Capítulo XXIV
Han pasado ya varios días desde que salió a buscar alguna respuesta y todavía tenía las manos vacías.
Si acaso tuviera un pequeño espía que pudiera transportarle información, no se sentiría tan desorientado.
Oh, es cierto, Inu No Taisho recordó que se tragó a su fiel sirviente, la pulga Myoga ya hacía muchos años atrás. Quiso regañarse así mismo.
Necesitaría un nuevo sirviente que tuviera habilidades similares a la difunta pulga.
Al transcurso de las horas, el Lord del Oeste junto a sus acompañantes cruzaron las montañas del territorio del Norte. Inu No Taisho dio la orden a uno de sus soldados, de avisar su llegada al Alfa de la región.
Era ya pasada la tarde, en largos minutos más la noche caería. Por lo tanto decidieron esperar al pie de las siguientes montañas.
En lo que pensaron que sería una tranquila estadía, el grupo se quedó quieto escuchando un crujido proveniente de varios kilómetros de distancia. En especial el Líder, el cual poseía un olfato tan potente, podría descrifar de que se trataba aún a larga distancia.
─ Es un grupo... no, un ejército. De pequeños kappas. ─ Inu No Taisho declaró. ─ Nada de que alarmarse.
─ Tiene sentido, no muy lejos se desemboca en una laguna la cascada proveniente de las montañas. ─ comentó uno de sus soldados.
─ Vienen en esta dirección. ─ Inu No Taisho anunció.
Y tal como predijo, un ejército entero de aquellos pequeños seres corrían en estampida. ¿Venían atacar? No, estaban huyendo de algo.
No representaban ningún peligro para ellos, sin embargo no es como si pudieran ignorar que pequeños duendes pasarían por debajo de ellos si no se quitaban del camino.
Más que alarmante, la situación hasta era graciosa.
Pronto a lo lejos el demonio que atomorizaba a los koopa se dejó ver. Una bruja de gran tamaño y piel cubierta de escamas.
─ ¡Corran más rápido inutiles! ¡Parece que no quieren salvar sus vidas! ─ Él último Kappa gritaba a la vez que sacudía una lanza para ahuyentar al enemigo de tocar a uno de los suyos.
No tardaron en acortar la distancia con aquella carrera de vida o muerte.
Inu No Taisho y su séquito solo fueron testigos de como ese ejército pasaban aún lado en una bola de polvareda con tal de escapar de aquel demonio. Solo que el último de ellos fue capturado.
Logró atravesar uno de los ojos de la bruja para distraerlo aunque no logró safarse.
─ ¿Acaso usted? ¡¿Acaso usted es Inu No Taisho en persona?! ─ el pequeño duende verde gritó con todas sus fuerzas, poniendo sus últimas esperanzas en ser escuchado.
─ ¿Jum? ¿Si? ¿Por qué no mejor te concentras en tu pelea? Procura morir con honor.
─ ¡Tiene que salvarme, gran señor! ─ el Kappa siguió peleando por su vida.
─ Realmente no tengo por qué.
─ ¡He escuchado los rumores! ¡El gran señor está en una búsqueda de información! ¡No se que busca señor, pero este servidor puede serle de ayuda!
Inu No Taisho escuchó las palabras para bien del enano. No le costaba nada y no tenía mucho que perder con intentarlo, de todos modos. A último momento sus garras destrozaron a la bruja demonio, matandola al instante. El Kappa quedó tirado en el suelo, recuperando el aliento. Al notar la sombra de aquel imponente demonio no tardó en hacer una reverencia como agradecimiento.
─ Este fiel servidor está en deuda con usted.
─ Vayamos al grano, que no tengo mucho tiempo ni mucha paciencia tampoco. Si resulta que fue un engaño, serás la cena esta noche. ─ la pequeña criatura tragó duro. ─ ¿Tienes nombre, engendro?
─ Jaken, mi gran señor.
...
Entonces no perdieron el tiempo, aún con su forma personificada, Inu No Taisho sobrevoló los cielos, siendo seguido por séquito. Además de mantener colgado aquella criatura.
─ Sé de primera persona sobre la riqueza de Tochi Meiyo. Es un hombre muy adinerado que guarda los más preciados tesoros en su castillo. Entre ellos libros y pergaminos sagrados. ¡Donde oculta celosamente valiosa información!
Demonios, espíritus, deidades. Hay de todo un poco. ¡Pero debe de tener cuidado! Con tantos tesoros encima. ¡Tiene a su disposición una guardia sin igual!
Quizás aquellas palabras fueran ciertas si se las dijera a un bandido humano. No fueron la gran cosa en realidad. Una vez que pisaron aquellas tierras, un baño de sangre es todo lo que rodeó el lugar.
─ ¿Decías? ─ Inu No Taisho preguntó con sarcasmo en lo que arrastraba al mismísimo Tochi para que lo guiara a la tesorería.
La cual estaba enterrada y bien oculta bajo el castillo.
─ Bueno, era de esperarse de un demonio tan poderoso como lo es usted para deshacerse de todos esos humanos como si fueran simples insectos. ─ Jaken elogió, esta vez tenía la oportunidad de caminar por sí mismo siguiendo al gran señor.
─ ¡¿Qué es lo que buscas, demonio degenerado?! ¡Apoderarte de mis tesoros! ─ el hombre de ya avanzada edad gritó, lleno de furia contra su captor.
─ Grita lo que quieras, solo aceleras la hora de tu muerte. Si no cooperas, no te perdonaré la vida en cuanto encuentre lo que busco.
─ ¿Ya puede decirme exactamente lo que le interesa? ¡Este servidor puede ayudarlo! ─ Jaken se ofreció.
─ ¿Mi biblioteca? ¡No te apoderaras de los textos sagrados!
─ Ya Cállate, no me interesa nada de esa mierda. Busco... ─ el demonio pensó en las palabras ─ temas de psicología. Como tratar enfermos mentales.
El hombre humano calló, repasando en su memoria la colección que describía el demonio invasor.
─ ¡¿Destruir mi casa, matar a mis hombres por eso?!
En un veloz movimiento, el cuello de Tochi fue atrapado por la peligrosa mano de Inu No Taisho.
─ Ya me cansé de oírte quisquillar. Eres demasiado valiente o no sabes con quien estas tratando.
─ Tsk. ─ la respiración fue limitada ante el fuerte agarre, sin embargo eso no hizo desistir al hombre. ─ ¿Cómo no voy a saber? ¡Él demonio más depravado de toda la historia! Esos textos que buscas no son tan valiosos a comparación con el resto de mi colección. ¡Si me sueltas, te guiaré directamente hasta ellos!
Inu No Taisho no lo tuvo que pensar dos veces para soltar a Tochi Meiyo, con brusquedad cayó al suelo. Luego de recomponerse, se vio obligado a dejar entrar a los demonios. Más le valía sacrificar un par de libros y salvar su vida, que dejar que su fortuna entera cayera en otras manos.
Una vez que encontraron la sección de medicina y anatomía humana, el gran Lord del Oeste se vio obligado a revisar uno por uno.
─ ¿Psicología humana es todo lo que hay? Para ser específicos, es a un demonio al que quiero tratar.
─ Veré que puedo encontrar. ─ Tochi murmuró entre dientes antes de retirarse hacia otro pasillo acompañado de su propia antorcha.
─ ¿Quiere que lo siga, señor? ─ la voz proveniente del suelo le recordó al Lord que venía acompañado.
─ Mejor ponte a buscar tu también
─ ¡Cómo ordene! Oh ¿Exacta, exactamente que es lo que quiere encontrar? ¿Cual es el mal que quiere eliminar?
─ Ataques de pánico. ─ suspiró.
...
─ ¿Es muy necesario?
─ ¿Qué cosa?
─ Irnos a dormir tan temprano.
─ Inuyasha, es media noche.
─ ¡Pues por eso o no! La noche es el horario perfecto, Sesshomaru.
─ No para ti. Siendo mitad humano, te cuesta levantarte por las mañanas gracias a tu mala costumbre.
─ ¡Pero, pero! ¡No tengo sueño! ~
─ Eres un malcriado. Yo no soy tan blando como tu padre. Si no aceptas mis condiciones, puedes ir olvidandote de mi. La disciplina es parte de tu entrenamiento.
El chico mitad bestia ya estaba tirado boca abajo en su propia cama, refunfuñando palabras inentendibles mientras pataleaba de forma infantil. No era nada nuevo para Sesshomaru, aunque eso no dejara de ser fastidioso. Toda luz fue apagada y realmente esperaba a que la pequeña bestia se quedara dormida, mientras meditaba en su cama, alejada al menos un metro y medio del futón de Inuyasha.
─ Intenta contar.
─ Eso es aburrido. ─ Inuyasha levantó la cara solo para contestar, luego se dejó caer.
─ Es el punto.
─ Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis~
─ En silencio, Inuyasha.
─ Siete, ocho, nueve, diez, once~
El menor encontró divertido fastidiar al mayor con total confianza. Poniendo a prueba la pobre paciencia de Sesshomaru, quien sólo se resistió aunque su ceño se frunció.
─ Doce,trece,catorce, quince,dieciséis, diecisiete, dieciocho, diecinueve, veinte~
─ Me sorprende que sepas contar hasta el veinte. ─ Dijo con todo el enojo acumulado, lleno de cizaña, mirando fijamente a Inuyasha.
─ ¡Que maldito! ─ dijo entre risas, que murieron rápidamente.
─ ¡Paz! ¡Quiero al menos un momento de paz en este lugar! ─ estalló. ─ ¡No sabes nada! ¡No tienes idea de lo que estar en mi lugar! ¿Crees que nací con talento? ¡Yo me formé! ¡Fue sacrificado, no tienes idea de lo que sacrifique! ¡Y aun así no es suficiente! ¡No estoy en paz conmigo mismo! ¡No lo hagas más difícil para mí! ─ rojo, se puso rojo de ira y por la falta de aire. Pero lo soltó, soltó ese nudo que se acumulaba en su garganta.
Aunque inmediatamente se arrepintió al notar el encogimiento de Inuyasha, sus orejas pegadas a su cabeza, es claro que en un abrir y cerrar de ojos se convirtió en una amenaza. Siente el picor de sus encías, en sus manos. Entonces lo entendió, su estallido encendió la chispa de su transformación.
Que se desvaneció rápidamente.
De nuevo miro su mano, sus garras estaban ahí, crecieron de nuevo. En punta y muy afiladas. Recuerda que cuando salio de la habitación de su amo, las tuvo que cortar.
Inu No Taisho no le permitía tenerlas, por el obvio motivo que pudiera usarlas como arma. Y bajo ningún motivo tendría que enterarse de lo que le estaba sucediendo a su cuerpo. Sintió el pánico, por que una cosa era que sucediera en privado. Otra, que haya pasado en las narices de Inuyasha.
Sus cejas se contorsionaron junto a su boca en una horrible expresión de angustia. Volvió a respirar entrecortadamente. Ni hablar de sus temblores. Acunó sus manos en su pecho, como si quisiera esconderlas del mundo.
Mientras tanto todo ocurrió demasiado rápido para el menor, quien primero se había asustado por el repentino arranque, y ahora, estaba a punto de presenciar uno de los ataques de pánico de su hermano. Sinceramente no sabía que hacer.
─ Sesshomaru...
─ ¡No me toques! ─ el hermano mayor se arrastró hasta alejarse del menor, asustado.
─ ¡Oye, tranquilizate! ¡Tranquilo! ─ Inuyasha no obedeció, solo intento contener a su hermano, cometido que fue inútil, sólo empeorandolo.
─ ¡A-aléjate!
─ ¡Lo siento! ¡Es mi culpa! ¡Me iré a dormir si quieres, pero tranquilizate! ¡Ya no me grites! ¡No te haré nada!
No hubo más palabras, sólo el sonido de la pesada respiración de Sesshomaru. Aún estaba alejado, aún lo miraba con esa mezcla de molestia y angustia, escondiendo sus manos.
─ Aléjate... Aléjate de mi. No quiero lastimarte. ─ Fueron las palabras que finalmente soltó.
Inuyasha encontró sentimientos ante lo que escuchaba. La situación no le permitió pensar demasiado en eso no sin antes obedecer a sus palabras.
─ No vas a lastimarme, yo iré a mi cama. Y tú te irás a la tuya. ¿De acuerdo?
Sesshomaru se tomó su tiempo, asintió levemente. Mientras que veía cauteloso como la pequeña bestia también caminaba despacio hacia su lugar. Acomodándose.
─ No me moveré, tampoco te molestaré. Ya puedes acostarte. ─ Inuyasha habló, con la esperanza de que el ataque se le pasara y volviera a la normalidad.
Tuvo que controlar su propia ansiedad puesto que Sesshomaru se tardó bastante en volver a regular su respiración, y volver a tientas a su futón. Al transcurso del consumo de un incienso, Inuyasha aún no podía conciliar el sueño. Menos con lo que acaba de ocurrir. No estaba preparado para afrontar este tipo de situación.
Sesshomaru le había gruñido y no solo eso, notó que sus garras habían aparecido cuando se enojó, eso era evidente, entonces concluyó que su padre posiblemente había obligado a Sesshomaru a mantener sus garras ocultas para no dañar. Eso era cierto, lo raro era que ahora tenía entendido que seguramente Sesshomaru no se estaba controlando así mismo.
No quiero lastimarte.
Oh aquella frase le tocó su fibra sensible. ¿Entonces, Sesshomaru le importaba después de todo? ¿Lo suficiente para asustarse por qué casi posiblemente su instinto se puso a la ofensiva contra él?
─ ¿Ya estás bien? ─ no pudo evitar preguntar, en un susurro.
─ Si... duérmete, por favor. ─ no tuvo que pedirlo dos veces, otra vez.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top