Capítulo LI
─ En ese caso, enviaré algunos de mis hombres.
─ ¡No necesito que me protejan! ─ Mepuru se opuso.
─ Para nada mi intención es ofenderla, mucho menos insinuo lo contrario. Es por mera prevención. Ya que no me dejas ir al frente, por lo menos me gustaría mantenerme informado en que, en el peor de los casos, tenga que intervenir.
─ Serán para mi, más un estorbo que una ayuda.
─ Lo importante es participar. ─ Inu No Taisho sonrió. ─ Hablando en serio, no creo que puedas irte sola. Mis soldados son confiables, sensatos y por sobre todo infalibles. ─ al chasquido de sus dedos, un cuarteto se formó detrás de él, como si se hubieran materializado. ─ No es momento para dejar que tu orgullo te ciegue, tienes el peso de toda tu tribu sobre tus hombros en este momento. Solo déjame ayudarlos, buenos amigos.
─ Tsk. Como sea. ─ Mepuru sabía que no tenía caso resistirse si de todas formas los lacayos de Inu No Taisho la seguirían, tampoco quería quedarse a perder más tiempo que solo dio media vuelta en retirada.
─ Ya oyeron a la señora, deben de tratarla como tal. Si las cosas se complican, ya saben que deben hacer.
─ ¡Si, gran señor Inu No Taisho! ─ exclamaron al unísono, dando una reverencia antes de acatar órdenes.
Con las puertas abiertas, La mujer lobo fue seguida por los soldados como escoltas mientras la comunidad se despedía de ella y le deseaba suerte y protección en su camino.
─ ¿Esos son soldados del señor Inu No Taisho? ─ Koga se preguntó, aún viendo lo evidente.
Naturalmente un hijo estaría preocupado por el bienestar de su madre en una situación de peligro como esta. Sabía lo fuerte que era, estaba a la altura de cualquier guerrero de la manada. Aun así, siente el remordimiento de no poder ir en su lugar. Sus pies picaban por lanzarse a correr tras ella.
A pesar de ir en compañía, no es suficiente para mantenerse tranquilo.
Una pesada mano se posó por su hombro izquierdo que de inmediato llamó su atención, mientras la imagen de su madre alejándose cada vez más en el horizonte, como las pesadas puertas cerrándose lentamente frente a él.
¿Por qué siente una aura tan pesada provenir de este sujeto? Inu No Taisho, se supone que es de la confianza absoluta de sus padres.
─ ¡Cachorro! ¿Qué significa esa cara? ─ el Lord del Oeste sonrió de lado, palmeó la espalda de Koga ligeramente ─ ¿No te vas a poner a llorar o si? ─ rió.
─ ¡Claro que no! ─ Respondió avergonzado, solo aumentando la risa del mayor.
─ ¡Ya, ya! Entiendo tu angustia, pero te aseguro que todo estará bien. Los adultos de la manada buscarán un nuevo refugio el cual sea apto para todos. Están aquí como huéspedes mientras tanto, no hay mucho de que pensar, en realidad. Solo relajate. Toma esto como una reclusión para entrenar.
─ ¿Entrenar? ─ Parecía que Inu No Taisho era experto en tocar temas para manejar cualquier tipo de situación, por supuesto, acababa de llamar la atención del joven lobo. ─ ¿Podemos entrenar aquí?
─ ¡Desde luego! Pueden aprovechar todo el tiempo y todo el espacio que quieran. ─ prometió. ─ Quiero decir, tengo un dojo especial para entrenar, tampoco quiero paredes y artículos valiosos rotos. ─ Mientras hablaban alejó al lobo de la entrada mientras caminaban hasta el centro del patio donde los demás aún esperaban instrucciones. ─ Creo que puede comenzar mañana a primera hora. Lo más prudente es que el día de hoy lo aprovechen para familiarizarse con el palacio del Oeste.
Koga asintió ante sus palabras, un poco más relajado ahora. Pronto los amigos del joven lobo se pegaron a él mientras Inu No Taisho se preparaba para hablarle a la multitud.
─ Sepan entender lo inesperado que se trata su visita, así que llevara algo de tiempo preparar habitaciones. Honorables ancianos y sus nietos estarán en un lado, el resto de los jóvenes del otro. Lo que
quieran hacer por el resto del día es a su elección, como dije, este palacio está a su merced. Siéntanse como en casa.
…
Luego de un mar de agradecimiento a su gran hospitalidad, Inu No Taisho pudo safarse de sus invitados con la ayuda de Goruden Tsuin quien había llegado minutos después. Al ver al labrador, Inu No Taisho recordó que no había mucho más tiempo que perder en cuanto a sus deberes.
Volaron hasta la oficina mientras el Lord era informado por su leal mensajero acerca de las noticias de los alrededores, y el reporte de Cheri en cuanto a la estadía de su hijo, el príncipe Inuyasha.
Al deslizar la puerta, el corazón de Inu No Taisho casi se detiene por completo.
Su escritorio y papeleo era un completo desastre, mientras su adorado Sesshomaru estaba sentado sobre todo. Con sus ropas desacomodadas, casi cayendo por sus hombros. Mientras que la parte de abajo apenas era cubierta por otra extrema mini falda. Exhibiendo así algo de su piel de porcelana. Su cabello suelto y su mirada tan tranquila, era sugerente que estaba esperándolo y su posición, era malvadamente adrede.
Cuando notó que Inu No Taisho no estaba solo, Sesshomaru acomodó sus ropas y cerró sus piernas mientras jadeaba como si estuviera avergonzado. Al Lord le costaba reaccionar. ¿Acaso, Tsuin lo está mirando? Al girar su cabeza, no encontró a su mensajero detrás de él como lo estaba hace segundos atrás. Menos mal que no lo vio al instante, de lo contrario, sus garras hubieran sido más rápidas que su cerebro.
Más que estar avergonzado, Inu No Taisho estaba molesto por esta tontería. ¡Nadie le dijo a esa pequeña perra sucia que podía exhibirse así sin su permiso y frente a alguien más! En cuestión de segundos ya estaba sobre él.
─ Cómo te atreves… ─ gruñó muy cerca del oído de su pequeña amante.
─ Mmn.~ ─ Sesshomaru gimió, sin verlo a la cara. Como si estuviera asustado. ─ Creí que venías solo. ─ se explicó. ─ Yo no lo detecte. Yo no puedo hacer eso. ─ su voz pasiva quizás tuvo algo de resultado. Pudo abrir los ojos y encontrarse con los demoníacos ojos de su amo.
Pero Sesshomaru no flaqueó. No estaba asustado.
─ Yo solo quería que me tomaras otra vez. ─ confesó en un susurro.
Inu No Taisho pudo tranquilizarse. Al ver ese bello rostro, oír esa dulce voz, oler ese embriagante olor. ¿Quién podría enojarse realmente?
Pero, tampoco quería decir que este esclavo sexual se haya portado bien. Se ha portado muy muy mal. Ha desobedecido a su amo en reiteradas ocasiones a pesar de las advertencias. Tiene que ser castigado.
Se aseguró que la ropa lo cubriera de manera decente. Y lo cargo entre sus brazos en un estilo nupcial, donde Sesshomaru solo busco la manera de estar cómodo ahí.
Al cruzar el umbral, Tsuin estaba ahí. Tieso cómo una estatua. Con los ojos cerrados sin titubear.
─ Señor, este servidor no ha visto nada que no deba ver. ─ Declaró, con una gota de sudor cayendo por su sien. Solo esperaba que su jefe fuera sensato y escuchara sus palabras puesto que decía la verdad. Si no fuera el caso, aceptaría su destino.
─ Tú espera aquí hasta que regrese. ─ fue todo lo que tenía para decir.
…
Sesshomaru creyó en su momento que había logrado pescar la atención de su amo una vez más. Aunque, en verdad lo hizo, quizás no le saldría como planeaba.
A toda prisa, el lord lo llevó hasta sus propios aposentos, donde la gran cama que compartían los esperaba. Dejó a Sesshomaru delicadamente sobre el colchón antes de buscar ciertas herramientas en un cofre secreto oculto en alguna trampilla del suelo.
El más joven se dedicó a observar con detenimiento cada uno de sus movimientos, intentando adivinar que pretendía hacer el amo. Pudo sentir el cosquilleo de la excitación cuando vio aparecer la cuerda roja que solían usar cuando practicaban el shibari. Sonrió de solo pensar en lo rudo que van a jugar esta vez.
─ Realmente eres… eres un pecado andante. Ahora no te asusta ver esto. ─ el mayor hablaba a medida que desarrollaba la suave cuerda. ─ Veo en tu rostro el placer que te provoca. Tan sucia.
Relamer sus labios dejándolos húmedos fue su manera de responder. Si seguía así, haría que Inu No Taisho perdiera por completo el control.
Debía recordarse a sí mismo no caer en la trampa de su seducción.
No perdió el tiempo cuando de atarlo se tratase. Principalmente dejando inmovilizados sus brazos en cada extremo de los pilares del dosel de la cama. Acomodó a su pequeño amante, como también se deshizo de sus prendas superiores primero. Luego dejó expuesta sus partes bajas. Debía de darse prisa antes de que el hambre y sus necesidades fueran tentadas por la carne a su merced.
Vertió en sus dedos un viscoso líquido que guardaba en uno de los frascos etiquetados como lubricante. Uso esos dedos empapados para tocar zonas sensibles en su adorado Sesshomaru. Pronto comenzó a gemir, al ritmo de los roces. Jadeo en cuanto sintió el primer dedo entrar, luego el segundo. Cerró los ojos disfrutando del tacto. Siendo este el más delicado de todos.
Había veces, en el pasado, donde ese monstruo maldito ni siquiera se molestaba en prepararlo. Solo invadía su interior así como si nada, sin importarle sus gritos de dolor o incluso las veces que llego hasta sangrar. Ahora pareciese que fuese un hombre diferente el que está buscando acariciar su punto dulce. Dilatando especialmente para un nuevo encuentro entre ambos.
En la mejor parte, cuando estaba a punto de escalar hasta el clímax, el mayor retiró su mano de aquellas zonas bajas. Sesshomaru apenas podía respirar entre sus gemidos que no alcanzó a quejarse en voz alta por la interrupción, su amo se alejaba nuevamente.
Sesshomaru volteó a verlo, listo para reclamar, cuando su boca quedó literalmente abierta ante lo que sus ojos presenciaban. Un curioso y gran juguete estaba entre las manos de su amo. Aquello sí que lograba sorprenderlo, no por el tamaño en sí, si no por el hecho de que, Inu No Taisho raras veces usaba un consolador. En las últimas tres décadas lo habría usado quizás unas cuatro veces, ahora mismo no lo recuerda bien. Mucho menos mientras veía como el mayor lo estaba bañando con el lubricante.
¿Planeaba ponerlo en su interior ahora?
Era extrañamente inesperado. Como también, comenzaba a sospechar del silencio de Inu No Taisho. A este punto, ya debería estar exponiendo su hombría para comenzar a follar. ¿Por qué seguía vestido?
─ ¿Porqué? ─ Sesshomaru rompió el silencio cuando su amo buscaba meter la punta de ese consolador dentro de él. ─ ¿Por qué no el tuyo? ─ Preguntó en un susurro bajo. ─ ¡Ah! ─ jadeo al sentir entrar ese falo de una sola estocada.
Dejando su cuerpo inmóvil y temblando, tratando de acostumbrarse a la invasión.
Pronto, una sonrisa malvada se colgó en el rostro del amo.
─ Considéralo tu castigo.
─ ¿Qué?
─ Me gustaría acompañarte, pero, tengo deberes que atender antes de la diversión. Te advertí que detuvieras tus provocaciones, eres tan atractivo que me has desviado. Asume tu castigo, si estás tan calenturiento, puedes divertirte con este juguete. ─ Inu No Taisho hizo oídos sordos a cualquier quejido y depositó en la frente de su querido frente un dulce beso. ─ Sé buena chica y jugaremos después. ─ prometió antes de marcharse, borrandose de su vista.
─ ¡No! ¡No te vayas! ¡No me dejes aquí! ¡No!
Asegurándose de cerrar la puerta completamente y marcando la zona para que nadie más se atreviera a siquiera asomar el hocico por ahí.
Se alejó Ignorando con todas las fuerzas posibles los gritos, llamados y suplicas de su adorado Sesshomaru.
…
Inuyasha observó cómo un humilde espectador la carroza avanzar entre la gente, los gritos y maldiciones retumbaban a los cuatro vientos. Los aldeanos obligaron al joven y los protestantes hacerse aún lado. De lo contrario, habrían sido atropellados.
El príncipe no comprendía bien el contexto, sólo sabía que no era nada bueno. Y que por supuesto, si se trataba de su familia, eran ellos los culpables. Aunque, antes de acusarlos debería conocer la historia primero.
Como también, su mente dio un chispazo cuando se dio cuenta de su situación. Solo en cuestión de segundos su abuela se daría cuenta de la falta que hace y comenzará a buscarlo, dándole fin a su paz. Por supuesto que lo identifican rápidamente con su haori brillantemente azul.
Había aprendido sobre algo llamado trueque. Los humanos solían intercambiar sus cosas a beneficio. Quizás alguien le guste el azul y pueda cederle un haori café en su lugar. Justo como el de todos los demás.
Aunque Inuyasha nunca el dio importancia a su verdadero valor, el intercambio fue éxito. Le habían dado dulces de arroz como un extra por tan valiosa tela.
Estaba completamente satisfecho y era lo que importaba. La gente fue dispersandose al pasar de los minutos, volviendo a sus rutinarias vidas, mientras comentaban entre ellos lo sucedido con los protestantes.
Hasta que el olor a sangre llamó su atención. En una aldea grande como aquella, percibir cualquier olor humano, así como la sangre, era normal puesto que sucedían cosas todo el tiempo en todas partes. Solo que ese olor llamó la atención particularmente del príncipe. Era un olor que ya conocía. Así que dejó que su nariz lo guiara hasta el dueño.
Se hizo paso entre la poca gente que rodeaban al individuo con preocupación.
─ ¡Oh, Miroku, si pudieras mirarte como estas!
─ ¡Pudiste haber perdido un ojo! Si no te hubiera quitado a tiempo.
─ Esos malditos Hasuno son un nido de serpientes.
Así era, la sangre debido a un corte en su rostro estaba bañando las ropas del susodicho con el líquido rojo. Heridas que rápidamente fueron atendidas mientras era regañado por algunos aldeanos. El sentimiento de rabia también contagio el corazón de Inuyasha al presenciar esto.
¿Su familia había lastimado a Miroku? Esto ya era más que imperdonable.
─ ¿Eh? ¿Eres tu, Rokudo? ─ la voz del joven hizo que levantará la vista.
Todo el mundo lo estaba observando cuando dieron un paso atrás para ser visto por el joven aprendiz.
─ ¡Realmente eres tu! De nuevo en estos alrededores. ─ rió con pena, no es como si estuviera en las mejores condiciones.
A pesar de estar herido, no parecía estar molesto o asustado por lo que le pasó. Era una personalidad tan tranquila que nunca antes Inuyasha había conocido.
Como si no guardara rencor.
─ ¿Joven, es un amigo de Miroku?
─ Ah- Así es.
─ Entonces no te importara acompañarlo hasta su casa. Llegas en el momento justo. Nosotros también tenemos que ocuparnos de nuestros propios asuntos.
…
Definitivamente necesitaba meter su cabeza en una cubeta de agua fría, con tal de aclarar sus pensamientos. Por supuesto se lavó las manos y la cara antes de presentarse en su oficina. No fue suficiente para borrar el aroma y la presencia de su adorado Sesshomaru en su ser. Por lo menos, estaba orgulloso de haber soportado la tentación y haber vencido a su traicionero libido.
Cuando llegó a su oficina, notó que Tsuin se había encargado de poner todo en su lugar tan meticulosamente como podría esperarse de un refinado y noble servidor.
Al notarlo, Tsuin pegó su cabeza en el suelo como reverencia. Cosa que no extrañó al Lord debido a la situación incómoda. ¿Qué caso tenía hablar de eso? No era su culpa y no había nada que reclamar en realidad.
Tampoco se esperaba que tan pronto uno de los Gemelos descubriera su travesura. Pero ¿Qué más daba?
─ ¡A trabajar! No hay más tiempo que perder.
Gracias a la eficacia y la buena presencia del Goruden soleado Inu No Taisho podía terminar el tedioso papeleo en un tiempo récord. No quiere imaginar el día en que perdiera tan valioso recurso, estaría perdido.
Cuando todas las cartas fueron selladas y empacadas. Tsuin se despidió con otra reverencia antes de salir del palacio.
Las cartas más urgentes solicitaban nuevo personal humano hacia los pueblos bajo el régimen del Oeste. Mientras que el resto iban dirigidos hacia los convocados a la tripulación asignada para Kirinmaru como la invitación a la fiesta de partida.
Ahora con un pendiente menos, podría inspeccionar por sí mismo los preparativos para sus actuales huéspedes. Ancianos quejándose de todo y los niños más pequeños asustados del nuevo entorno. Que adorable.
Una manada sobre todo unida. Seguramente llenarán el vacío de aquel palacio carente de vida. Inu No Taisho se preparó mentalmente para darse la idea de que tendrá muchas más ocupaciones a partir de ahora.
Como… la cena de esta noche. No tenía a nadie más quien se ocupará de tal tarea a nivel masivo. Buscó en su memoria las veces que fue de visita hacia la tribu de Akako.
Carne asada. Por supuesto. ¡Lo más sencillo del mundo! Se felicito a sí mismo por su rápido pensar. Bien, sus soldados recibieron su orden de preparar una gran fogata al centro del patio principal mientras él se ocupaba de traer a la presa más grande. Pan comido.
...
¿Amigo? ¿Realmente podía considerar a ese muchacho que había visto un par de veces como amigo? ¿Aun si lo estafó una vez? Bueno, no es como si Inuyasha se acordara de eso último. La idea de entablar una amistad, una de verdad, una por su propia cuenta era emocionante y no sabía cómo controlar esa sensación en su pecho.
Pensaba en ello mientras caminaba al lado de ese joven humano. Miroku no estaba herido de gravedad, por lo menos eso aseguró. Unas vendas rodeando su cara parecían mucho más graves.
─ Dicen que las cicatrices no son nada de que avergonzarse. Aun así… creo que lamento que estuviera justo en mi rostro. ─ Él rió con pena.
─ ¿No tienen remedios para eso?
─ Si, existen algunas hierbas medicinales que ayudan, pero no borran las marcas del todo. Como ese látigo alcanzó a cortar algo profundo, la herida se quedará por el resto de mi vida. ─ explicó.
─ No, no. ─ Inuyasha negó con la cabeza mientras metía sus manos entre sus mangas. ─ Conozco una vieja bruja que hace magia con sus medicinas. ¡Ella hace cremas especiales para borrar cualquier rastro de heridas!
─ ¿Ah, si? Ver para creer. Me encantaría tener un poco de esa crema milagrosa.
─ Le pediré que me de un poco cuando regrese a mi casa.
─ ¿Hablas enserio? ¡Si, es cierto sería genial! ─ los ojos de Miroku brillaron esperanzados. ─ La verdad es que mi rostro es mi mejor atractivo ahora así que necesito que vuelva a ser el de antes, ya sabes, a las chicas les gusto mucho. ─ guiñó un ojo.
Inuyasha no entendió que tenían que ver las chicas pero pudo prometer traer algo de Fukuro que ayudara a curarlo del todo.
─ Por cierto. ¿De dónde eres, Rokudo?
─ … Del Oeste.
─ Ya sé que estamos en el oeste. Pero, me refería. ¿Dónde precisamente?
Miroku inocentemente quería saber más sobre aquel chico extraño que conoció. Si era tan amable de prometer una medicina que le cambiará la vida, entonces naturalmente tendría curiosidad de saber. ¿Como alguien como él puede conseguirla? Por otro lado, El príncipe era medianamente consciente de que si metía la pata iba a ser descubierto.
Si Miroku llegara a enterarse que él era de la familia Hasuno por su parte humana y también el hijo del gran Lord Demonio , no sólo dejaría de ser su amigo, lo odiaría y le tendría temor. ¡No! ¡No quería perder el único amigo que consiguió!
─ Vivo en una casa grande. Lejos de aquí. A veces, mi familia me trae de visita por estos lados, últimamente salgo solo. ─ A Inuyasha le pareció una explicación lógica sin detalles y sin mentiras. Solo rogaba que el humano no fuera tan preguntón.
─ Ya veo, por esa razón apenas te he visto. ─ Miroku concordó. ─ Bueno. Llegamos. ¿Qué tal… si pasas a tomar algo de té? ─ el humano ofreció.
─ ¡Si! No tengo nada más que hacer. ─ Inuyasha se rasco la nuca mientras se reía.
…
Lastimosamente, el grupo de la viuda Hasuno era un caos cuando notaron la ausencia del no deseado nieto Inuyasha.
Pronto había un equipo de búsqueda gritando por las calles por su nombre. Nadie reconoció a Inuyasha, puesto que nunca reveló su nombre, y sus vestimentas no coincidían. Nadie vio a un joven de ropas azules durante la tarde.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top