Capítulo VIII
Entonces él sabe que algún tiempo pasa desde que se quedó dormido. No sabe exactamente cuánto. La habitación lucía igual a como la dejó. Solo iluminada con velas de fuego fatuo.
Se frota los ojos mientras su mente vuelve hablarle. ¿No es raro? ¿Que él no haya venido? ¿Qué estará planeando ahora?
Consideró sentarse y estirarse, pero desistió. Quedando así un rato más echado en aquel lecho.
Notó que gran parte de sus dolencias habían desaparecido gracias a su descanso, pero habían algunas partes que seguían molestando. Sus caderas por ejemplo.
Se acomodó mejor para continuar durmiendo. Pero algo pasó. No hubo ruido metálico. Entonces esto había alertado a Sesshomaru, quien se destapó para verlo él mismo.
Ya no estaba encadenado. Al ver esto sus ganas de seguir durmiendo desaparecieron. Se sentó y acercó su tobillo para que pudiera examinarlo.
Aun con su marca rojiza de haber sido presa. Esto no lo tranquilizó en lo absoluto.
Cosas horribles le pasaron la última vez que se encontraba desencadenado. Lo único que alcanzó hacer fue abrazar sus piernas y hacerse bolita así mismo.
No cree soportarlo más.
Algún tiempo pasa otra vez, el chico seguía en la misma posición. Sin poder dormir. Simplemente esperando lo peor.
Dio un respingo cuando la puerta se abrió. El chirriante sonido de madera no es nada a comparación de su respiración ansiosa. Incluso cree que en algún momento sudó frío, pero en ese mismo momento no puso concentrarse en otra cosa que la gran figura de Inu No Taisho acercándose a paso lento y pesado.
Sintió las palpitaciones de su cuerpo golpeándose hasta llegar a convertirse en un nudo en su garganta. Cuando menos se dio cuenta fue empujado, cayendo así de espaldas a la cama, sus piernas fueron fácilmente separadas.
Entonces su respiración volvió a la normalidad. Pasaría lo de siempre, nada de que preocuparse.
Al menos eso pensó.
─ Me encantaría saber porqué te lo has quitado sin mi permiso.
Sesshomaru solo logra desviar su mirada, en silencio como de costumbre.
Entonces sin aviso fue levantado del cuello, y antes de poder reaccionar un ardor horrible a causa de una bofetada lo invade, su rostro voltea del otro lado por el impacto. No emite sonido alguno al estar acostumbrado a tratos peores.
Al falta de reacción, Inu No Taisho abandonó el agarre del cuello para tomarlo del cuero cabelludo. De ahí lo levantó con tanta facilidad ya que es tan ligero como una pluma, tan frágil como una flor.
Con ayuda de su fuerza lo lanzó al suelo sin soltarlo, la cabeza de Sesshomaru se golpeó duramente. A la próxima vez intenta interponer sus manos para amortiguar los golpes.
─ Muy altivo para responderme pero no aceptas tu castigo. ¿Aún te das algo de valor? ¿Aun quieres cuidar tu bello rostro? ─ habló el amo, cuando levantó la cabeza del chico lo suficiente para ser escuchado.
Su otra mano fue a parar al rostro de su víctima, sus garras salieron listas para cortar, tomándolo de sus pómulos. Los ojos de Sesshomaru se abrieron con horror. Sintiendo tanto pánico por aquellas garras amenazantes al borde de la raspadura.
─ Me pregunto... ¿Qué clase de valor propio te darías si estuvieras desfigurado? ¿Si esta piel no volviera a ser lo mismo? También me pregunto ¿Qué tan horrible te verías si me deshiciera de esta respingada nariz? ─ A la par de su monólogo, amenazó con clavar sus garras como unas pinzas que arrancarian aquella parte de su cara. A cada segundo de su silencio, las puntas de aguja buscaron ingresar en sus poros.
El olor a las primeras gotas de sangre logran el quiebre. Incluso con la falta de aire, Sesshomaru rompió el silencio.
─ ¡Detente por favor! ─ dijo suplicante y humillado. Poniendo sus manos en su muñeca, en un inútil intento de alejarlo.
─ Dame una buena razón.
Solo le dio tres segundos para hablar, al no escucharlo, se zafó de su agarre para acaparar gran parte de su rostro nuevamente. Entonces la palma de su mano se iluminó lentamente de un peligroso color verde fosforescente. Como se sabe, los demonios poseen diversas glándulas donde segregan cantidades de veneno capaces de matar a cualquier ser vivo que no sea tolerante. Por lo menos el que poseían los demonio perro eran similares a un ácido que carcome todo lo que toca. Capaz de perfectamente arruinar una piel que no se regenerá.
Eso es algo que Sesshomaru perfectamente sabe.
─ Dame una buena razón para detenerme ahora mismo.
Sacó de sí mismo toda la fuerza que logró reunir al menos para alejarse escasos centímetros y poder gritar.
─ ¡Porqué ...! Eres mi du-dueño. ─ a medida que avanzaba con sus palabras su rostro se coloraba de rojo vivo y sus ojos le picaron. Se sintió sin aire pero aún no estaba a salvo, obligándose a continuar. ─ Le pertenezco al gran Inu No Taisho... mi amo y señor.
Es en ese preciso momento donde finalmente es liberado, al drenarse la adrenalina, aquella fuerza desaparece dejando en su lugar a un débil chico temblando en el suelo totalmente derrotado. El Lord del Oeste sonrío complacido y triunfante ante aquella vista.
Había conseguido destruirlo físicamente varias veces. Pero, destruirlo mentalmente las cuenta con los dedos de la mano, se sintió completamente satisfecho.
Con mucha dificultad logró sentarse solo para mirar con mucho dolor sus manos manchadas de su propia sangre, como también sentir el escozor de quemadura en varias zonas de su piel.
Inu No Taisho percató además del ligero olor a sangre, el olor salado, aquel que sólo podría tratarse de amargas lágrimas aunque no lo escuche llorar.
Entonces se pone de cuclillas con intenciones no-enfermas de consolar al chico pero siquiera pensarlo es absurdo; Sesshomaru por reflejo se aleja con temor, en especial tiene su mira en la mano que intentó tocarlo nuevamente. Él se veía tan miserable.
─ Ya, ya... no seas tan dramático. ─ se rió ─ No tienes nada que no se pueda arreglar. Dejame verte.
Sin lugar a desobedecer levanta su cabeza lo suficiente como para dejerse ver. En efecto, aunque el ataque no se llevó acabo, el veneno logró apenas quemar ligeramente.
Pero Inu No Taisho no estaba realmente preocupado por ello, conseguiría alguna medicina y quedaría como nuevo. Tenía mejores asuntos de los cuales pensar.
Retirándose así de aquella habitación. Sesshomaru estaba seguro que aquel lugar estaba en la superficie, en algún lugar del territorio o incluso dentro de las terreno del palacio. Aunque no podía adivinar exactamente donde o si quieria si era de día o de noche. Al pasar las horas y horas hasta convertirse en días supo que aquel lugar sería su nueva residencia.
Jamás creyó que podía desear aún más su muerte. Pensaba en ello mientras era vestido y maquillado para su cita con el diablo.
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