Capítulo XXVII

El tiempo relativo pasó en un abrir y cerrar de ojos, al menos para Inu No Taisho. Quien estaba muy concentrado en uno de los libros prestados, iba ya por el segundo, guardando la información en su cabeza.

Al terminarlo, se decidió por salir de la gran tina donde estaba disfrutando de un relajante baño luego de días. Escuchó los reclamos de su pequeño hijo por atrasarse en la mesa. No se atrevió a preguntar por Sesshomaru, de ante mano sabia que le gustaba mantener un perfil bajo.

Mientras cenaban, en un curioso silencio, Inu No Taisho notó la buena postura en Inuyasha, y en cómo no tenía prisa al usar los palillos.

─ ¿Qué me miras así? ¿Tengo monos en la cabeza?

─ Yo solo noté que estas muy callado. ¿Sucede algo malo?

─ Nada malo, que yo sepa. ─ respondió con simpleza. ─ Solo estoy comiendo.

─ Normalmente siempre me colmas de preguntas cuando vuelvo de mis viajes.

─ Podemos hablar cuando terminemos.

─ ¿Y este otro milagro? ¿A que Dios se lo tengo que agradecer?

─ Bueno yaaa. ¡¿No es así como siempre quisiste que fuera?!

─ Si, pero se siente muy extremo. Estas con tu padre, relajate.

Las palabras de Sesshomaru cruzaron por su cabeza. También en cómo lo miró y amenazó, no estaría bien. 

─ Sesshomaru me dijo que si tú me decías eso que no te hiciera caso. ─ respondió. ─ Qué si lo hacía me convertiré en un animal. ¡Un animal con ropa!

─ JAJAJA ─ El padre estalló en carcajadas. ─ Qué payaso, Sesshomaru no te dijo eso.

─ No... pero yo lo entendí así. ─ el menor hizo un puchero.

─ Por lo que veo Sesshomaru ya lo planeó todo contigo. Sin tomarse la molestia de pedir mi autorización.

─ No estabas aquí, duh. ¡Hubiera desperdiciado muchos días! He estado estudiando enserio, enserio esta vez. 

─ Ya veremos si eso es cierto. ─ fue lo último que dijo antes de degustar una copa de vino.

...

Inu No Taisho, una vez que se encargó que su cachorro estuviera dormido en su habitación, llevó los libros que si podía archivar en la biblioteca. Y de paso, terminar de leer el resto de ellos.

En cuanto lo hizo, su cabeza parecía estar caliente de tanto procesar. Sacando conclusiones, no le gustaba para nada lo que podría ser, evidentemente.

No, tampoco admitirá que posiblemente Fukuro tenga razón, que debía borrarse de la existencia para sanar la mente de Sesshomaru.
O al menos los libros coincidían que debía descubrirse el origen del trauma, aceptación, contención y bla bla bla, el punto era que debía de ser de partes de personas en las que el paciente tuviera mucho afecto y confianza. Resaltando por otro lado que la misma persona que hirió al paciente no podría ser la misma que lo sanará. Mierda.
Inu No Taisho no tardó en darle la vuelta al asunto y señalar en su cabeza que por supuesto, esas soluciones se reservaban para los humanos.

Ese era su temor.

Llegó hasta uno de los libros quizás más útiles. La histeria, era lo más cercano a su problema.
Estaba por descartar el libro, siendo que nuevamente aplicaba a seres humanos, hasta que llegó al tema sexual.

Uno de los orígenes de la palabra histeria vienen de los problemas femeninos y su frustración sexual.
Esto nos abre las puertas a uno de los motivos por los cuales, nuestras parejas padezcan este mal.

La insatisfacción.

En el sexo también ocurre; tenemos ideas acerca de cómo debe ser el encuentro, cómo debe actuar la otra persona, qué grado de deseo ha de sentir… y cuando la realidad no se ajusta a nuestros parámetros mentales, entonces nos sentimos, cuanto menos, decepcionados. Es importante trabajar estas creencias para que no nos sean limitantes y podamos disfrutar más de nuestros encuentros sexuales y de la vida en general.

Otra forma es conociéndonos a nosotros mismos en el terreno sexual. Explorar nuestro cuerpo, hacerlo sentir, averiguar qué y cómo nos gusta, etc. Darnos esas satisfacciones eróticas nos ayudará a ganar en confianza y también a transmitirla. Además, ese mayor conocimiento corporal nos permite hacer saber a la otra persona qué deseamos y de qué modo en cada momento, lo que favorece la fluidez sexual y un mayor entendimiento entre ambos.


Se sintió de repente iluminado. Todos los síntomas coincidían. ¿Qué tal si era eso? ¿Encontraría la solución? Para eso, tendría que ser paciente y adaptar a Sesshomaru.
Saber que piensa, y como lo hace, sería una gran ventaja. Después de todo, ese era el punto de su problema. Necesitaba saberlo. Tal vez, si en sus encuentros seguidos le diera algunos gustos, podría ganarse su confianza y hacerlo feliz. Hacerlo feliz y hacerle sentir que estaba protegido, era el igual a no más ataques, no más arranques, no más histeria. Ansiaba ponerlo ya en práctica. Continuó con su lectura hasta el final para tomar notal mental de todos los detalles importantes.

Una vez mantuvo oculto a simple vista los libros revisados, se decidió por ir por fin a su recamara. Ahí con mucho gusto podría enriquecerse de conocimientos con el Kamasutra traducido.

...

Ya incluso antes de entrar a su propia habitación, lo presentía, algo fuera anormal lo esperaba allí. Fue toda una sorpresa. ¿Buena o mala? No lo sabía. Reconoció el aroma al instante. Reconoció a su dueño.
Parecía ser que su fortuna conspirara ¿En su contra o a su favor? Quería saberlo.

Abrió el armario. Su ropa de veía tan perfectamente doblada que nadie con tan buen olfato notaría que en realidad estaban sucias. O marcadas, era el término correcto.

Tomó la primera y la acercó a su nariz, dejando que el olor inundara sus fosas nasales. Los nervios recorriendo sus venas. Despertando a la bestia de sus más bajos, bajos instintos.

─ Sesshomaru... tuviste mucha diversión aquí.

No necesito de abrir la puerta, veía la puerta a medio abrir ante sus ojos. Sesshomaru no habría marcado su ropa si sentía rechazo. No buscaría de su aroma debido a su ausencia... Sesshomaru lo había extrañado e Inu No Taisho se deleitó con el pensamiento.

¿De que se tratará este juego?

─ ¿Realmente disfrutas provocarme? 

...

Era una hermosa noche de primavera, sin vientos que mecerian las plantas o que silbaran una canción. Estaba él, solo bajo la luz de la luna, a la hora de cumplir de su destino.

De todas las manos imaginarias producto de su podrido subconsciente, hay un par que se distingue de los demás. Las manos mugrosas reales. Que lo abrazan, que lo tocan, que lo acarician, que lo lastiman, que lo rompen.
Se apretan en su piel, se estruja, se contornea. No emitió ningún gemedido de dolor.

Lo hizo en cuanto una nariz se pegó a su cuello. Ahí fue cuando supo que el verdadero cruel Lord del Oeste estaba ahí, en su encuentro.

Tiritando por las manos frías que se colaban bajo las telas, temblando de extasis, de anticipación, de ansiedad, de odio, de odio, odio, tristeza, miedo, miedo, miedo.

─ N-no me toques.

Fue escuchado más no obedecido. El gruñido tan cerca de su oreja lo hizo estremecer.

─ Aléjate. ─ pidió, con la voz todavía más bajita. ─ No sigas, por favor.

─ ¿Cómo puedes pedirme algo así? ¿Por qué no eres honesto? ¿Dirás qué no me has extrañado?

No hay palabras, no hay respuesta más que el sonido de su pesada respiración. Toques aquí, toques allá, la gran mano de Inu No Taisho recorriendo lugares que ya conoce, explorando como si fuera la primera vez. El cuerpo de Sesshomaru responde como si fuera la primera vez.

─ No quiero extrañarte.

─ Pero lo haces, cachorro.

Ambas manos se posaron en su estrecha cintura, contorneando la figura de reloj de arena que se formaba, palpando de arriba abajo, hacia sus caderas.

─ Preguntas a pesar de que no importa lo que diga, siempre esperas de mi una respuesta predeterminada, a tu merced.

Los movimientos se detuvieron.

─ Al mismo tiempo, no te gusta tu propio libreto.

El silencio del mayor solo fueron un pase libre para que pudiera continuar.

─ Entonces encuentro la confusión. No sé si quieres ser desafiado u obedecido. Más bien, pienso que ninguno de los dos, después de todo, lo único que disfrutas... es mi sufrimiento. ─ los temblores se intensificaron.

Así como el aroma salado que Inu No Taisho detectó. Lágrimas derramadas. Incluso, los labios, aquellos hinchados y rojizos, se veían tan apetitosos incluso estando tan angustiado mientras temblaban. 

─ Ni siquiera te gusto. Son solo halagos vacíos. Sin valor, solo para tu claro objetivo, humillarme. Como lo has estado haciendo todos estos años. Hasta el día, que llegará, cuando te hayas entretenido de todas las maneras, en el que decidas darle fin a esta patética vida, yo ya estaré muerto aun cuando mi corazón siga latiendo.

Aquellas palabras, duras, profundas, eran poesía aún siendo una promesa, una posible profecía. Un sentimiento tan frío que incluso congeló todos los pensamientos calientes de su amo. Estaba conmovido y no lo supo en su momento. Solo quería callar a su cachorro con un beso. Quería quitar esos pensamientos pesimistas de su rota mente. Tanta información en su cabeza estaba seguro que lo harían estallar. Recordaba las palabras de aquellos libros, y por qué estaba ahí buscándolo en primer lugar.

¿Mentirle, decirle la verdad, decir una verdad disfrazada o seria una mentira bonita? ¿Ser sincero? Lo ve como una salida. Mientras su mascota solloza, fingiendo ser fuerte. Queriendo safarse de su agarre. Así que saca una conclusión rápida, podría ser. ¿No se siente suficiente? ¿Se trataba de la insatisfacción?

─ ¿Por qué piensas que no me gustas?

─ Todavía quieres burlarte de mi.─ su hilo de voz, tan delgado y frágil como él, se quebró.

En un movimiento brusco consiguió zafarse, cayó al suelo. Aún sin levantarse se arrastró lejos del mayor en lo que este procesaba ese sentimiento. Anteriormente, había logrado hacer llorar al chico, sin embargo no recuerda que haya quebrado así alguna vez. Es tan increíble la escena, que Sesshomaru logró escabullirse hasta un rincón en la oscuridad.

─ No, en esta ocasión, en verdad quiero saber por que llegaste a esa conclusión.

─ Es tan obvio. Si no quisieras divertirte ¿De que otra manera me obligarías de nuevo?

─ Sesshomaru... lo ignoro por completo.

La respiración se regularizó. Mientras, el menor uso sus mangas para secar la humedad en su rostro, aunque con ello se mancharan de maquillaje. Observó las manchas rojas, rosas y negras en la tela blanca. Disociando por instantes.

─ No te gusto tal como soy, por esa razón tengo que disfrazarme de algo que no soy. Para qué puedas digerirlo mejor, quizás. No te parezco atractivo en verdad, solo es un truco para engañarme. No puedes hacerlo cuando me obligas a ocultar mi identidad. Cuando me lastimas por serlo. Esas cosas grotescas que dijiste de mi.

─ ¿Qué es lo que dije?

Escuchó la agitación en los pulmones del menor, la sudoración en aumento, y el movimiento ansioso de sus pies, golpeando el piso de madera.

─ ¿Qué es lo que no has dicho? Además de denigrarme de todas las formas posibles. ¡Dijiste que querías que fuera una hembra! ¡Y adivina! ¡No lo soy! ¡Ni lo seré! ¡Aunque me arranques el pene! ¡Seguiré siendo un niño! Un niño... un-n c-cachorro.

Inu No Taisho pronto ubicó en su memoria lo que Sesshomaru gritó. Quisiera tener el tiempo para procesar una respuesta, Sesshomaru estaba en medio de otro ataque. Y mucho más violento.

─ ¡Aléjate! ¡Dejame en paz!

─ Sesshomaru, necesitas calmarte.

─ ¡¿Cómo quieres que me calme?!

Contra todo lo que debería hacer por el bien de la salud mental de ese chico, el Lord optó por acortar la distancia, y tomarlo de las muñecas. El menor seguía resistiendose, hasta ahí podía escuchar los latidos de su corazón, agresivos, erráticos.

─ Por favor... ─ suplicó en un susurro quebrado, mientras otro par de lagrimas caian, alejando su cuerpo todo lo posible ─ Ya no más, ya es suficiente. Es demasiado...

─ Respira cachorro, respira. ─ tuvo que mantener la calma por los dos, en un movimiento lo jaló hasta pegarlo en su pecho. ─ No te lastimaré. ─ murmuró, mientras sentía todos los movimientos de su pequeño cuerpo.

Con suaves frotes en la espalda del menor, tardó unos minutos, calmó la situación. Haciendo que Sesshomaru imitara el ritmo de su respiración. Solo los leves temblores secuelas del ataque. Una vez que pasó la conmovido, sostuvo su rostro con sus grandes manos. Con su pulgar, limpio una nueva lagrima gorda que quería escapar.

─ Buen chico. No llores.

Estaba tan cansado, sentía que una vez desfallecería en manos de Inu No Taisho. Se dejó vencer mientras su cabeza descansaba en el pecho de su amo. A cambio, el mayor acarició su cabeza.

─ Eres demasiado hermoso como para llorar. No es una mentira. Nunca he dicho una mentira respecto a tu apariencia. ¿Será que rompes los espejos antes de verte? ¿Porqué no te has enterado de lo hermoso que te has puesto? Incluso sin nada de ropa, exhibiendo tu naturaleza, eres una obra de arte bajado del cielo. Nadie que provenga de esta tierra podrá igualarte. Por eso... eres muy especial. Soy un maldito egoísta, solo te quiero para mi. 

Sellando su declaración con un beso que robó de los labios del menor. Aunque no fue correspondido tampoco fue rechazado.

─ Si dije tantas cosas, fue en un momento caliente. Tampoco son del todo mentiras. Eres irresistible, con todas tus fachadas. No lo tomes literal, eres caliente, como mi perrita. ─ Susurró en el oído de Sesshomaru, haciéndolo estremecer. ─ Eso es bueno. Muy bueno. Cariño, si no me gustaras, no perdería mi tiempo contigo. ¡Joder! No me pondrías así de duro, toca, tómame, siente mi hombría. Sientelo. Eres el único responsable. Tú me pones así. No me gustas, me encantas, Sesshomaru.

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