Capítulo XXXVI
El viento soplaba con fuerza, llevándose todo lo que pudiese a su alcance. La noche había caído, la luz de luna reflejaba sobre sus cabezas.
Inuyasha no dejaba de recordar la clase sobre la luna y sus fases, mientras observaba aquel cuerpo en el cielo. Y el pensamiento lo llevaba a su hermano, el que no pudo acompañarlo. Se engañaría si dijera que no estaba preocupado, su mala salud, sus ataques, Inuyasha estuvo muy inquieto al respecto.
Por alguna razón, no cree que dejarlo solo con su padre sea buena idea.
─ Me adelantaré y anunciaré nuestra llegada. ─ Dijo Cheri antes transformarse, su forma de gran labrador.
Se alejó a pasos agigantados, saltos que sobrepasaba cerros. Perdiendo su gran figura en el horizonte. Llevó consigo la misiva, debía de entregarse antes de la llegada de su príncipe Inuyasha.
─ Su alteza... es algo tarde, sabes que puedes dormir tranquilo conmigo a cargo.
─ Ya lo sé... ¡Llamame por mi nombre! Suena raro tanto honorífico para mi. Estamos solos.
─ Entiendo, pero por obligación te llamaré de forma adecuada cuando esté Cheri o de lo contrario terminaré siendo regañado. ─ Rió.
─ ¿Puedo hacerte una pregunta?
─ Por supuesto.
─ ¿Quién de los dos es el mayor?
─ ¿Te refieres a Cheri y a mi? En realidad, ninguno de los dos. Vinimos al mundo al mismo tiempo.
─ Creí que tu lo eras.
─ Cheri puede ser más serio que yo, pero yo también le cuido la espalda, es un trato mutuo. Si, podría decirse que somos el hermano mayor del otro.
─ ...
─ ¿Y esa cara? ¿Tienes alguna inquietud?
─ No puedo dejar de pensar en Sesshomaru.
─ ¿Ocurre algo malo? Sabes que puedes confiarme lo que sea. Soy capaz de ayudarte en todo lo que esté a mi alcance.
Inuyasha negó inmediatamente.
─ Me preocupa que mi padre y Sesshomaru pasen un mal momento. No es que desconfíe pero sé que padre no tiene mucha paciencia. ¿Y si... ?
─ Tranquilo, el joven Sesshomaru es muy inteligente ¿Verdad? No hará nada que enfade a su padre.
Inuyasha asintió lentamente, luego decidió por seguir confesando sus inquietudes.
─ Cuando Sesshomaru regresó... estuve feliz de volver a verlo y saber que estaba vivo. Como también sentí miedo de que ese día llegue, que él volviera a reclamar su puesto. Y que yo tendría que volver a estar encerrado. Que nadie me respetara. Pero luego, descubrí que en verdad Sesshomaru me había dejado su lugar. Tal parece que él no planea quedarse mucho tiempo.
─ ¿Te lo dijo?
─ Solo me confirmó que él fue quien me eligió para el puesto de príncipe. Lo otro solo es una idea mía.
─ Inuyasha, veo en ti lo genuino que es tu instinto y deseo por el bienestar del joven Sesshomaru. Así como me he tomado el tiempo de vigilar el comportamiento de tu hermano mayor. Admito que no es un asunto que me concierne, pero sinceramente me preocupó también su estado y el hecho de dejarte en sus manos. Sin embargo, sólo ha demostrado dar resultados altamente satisfactorios. Todo lo contrario a lo que pensábamos.
─ ¿Cheri también, no es así?
─ Cheri es quien más desconfia, pero sé que lo hace por tu bien.
─ Si, he notado que no le cae bien, pero tu lo entiendes mejor.
─ No sé si se trate de entenderlo, prefiero no juzgar sin conocer a la persona. A ti, pequeño, te conozco y no es sorpresa que guardes a tu hermano en un espacio de tu corazón. Más cuando él parece habérselo ganado ¿O no?
─ ...
─ Inuyasha, ya verás que él estará bien. Y que puedes hablar conmigo y contar con mi apoyo.
─ Te lo agradezco. Ah y te puedo pedir que ¿No le digas a nadie sobre nuestra conversación?
─ Dalo por hecho. ─ sonrió.
...
Un gran escándalo. Oh no, en realidad, se queda corta aquella frase.
Es peor que un incendio o una tormenta eléctrica. Los sirvientes no supieron que hacer, como si estuviera lloviendo meteoritos sobre los tejados del palacio.
Los gritos de Sesshomaru dejarían sordos por lo menos a la mitad del ejército de Inu No Taisho y al propio Inu No Taisho.
Fukuro llegó volando para aliviar la situación. Puso cara de sorprendía en cuanto vio el gran desastre que se había vuelto el salón comedor.
─ ¡Sesshomaru, por favor calmate! ─ Inu No Taisho luchaba por contenerlo en algún rincón, pero ese chico estaba eufórico.
─ ¡NO VOY A CALMARME! ¡MIRA LO QUE HAS HECHO! ¡NO, NO ME MIRES!
─ ¡¿Qué está pasando aquí?! ─ fue la manera de la anciana en anunciarse.
─ Oh, nuestra salvación. ─ El Lord del Oeste quería casi llorar al ver la médica bruja llegar para el bien de todos. ─ Ha ocurrido un espantoso accidente con la cena.
─ ¿¡ACCIDENTE!? ¡TE DIJE QUE NO QUERIA COMER ESA MIERDA!
Fukuro se hubiera marchado a kilómetros del lugar para que sus oídos no sangraran, pero después de todo esta era la profesión a la que se había dedicado toda su vida. Visualizo la comida esparcida por el desastre ahí hecho, el pedazo de carne de tiburón demoníaco esparciendo humo azul. Dedujo a tientas lo que ocurrió. Sesshomaru ocultaba su cara tras sus mangas, con tanta desesperación, que ya podía imaginar que le había pasado.
─ Dejame revisarte.─ demandó.
El chico tuvo que exponer su mal por obligación y por supuesto que quería ser curado inmediatamente.
El rostro del hermoso Sesshomaru estaba plagado de manchas irregulares, de tonalidades moradas, azules, hasta negras. Plagandose en su piel también, bajando por el cuello y su pecho. Lo sabía, se trataba de esa carne, la cual era comida para demonios. Pero, Sesshomaru estando sellado, nadie se esperaba tal reacción, pero alguien debió de ser precavido.
Según los gritos, Sesshomaru lo fue, como también Inu No Taisho no escuchó advertencias y dio por sentado que lo obligó a comer aquella carne.
Así como unos días antes el Lord mandó a suspender la medicación.
Sesshomaru necesitaba cualquier fuente de proteínas.
─ Vamos a mi despacho, veré que podemos hacer. ─ fue la sentencia de la anciana.
Sesshomaru volvió a cubrirse con sus mangas, estaba decidido a no dejar ver a nadie su nueva desgracia.
Jaken llego tarde al desastre, tropezando con las mesas rotas del lugar.
Solo pudo ver como su gran señor llevaba de forma nupcial a un pequeño cuerpo cuyo rostro no se dejaba ver.
─ O es su esposa o es el famoso Sesshomaru. Nuevamente, no he tenido oportunidad de ver a ninguno. ─ lloriqueó.
...
─ Pudo haber sido peor. Tenía la cocción adecuada para eliminar el resto del veneno, pero por otro lado si hubiera consumido más, hubiera hecho bonitos estragos en su estómago. Aparte de la casi intoxicación, las manchas son causa de una reacción alérgica.
─ Si es un chiste, dímelo. ─ El Lord deseaba que lo fuera.
─ ...
─ Es que ¡No puedo creerlo! Las alergias las tienen los humanos...
─ Si te consuela saber, todavía no ha ocurrido otra cosa anormal. ─ la anciana rodeó los ojos. ─ Con el poco buen juicio que le queda, lo usa para estar enojado contigo y por supuesto, no quiere ni escuchar tu nombre. Pasará la noche aquí, estaré atenta a sus resultados. Por qué, la doctora soy yo... ─ aquello fue una indirecta bastante directa, Inu No Taisho no debería estar jugando con lo que no sabe y el hombre captó el mensaje.
Inu No Taisho se masajeó la frente antes de aceptar de mala gana.
─ Quiero ser informado de todo inmediatamente. ─ ordenó antes de marcharse.
...
Cuando Fukuro ingresó a la misma sala de urgencias, se encontró a un tranquilo Sesshomaru sentado sobre la camilla. Revisando por sí mismo que tanto daño había recibidos, con un pequeño espejo de mano.
─ Cada día me sorprendes más. Siempre creí que solo Inu No Taisho podía hacerlo con sus locuras.
Sesshomaru dejó el espejo a un lado.
Mientras obversaba en silencio a la anciana preparar un té con mezclas de miel y cítricos. Qué minutos después aceptó gustoso.
─ Imaginé que quedarías afónico luego de tanto griterío. ─ Fukuro habia acertado. ─ Ahora prepararé algo para tu rostro, ayudará a que las manchas desaparezcan más rápido.
...
Era la madrugada, ya amaneciendo cuando Inuyasha y Tsuin llegaron a las puertas del territorio Hasuno. Fuera de los muros, Cheri estaba esperándolos ya con su forma personificada.
Los dejaron pasar de muy mala gana. La tensión era notable, tanto que hicieron que las orejas de Inuyasha se pegaran a su cabeza.
No era un secreto el odio que tenía la especie humana hacia los demonios que los controlaban. Y luego de la historia en específico con su padre, no era sorpresa para nadie.
Por esa razón, Inuyasha no era bienvenido en aquel lugar y por lo mismo no quería por nada del mundo estar ahí.
─ El señor Hasuno no ha muerto, me informaron que todavía sigue en grave estado. ─ Cheri anunció.
...
Al otro día, Sesshomaru se encontraba en su propia habitación asignada siendo atendido por las mismas doncellas.
La rutina de belleza y cuidado que ya conocía. Las manchas no habían desaparecido por completo, aún quedaban las más oscuras. Fukuro habia preparado una mezcla, una suerte de barro que debía estar en su rostro como una mascara. Y esperar por los resultados.
─ Acércate a mi con esa cosa y te la haré tragar. ─ Sesshomaru amenazó a la joven que traía unas pequeñas pinzas.
Ella casi saltó del susto, más cuando ese joven estaba acomodado en una sillón reclinable y totalmente relajado, hasta pensó que estaba dormido.
─ Pero... ─ balbuceó. Su especialidad era trabajar las cejas.
─ Lo arreglaré yo mismo. ─ Sesshomaru aclaró.
─ Ya que tocamos el tema. ─ la líder de las doncellas habló. ─ Ya está listo el Ohaguro.
─ Muy valiente de tu parte. ─ Sesshomaru quería reírse. ─ Lleva esa porquería alguien más. ¿Fue una orden de Inu No Taisho?
─ No, pero es una tendencia de moda muy popular.
─ Entonces olvidalo, no voy a enegreserme los dientes. ─ fue su última palabra al respecto. ─ Ni que estuviera loco.
─ ¿Pero si lo está o no? ─ otra doncella susurró a su compañera, ambas rieron por lo bajo.
...
─ ¿Mi señor? Lo noto muy estresado. ¿Hay algo en el que este humilde sirviente pueda serle útil?
─ Si tienes la fórmula para que pudiera leer mentes, entonces si. ─ respondió Inu No Taisho sarcastico.
Había salido a dar un paseo por los jardines a intentar despejar su cabeza, su trabajo, y el asunto de su pequeño amante lo dejaban bastante cansado.
─ ¿Es sobre el accidente de anoche? ¿Acaso se trataba de su esposa? ─ Jaken intentó adivinar.
Inu No Taisho reflexionó por aquel término, era bastante similar a una. Cuando se quiso dar cuenta, estaba sonriendo.
─ Tal vez. ─ Susurró.
─ ¿Tiene idea de lo valioso que es el rostro para una mujer? ¡Debe de comprender su enojo! Pero-pero no es culpa del señor, como dije, fue un lamentable accidente. ─ el sirviente había dado por sentado de que estaban hablando de la esposa de su gran jefe. ─ Usted no lo sabía pero antes de conocerlo yo me dedicaba a unir a las parejas de mi comunidad.
─ ¿Ah, si?
─ ¡Jamás le mentiría! Si me permite darle unos consejos, apuesto que busca que lo perdone inmediatamente.
El Lord no dijo nada al respecto, la situación le daba bastante gracia, escucharía al enano con tal de ocupar su mente en otra cosa por al menos un momento.
─ Si ella lo ama lo perdonará rápidamente, para eso necesita usted demostrarle lo arrepentido que está con regalos, mimos, regalos, decirles que están bonitas y sobre todo los regalos.
─ ¿Es mi imaginación o las de tu especie son muy materialistas?
─ Solo un poco...
─ ¿Qué le puedo dar a alguien que lo tiene todo? Un gran palacio, belleza y juventud eternas, me tiene a mi.
─ Usted tiene tosa la razón mi gran señor, muchas matarían por ocupar ese lugar. Como usted lo ha dicho, no es por el regalo, si no porque será usted quien se lo dé. Y eso lo hace especial. Si eso ¡Tiene que hacerla sentir especial!
...
Había llegado el medio día.
Cheri y Tsuin prácticamente fueron echados de la mansión Hasuno por que los habitantes se sentían incómodo con su presencia. Ambos aceptaron salir solo por que su príncipe Inuyasha se los suplicó.
Los sirvientes sirvieron todo un banquete para él. Pero, ni siquiera el delicioso aroma de toda esa comida llegarían el vacío que ese chico sentía.
Ni siquiera estaba su abuela presente. Esa mujer se había negado a compartir siquiera uno momento con él. Debía de quedarse en el lugar hasta que su abuelo muriera, velar su cadáver, y guardar al menos un día de luto después del entierro.
¿Por qué su padre lo obligaba hacer cosas desagradables?
Conocía bien la casa, su padre lo solía traer muy seguido durante su infancia, siempre había insitido en que debía mantener una relación con su lado humano. Su padre no comprendía cuanto odiaba ese lado, no quería conservarlo. ¡Inuyasha quería eliminar esa sangre sucia en él!
Los hermosos árboles de cerezo comenzaban a dejar caer sus hojas junto al viento.
─ Sangre... sucia. ─ una senil voz se escuchó a sus espaldas. Inuyasha volteó lentamente tanteando el terreno. Había oído su olor a viejo, pero le costaba afrontarlo.
Creyó que podía ignorarlo. El Señor Hasuno estaba dificultosamente de pie, con la espalda casi encorvada y un brazo oculto detras de sí. Estaba del otro lado del puente en aquel patio central. Donde Inuyasha pasaba la tarde solo con sus pensamientos.
─ Nadie me aviso... que habías llegado. ─ el anciano murmuró, luego tosió antes de seguir con su discurso. ─ Esos sinvergüenzas traidores dejaron pasar a una sangre sucia como la tuya en mi hogar, mientras agonizo.
─ Yo tampoco quiero estar aquí. ─ Inuyasha se defendió de inmediato. Aunque no quería admitir, que detrás de su cara de enojo se ocultaban sus sentimientos heridos por aquellas crueles palabras. ─ Estaría disfrutando de mi juventud muy lejos de aquí, me obligaron. ¡Así que Cállate!
El anciano dio paso a paso hasta llegar acercarse, Inuyasha estaba concentrado más en aquellos insultos y odiando a su abuelo que a detectar que este traía una daga escondida.
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