Capítulo XXXXIII
Ojos en el premio, Creíste que la cereza sería mejor que el pastel.
...
El frío de afuera ayudó en algo, con la fiebre repentina de Sesshomaru, se refiere. Puesto que no habría sobrevivido a la noche de sofocación.
¿Donde estaba Inu No Taisho cuando verdaderamente se lo necesitaba?
Ahora que estaba con los pies puestos en la tierra, deseaba con el corazón que Inu No Taisho se atrasara en su regreso.
...
─ Por última vez, no puedes renunciar así como si nada. Mucho menos cuando el gran comandante no está aquí. ¿Qué bicho te picó? ─ El capitán Ri habló sobre su hombro, dándole la espalda al atrevido soldado.
─ No lo entiendes, ese monstruo anda merodeando entre nosotros. Lo más listo que puedo hacer, es largarme de aquí. ¡Concédeme el permiso de una vez!
─ Me estás diciendo que tu razón para darte de baja es... por... pfff. ¡Dime que no pudiste inventar algo mejor! ─ el capitán quiso reírse más no le salió. Terminó por darse la media vuelta para encararlo. Al hacerlo, notó que la seriedad era tal que no parecía ser un chiste. ─ No puedes estar hablando en serio.
─ ¡Luego de mi, seguirán ustedes! ¡Se los advierto!
─ ¿Estás seguro de lo que dices? ¿Y si tiene razón? ─ se preguntó un tercero que estaba presente.
Así los pocos que estaban presentes en el grupo comenzaron a murmurar entre ellos. El capitán Ri no podía creer tal ingenuidad en un cuerpo de combate. No podía permitir una cosa así.
─ ¡Silencio! ─ Todos cerraron sus bocas al momento de escuchar a su capitán. ─ ¿Estamos hablando de la misma... persona? ¿Estamos hablando del señorito... Sesshomaru? ─ preguntó, todavía escéptico.
─ Ahg, de solo escuchar ese nombre. ¡Algo malo va a pasar!
Fue silenciado, de una sonora bofetada, ganandosela por haber agotado la paciencia de su superior.
─ ¡¿Qué clase de alborotador eres?! ¡Haciendo este escándalo por nada! ¿¡Qué hay de tu pacto de lealtad hacia el comandante!? ¿Acaso temes una reprimienda? ¿Qué es lo que hiciste? El que nada debe nada teme.
Silencio. Apenas el demonio frente a el pudo recomponerse de los nervios que le causaba toda la situación. Signos de un claro demonio débil.
─ N-no le hice nada. ─ confesó, no muy seguro de sí mismo.
Si, había dicho cosas, pero de hacerle algo, de hacer, no hizo nada.
─ ¿Entonces? ¿Crees que te eligió al azar para atormentarte o algo por el estilo? ¡¿Crees que alguien como él se fijaría en una insignificancia como tú?! Dejate de tonterías. O te aniquilare yo mismo. No necesitamos cobardes en nuestro ejército. Si quieres renunciar, enfrenta a Inu No Taisho en persona.
Fue hace mucho tiempo ya desde su primer encuentro con Sesshomaru. Todavía retumban en sus oídos aquellas palabras gélidas.
Estás muerto.
...
─ ¡He estado estudiando duro cuando no estabas! ¡En serio! ¿Quieres ver?
─ Mejor en otro momento. ─ Sesshomaru acarició su sien.
No dio más explicaciones.
Era la mañana siguiente, muy cercano al medio día. Sesshomaru llevaba despierto ya varias horas de completo aburrimiento.
Mientras que Inuyasha había caído rendido a su cama una vez que regresaron de su pequeña travesura.
Y apenas había despertado de su pesado sueño. Con los pelos parados y sin reconocer su propio nombre.
Tampoco tardó demasiado en alistarse para compartir una mesa con su hermano mayor, Inuyasha, realmente estaba feliz de volver a convivir con él.
Aunque fuera difícil, Inuyasha a veces sentía que hablar con Sesshomaru era hablar con una pared. A veces solo respondía con un seco monosílabo o directamente no decía nada. Quería entenderlo... De veras.
¿En qué estará pensado esa cabecita loca?
En caos, destrucción y muerte. Pero el Príncipe no lo sabía y no había forma de enterarse. Nunca, jamás. Pues no poseía un talento que le hiciera leer mentes o leer el lenguaje corporal.
─ ¿No estas... muy desabrigado? ─ Inuyasha preguntó, notando la delgada ropa que traía puesta Sesshomaru.
─ No tengo frío. ─ fue la corta explicación.
─ Huh. Olvide que la mayoría de demonios son inmunes... al frío. ─ Nunca antes se había sentido tan incómodo y sin tantas ganas de hablar. De repente se sintió fijamente observado, poniendo sus orejas bien alertas. ─ ¿Pasa algo?
Sesshomaru siempre se había caracterizado por ser alguien de suma discreción. Quizás, está en un punto débil. Perdiendo el control. Realmente quería evitar estar con Inuyasha. Pero la pequeña bestia había insistido en compartir cada segundo de su maldita estadía solos en el palacio, juntos.
─ ¿Te sientes mal? ─ era ya evidente hasta para el príncipe, el mal estado de la tez del otro.
Tan repentino. Inuyasha es un joven inexperto y era minimamente conciente de eso. ¿Como podría ayudar a la salud de su hermano con los escasos conocimientos que el príncipe portaba?
─ Eres ... tan parecido. ─ Sesshomaru mascullo entre dientes.
─ ¿Qué dijiste?
El mayor negó con la cabeza.
─ Necesito tomar aire.
El príncipe del Oeste no lo dudó ni por un segundo. Prácticamente saltó de su lugar para ayudar a su mayor a ponerse de pie. Con solo tocarlo pudo notar que tan grave era el asunto.
Su piel estaba realmente caliente.
Posiblemente un asalto de fiebre.
Así fue como Sesshomaru fue escoltado por la pequeña bestia hasta encontrar la salida al patio central.
Aun si no había tormenta, la nieve aún seguia siendo la protagonista de aquel escenario solitario y sepulcral.
Sesshomaru logró safarse del agarre por un breve Descuido por parte de Inuyasha. El menor estaba pensando en la forma más saludable de ayudar a su hermano, quizás mucha agua y un trapo mojado, era lo que había visto usar en más de una ocasión a una persona enferma.
Sesshomaru se dejó caer al suave abrazo de la fría nieve, gruesa como un colchón, recibiendolo. Sus mejillas y orejas eran las zonas más susceptibles. Rojas como cerezos. Encontrando alivio en el frío. Es todo lo que necesita. Frío y aire fresco.
Quedando completamente quieto cual estatua y estoico, como ningún otro.
─ ¿Sesshomaru?
─ Agua. Necesito agua... y me sentiré mejor. ─ pidió.
─ Entiendo. ─ Inuyasha asintió. ─ Iré por ella. ¡No te muevas de aquí! ¡No me tardó! ─ Exclamó antes de correr y desaparecer de la escena.
Cuando ya no estuvo a la vista, ni merodeando cerca, Sesshomaru también desapareció.
...
Puedes mirar más no tocar, es que que no soy cualquiera.
Así, te gusta asi, así, así, muy rápido. Muy de prisa. Te gusta esto.
...
─ ¿Realmente no es tan peligroso como aseguras? ─ en algún lugar, la futura víctima se atrevió a hacerle la pregunta a su superior.
─ Me lleva el... ─ estaba un poco harto de tanta polémica en vano. Rodó los ojos mentalmente. Lo explicaría serenamente una vez. ─ Escucha, te diré algo que no debe escapar de tus labios jamás si no quieres lamentarlo. Tu miedo hacia Sesshomaru es completamente fantasioso. Sesshomaru realmente no representa un peligro real... ─ comenzó a susurrar.─ Él está en un estado que lo mantiene débil, no puede enfrentarse a nadie. Como o por qué, no lo sé. Y se supone que tampoco debería saber sobre su estado, pero por alguna razón, lo sé.
Así que tienes que mantenerte tranquilo.
No representa una amenaza en lo absoluto. Tampoco debes dejarte llevar por rumores absurdos. No es una maldición, sólo son coincidencias. A todos se les olvida muy pronto que las desgracias y masacres han ocurrido en estas tierras durante siglos. ¡Miles de años! No es nada novedoso.
─ El capitán Ri tiene mucha razón.
─ Ahora debes guardar el secreto.
...
Pero tu enfoque está vacío, la visión de túnel me matará. Madreselva y carne fresca, pero soy más que eso, mucho más.
...
Es gris casi blanco. Hacia bastante rato que el sol estaba cubierto por espesas nubes llenas de hielo. Acompañados por el silbido del viento, podrían perforar las orejas de cualquiera. Y por supuesto, congelar el pecho de quien respirase tan helado aire. Un clima un tanto cruel para los humanos, plantas y animales. Y quizás algunos débiles monstruos también.
Aunque las horas corrieron, cada minuto sosteniendo una lanza y la insignia del ejército del Lord del Oeste era una infernal tortura para Oaku , aquel cobarde que no veía la hora de salir corriendo de ese lugar.
Aunque la confesión que oyó de su capitán ayudaron en gran parte para sentir alivio y soportar lo que quede de guardia.
─ El maldito mocoso. ¿Cómo puede recordarme luego de tanto tiempo? Quisiera creer que se trataba de mi imaginación. Desgraciado, él clavo su mirada en mi. Esta jugando con mi mente. ¡Por qué no puede hacer nada al respecto! ¡No puede matar a nadie! Esta usando tácticas baratas para empujar a otros a su muerte. Eso debe ser. Un verdadero miserable.
El demonio murmuró entre dientes monólogos para si mismo. Dando vueltas por su zona, un radio ciertamente alejado de los muros del palacio. Mientras todo estaba cubierto de nieve.
Aunque camuflarse en un ambiente tan claro no era nada sencillo, teniendo que buscar un lugar entre los árboles y no quedar expuestos a simple vista.
Oaku estaba solo, nadie más quiso acompañarlo luego de su muestra de cobardía, perdiendo el poco respeto de parte de sus compañeros le tenían.
─ ¡Que se pudran! Terminaran muertos, uno a uno. Se acordarán de mi.
─ Ciertamente... ─ una voz comenzó a contestar al solitario demonio.
Y este se puso en guardia de golpe, con la adrenalina chispeando en todo su cuerpo. Maldecia poder reconocer de quien era.
─ No se supone que seas un sujeto difícil de olvidar. Pero con ese rostro, casi cualquiera podría quedar horrorizado para siempre. O en mi caso, asqueado por completo. ─ La figura del joven Sesshomaru salió de las sombras muy lentamente.
Aunque no sonreía, sus ojos revelaban una suerte de buen humor. Satisfacción, quizás, por encontrar el momento oportuno.
Se acomodó el cabello de tras de su oreja. Sabía que sus mejillas estaban rojas por mera respuesta a su condición. Así como su olor estaba desparramandose por toda la zona. Sus ropas mal acomodadas, y abiertas, Junto con el viento, el olor podía llegar mucho más lejos. Levemente fuerte, para que hasta un demonio como Oaku pudiera detectarlo.
Este estaba congelado del horror. Sabía que algo así le pasaría, sabía que estaba en la mira de ese salvaje. Rencoroso que no tendría misericordia ni por la más mínima ofensa.
Y su miedo sólo servía para alimentar el ego de la bestia.
Sesshomaru se contuvo de relamer sus labios secos. En cuanto dio un paso más logró alterar a su presa, horrorizada y confundida.
Luego de unos segundos de palpitacion extrema, se había percatado de los ojos dilatados de Sesshomaru junto con su aroma.
¿Era posible que estuviera en celo?
─ No eres el primero y tampoco el último en preguntarme si me quiero divertir. Estoy muy aburrido ahora. ─ Susurró lo suficiente para ser escuchado. ─ Tal vez tenga ganas. Ganas de jugar. Jugar con tus huesos. ─ sonrió a medida que iba notando la contorsion del feo rostro de un demonio que incluso era mucho más alto que él.
Y probablemente que contaba con una mejor actitud física. Al menos, en ese instante.
Si su capitán había dicho que Sesshomaru estaba débil, es porque así era. El capitán Ri jamás diría una mentira de ese tamaño. No hay nadie más.
Quizás, pueda deshacerse de ese maldito para que no jodiera nunca más a nadie.
Luego, correr lo más lejos posible. Y no parar hasta inlcuso encontrar el otro lado de la gran muralla de las leyendas. Esconderse bajo una roca o en una isla de idioma extraño. Lo que sea para deshacerse de ese fantasma.
Oaku pensaba en su futuro mientras ahorcaba a Sesshomaru.
Este no lucía desesperado por el ataque. Pero no quería decir que le no costara respirar en esa posición.
Derrumbado así nada más en la nieve, con esa abominación sobre él.
Y con un evidente celo preparándose en su cuerpo. No estaba excitado, en lo absoluto. No, nunca en una circunstancia como esa.
─ Ah. ─ exhaló. ─ In-Inu No Taisho lo hace mejor.
─ ¡Muere! ¡Muere de una vez! ¡Muere, muere! ¡¿Por qué no estás muerto?!
Entregarse a la locura era mucho más sencillo de lo que puede parecer.
─ Tú lo estás. Estás muerto. ─ Sesshomaru le recordó, aún con fuerzas para sonreír. Como si obtuviera una victoria ya ganada.
─ ¡Recibe mis garras de acero!
La nieve blanca fue manchada por el espesor de una sangre putrefacta.
Inuyasha no dudó en atacar por la espalda a quien estaba haciéndole daño a su indefenso hermano, sin importarle mucho el contexto o que se tratara uno de los suyos.
Oaku se derrumbo a un lado principalmente por las heridas, pero perdiendo la cabeza por tomar conciencia.
─ ¿Qué he hecho? ─ se preguntaba entras sus manos temblaban.
Aun sentían el calor de la piel de Sesshomaru.
Quien diría que fuera así de suave.
─ ¡¡Sesshomaru!! ─ Inuyasha quería llorar del estrés.
¿Por qué carajos pasaba algo malo cada que le quitaba los ojos de encima? ¿Realmente tenía una maldición?
Más eso no importaba, no cuando tenía que acudir a su hermano mayor. Por suerte, Sesshomaru no habia perdido la conciencia.
Se tomó su tiempo para recuperar el aire mientras era protegido por los brazos de Inuyasha.
─ ¿Por qué? ¿Por qué pasó esto? ─ El menor Exclamó su descontento una vez que se aseguró que todo estaba bajo su control.
─ Lo siento. ─ Susurró Sesshomaru.
El príncipe aún estaba alerta ante la nueva amenaza. Y debido a la adrenalina, y el coraje que le dio ver a un traidor tratando de matar a su hermano fue lo suficiente para hacerlo sentir fuerte y seguro de sí mismo para atacar con garras y dientes, a quien sea.
No estuvo solo, casi al mismo tiempo, fueron llegando los soldados alertas por el olor y por supuesto, el escándalo.
El Capitán Ri estaba tan decepcionado de lo que acababa de presenciar. Era una total vergüenza para la guardia que haya sido necesario que Inuyasha se viera obligado a intervenir.
Y por supuesto, a ver confiando en la cordura de Oaku que, por supuesto, no existía.
Pronto, los soldados que llegaron a visualizar lo sucedido, apuntaron con sus armas al desquiciado soldado.
─ Yo. ─ Sesshomaru comenzó hablar, lo suficiente para ser escuchado sólo por Inuyasha ─ Yo solo quería dar un paseo, él me atacó. No estaba buscando problemas, de verdad. Lo siento. ─ Susurró de una forma tan lastimero que logro golpear el corazón de Inuyasha.
─ ¡¿Se volvieron locos o qué?! ─ Inuyasha rugio. Aunque lo grito en general, estaba particularmente furioso contra el atacante. Aún si saber su propio motivo para hacer una cosa así.
De todas formas, a Inuyasha le importa una mierda. Cree fielmente en Sesshomaru. Por esa razón quería descargar su ira contra ese insignificante soldado en forma de una mirada asesina. Pensando en sí darle un castigo o esperar que regresara su padre.
Inu No Taisho lo despedazaría.
Y cuando Oaku hizo contacto visual con él, fue la gota que derramó el vaso.
─ No, no, no. ─ gimoteó. ─ ¡Cualquier cosa menos él! ¡No quiero entretenerlos con sus aberrantes torturas! ¡MORIRÉ! ¡MORIRÉ ANTES DE QUE REGRESE INU NO TAISHO!
Fiel a su promesa, tomó una de las lanzas que lo apuntaban, de frente, usando su fuerza para clavarse a sí mismo en su corazón. El compañero que lo sostenía hizo todo lo posible por quitarle el arma, pero el daño ya estaba hecho.
─ Su majestad ... y señorito Sesshomaru, no tienen por que seguir viendo este acto tan deplorable. ─ El Capitán Ri se puso frente a ellos para obstruir la visión, algo de decoro. ─ Los acompañare de regreso al palacio. Mientras que mis hombres se encargarán de esto.
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