Capítulo XXXIV

Había una especie de diversión en esto. Sesshomaru nuevamente huyendo de él. Prefirió ir a meterse al mismo lecho donde descansaba Inuyasha antes de estar en los brazos de su amo. O al menos, quería hacerle pensar eso. Lo había visto en sus ojos traviesos.

Sesshomaru aún era pudoroso. Seguramente tenía miedo de que Inuyasha se despertara en medio de la noche y los atrapara en cualquier acto comprometedor.

Inu No Taisho se acercó lentamente a la cama, del lado izquierdo donde Sesshomaru estaba tapado hasta la cabeza. Tanteó el terreno, hacerle saber que estaba ahí. Contorneó la figura del menor con sus manos puesto que estaba de costado. Curvas por todos lados. Cuando fue suficiente de tocarlo, suavemente retiró las mantas del rostro del menor.

Como lo adivinaba, estaba despierto aún. Acomodó los cabellos de su flequillo. Adorandolo en silencio.
Acunó ese rostro con sus manos, acarició sus labios con la yema de su pulgar.

Esos carnosos labios lo atraparon, húmedos, calientes. Pronto su lengua entró en acción, y acarició aquel dedo sin prisa, de arriba abajo, de costado, dejando la saliva salirse de la comisura de sus labios. Extremadamente caliente.

Sesshomaru se acomodó mejor para seguir con aquella labor. Sin palabras de por medio. Solo murmuros y suspiros.

El amo se dejó llevar por la imaginación... todo lo que podía hacer esa pequeña boca. Ya la había probado de tantas formas, Sesshomaru lo hacía parecer como si, como si, como si fuera la primera vez. Una ansiada primera vez. Y el deseo, el fuego en sus ojos, tan provocador.

Para cuando quiso darse cuenta, estaba tan duro que llegaba a doler. Necesitaba alivio, necesitaba que Sesshomaru lo aliviara.

Se separó de él, dejando un hilo de salvia entre aquellos labios y su pulgar. El cual se rompió cuando Inu No Taisho buscó sacar a la bestia recién despierta entre sus pantalones.

El fuego se apagó.

El fuego en los ojos de su pequeño esclavo se congelaron al momento en que su amó expuso ante él su gran miembro. Primero, Sesshomaru dio un vistazo rápido a sus espaldas, el humano todavía emitía ronquidos, clara señal de un sueño profundo.

Sesshomaru apretó las sabanas, totalmente decidido a negarse. Viendo aquello con pudor, temor, como si fuera algo prohibido. Lo era, pero ya lo conocía.

─ Guardalo. ─ Susurró. ─ Aquí no.

─ Pero, te veías muy hambriento. Cachorro, come lo que calientas.

─ No... se despertará. ─ siguió negándose, recordandole la presencia del menor ahí con ellos.

─ No pasará nada si lo haces rápido, y si no haces ruido.

─ No podrá ser.

─ ¿No puedes controlar tus sonidos? ~ ─ Solo lograba provocarlo más. ─ No te preocupes por él, no se dará cuenta. Solo debes de tragarlo todo.

Este comportamiento le recordaba a las jóvenes vírgenes. El rojo intenso en sus mejillas, sus cejas fruncidas, la duda entre lo correcto y el placer. Era maravilloso. Por supuesto, buscaría hacerlo caer. Ceder ante la tentación.

─ Aquí no. ─ repitió.

─ Entonces, vamos a otro sitio.

─ ¿Lo dejarás solo?

Dieron un respingo por los movimientos provenientes de Inuyasha. Inu No Taisho velozmente se acomodó la ropa y se cubrió todo dentro de lo decente.

Solo se había dado la vuelta. Dejando caer las mantas más abajo de su cuello.

Sesshomaru pudo ver su forma humana por primera vez. Lo primero que destacaba era ese fuerte color negro en cada hebra de sus cabellos. Su piel más susceptible para el rubor, unas orejas humanas en vez de caninas.

─ ¿Donde... - ─ Para sorpresa de ambos, Inuyasha comenzó hablar dormido. ─ está Sesshomaru?

La mención de su nombre ayudó a que su atención siguiera puesta en él. Sabía que significaba algo para la vida de su medio hermano. Pero ¿Qué tanto?

─ Esa maldita pregunta de nuevo. ─ a su costado, aquella gruesa voz resopló. ─ No tienes idea de cuánto me ha preguntado lo mismo, todo este tiempo. Jamás te olvidó. Hum, debe de estar soñando sobre esas ocasiones.

Pequeña bestia...

─ Lo mínimo que puedo hacer es no faltarle el respeto haciendo estas... cosas a menos de un metro de él. ─ El cachorro mayor se negó una vez más.

El fuego también se había apagado en Inu No Taisho, era un alivio que conectara cables a tierra a tiempo. Por otro lado, se sintió molesto por la interrupción, la necesidad de satisfacerse todavía estaba ahí. Pero no lo haría. No tuvo más remedio que retirarse completamente frustrado.

─ Hablaremos mañana. ─ se despidió secamente, antes de cerrar la puerta.

...

Al día siguiente, cuando pasaron unas cuantas horas después del amanecer, Inuyasha, de nuevo en su forma original, hizo el intento por despertarse.

─ Inuyasha, levántate.─ La voz de su hermano lo trajo de nuevo a la realidad.

Se sentó de golpe, sacudiendo su cabeza, con tal de reaccionar ante lo que estaba pasando.

La luz natural de afuera era tan clara y cálida. Su hermano mayor yacía sentado a un costado de él. Sesshomaru ya estaba perfectamente vestido y bien preparado. Su padre no estaba a la vista, seguramente se hubiese marchado hacer sus quehaceres.

Inuyasha bostezó y se estiró. Oh si que tuvo una buena noche de sueño.

¡Se quedó completamente dormido!

Recordó la condición que sufrió anoche, si se quedó dormido, seguramente su hermano hubiera aprovechado para verlo. Su ahora desarrollado olfato detectó el aroma de Sesshomaru acompañandolo. Sintió tanta vergüenza.

─ ¿Sucede algo? ─ Sesshomaru notó aquella reacción al instante.

─ ¿Donde dormiste tú? ¿Me viste anoche?

─ Dormí en el lado izquierdo, cortesía de tu padre. Si, te vi, te moviste y las sabanas te revelaron. No te toqué.

─ Maldición...

─ Entiendo que puede ser duro para un ser como tú. Pero no deberías avergonzarte...

─ ¿Te parece?

─ ... delante de mí. ─completó. ─ por supuesto que no debes dejar que vean tu debilidad. ¿Creíste que yo lo no entendería? Yo pensé que me tenias un poco más de confianza.

─ Lo siento...

─ Ya no te disculpes. De los demás es de quienes debes cuidarte. Eres un mitad humano, es natural dentro de todo lo anti natural que puede resultar tu condición. Y por ahora no hay nada que puedas hacer para remediarlo.

─ ¡Ojala la luna no dejara de brillar ni un segundo!

─ La luna no brilla.

─ ¿Qué?

Quizás Inuyasha aún estaba medio dormido, Sesshomaru no era de decir estupideces, ni quiera en broma. Se refregó los ojos y sus orejas antes de volver a mirarlo fijamente.

─ Aunque no lo creas. La luna no brilla por sí sola. En realidad sólo está reflejando la luz del sol.

Inuyasha aún lo veía totalmente escéptico a sus palabras. En silencio, intentado encontrarle el sentido.

─ Piénsalo otra vez, Inuyasha, si emitiera luz propia ¿Por qué dejaría de hacerlo? ¿Por qué algunas noches estaría llena y otras en cuarto creciente o menguante? Eso es por que gira alrededor de nosotros, al sol y al mismo tiempo gira en su propio eje. Termina de dar la vuelta sobre su eje y a la tierra en aproximadamente treinta días. Por eso siempre vemos la misma cara.

Todavía no recibió respuesta del menor, le dio tiempo a procesar la información. Literalmente lo dejó boquiabierto.

─ En la fase que llamamos luna nueva, la luna en realidad sigue ahí, pero no la podemos ver por qué la luz solar está del otro lado.

─ ¿Cómo funciona eso?

─ Te lo explicaré mejor en la biblioteca.

...

Pasaron una divertida tarde, Inuyasha no podía creerlo aún. Jamás lo hubiera imaginado.
Logro aprender muchísimo al respecto, aquella información era tan útil para ayudarle a calcular mejor cada fase lunar durante el mes. Y como cada fase influenciada en los demonios. En especial la luna llena.

Siempre había oído el lado místico sobre la luna, nunca antes algo más certero. Realista. Científico sería el término moderno. Y su nuevo mentor se veía bastante cómodo explicando cada detalle, compartiendo sus saberes. Abriendo su mente.

Quien diría que podría aprender con un melón, un níspero y la luz de un farol.

─ Busqué, pero no encontré un telescopio. ¿Sabes si de casualidad tu padre tiene uno?

─ ¿Un qué? ¿Eso para que sirve?

─ Veo que no. Un telescopio es una herramienta para ver a larga distancia. Uno adecuado podría servir para ver las estrellas, la luna, otros cuerpos ahí arriba.

─ ¿Podríamos ver a los dioses?

─ No lo sé, quizás ellos no se dejen ver.

No era nada grato recordar o siquiera oír la mención de una deidad celestial...

─ ¿Dije algo malo? ─ no era lo suficientemente despistado como para no darse cuenta sobre el cambio de humor del otro.

─ Descuida.

─ Le pediré a padre que nos consiga un telecospio. ─ Inuyasha intentó remediar como también animar el ambiente con aquella propuesta.

─ Telescopio. ─ corrigió.

...

Pasaron unos cuantos días, los Gemelos mensajeros, Cheri y Tsuin volvían con una misiva en manos, dirigida urgentemente a su gran señor Inu No Taisho.

En cuanto el gran señor terminó de leerla, no lo pensó dos veces.

─ Traiganme a Inuyasha.

...

A mitad de camino, Tsuin inesperadamente obstruyó el paso de su gemelo.

─ Hermano, dejame ir por el joven príncipe. Tú esperanos aquí.

─ ¿A qué se debe? Esta misión es de ambos.

─ ... Bueno-

─ No me digas, que es por ese- ─ Aunque Cheri lo interrumpió primero, Tsuin lo volvió hacer.

─ Si, hermano, no te lo puedo ocultar.

─ Aunque quisieras.

─ Creo que fue una torpeza demostrar nuestro... desagrado. Él no nos ha hecho nada. y no deberiamos-

─ ¿Crees que me da miedo ese marica?

─ ¡Cheri!

─ Cómo quieras, hermano. Aquí te espero. No me da ansias verle la cara al afeminado ese. No fingas estar sorprendido.

─ No conocía este lado irrespetuoso de mi hermano.

...

El humo parecía querer salir de la cabeza de Tsuin, caminando sin prisa hacia la biblioteca donde presuntamente era el primer encontraría a Inuyasha. Realmente estaba desanimado por el comportamiento de su gemelo y no encontraba la justificación. Cheri tenía todo el derecho de seleccionar quienes le agradan y quienes no. Pero, Tsuin creía que ya se estaba pasando de inmaduro ante la situación. Nunca antes de habían metidos en líos, en chismes, ni en nada relacionado a pesar de tener la profesión de enviar mensajes, recados, misivas y un gran etcétera.
No veía una buena razón para comenzar a entrometerse ahora.

Antes de anunciarse, notó aquella escena que se había vuelto costumbre. Su joven príncipe Inuyasha se veía más feliz que nunca.

¿Sesshomaru podría llegar a ser tan malo como Cheri creía?

Tsuin tenía sus dudas, y aún estaba firme en su posición respecto al tema. No juzgar sin saber toda la historia.

Realmente no detectó alguna anomalía en todo este tiempo. Inuyasha lo adoraba, pasaba el tiempo con él. Se veía tan cómodo. Si no fuera así, seria en Inuyasha que se niega a estudiar. Es una mejora, es una inversión de tiempo. ¿Qué ganaría Sesshomaru a cambio de su paciencia y tiempo con Inuyasha?

Aunque su gran señor fuera el que estuviera detrás de todo esto, Sesshomaru estaba haciendo su labor de maravilla. Sin trabajás. Cumpliendo aquel objetivo.

¿Qué otras intenciones podría tener?

─ Con su permiso, mi joven príncipe. ─ pasar mucho tiempo oyendo conversaciones ajenas era de mala educación. ─ Joven Sesshomaru.

─ Llevabas mucho rato ahi, crei qe buscabas algo. ─ Inuyasha comentó.

─ Es cierto, no era mi intención espiarlos. Quizás me distraje, me disculpo.

─ No te disculpes por tonterías.

─ ¿Necesitas algo? ─la suave voz de Sesshomaru llegó hasta sus oídos.

¿Realmente es malo?

─ En esta ocasión le pediré prestado a su alumno, lamento si interrumpo algo importante. El gran señor, su padre, solicita de la presencia de Inuyasha.

─ ¿Y ahora qué? ¡No rompí nada!

─ Inuyasha, al que nada debe nada teme. ─ Sesshomaru hizo un intento por calmarlo. ─ Necesitas aprender a controlarte. Seguramente te llama para comunicarte algún asunto de seriedad.

─ Si me permite decirlo, acabamos de entregar una misiva a su padre. Así que la suposición del joven Sesshomaru es parcialmente correcta.

De esta forma, Inuyasha terminó caminando, obligado, hacia la oficina de su padre. Siendo escoltado por los Gemelos labradores. A cierta distancia, los seguía su hermano mayor.

Cheri ni siquiera le dedicó ni una mirada. Su incapacidad de mentir, incluso le jugaba en contra a la hora de fingir. Prácticamente no podía. Solo debía reunir todo coraje para permanecer neutral. No confiaba en Sesshomaru, en lo absoluto.

Una vez que llegaron, Inuyasha entró sin compañía.

Quedándose afuera, los Gemelos a la espera de nuevas ordenes, y Sesshomaru, a la espera de Inuyasha.

Fue cuestión de minutos para la que puerta fuese abierta abruptamente.

─ ¡Sesshomaru, ayudame! ~ ─ salio la pequeña bestia lloriqueando, directamente a ocultarse a la espalda de su hermano mayor.

Aunque no tuviera mucho lugar donde esconderse ya que el físico de Sesshomaru era más pequeño que el de Inuyasha. La pequeña bestia se aferró a los hombros del cachorro menor. Cheri y Tsuin fueron testigos de toda la escena.

Del otro lado, a pasos calmados se reveló la presencia de Inu No Taisho.

─ Hijo, creí que ya habías madurado un poco más. ─ Él padre negó con decepción.

─ ¡Deja de ser tan cruel conmigo!

─ ¿Qué sucedió? ─ Sesshomaru susurró viendolo de reojo, InuYasha hacia parecer que había sucedido alguna una tragedia.

─ ¡Quiere mandarme de nuevo a ese rancho asqueroso! ¡Con esos viejos asquerosos! ¡No los soporto y lo sabes! Ya me cansé de fingir que me agradan. ¡No me importa si son los familiares de mi madre!

─ Inuyasha ¿No has oído bien? Tu abuelo está en sus últimos días, si es que no está muerto en este mismo instante. Lo menos que puedes hacer es ir a darle un último adiós. Eres un príncipe y como tal tienes deberes y decoro. Además, seguramente tendrán noticias para darte luego del deceso.

─ No-quiero-ir. ¡Sesshomaru, dile algo! Estoy muy ocupado estudiando, es mucho más importante.

─ No influyo mucho sobre las decisiones de tu padre.

─ ¡Tiene que escucharte a ti!

─ Yo... ─ el mayor se separó de él para mirarlo a los ojos mientras le hablaba. ─ Si tu abuelo está en una etapa terminal, quiere decir que será la última vez. Sé que quizás no tienen la mejor relación, pero habla muy bien de tu persona en asistir. A veces, los humanos suelen confesar sus arrepentimientos mientras agonizan. Quizás tenga cosas que decirte al respecto. ─ Sesshomaru intento convencerlo con sus palabras, aun veia la negativa en su mirada. ─ Te ayudará a soltar ese lazo negativo para siempre. Yo podría acompañarte.

─ Eso me parece bien. ─ Inuyasha, a duras penas pero aceptó.

─ Sesshomaru, acertaste en todo menos en esa última frase. ─ Inu No Taisho contuvo sus ganas de reírse. No necesito más de dos pasos para estar cerca del cachorro mayor ─ No podrás salir del palacio.

─ ¡¿Pero por qué?! ─ Inuyasha se quejó.

─ Con gusto, iríamos hasta allá los tres. Pero tengo asuntos que ordenar aquí, no podré cuidarlos a ambos a la distancia. Así que necesito, que Sesshomaru se quede conmigo. Cheri, Tsuin. ─ al mencionar sus nombres, los Gemelos se pusieron firmes para recibir las ordenes. ─ Su nueva misión, les encargo ser escoltas de mi hijo durante el viaje, ida y vuelta. Asegúrense que haga lo que tenga que hacer.
Además, llevarán esta misiva a la potencial futura viuda de Hasuno. ─ mientras enunciaba, sacó de sus mangas un pergamino sellado, que fue recibido por Tsuin. ─ No Escucharé quejas al respecto, es mi última palabra

Mientras veían a Inuyasha retirarse, siendo arrastrado por los Gemelos, ambos hermanos tuvieron que despedirse ahí mismo. Inuyasha vio cómo Sesshomaru tampoco estaba conforme con la idea. Mientras su padre posaba sus manos sobre los hombros de su hermano mayor.

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