Capítulo IX

Su apariencia física sufrió cambios que podrían considerarse positivos.
De pasar a estar flaco y escuálido, Sesshomaru al pasar de los meses recuperar un peso más aceptable. Su rostro recibió el tratamiento adecuado y tal como lo predijo Inu No Taisho, quedó como nuevo. La poca paz mental del chico dependía de ello. También su cabello volvió a crecer sano y fuerte. Al final de cuentas podría decirse que recuperó la mitad de su apariencia original.

La diferencia es que realmente no debería ser tan delgado. O tan bajo para su edad. Ni mucho menos sus caderas no deberían ser más anchas que su cintura. O que sus uñas fueran lo más extremadamente cortas en lo posible. El exceso de maquillaje, sin mencionar su tipo de vestimenta.

Algo que trae una amarga historia;

Era una de más tantas noches del segundo o tercer año. Un cadáver desnudo estaba en proceso de descomposición en la misma jaula que Sesshomaru. 

Por supuesto víctima del Cruel Lord del Oeste. El chico que aún estaba con vida estaba sentado de mala gana en uno de los rincones lo más alejado posible.

Traía puesto la ropa que le quitó al cadáver los primeros minutos luego de morir. Por más que sonase muy bajo para el Sesshomaru de ese entonces, él mismo no traía ningún arapo y detestaba estar un segundo más sin cubrirse.

Al correr el tiempo el olor se volvió tan insoportable que obligó a Sesshomaru a vómitar incluso lo que no tenía en el estómago. Una dentro del top de los más horrendas de sus experiencias.

Hasta que llegó el amo. El que ordenó sacar al cadáver de ahí y limpiar el lugar antes de regresar.
Cuando lo hizo se llevó la sorpresa de ver cómo se divertirá con su mascota aquella noche.

─ Quitatelo. No tienes permiso de estar vestido.

─ No dices lo mismo cuando me obligas a ponerme esas telas de burdel que llamas ropa.

─ Se le llama lencería y si, me corrijo, no tienes permiso de usar pantalones.

─ Vete a la mierda.

El Sesshomaru de la actualidad disipó el recuerdo, no queriendo que su mente recobrará lo mal que la pasó aquella noche. En cambio sólo se quedó viendo un punto fijo hacia el extravagante vestido perfectamente colocado sobre un maniquí.

No eres lo suficientemente hombre para llevarlos puestos. Nunca más. 《

Sesshomaru ha perdido la cuenta de las veces que se había partido la cabeza pensando, tratando de comprender. Era obvio para él que estaba disfrazandolo como una doncella. Quizás a Inu No Taisho realmente no le atraigan los hombres y mucho menos él, solo está a asquerosamente obsesionado tomando tan en serio su condena que incluso no le importa las cosas enfermas que ha hecho con él al correr de las décadas.

Acompañado de que tambien se ha dejado de llamar su padre para no sentir ese pesar de inmoralidad o alguna mierda parecida. Esa es la única conclusión más o menos aceptable para el chico. Tiene lógica para él, jamás había visto a Inu No Taisho coqueteando o algo por el estilo con un hombre.

Por eso nunca antes había sospechado que toda la mierda que le pasó y le pasaba podría ser alguna día posible. Pero ya sabía bien que su maldad no tenía límite alguno o por menos lo desconocía. Era horroroso pensar hasta donde sería capaz. Y Sesshomaru definitivamente, a estas alturas, preferiría no averiguarlo. Bajo ninguna circunstancia.

Si no podía morir, tendría que adaptarse lo mejor posible a su vida de mierda. Y resignarse a ser el sumiso esclavo del Cruel Lord del Oeste.

Entonces es ahí cuando se decide ya no pensar por el momento, y ponerse aquellas largas medias blancas que hacen juego con su collar. También con la práctica logró saber como colocarse un corset por si mismo. Aquellas ropas interiores que un día desprecio, esas que tanto le encantaban a su amo.

(...)

En algún lugar dentro del palacio de Inu No Taisho, se encontraba este sentado en su trono. Frente a él, su joven hijo, el actual príncipe y heredero de las tierras del Oeste; InuYasha.
Gracias a su padre, su apariencia y edad mental equivalía a 16 años humanos. Podría describirse al príncipe como un cachorro activo y fuerte.

Sin embargo en aquel momento era una excepción ya que se mantenía completamente serio frente a su padre. Negándose a cumplir con sus órdenes.

─ No me hagas esto... ─ Dijo mirándolo seriamente y cruzado de brazos.

─ Lo siento, quieras o no, tendrás que hacerlo.

─ ¡No puedes obligarme! ─ gritó Inuyasha zapateando el suelo con indignación.

─ Si puedo, soy tu padre. ─ respondió simplemente, mientras una sonrisa adornaba el rostro de Inu No Taisho.

─ ¡No, no, no quiero! ¡No quiero irme a pasar toda la semana con mis abuelos! ─ las quejas del príncipe se hicieron escuchar en el rebote de las paredes. ─ No me agrada estar con ellos ¡Son tan viejos! Además ¡Los visité hace un mes!

Inu No Taisho negó con la cabeza.

─ Por esa misma razón tienes que frecuentar tus visitas, como sabes bien son humanos y cada año que pasa están cada vez mas cerca de su final. Eres uno de los pocos familiares que le quedan a esa pobre pareja, Inuyasha. Ellos amaban a tu madre, piensa que les haces un favor.

Al no tener con qué argumentar, el joven solo murmuró enojado cosas inentendibles mientras golpeaba el suelo con sus pies.

─ Tan infantil. ¿Porqué no te tiras al suelo también? Es lo único que falta.

...

─ Estoy siendo sarcástico. ¡Será mejor que te largues a empacar tus cosas! Partirás a primera hora mañana.

Inuyasha se levantó del suelo de mala gana, rápidamente se alejó hacia su habitación maldiciendo por el camino. Cuando su padre le alzaba la voz sabía que no podía intentar más para hacerlo cambiar se opinión. Pero sabía en el fondo que visitar a su familia no era la verdadera intención de su padre. Algo le decía que habían otros motivos para quitarlo del palacio.

Inuyasha sospechaba que su padre a propósito le ocultaba muchas cosas. Como la vez que se organizó un evento de cacería y no le permitió participar. O las misteriosas cajas que le llegan del extranjero.

El principe del Oeste Inuyasha se prometió según día descubrirlo.

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