Capítulo XXXI
Apenas está procesando. Procesando cómo, cuando, por qué, se había desatado esa tormenta. Esa tormenta de sensaciones en él. Cómo la absoluta paz estalló en un solo instante a dejarlo en alerta, inquieto.
De nuevo sus fosas nasales recibiendo el olor a su sangre.
No debía de volver pasar.
Todo estaba tan bien. Pero había un hueco, un punto ciego, algo que no estaba a su alcanza y se desespera por dentro. No saber que es. No poder arreglarlo.
Inu No Taisho no pudo desprenderse de Sesshomaru aún cuando ya estaban tratando sus heridas. Unos cortes producidos por el impacto, nada grave. Nada que la magia de Fukuro no pudiera solucionar, hablando de las cicatrices que podría dejar.
Sesshomaru aún estaba muy ido.
Disociado.
Se negó a separarse del gran señor del Oeste. Y este tampoco luchó contra eso. Por lo tanto, aún sus ropas estaban manchadas.
El mayor siguió sobando la delgada espalda de Sesshomaru, con eso conseguía tranquilizarlo un poco, al menos.
Inuyasha había desaparecido de la escena una vez que se aseguró que su hermano mayor estaba bien tratado. Eso con tal de cambiar sus ropas. Oler la sangre de un familiar era una situación bastante estresante.
Inu No Taisho lo sabía. Pero no tenía con quien enojarse. A quien culpar.
Solo sabía una cosa, que esto debía parar de manera urgente. No podría seguir permitiendo esta locura. Sesshomaru estaba lastimado... y odiaba eso. Instintivamente preocupado por él. No se supone que bajo su custodia pasarán estas cosas. Se sintio estúpido por no haberlo previsto.
¿Qué clase de obsesión insana tenía por los espejos?
A partir de ese día, mandaría a quitar todos los espejos en las áreas públicas y transitorias del palacio.
Si Sesshomaru tomaba el rol de guiar a su hermano menor, entonces inevitablemente tendría que ser libre de rondar por el palacio todo lo que fuera necesario. Que intentara lastimarse de nuevo en su ausencia.
No puede teorizar si fue un intento de suicidio. La situación era extraña e impredecible. Si quisiera morir, hubiera usado los trozos para terminar con su vida. En cambio, luego de quebrar el espejo, se alejó de los trozos en busca de... protección. Realmente acababa con su paciencia.
Sesshomaru aún sollozaba mientras estaba acurrucado contra él. En algún punto se quedó dormido. El gran señor lo acomodó en la cama de aquella sala de urgencias, en la casona de Fukuro. Detrás del biombo separador, una anciana médica bruja le esperaba.
─ Cómo le dije, no pasó a mayores. Tuvo suerte de que no le entrara pedazos en los ojos, ahí tendría que buscar a alguien que regenere órganos para recuperar sus globos oculares. ─ Fukuro habló, esperando ser despedida y no tener que debatir más el asunto.
─ Espera, hay algunas cosas de las que me gustaría hablar. Reconozco lo que me dijiste la última vez. Pero hay algo aquí que me hace ruido. ¿Sabes como pasó?
─ Mi joven príncipe dijo que este chico estrelló su cabeza contra el espejo. Que quedó paralizado como un muerto, según sus palabras.
─ Exactamente, me llama la atención este comportamiento. No lo había visto en nada ni nadie más antes. Nadie de nuestra línea. Anteriormente, tuvo un ataque, esa vez luchaban para detenerlo. Se autolesionó. Quería llegar a los trozos seguramente para seguir dañandose. Esta vez tuvo una reacción diferente. Rechazó los pedazos, se alejó de ellos con miedo cuando despertó de ese trance...
─ Me temo que una mente quebrada no tiene mucho sentido ni explicación en la mayoría de los casos.
─ A eso voy, Fukuro. No hay registro, no hay demonio de nuestro rango que haya perdido el juicio de esta manera. Cuando la mente de un demonio se corrompe, éste...
─ Vuelve a su forma original. ─ Fukuro completó. ─ No tiene uso de razón, no tiene control sobre si mismo. Es una bestia libre de pensamiento o civilización. Vive de esa forma por el resto de su existencia.
─ Este no es el caso. ─ pensó por unos instantes antes de continuar. ─ En su sangre ¿Hueles lo que yo?
─ No tengo el desarrollado olfato de mi gran señor.
─ Hay algo extraño ahí. La identifico como suya, se que no hay energía demoníaca en ella, sin embargo me alerta de una... una hipótesis. Es una locura.
─ Ya estamos hablando sobre el tema, si el señor quiere decirla.
─ Estos ataques de pánico, la mirada de las mil yardas, el mal de guerra. Todos estos los he visto, en humanos exclusivamente. ─ arrastró sus palabras con un pesar, aún esperando estar equivocado. ─ El estrés post traumatico, solo le pasan a los humanos. No son capaces de controlar sus mentes, son esclavos de sí mismos.
Sesshomaru ha estado sellado por mucho tiempo, y ha estado consciente en todo momento. Ahora salen a la luz estos síntomas, este olor en su sangre y mi duda es...
El Lord del Oeste quedó en silencio antes de decirlo en voz alta. Repasando su discurso, repasando las ideas en su cabeza mientras hacía contacto visual con la médica bruja que esperaba ansiosa su conclusión. No negaría su nerviosismo. Sabía a dónde quería llegar su señor.
─ Si cabe la posibilidad... De que se esté volviendo humano.
Hubo silencio luego de ello. Fukuro quiso morderse la lengua. Ella lo sabía, sabía que en realidad estaba pasando exactamente lo contrario. El sello estaba tan cerca de romperse. La posibilidad de volverse humano. ¡Vaya! Nunca lo había pensado así, pero no ocurriría. Estadísticamente esa posibilidad estaba en lo más bajo, más bajo que la de Sesshomaru perdiendo auténticamente la cabeza. Era una luz, una esperanza. Lo veía en sus ojos, la preocupación genuina. Inu No Taisho estaba desorientado.
Temía que llegara a sospechar exactamente lo contrario, que ese chico estaba recuperándose, de ser así, seria un completo caos. Y representaría el fin de Sesshomaru. No era así, le daba vuelta al asunto. Era una hermosa ventaja.
Sabía que no debía entrometerse, solo era una espectadora. Pero... quería actuar a favor de esa pobre alma en desgracia. Y de futuras posibles víctimas.
─ Sonó estúpido, lo sé. ─ respondió el hombre al silencio de la anciana.
─ No sé que decir al respecto. No crea que es estúpida la idea, al contrario, debe prepararse para lo que sea. Después de todo, también le dije que esto es como un experimento, es la primera vez que conozco un demonio sellado de poderes pero anda vivo y coleando por ahí. Por lo tanto nadie sabe que podría ocurrir. Seremos los primeros en averiguarlo.
Quizás Inu No Taisho no calculó que llegarían hasta este punto el día la hora en que realizó ese sello. Ahora es un problema para el Lord del Oeste del presente y futuro. No tiene otra opción que curar esos males antes de que empeoren. Si Sesshomaru se volviera humano, seria un mortal. Un mortal con un tiempo límite de vida. Y no tenía control sobre eso. Ya no más.
─ Le ayudaré en todo lo que esté a mi alcance, mi señor. Espero que mis remedios ayuden.
─ Mmm. ¿Qué es lo que le estás dando exactamente? No es que que quiera acusarte de algo. Pero, los ataques de pánico aparecieron recién luego de que lo medicaras. Que coincidencia. Si no mal recuerdo, era para ayudar a sus defensas o algo así.
─ En efecto, es una mezcla de hierbas naturales y extractos. No tienen nada que ver con la mente. Pero si el señor quiere estar seguro, pongamos en observación a ese chico. Si algo no le cuadra, suspendemos la medicación. ─ Fukuro respondió con simpleza sin nada que ocultar en su voz. ─ Mi medicina cumple con su objetivo ¿No ha visto por sí mismo la mejoría en él?
Inu No Taisho asintió ante sus palabras, clavando su mirada en ella. Buscando la mentira o la traición. No la encontró, por supuesto. No estaba en condiciones de ser despistado o confiar demasiado.
─ No descarto la posibilidad de efectos secundarios.
─ Patrañas. ─ la anciana respondió. ─ No discutiré hasta demostrarle. Después de todo, usted tendrá la última palabra.
Cuando dejaron de intercambiar palabras, el sonido de unos pasos apresurados se escucharon. No tenían que adivinar quien era, mucho menos el padre de ese niño.
Por otro lado, el mismísimo tema de conversación estaba boca arriba de esa cama. Con las vendas frescas alrededor de la cabeza. Con los ojos bien abiertos. Tan despiertos como sus oídos.
Con el pelo mojado, Inuyasha llegó con una nueva muda de ropa casi desdoblandose entre sus brazos.
─ Le traje ropa limpia. ─ se explicó antes de pasar a los adultos sin cortesía alguna.
─ Inuyasha, espera, está dormido. ─ mencionó su padre aún clavado en su lugar.
El cachorro se congeló en su lugar aunque fue tarde por que ya estaba del otro lado del biombo.
─ De verdad le faltan vitaminas, a este paso ya lo vi mucho más tiempo dormido que despierto. ─ mencionó, mientras buscaba algún lugar donde dejar las ropas.
Sesshomaru lucía tranquilo, como si no hubiera hecho lo que hizo hacía minutos atrás. Inuyasha no se perdió la oportunidad de observarlo con detenimiento. Observó las vendas, sintiéndo su pecho estrujarse por el agitado recuerdo. No quería ver a su hermano lastimarse de esa forma. Sin un verdadero motivo, justificable.
─ ¿Te diste cuenta? Y tú desconfiando de tu papá. ─ la voz de Inu No Taisho sonó en su hombro. ─ Te dije que era él mismo quien hacía esto.
─ Ya sé, no lo digas como si fuera una apuesta que acabas de ganar, papá esto es horrible.
─ ¿Me lo dices a mi?
...
En una hora o dos, Sesshomaru ya estaba despertando. Reconoció el lugar como la residencia de Fukuro.
La anciana ya tenía preparado un baño de agua caliente para él, su más recurrente paciente.
─ Jovencito...
─ Lo escuché, señora. ─ Sesshomaru habló tan bajo, con miedo a que alguien más escuchará esa confesión.
─ Desde ya todo el mundo lo sabe, que estoy cansada de tratar tus heridas. Busca un teatro mejor. Nadie te reconstruirá como yo sé hacerlo. Además, no quiero meterme problemas por tu culpa.
─ Descuida, no los habrá.─ la miró de reojo ─ Admiro su devoción hacia su profesión. Muy pocas personas son como usted.
...
Por otro lado, el Lord del Oeste recibía la carta de respuesta del maestro Chimoru. Sus dedos picaban, picaban con ganas de descuartizar algo. La anticipación, en la carta anunciaba la pronta llegada de ese ser. Oh estaba condenado, ambos lo sabían.
Jugo con el filo de sus uñas sobre la mesa. Tocando ansiosamente con una mano, arrugando el papel con la otra. La paciencia de Inu No Taisho disminuia agresivamente. Mucha tensión.
...
─ Sesshomaru, por fin te encuentro despierto.
Inuyasha, como un cachorro ansioso a la espera de la llegada de un ser querido, el primero en aparecer en el umbral de la puerta.
Para ese entonces, Sesshomaru estaba con ropas nuevas, dado de alta, listo para abandonar la sala.
─ ¿Y tú padre? ─ Luego de unos instantes de duda, preguntó.
─ Lo llamaron por que recibió un mensaje urgente, cosas de adultos aburridas. Pero él no importa. ¿Cómo te sientes?
─ ... Duele un poco.
─ Cómo no va a doler. Le diste como cabra furiosa al espejo. ¿Qué te pasó? A ver, explicame, explicame. ¿Qué fue eso? Desde que llegaste, este lugar parece un circo de locos. Sin ofender...
Sesshomaru lo miró con los ojos bien abiertos, bien despierto. Escuchándolo atentamente. Que graciosa es la pequeña bestia.
Hasta produjo una pequeña sonrisa en ese rostro pálido.
─ Inuyasha, no sabes cuanto te falta para ofenderme. ─ respondió con una sonrisa sarcastica.
─ Wow, yo, nunca. Eh ─ se había quedado sin palabras. ─ Nunca te había visto sonreír. Es raro. ¿Ves? No paras de ser raro.
─ No negaré eso. Después de todo, no es bien visto mostrar nuestras emociones. A menos que seas un rey bestia. Los demás no gozamos de ese privilegio, no cuando los demás puedan usarlo de ventaja.
Incluso estando herido seguía dándole lecciones. ¿No es este un hermano mayor ideal?
─ ¡Espera! ¡No te hagas el tonto! ¡Estás cambiando la conversación!
─ Inuyasha, no grites. ─ Susurró al mismo tiempo que acariciaba su sien.
─ Lo siento... ─ el menor susurró a cambio. ─ Pero no creas que me olvidaré del asunto. Dime, dime, dime, dime. ¿Por que lo hiciste? No pareces un loquito, es más ¡Eres la persona más astuta que conozco!
Pequeña bestia no lo dejaría en paz hasta satisfacer sus dudas. Si, pretender no responderlas era mucho pedir, por otro lado.
─ ... No recuerdo bien que sucedió. ─ comenzó, mientras volvía a repasar la venda en su frente. ─ Yo vi algo. No sé que era. Es muy borroso... ─ siguió a tientas. Su hermano menor lo escuchaba atentamente ─ Cuando quise darme cuenta, estaba en el suelo, rodeado de mi sangre.
─ ¿Dices que viste algo? ¿Era un espíritu?
─ No estoy seguro.
─ Mmm. Bueno, me alivia escuchar que era eso. Aunque yo no detecte nada y creo que papá tampoco.
─ ¿Qué te da alivio?
─ Ah, bueno, yo creí que estabas intentando lastimarte a ti mismo otra vez. Ya que estamos hablando de eso. ¿Sobre las heridas que tenías en el brazo? ¿Quien te las hizo?
─ ...
Hubo unos segundos de silencio.
─ Ellos dicen que fui yo.
─ ¿No lo recuerdas?
─ No es muy claro para mí.
─ ... Todo este tiempo creí que querías suicidarte o algo así. Jajajaja. ─ Rió con nerviosismo. Sintiendo la tranquilidad de haber obtenido una respuesta. Aunque era de por si alarmante que su hermano estuviera viendo cosas y no recordara lo que hace.
─ Qué ridículo. Si muriera. ¿Quién se haría cargo de ti?
─ ¿Estás seguro de lo que me dices?
─ No busco matarme, Inuyasha. No es algo que te concierne, en realidad, creo que tu padre debería hacerse cargo. Así que te voy a pedir mucha discreción, en especial de lo que acabamos de hablar.
─ Pero-
─ Sin peros. Yo hablaré con tu padre sobre lo que vi. No hace falta tu intervención. Así que procura mantener tu boca cerrada.
─ ...
─ Inuyasha, prometelo.
─ ¡Está bien! Lo prometo.
─ Buen chico. Deberías de sentirte orgulloso de ser útil para tu hermano mayor.
─ ¿De verdad?
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