Capítulo XIV

Era un cielo o un vacío. De todas formas daba lo mismo para él. Solo sabía que era de tiernos colores, iluminados por una dorada ráfaga que tintaba aquellas nubes de algodón. Sabía que no estaba pisando nada sólido bajo sus pies, aunque buscase como moverse de ahi. El estado de relajación era tan intenso que sentía el calor subir por sus mejillas, mientras sus parpados pesaban demasiado. Aunque no tuviese forma de cerrar los ojos.

Ve pasar volando a una pareja de pájaros a muchos metros sobre él. Cantando armoniosamente, dejando caer algunas plumas en su vuelo. En un suspiro eran blancas, en otro tenían manchas grises, y de pronto iban oscureciendo a medida que se alejaban de él. Por supuesto, su atención estaba fija en ellas ya que no había nada más allí.

De repente la amarga sensación de repulsión, una mano ensangrentada queriendo atacarlo por detrás, pero no lo golpea, si no, lo manosea, lo invade. Aunque él se deshace, llegan más de la nada misma, y lo tocan.
Son tantos brazos que ni siquiera los puede contar, y apenas puede distinguirlos. Pareciecen volverse uno para arremeter contra él.

De algún modo una gran fuerza de voluntad lo ayuda a safarse, huir, esconderse entre las nubes que se han oscurecido. Se escabulle, dolorosamente se compara con un perro herido huyendo. O peor, como una rata de pantano.

No puede estar tranquilo sabiendo que en cualquier momento, de cualquier lado esas manos lo encontrarían y lo atraparian nuevamente. Silencio, y oscuridad.
Cree acostarse y respirar agitadamente para recuperar el aliento de aquella carrera. Se siente suave, como si estuviera sobre un campo de algodón. Se estremece, hay un bulto a su costado. Ahora no puede moverse para ver que es. El bulto se mueve, comenzando a llorar. No tarda en asociar aquello como un bebé. Pero por más que trate de moverse no puede hacer nada. El llanto es cada vez mas alto e insoportable.

- Felicitaciones

- Es muy bonito.

- Un cachorro fuerte y saludable.

Solo algunos de los susurros que pudo entender de aquellas voces distorsionadas. Ni siquiera podía entender que le estaba pasando.

Sufre un espasmo, despierta.

Sin querer se había quedado dormido al sentirse cómodo y relajado gracias a un té de hierbas que le recetó aquella médica bruja.
Sesshomaru no tenía idea de qué demonios le había dado, sólo sabía que no era algo normal, y por supuesto era muy potente.
Como una pluma danzando en él aire, cayendo a un campo de algodón. Sí, así se sentía. No queriendo mover un musculo ni tener ganas de levantarse.

Aun estaba procesando lo vivido en aquella pesadilla extraña y de solo pensarlo le daba mucho estrés.

Pero su nariz y sus oídos habían despertado por él, recordándole que estaba en la habitación de Inuyasha.

─ ¿Estás despierto?─ No era intención del menor gritar, simplemente no se daba cuenta del volumen de su voz haciendo que el otro se exaltara, despertando así de golpe.

El menor asomaba la cabeza por la puerta esperando respuesta y permiso para pasar como si aquella no fuera su propia habitación.
Solo escucho un resoplido cansado.

Sesshomaru siempre supo que su vida sería muy solitaria y estaba bien con eso. Pero nunca llegó a imaginar que realmente sería él solo contra el mundo, contra su asqueroso padre, su vergüenza y su odio, ahora incluso era él solo contra su propia mente. Como si fuera una pequeña cereza roja arriba de un pastel también debía lidiar contra Inuyasha. Y tener que aguantar no explotar contra él.

Mientras que el chico hablaba sin parar y lo veía con esos grandes ojos de cachorro esperando respuesta. ¿Qué respuesta le iba a dar? Cuando ni siquiera había entendido una sola palabra de lo que había dicho.

Otra vez ese dolor de cabeza punzante. Maldita sea. Si iba a morirse que sea rápido. O que lo dejaran en paz.

─ ¿¡Qué!? ─ Sesshomaru interrumpió de un inesperado grito mientras trataba de regular su respiración.

Inuyasha se exaltó pero no le miró con susto, parecía enojarse más que él.

─ ¡Que pedí que te trajeran agua caliente para un baño! Ush, realmente no estas bien. ¡Ni siquiera me estabas escuchando.

Se levantó de su lugar y se fue hacia su armario.

Mientras que Sesshomaru sentado en la cama acariciaba sus sienes para aliviar la molestia. ¿Qué no estaba bien? ¿Acaso no era obvio a primera vista? ¿Dejaría al fin de hacer sus tontas preguntas?

Cuando menos se dio cuenta ya estaba solo en el cuarto de baño de Inuyasha, mientras que el chico se había quedado en la habitación.

¿Era buena idea? Se preguntó aquello mientras se desvestía, recordando que tenía puesto un corset. No, definitivamente no quería explicarle a Inuyasha porque lo tenía puesto. Se apresuró a quitárselo y lo escondió entre las grandes capas del vestido. También las medias.

Maldita sea, tampoco era tan tonto como para no notarlo. Inuyasha lo había visto de arriba abajo incontables veces en el poco lapso de tiempo que estuvieron juntos. Realmente no quería pensar en ello. Muchos menos tocar el tema.

Se metió a la bañera y dejó que el agua caliente aliviara sus músculos. Hundiéndose completamente bajo del agua. El momento perfecto para ahogarse. Para dejar de respirar. Y dejar este asqueroso mundo.

...

A los pocos minutos, las orejas de Inuyasha se mueven hacia la puerta del cuarto cuando escuchan gotas caer al suelo, Sesshomaru probablemente había terminado de bañarse. Entonces toma un conjuntos de ropas perfectamente dobladas para acercarse a la puerta y tocar.

─ Hey, preparé ropa para ti.

─ No gracias.

─ Te lo voy a dej- ¿Qué? ¿Cómo que no gracias? ¿Es broma?

Inuyasha entró al cuarto tanteando la escena, más por respeto que por pudor, viendo que Sesshomaru traía puesta una bata ahí recién pudo pararse derecho y enfrentarlo.

─ Es nuevo. Creo que te quedará.

Sesshomaru le negó con la cabeza en repuesta, mientras se secaba el cabello. Aun con el vapor atrapado en el cuarto fue todavía más evidente la delgadez de Sesshomaru. Y el cansancio de su rostro ahora que estaba limpio. Eso es... ¿Un, no, dos, o quizás tres moretones en su cuello y clavícula?

Inuyasha movió la cabeza para concentrarse nuevamente en su hermano.

─ Ay, por favor, no puedes andar por ahí con esas fachas. Esta bien, no preguntaré por eso pero mínimo ahora vístete bien.

─ ... No me corresponde.

─ ¡Deja de ser orgulloso! ─ Inuyasha explotó, perdiendo su poca paciencia . ─ Te vas a poner esta ropa decente, y no te puedes negar ¡Porque te lo ordeno!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top