostro con tanta delicadeza, casi tanteando, con temor de romperlo en un arrebato.

─ Tan cálido. ─ aquel pensamiento se escapó de sus labios. La inmediata reacción ante el contacto, de su palma con la mejilla de su querido Sesshomaru.

─ Tus manos ─ Sesshomaru respondió. ─ Si que están frías. ─ sobrepuso sus manos con las de su amo.

Como si eso pudiera transmitir calor.

...

Tu me dices que esto es amor, y yo, no lo puedo creer.

...

Dejando de lado las formalidades, Inu No Taisho fue devuelto a la realidad en cuanto la mezcla olores extraños llegaron a su nariz.

Por supuesto, llevó consigo a su pequeño amante al interior del castillo.

─ Detecto algo inusual aquí. Estoy seguro que no sólo una cosa cambió. Ahora que recuerdo, también vi los tejados sin ningún copo de nieve, siendo que estuvo nevando durante la semana.
¿Tienes una explicación?

Sesshomaru pestañeo, con el fin de lucir lo más inocente posible.

─ Limpiamos.

Inu No Taisho buscó con su nariz la verdad.

─ ¿Quiénes exactamente? No dudó en la buena voluntad de Inuyasha pero dudó que dos sea suficiente para semejante trabajo... en tan poco tiempo.

─ Inuyasha es un joven fuerte capaz de superar cualquiera meta que se proponga. Se sorprendería escuchar sobre sus hazañas, en un tiempo récord.

─ Sesshomaru, estas evadiendo mi pregunta.

─ ¿Cual? ─ revoloteó sus pestañas como alas de mariposa, fingiendo inocencia. ─ Inuyasha debe estar dormido, descansando de tan arduas tareas del día anterior, puedo ir a buscarlo si gusta.

Sin confirmar un permiso, el joven demonio pretendió marcharse lejos de Inu No Taisho y sus pesados cuestionamientos. No pudo ir más lejos, siendo retenido por la fuerza del gran señor, sosteniéndose de su ante brazo.

─ Dime que no desobedecieron mis ordenes. ─ gruñó.

─ Otra vez con lo mismo. Que exageración. ─ masculló por lo bajo, ignorando la fuerza de aquel agarre.

─ ¿Qué estás diciendo? Enloquezco con la idea de que alguien haya puesto un pie dentro de este palacio en mi ausencia.

─ El amo debería meditar sobre su descontrolada ira. No es para tanto. ¿Si tan preocupado está, por que estuvo fuera tanto tiempo? ¿Y quien esperaba que fuera a limpiar este desastre? ¿Dejar esta fortaleza en el descuido?

─ ¿Sesshomaru, has perdido la memoria? ¿O el juicio? ¿Se te olvidó por qué caíste inconsciente hace unos meses? Cometi el gran error de dejarte en manos equivocadas. ¡Lo estúpido que fui al volver a dejarlos cerca de nosotros! ─ Lo sacudió, buscaba una reacción que le dijera que su pequeño estaba entendiendo sus palabras.

Lo único que obtuvo fueron gimoteos de parte de Sesshomaru, por la fuerza que estaba empleando en su brazo.

─ ¡Estoy algo cansado de tus intentos de ponerte en peligro! No sólo tu, siendo que Inuyasha estaba también aquí. ¿Me estás oyendo? ─ con su mano libre, atrapó el mentón del joven y lo obligó a levantar la cabeza.

Esos mismos ojos lo recibieron brillando por la cristalización. Lágrimas amenazando con escapar. El rostro del Lord permaneció tan serio como al principio, por dentro, el olor salado proviniendo de los ojos de Sesshomaru serían su perdición.

Y para terminar de derrumbar su caparazón de acero, el menor comenzó a temblar.

─ Me estás lastimando. ─ se quejó, con la voz tan baja, a punto de quebrarse. ─ ¿Por qué? No entiendo que he hecho mal para merecer este desprecio.

Sesshomaru. ─ el mayor gruñó en advertencia, molesto por sus palabras.

¿Desde cuando estaba siendo el malo, en la escena por lo menos?

¡Estaba jodidamente preocupado por el gran aprecio que tenía por él! ¿Por qué estaba malinterpretandolo?

─ Me duele. ─ el joven gimoteó. ─ Ya no más, por favor. ─ fue cuando finalmente esas lágrimas resbalaron por sus mejillas.

Las contadas veces que había llorado habían sido una catástrofe. ¿Cómo hacer que se detenga? No se suponía que, él nuevamente sea la razón del malestar de Sesshomaru. ¡Se suponía que debía de ser diferente esta vez! El mayor soltó ese agarre como si fuera a él quien quemara de tal tacto.

Mientras el brazo izquierdo, que no había sufrido nada más, descansaba paralizado a su costado, el joven demonio uso las mangas de su brazo derecho para secar las lágrimas que en principio no debieron salir. La mirada dulce y cálida habían desaparecido bajo su sombra.

─ Dígame, Amo, que he hecho mal. ─ Exigió. ─ Estoy aquí, a su servicio. Procurando mantener tibio un hogar que hace mucho tiempo quedó congelado. Y no me refiero al invierno de este año. O algún otro. ¿No es lo que quiere? ─
Comenzó a susurrar. ─
¿No quiere la dulce ilusión de un hogar? Por que eso parecía... a veces olvido que también es usted un guerrero. De esos que piensan, ¿Para qué una casa? Si vivo de batalla en batalla. Entonces. ¿Qué es lo que va a elegir? ¿El calor de una bienvenida o el rechazo por el temor que causas?

─ Era... una simple orden. Ni una maldita mosca podía pasar a mi territorio.

─ Sigo pensando que estas delirando en exageración. ¿Ya no confías ni en tu propio ejército? Primero la servidumbre, ahora ellos. ¿Necesitas ayuda para controlarlos?

Cállate, estas volviéndome loco.

─ ¡Por todos los cielos! ¡Ya estabas así cuando llegue a este asqueroso mundo!

─ ¡Te dije que te calles! ─ en un reprimido arrebato, lo único que alcanzó hacer es sostener a ese bocón chico ahora de ambos brazos, sin medir su fuerza.

Era sorprendente la forma en cómo Sesshomaru podría transformar su rostro de piedra en una verdadera obra dramática, el dolor reflejado en su semblante, aguantando el llanto, no era lo apropiado.

Las palabras del joven habían golpeado sin piedad a la mente aturdida de un desquiciado Inu No Taisho. ¿Acaso era su imaginación? ¿Y si de verdad estuviera delirando?

─ Basta, basta. ─ Sesshomaru suplicó. ¡Piedad!

─ ¡Padre! ─ a las corridas, el príncipe había hecho acto de presencia.

En cuestión de segundos pudo contemplar tan miserable panorama. Su padre de nuevo, el culpable detrás de todas esas cosas raras. Y ahora, se estaba pasando de bruto con su hermano mayor.

La sorpresa pasó a ser decepción por parte de Inuyasha, quien no dudó en intervenir por Sesshomaru.

─ ¡¿Qué es lo que estás haciendo?! ─ rugió molesto, dando grandes saltos hasta ellos.

Antes de que aterrizará, Inu No Taisho había soltado a Sesshomaru. Ahora eran dos contra uno.

─ ¿Papa, Qué te sucede? ¡Enojate conmigo! ¡No tienes por qué estar pegándole!

─ Inuyasha, estas malinterpretando todo. Nunca le pegué. El asunto es entre Sesshomaru y yo. No te concierne.

─ ¿Estás enojado por lo de la limpieza no es así? ¡Yo les ordene que lo hicieran!

La paciencia del Lord estaba goteando como un vaso de agua roto. Demasiado rápido. Sus globos oculares comenzaban a tintarse de rojo sangre. Era señal legítima de la furia corriendo por su ser. Estaba a punto de mostrar su verdadera forma o atacarlos de una manera inconsciente y atroz.

Esto lleno de miedo el corazón del príncipe, dudoso de lo que sería capaz de hacer su padre. Sus orejas se pegaron a su cabeza por instinto, sin embargo, siguió firme frente a su padre, resguardando a su hermano.

Les pudo haber pasado algo, cualquier cosa, en mi ausencia. ─ gruñó. ─ Ya he perdido demasiado. ¿No pensaron en eso? Todos se vuelven enemigos de repente. No confío en nadie más.

Dio un paso al frente, Inuyasha retrocedió por mero instinto, obligando a Sesshomaru también a retroceder. La mirada del mayor parecía perderse detrás de ellos.

─ ¿Padre?

Inu No Taisho.

Quizás me sienta más tranquilo cuando estemos... completamente solos, solo nosotros. Mis tesoros.

Los cachorros detectaron enseguida las insanas intenciones de Inu No Taisho, por lo menos Sesshomaru se dio cuenta primero. Tenía que detenerlo a toda costa, arriesgándose a todo. Rodeando al príncipe para poder acercase y, hacer el intento de razonar con el amo.

─ No, esto es demasiado. ¡No seas exagerado! ─ llamó, incluso haciendo puntitas con sus pies, debido a la diferencia de altura, con tal de ser escuchado ─ Inu No Taisho, por favor, vuelve a tierra. ¿En qué estas pensando? ─ sacudió sus mangas con tal de captar su atención.

─ ¡Tiene razón! ─ Inuyasha hizo coro. ─ Nunca nos pasara nada malo, somos tus hijos, nadie puede tocarnos.

─ Necesitas relajarte... ─ Sesshomaru insistió, hablando tan suave como el pelaje de un gato. ─ No te vendría mal un baño caliente... luego de pasar toda la noche bajo la nevada. Ya estás en casa.

Unas palabras más y lograron calmar la ira de Inu No Taisho.

...

Puedo sentir tu presión en la sangre subir, a la mierda esta tensión.
Déjame entrar en tu mente, ¿hice mención?
Fingir que todo está bien es detención.

Entonces, ambos hermanos se encargaron de preparar el cuarto de baño para el prometido descanso y aseo del gran señor. O más bien, Inuyasha hizo todo el trabajo pesado bajo las indicaciones de su hermano mayor.
Por supuesto el menor no se quejó, como podría hacerlo sabiendo que su padre lo necesitaba.

Después de todo lo que su padre significaba para él, hacer cosas tan triviales no eran una molestia en lo absoluto.

─ Inuyasha.  ─ llamó su hermano, quien estaba trayendo consigo varias toallas. ─ Dejame el resto a mi, puedes retirarte.

─ ¿Estás seguro?

─ Completamente.

─ Si necesitas mi ayuda, no dudes en llamarme.

─ Seguro.

La pequeña bestia no hizo más que asentir antes de retirarse. Tampoco es que tuviera muchas ganas de replicar y quedarse ahí. No quería causar problemas. No más de los que ya tenían.

Quizás deba ir a ver que trajeron de comer. Si, eso sonaba bien.

Por otro lado, el joven demonio acomodó las toallas en silencio. Sabía que él amo estaba del otro lado del biombo, dentro de la tina. El cuarto encerrandolos a ellos y el vapor.

Inu No Taisho parecía ser un hombre demasiado ocupado como para preocuparse por la ropa sucia. Tan acostumbrado a que un sirviente lo recoja del suelo.

Pero eso fue el tema de discusión de aquella tarde, ya no habían sirvientes. Quizás, Sesshomaru pueda convencerlo de traer nuevo personal en cuanto el Lord tuviera la mente totalmente en frío.

El joven se agachó con la intención de tomar aquellas ropas, manchadas de tierra y llevarlas a lavar más tarde.

Te estás tardando mucho. ─ la voz profunda y gutural del otro lado del cuarto, hizo estremecer al chico hasta tal punto de casi tropezar.

Dejó las prendas en el cesto antes de recomponerse y caminar hacia la barrera de bambú que los separaba.

─ ¿Dijiste algo? ─ atino a preguntar.

─ Qué te estás tardando en traer tu trasero hasta aquí. Estos músculos no se van a lavar solos.

Digamos que el rojo en el rostro de Sesshomaru era debido al calor y no a la vergüenza. ¿De acuerdo? Inu No Taisho sabia como molestarlo ya se conciente o no. El chico trataba de preparase mentalmente para cruzar el otro lado, mantener la calma.

Del otro lado lo esperaba un amo sentado en la tina, desnudo por puesto, con su larga cabellera suelta.

¿El rojo de su cara podría ponerse más rojo?

Inu No Taisho no miró a su pequeño amante a pesar de que, este ya se lo estaba devorando con la mirada. El lord estaba perdido en sus pensamientos, procesando todo lo vivido desde la madrugada hasta aquí.

Perder el control era un punto débil de lo más deplorable. Y estaba molesto consigo mismo.

Tanto que se había jurado a sí mismo protegerlo de cualquier mal, y, cuando menos se dio cuenta lo estaba haciendo llorar. Que patético. Hipócrita, mentiroso. ¿Cómo pudo engañarse de esa forma? Ahora, estaba prácticamente pidiendo su ayuda… cuando se supone que Sesshomaru debería ser el atendido.

Levantó la vista al pasar de los segundos, su pequeño amante estaba paralizado a tan pocos pasos de él. Rojo como una cereza. Nada que su blanca piel pudiera ocultar.

─ Luces como… si nunca hubieras visto esta piel antes. ─ Inu No Taisho murmuró, luego, sonrió pesadamente. ─
Ven aquí. ─ llamó.

No había excusa para no obedecer. Sesshomaru ya estaba de rodillas cerca de él. Muy muy cerca. Cabizbajo, con la respiración contenida. Inu No Taisho quizás estaba confundiendo su actuar con vergüenza.

Estaba algo equivocado. No era timidez lo que inundaba al joven demonio.

Supongamos que Sesshomaru fuera una bestia a la deriva con días sin probar bocado. Y de la nada, aparece Inu No Taisho, como si fuera la carne fresca.

Pero, en realidad Sesshomaru no es ninguna bestia. Y por esa razón, no podría demostrar cuanta hambre tiene su ser. Nunca podría actuar como no civilizado. Como un salvaje. Esperaba no caer en ninguna provocación, al menos no tan fácil, no tan pronto.

No esperó a que le repitieran la orden. Si Inu No Taisho quería ser limpiado, Sesshomaru estaba en la obligación de hacerlo.

Empezando por sus brazos, luego su espalda. Evitando llegar a la zona de su cintura, prefirió trabajar en el cabello. Masajear, cepillar. Con toda la gracia de un angel dando consuelo a un soldado caído.

Si, sus manos tenían la suavidad de un ángel. Sin dudas. Cualquiera podría sentirse bendecido al ser tocado por él.

Ahora, Sesshomaru tenía toda la atención de su amo.

─ Creo que deberías tallar aquí. En mi cuello. ─ su plan era atraer a ese ángel mucho más cerca de su rostro de forma sutil.

Sesshomaru era un silencio en un bosque sin excursionistas. Acercó la esponja para trabajar la zona indicada.

Sesshomaru sabía que era algún tipo de trampa imposible de escapar.

El gran señor tomó una de sus manos, y está vez, con toda la delicadeza que merecía. Acercándo a su presa a su nariz y labios. Él siempre huele adictivamente bien. Tan feliz de sentir su pulso recorrer con normalidad. Tan afortunado de tenerlo. Inu No Taisho dejó suaves besos por donde alcanzara.

Algo era seguro, esta vez si, se encargaría de enmendar su tropezón. Se ganaría el perdón de su querido y se ganaría su plena confianza nuevamente. Ahora estaban juntos. Y está vez si, a toda costa lo estarían. Tuviera lo que tuviera que hacer. Lo haría feliz, serían felices.

Estaban a punto de reconstruir ese hogar.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top