Capítulo XXXV - Extra clutter

No sabria explicarlo, si acaso lo que sentía era temor o emoción. O una extraña fusión entre ambos.

Inuyasha acababa de partir a las tierras de sus abuelos maternos, en compañía de los Gemelos labradores.

Lo sentía como un deja vu.
Si, era bueno saber que esta podría ser la última vez. Y tendría que sobrevivir.
Sobrevivir a Inu No taisho

Ya podía sentir el aliento cálido sobre su cuello, su piel, aquellas pesadas manos de nuevo a recorrerlo. Se estremeció.
Por cada cosa que podría llegar hacerle. Si con solo mirarlo se lo devora, no quiso anticipar lo que sucedería a puertas cerradas.

Todavía quiere seguir caminando. Todavia quiere que su garganta sea funcional.

No hay espejos en su habitación. Su tocador fue renovado, habían pasado largas semanas desde que había ocurrido el incidente. Su pierna derecha estaba inquieta por la ansiedad. No haría nada sin el permiso de su amo, solo le quedaba esperar.

Los sutiles golpes en la puerta devolvieron a Sesshomaru a la realidad. No reconocía al ser del otro lado.

─ ¿Quién es? ─ atinó a preguntar.

─ Estoy buscando a un tal... ¿Sesshomaru? ─ una voz chillona fue la que respondio, sonaba baja.

Se trataba de Jaken, el nuevo asistente personal de Inu No Taisho. Sin embargo, Sesshomaru aún no lo conocía. No respondió, dejó que el sirviente continuara.

─ ¡Sucede que me dijeron que por estos lados lo encontraría! ¡El amo Inu No Taisho reclama su presencia!

─ ¿A donde quiere que vaya?

─ El gran señor se encuentra ahora mismo en su oficina. ¿Sabes de donde está él? ─ Luego de hacer esa pregunta, Jaken comenzó hablar consigo mismo. Y a dar vueltas ─ Sesshomaru suena como alguien de grandeza y popularidad. He escuchado su nombre tantas veces pero aún no tuve la oportunidad de verlo. ¡Debería ya de ser todo un señorcito! -

Jaken en su distracción no se dio cuenta que la puerta había sido abierta, y chocó directamente con la puerta del ser que ahí se encontraba.
Sesshomaru lo pateó gracias a a la primera mala impresión.

─ Qué asco. ─ murmuró antes de seguir su camino, sin importarle la condición del enano que había atropellado.

Jaken se recompuso momentos después, para darse cuenta que había sido abandonado ahí. Solo supo que había chocado con él chico que le respondió. No tuvo oportunidad de verle siquiera la silueta.

─ ¿Acaso era él? ¡Todavía tengo que llevarlo con el gran señor! Parecía tan molesto, espero logre calmar su ira.

...

─ Si no eres Sesshomaru, no pases.

La puerta fue deslizándose suavemente, sin prisa. Dejando ver a la deseada persona ante su presencia. Incluso, el chico pensó en sí realidad era correcto adentrarse a la ofician luego de aquel enunciado. ¿Quién era realmente Sesshomaru?

El joven era la personificación del silencio. Mientras obversababa a su amo todavía ocupado con todo lo que requería su aprobación o mandatos. Sin alguna orden, solo se quedaría ahí de pie.

Hasta que vio cerrar los libros y pergaminos, todo de prisa. Podría leerlo en aquel lenguaje corporal. Tenía prisa, y lo sabía. Al menos era consciente u no dejaba sus responsabilidades de lado. Pero si sería capaz de tirar todo al fuego por cinco minutos de pasión. ¿Realmente llegaría hasta ese punto?

Ahí mismo en su asiento, el mayor se acomodó para recibir más espacio. Abriendo sus piernas, palpó su regazo. Era más un llamado que una invitación que Sesshomaru no podía rechazar.

Con toda su gracia se acercó, casi a tientas, resignado. No había otra salida, más que la de entregarse. No podía hacer nada al respecto. ¿Verdad?

Jugando con las expresiones de su rostro, sin saber si debería mantenerse serio o si debería sonreír. El resultado fue una extraña mezcla entre ambas.

─ Te siento tenso, relajate.

Aquellas palabras solo le daban más ansiedad, exhaló, dejando que sus hombros cayeran rendidos. Ya estaba sentado sobre el regazo derecho de su amo, mientras este lo sostenía fuertemente, rodeado la cintura de su pequeño amante, todo su brazo era suficiente. No escaparía.

─ ¿Estás preocupado? No tienes por qué. Te prometo que nos vamos a divertir. ─ Inu No Taisho usó su palma para masajear la delgada espalda del menor, quería tranquilizarlo.

Era jodidamente consciente que su chico estaba asustado. Por qué ambos sabían, la última vez fue un rebelde. Como también sugirió el intentó de salir del palacio. Y posiblemente sea castigado.

─ Por ser el primer día jugaremos suave. ─ el mayor comenzó a susurrar las ordenes muy cerca del oído de Sesshomaru, a cada palabra podía sentir sus temblores. ─ Ahora mismo necesito que vayas a mi habitación, y te quites las más pesadas capas de ropa. No importa si te dejas la ropa interior, eso te lo dejo a tu gusto. Esperame, estaré ahí enseguida.

Lentamente lo dejó libre, para que pudiera ir y obedecer. Sesshomaru todavía sentía las cosquillas de sus toques, que casi tropieza en los primeros pasos. Cuando se recompuso, se borró de la escena con prisa.

...

Antes de pasar por su propia habitación, Inu No Taisho hizo una parada rápida en la casona de Fukuro.

─ Te pediré prestada una báscula.

─ Enseguida.

─ Fukuro, hazme un favor y recuerdame. ¿Cuanto debe pesar un muchacho de aparentemente catorce a dieciséis años con unos... ciento sesenta centímetros de altura?

Fukuro lo miro y casi se le escapa una ceja hacia arriba. Que situación tan hilarante, ni siquiera debe adivinar de quien está hablando. Bonita hora para acordarse de la salud de ese chico.

─ Varía según la edad exacta y la especie, por arriba de las ciento treinta y nueve libras, según la descripción que me dio.

La báscula fue entregada, no hubo más palabras de por medio.

...

─ ¡Señor!¡Mi gran señor! ¡Le he fallado! ¡No encuentro al tal Sesshomaru por ningún lado! ─ en el camino, se encontró con Jaken, el cual no dudó en ir a llorar a sus pies.

─ ¿De que hablas? Ya lo encontré. Y por el momento no necesito de tu servicio. Lo más más importante, no quiero ser molestado bajo ninguna circunstancia. ─ Inu No Taisho gruñó en advertencia.

...

Sesshomaru existía para cumplir todos los deseos de su amo.

Entendió para que necesitaba que se quitara el peso extra. Recordó vagamente que había mencionado sobre el tema. Sesshomaru se subió a la báscula con nada más puesto que una delagada bata que no hacía la diferencia.

─ Noventa libras. ─ Su amo gruñó al ver el resultado.

Aunque no era sorpresa alguna. Sin embargo, debería ser alarmante. siendo casi cincuenta libras menos que el peso estándar, al menos el que Fukuro habia señalado.

─ Te faltan como unas treinta libras. Siendo que mejoraste mucho desde el ultimo año, no pesabas nada, eras solo huesos. Eso se acabó, llevaras adelante una nueva dieta, subirás de peso lo necesario.

─ ¿Necesario para qué?

─ Necesario para... ¿Tengo que explicarlo? Cachorro, necesito que estés en buena forma. Ya no te desmayas como antes, pero todavía te falta mucha recuperación.

─ ...

─ ¡Como también lo hago por tu propio bien! Verás como te sentirás mejor. ¿Crees que no me importas? He dejado a tu cargo tu decisión de comer o no, pero no va a ningún lado bueno. ─ Intentó con aquellas palabras arreglar su discurso, convencer a su cachorro ─ Dejame esto a mi. Además, mejorara tu figura, tus muslos crecerán un poco más.

─ Creí que te gustaba así. ─ respondió el menor, agachado su cabeza por la decepción.

─ Me encantas, pero, puede ser mucho mejor.─ Con sus dedos subió de nuevo aquel mentón. ─ Te pondrás más hermoso, lo prometo.

Tuvo que tragarse aquellas palabras. ¿Por qué señalar específicamente sus muslos? Su amo está tan decidido a que conserve aquella figura femenina. Como también, quiere convencerlo de que se trata de algo bueno. Si eso es lo que quiere...

No puede acertar exactamente que viene a continuación, Sesshomaru esperaba sentado en aquella gran cama lo más calmado posible. Mientras tanto, Inu No Taisho parecía emocionado por abrir el cofre que esperaba por ellos.

─ Son algunos juguetes que encargué. Todavía no tuve el placer de darles un vistazo, será una sorpresa para ambos. ─ explicó.

En cuanto la tapa fue abierta, dejó en evidencia su contenido.
Sesshomaru no pudo evitar los escalofríos, no cuando a su vista estaban todo tipo de objetos sexuales. Muñequeras, cuerdas, látigos, fustas.

Conoce todo eso.

...

Con todo lo necesario a la mano, el esclavo estaba detrás de un biombo.
Se preparaba, era una especie de rutina. Medias, un fundoshi más delicado, muñequeras, y su infaltable collar de cuero.
Aunque las medias esta vez eran rojas. Esta vez, se unía a su atuendo arnés que cubrían su tórax.
Y no sólo era esa la anomalía en el atuendo de esa ocasión. Una didadema que traía pegada dos retazo que simulaban ser orejas caninas. Las cuales no eran un problema ni un estorbo.
Sin embargo, tenía un curioso accesorio extra. Una gran cola suave y esponjosa. Ambos tal y como el color de su cabello.
El problema, sería colocarse la cola. Siendo que su único extremo contaba con un tapón.

...

─ Recuerda que cuando estés listo, quiero que vengas a mi, debes de hacerlo a cuatro patas, suavemente. Dejame disfrutar la vista.

Obedeció aquella orden al pie de la letra.

Inu No Taisho se dejó deleitar por la vista. Maravillosa. Perfecta. Solo para él. Sesshomaru es una suerte de musa, esté vestido o no. Solo para él.

Solo para Inu No Taisho.

Cada centímetro de él, le pertenece. Conoce cada rincón, conoce y sabe cuales son sus puntos débiles. Es una bendición.

Está tan seguro de que nadie más podría tener acceso a tan gran dicha.
Nadie más en esta tierra alcanzaría el placer ni el paraíso como lo hacía él. Sesshomaru, único e irrepetible. Insuperable.

Esa figura delgada llegó hasta sus pies. Pará esa ocasión, Inu No Taisho había escogido el color rojo para hacer algo diferente, siendo el blanco un color muy usado ya entre ellos. Además, hacía un hermoso contraste con su cabello.

Contraste. Si. Nada que ver la obediente mascota ahora que la de antes.

─ Muéstrame, muéstrame tu trasero.

Entonces así lo hizo, se posisionó donde su amo pudiera tener a su merced la vista de su parte trasera, levantando sus caderas, pegando su pecho en el suelo. Como a un gato que fue acariciado.

Todo es muy caliente ahora, para ambos.

Un gran contraste con el pasado.

Cuando todo era caliente para uno solo.

─ ¡Asqueroso hijo de puta! ¡No me toques!

La oscuridad, la humedad, solo el silencio sepulcral adornado por el eco del ruido metálico, de las cadenas que apresaban a un ex príncipe.

Los gruñidos, los arañazos. Las blasfemias. No era el mejor escenario, no era nada que imaginaba al menos en ese momento. Pero apenas era el principio, apenas iban a comenzar las lecciones. Disciplinar a ese rebelde cachorro, enseñarle a obedecer, enseñarle a serle sumiso. Enseñarle como debía de amarlo.

Verlo ahora, era todo lo que había soñado. El ambiente es tan perfecto, un sueño rosado. Escuchar sus suspiros de placer. Oler su excitación. Sin necesidad de obligarlo, está vez. Se ha entregado al placer. Quiere más de eso, quiere que Sesshomaru se entregue completamente.

Bajó el fundoshi lo necesario para dejar ver aquel agujero obstruido por el plug. Se le hacia agua la boca con solo ver la piel rosada, casi roja de la fricción. Bastante seca para el mal del chico. No sería un desconsiderado. Aunque merecía un castigo.

─ Ngh, ah~─ fueron los sonidos que salieron de la boca de Sesshomaru, fue cuando el plug fue retirado.

La sensación del vacío, el dolor. Hizo que retorcida sus pies. Apretara con fuerza sus puños. Aun debía de mantener su posición. Casi saltó de su lugar cuando sintió un líquido viscoso y frío caer en aquella zona baja, prohibida. Luego, unos dedos haciendo el trabajo, humectando, masajeando. Metiendo ese líquido en su interior. Preparándolo. Yen el proceso, los dedos de su amo no podrían no chocar con su punto dulce.

Y no se resistiría a gemir. Era imposible no hacerlo. No lucharía, no callará esos atrevidos sonidos provenientes de lo más profundo de su ser.

─ Solo bastaron unos toques para que te pongas duro. ─ murmuró, una vez que retiro su mano de ahí.

Con solo un contacto visual, Inu No No Taisho entendio, que esos ojos brillosos clamaban por más. Devolvió el tapón y la cola en su lugar. Ganándose un gemido de decepción.

Dejo caer su palma abierta con fuerza en una de sus nalgas, ganándose esta vez un gemido de dolor. Luego otra nalgada, otra, y en la otra nalga, para emparejar el colorado. La figura de su mano dibujandose en aquella piel, una nueva marca suya en él.

─ ¡Aah!~ ─ la espalda del menor se arqueó luego de un nuevo impactó.

─ ¿Qué fue eso? ─ un gemido de placer por primera vez en una nalgada, era como escuchar música celestial.

Siguió con el acto con tal de seguir escuchándolo, Sesshomaru o se cansó de callar o encontró el placer.
Lo importante, era enloquecerlo.

Sin ser del todo consciente que, él mismo terminaría por perder la cabeza.

Inu No Taisho también estaba muy duro.

Enganchó la correa al collar de su pequeño amante, y con ella tiró, hasta que la cabeza de Sesshomaru se levantó.

Para ese entonces, las prendas del amo ya habían tomado el suelo, abandonandolo. Exponiendo así ese gran cuerpo, fornido, bronceado.
Grande, grande, grande. Es más que una invitación a la cena más apetitosa que alguien pudiera ofrecer.

Dos pares de ojos dorados totalmente dilatados por la pasión, el fulgor. El deseo de unión de ambos era tan intenso. Esos labios brillantes clamaban lo que le correspondían. Debían continuar con lo que habían comenzado.

Así fue como ese gran miembro viril terminó por invadir la cavidad bucal del esclavo. Tan largo, tan ancho.
Él está tan feliz de estar en su interior otra vez. Golpeando hasta el fondo, dejándolo sin respirar.

Sesshomaru se separó de inmediato, tosiendo, buscando el aire que le faltaba. Tanto su saliva como el resto de líquido preseminal escapaban la comisura de sus labios.

─ Dijiste... que serías suave. ─ reclamó.

─ Contigo es difícil contenerse, más con esta apariencia... y tus gemidos. Vuelvelo a meter. Tragalo todo.

Inu No Taisho se dejó caer de espaldas a su gran cama. Donde Sesshomaru lo siguió, gateando, hasta aquel gran falo erecto, que goteaba. El joven esclavo dio una larga y tortuosa lamidas desde la base, hasta la punta. Robando gruñidos al hombre mayor. Repitiendo la acción. Sin poder evitar poner una expresión traviesas, raro en Sesshomaru.

Peor aun con esas orejas de imitación sobre su cabeza. El rojo en sus mejillas, el sudor saliendo de su frente. Lágrimas en sus ojos, lágrimas de placer.

Llevó la felación a su propio ritmo, siendo ahora el que lleva el control. Torturando de ansias a su amo, acelerando para luego ir con calma.
Hasta hacer ruido acuoso, se ayudó hasta con sus manos. Que sofocante ambiente. El chico sintió la necesidad de tocarse a sí mismo, hacer los movientos en una caliente sincronía. Gemía saboreando al miembro de su amo.

Ah, lo hacía de manera tan diferente, diferente a la manera de hacía treinta años atrás.

─ ¡¿Cómo puedes hacer esto?! ¡¿CÓMO NO TE DA ASCO HACERLE ESTO A TU PROPIO HIJO?!

─ Simplemente no te veo como un hijo. Te veo como mi puta personal. Una puta que necesita ser castigada. Esa boquita está muy sucia.

Aquella mirada era tan difícil descifrar, pero más difícil era entender las palabras que escuchó. La decepción, el horror recorriendo su ser. No, se niega a creer en eso. Lo perdonaría si en ese instante le hubiera dicho que era una espantosa broma. Lo que sea, daría lo que fuera. Era una situación tan amarga, tan desgarradora.

¿Quién era este monstruo?
¿Qué le había hecho a su padre?

Esa noche fue una de las primeras en las que lloró y gimió de dolor y agonía. El duelo apenas había comenzado. Seguía negándose a creerlo. Pero no podía ignorarlo no con los golpes que recibía su piel, la intromisión en su cuerpo. Casa noche siguiente la visita indeseada. El frío y soledad de aquella mazmorra.

Inu No Taisho llegó al clímax, derramandose dentro de la garganta de su pequeño amante. Este solo sonrió travieso por el extasis, tragándolo todo con gusto. Latiendo los restos después del orgasmo, besando la glande de su gran amante. Todo le sabe a gloria. Y eso apenas se trataba del platillo de entrada.

Se juró a sí mismo que lo haría pagar, no supo como, no supo cuando, pero lo haría, lo haría pagar cada lagrima, cada grito, cada herida. Cada violación, cada maldita noche donde no vio la luna elevarse en el cielo y cada maldito amanecer. Por cada segundo en donde deseó morir.

Sesshomaru no pidió permiso para montar a su amo, que no tardó en endurecerse por completo otra vez. Buscó la base del tapón y cola, para deslizarla fuera de su cuerpo. Pensando en reemplazarla por el pene de su amo. Con prisa, dilató su ahora entrada antes de meter la cabeza, con suavidad, temblando por cada centimetdentro suyo. Mientras que el mayor lo dejó actuar solo. Cuando menos se dio cuenta ya estaba montandolo casi con desesperación, gimiendo con tanta verocidad. Anunciando su propio orgasmo por cada grito más agudo que el anterior. El sonido de sus pieles chocando. Una con la otra, como si hubieran sido hechos para encajar.

Inu No Taisho lo tomó, de ambos lados de la cadera de su pequeño amante, para no dejarlo ir. Lo ayudaría en su misión, lo sacudió con tanta fuerza que hasta lo hizo reír.

Suena tan hermoso. El mayor también quiere unirse a la diversión. De un solo movimiento estuvo sentado. Se abrazaron, unieron sus labios en un apasionado beso, sin detenerse. Hasta que Sesshomaru terminó por correrse, y separarse para gemir a gusto. Mientras su cuello era atacado por los colmillos de su gran amante.
Dejaría marcas por días. Pero no le importó. Le importaba más en volver a saltar sobre el miembro aún duro dentro de sí.

─ Eso fue... increíble. ─ Inu No Taisho exhalo, dejando salir su aliento cálido sobre la piel del otro. ─ Lo más increíble, es verte despierto, hasta este punto, cachorro.

Sesshomaru no dijo nada, se permitió recuperar el aire perdido. No respondió con palabras, sólo buscó el camino hasta los labios de su gran amante, siendo la primera vez en que roba un beso suyo. La primera vez que es quien inicia la conexión y fue dulcemente correspondido.

No tardaron en comenzar una nueva ronda de pasión.

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