Capitulo 4
Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.
En la familia Uchiha, se vivió un duelo, luego de la forzada partida de Hinata. Los chicos se sintieron muy aprensivos, sobre todo cuando miraban llorando a la matriarca. La partida de la niña, lleno de tristeza a Mikoto. Los primeros meses, todo, se la recordaba, desde juguetes, hasta dibujos, que se quedaron pegados en el refrigerador. Nadie mas volvió a tocar el piano y su luz, se extinguió en la mansión Uchiha.
Para Sasuke, fue muy difícil, pues se culpó de lo sucedido, porque si el no hubiera peleado con Toneri, ella todavía estaría viviendo con ellos. Su hermano y sus primos le aclararon que no fue su culpa y que cuando creciera, lo comprendería. Todos la mandaban saludar en las cartas que su madre le enviaba, pero después que partió, no la volvieron a ver.
Madara, se encargó de que a la niña, no le faltara nada, inclusive, se aseguró de enviar una fuerte suma de dinero mensualmente, para que ella comprará cualquier cosa que deseará y que no tuviera que ver con el internado, puesto que los uniformes, comida y todo lo relacionado, estaba incluido en el costo de las colegiaturas. Lo que no se tomo el tiempo, de pensar, fue que al estar internada en ese sitio, era equivalente a ser prisionera, ya que ella no podía salir y por ende, no tenía necesidad de tener dinero. Tampoco tuvo el valor, para hacerle una llamada, ni permitió que su familia lo hiciera. La culpa lo golpeaba, y creyó que con costosos regalos, podía hacerla feliz.
Pasaron ocho años, de la partida de Hinata, cuando Madara llevó a una mujer peliroja llamada Mei, a vivir con el...Mikoto de inmediato tuvo conflictos con ella, por su carácter malcriado y arrogante, pero aún así, nadie podía opinar, pues Madara, no se los permitía.
Debido a sus problemas y muchas obligaciones, el Uchiha, poco a poco, se fue desentendiendo de lo referente a Hinata. El banco se encargaba de mandar el dinero y su "mujer" le compró los regalos a la niña, para enviarlos en navidad y cumpleaños. Mikoto le recriminó, su comportamiento y la forma en que, delegó esa responsabilidad a su amante. Mei ni siquiera la conocía y no tenía que encargarse de ella.
La familia se distanció después de la llegada de Mei y a eso le sumaban la partida de Hinata. Los chicos al crecer, entendieron los motivos de Madara, pero todos pensaban que no había tomado la decisión correcta y que a la larga, le pesaría su forma de literariamente enjaularla lejos de ellos, lejos de las tumbas de sus padre. Aun después de todos los enfrentamientos familiares, el Uchiha no cedió.
...
Pasaron diez años, y el menor de los Uchihas, ya contaba con 20 años. Sasuke, asistía a la universidad, de Konoha, para convertirse en abogado. Eso era solo una pantalla, pues también el, se había unido al negocio familiar y para orgullo de los mayores, era muy bueno realizando su trabajo. Izuna y Obito, trabajaban juntos, y eran considerados, los más despiadados, en el bajo mundo. Con la pantalla de empresarios, se les consideraba, confiables y honestos, frente al ojo publico, pero quienes los conocían, sabían de lo que eran capaces.
Itachi y Shisui, también eran empresarios, frente al ojo público y en el negocio familiar, se les conocía, como los más diestros e inteligentes, en el momento de realizar el trabajo. Fugaku, se sentía orgulloso, de los muchachos, pues todos superaron sus expectativas.
Para Madara, el último año, fue el más estresante, debido a los constantes desacuerdos con Mei, a la que ya no soportaba. Las constantes exigencias de la pelirroja, sobre casarse y formar una familia, ya lo habían llevado al límite, puesto que el nuca le prometió nada mas que ser su amante. No le había dicho nada a sus familiares, para no darles la razón sobre esa relación, pero simplemente, el fuego se había extinguido y solo mantenían relaciones sexuales de vez en cuando.
[...]
En la familia Otsutsuki, el negocio, familiar también creció considerablemente, quedando como uno de los mayores, el otro eran los Uchihas.
Indra, visitaba, el cementerio, semanalmente y se quedaba allí, por mucho tiempo, sin que nadie lo interrumpiera. Cuando su amada, completó siete años, de su muerte, le llegaron noticias, acerca de los dos traidores. Ambos se hallaban en Rusia. Indra les pidió a sus hombres que primero los investigaran, para tener información sobre la niña, pero después de meses siguiéndolos, no hubo rastro de la pequeña. Fue entonces, que le llegaron, las dos cabezas, de los traidores responsables de asesinar a su único amor.
Luego de doce años, Indra estuvo con muchas mujeres, y tenía amantes que se encargaban se satisfacerlo, como era el caso de Shion, con la que llevaba un año de mantenerla en un apartamento cercano. Pero a pesar de tener muchas amantes, ninguna lograba llenar el vacío que tenía en su corazón.
Lo único que hacia, cuando nada funcionaba, era realizar el trabajo, empresarial y también el ilegal, para mantenerse siempre ocupado y no pensar en el pasado.
Toneri, decidió no integrarse en los negocios familiares. El joven asistía a la escuela de medicina, pues el quería ser médico. Esa decisión, fue un duro golpe para Kaguya y también para Indra, mientras que Ashura, se sintió mas que orgulloso y le brindó todo su apoyo al muchacho.
[...]
Los cuatro chicos, llegados de Boston, se instalaron en la residencia de los Sabaku. Pasados tres meses, Temari, tomo pocesion de la empresa familiar, siendo respaldada por su tío...Kankuro y Gaara, también se unieron a ella, una vez completaron su entrenamiento.
Hinata por su parte, se había pasado ese tiempo, poniendo todo en orden. El chofer de los Sabaku, la llevaba al cementerio una vez por semana, donde se quedaba por mucho tiempo, hablando con ellos y observando como la tumba de su madre, siempre tenía flores nuevas y la de su padre, solo en algunas ocasiones.
Traslado todos los documentos de su titulo y ya había obtenido el puesto para maestra, en el kinder, cerca de la residencia Sabaku. Llevaba tres semanas de haber comenzado.
Contó su dinero y todavía tenía suficiente, para comprar ropa adecuada, pues lo único que tenía ademas de pijamas, eran uniformes del internado y los mismos cinco atuendos que alternaba para el trabajo. Esa tarde, los cuatros irían al centro comercial, para obtener todo lo necesario y comenzar sus vidas laborales, como debía ser.
—¿Listos?—les preguntó Temari a los dos varones, especialmente a Kankuro, que era el mas tardado, haciendo todo.
—Estamos listos—respondieron los tres. La rubia sonrió y todos subieron en el auto conducido por un chofer...Temari, ya había comprado un auto para ella y otro para sus hermanos, pero no tenían experiencia conduciendo y eso le llevaría algunos meses.
...
Los cuatro, miraban todo con mucho interés, especialmente Hinata y Gaara, los cuales, no tuvieron salidas del internado, mas que a la biblioteca, de enfrente y a visitar museos, para calificar algunas materias.
—Vamos Hina, tu y yo iremos a la zona de chicas y ustedes dos vallan y compren, todo lo que necesiten—les ordenó a sus hermanos—Nos veremos en los restaurantes, en dos horas—después de decir lo último, Temari se llevó a la ojiperla, para ayudarla, pues sabía que Hinata, no tenía idea que comprar.
—¿E-estas segura, que esto se puede usar para dar clases?—preguntó la ojiperla, mientras se veía el escote muy pronunciado del bonito vestido rojo. Una de las muchas prendas que le llevó Temari, para darse una idea. Hinata sabía que las maestras de los otros grupos, no vestían así, aunque tenía poco tiempo trabajando, ya se había percatado de eso.
—Claro que si...No te preocupes, de todos modos también te traje ropa más formal—la rubia tenia la intención de que Hinata, llevará prendas atrevidas, porque pensaba buscar donde salir a divertirse, esa misma noche. De los cuatro, solo ella y Kankuro, salieron a los antros en Boston. Hinata y Gaara, no tenían idea de cómo era todo.
Temari, también se pulsó una exagerada cantidad de ropa y quedó complacida con los resultados. Terminó y se dirigió hacia Hinata, para que también, se llevará todas las prendas que se puso, pero la encontró, revisando los precios y escogiendo, solo las mas baratas—¿Que estas haciendo Hina?—la ojiperla se sobresaltó cuando la escuchó.
—Solo llevaré unas pocas y cuando ya esté ganando mas dinero, puedo regresar—Temari frunció el ceño—La verdad, no puedo pagar por todo esto—confesó agachando la cabeza.
—¿Y quien dijo que tu lo pagarías?—sin esperar respuesta, la rubia ordenó a una de las empleadas, que le cobrarán todo y que lo empaquetaran. Ella sabía como era la situación económica de su amiga y si la llevó con ella de compras, era precisamente por ese motivo, porque era ella, quien pagaría por todo. Hinata era como una hermana para ellos, después de vivir diez años juntos, no era para menos.
—Temari, yo no puedo aceptar todo esto—la chica veía la gran cantidad de paquetes.
—No tienes otra opción y saliendo de aquí, iremos todos a la tienda de celulares...Gaara y tu, necesitan tener uno, especialmente tu, ya que trabajas en un lugar diferente al nuestro y no es seguro, que no tengas uno—la morena ya no pudo argumentar, pues sabía que era inútil hacerlo tratándose de Temari, ni siquiera sus dos hermano podían llevarle la contraria.
—Esta bien, pero yo pagare, por mi celular—advirtió la ojiperla.
—Lo pensaré—sin mas, ambas chicas salieron del establecimiento sin llevar nada, dado que Temari ordenó mandar todo a su casa, para no tener que andar cargando con todo y tampoco es que pudieran hacerlo, debido a la cantidad.
...
Luego de una discusión, Hinata logró pagar su propio celular. Gaara también escogió uno y ahora los cuatro esperaban por el chofer, mientras caminaban por las avenidas de la cuidad. Veían muchas personas caminando al igual que ellos y otras en sus autos. Hinata sonreía admirando todos los alrededores. Los sonidos de unos claxon se escucharon y el coche de los chicos llegó por ellos. Los cuatro subieron y se dirigieron a su hogar.
[...]
La sala de juntas de las empresas Uchihas se encontraba ocupada, por una reunión con unos inversionistas Chinos. Fugaku explicaba todo, a los tres visitantes, mientras Madara les mostraba las cifras en las tabletas electrónicas. La reunión llevaba mas tiempo del que se esperaba y los cuatro más jóvenes, se estaban desesperando, especialmente uno de ellos.
Mientras Fugaku explicaba en una pizarra, el celular de tres Uchihas vibro. Madara dio un suspiro audible, que los invitados no notaron. Itachi, negó con la cabeza después de leer, Shisui arqueó una ceja sonriente, mientras que Izuna miró hacia Obito y apenas pudo contener la risa. Minutos después, los mensajes siguieron entrando. Los tres inversionistas, veían a Izuna con expresión de duda, porque este, casi rodaba las lágrimas enrojecido, como si no pudiera respirar, pero todo se debía, a no poder reírse.
Obito les estaba enviando fotos de animales, diciendo que eran los tres invitados y un sin fin de tonterías. Cuando los hombres giraban a verlo, este ponía toda su atención en Fugaku, con expresión seria y la mano en su mentón, simulando ser el más atento en el negocio. Los Chinos le sonreían complacidos y el les devolvía la sonrisa, como todo un profesional.
Fugaku continuó explicando y camino alrededor de la mesa, hasta que finalmente llegó a Obito. El menor sin notarlo, se disponía a mandar otros mensajes y antes de hacerlo, Fugaku lo tomó por los hombros.
—Como les decía caballeros...Este negocio es muy importante y requiere de seriedad—afirmó, apretando fuerte los hombros del chico, logrando que este, a su vez, hiciera una mueca de dolor.
—¡Disculpen! Ahora regreso—Izuna salió corriendo antes de reírse frente a todos.
Los inversionistas no se dieron cuenta de todo lo que sucedía, ni que ellos eran el blanco de las burlas de Obito, solo porque se había aburrido.
—Es todo por hoy—les informo Fugaku, al concluir la junta. Los ahora socios se retiraron encontrándose con Izuna, el cual ya regresaba, aunque al verlos no pudo evitar reírse disimuladamente, por las barbaridades que Obito hizo. Aun tenia el último mensaje con los rostros de los tres hombres sobre cuerpos de mujeres bailando, con muy poca ropa.
—Por fin—soltó Obito, atrayendo las furiosas miradas de los mayores. Pero por mas que intentaran reprenderlo, el siempre tendía a hacer ese tipo de cosas, cuando estaba aburrido.
—Yo me retiro—informó Madara y salió de la sala de juntas. Se dirigió hacia el centro para ver a Hashirama. Ambos quedaron de comer en un restaurante de ramen, que era el favorito del Senju.
Conducía, cerca del lugar acordado, cuando un grupo de chicos llamó toda su atención, especialmente, una de ellos. La chica tenía cabello largo azulado, piel blanca y sus ojos, sus ojos. Un vuelco en el pecho le sobresaltó y comenzó a sudar frío. Tenía que ver de quien se trataba, algo en su interior le avisaba, que debía verla de cerca. Tocó el claxon y ella volteó hacia el auto que llegó por todos. Trato de alcanzarlos, pero debido al tráfico, le fue imposible. Su corazón, continuó desenfrenado, por la extraña sensación.
...
—¿Que te pasa Madara? No has dicho, mas de lo que te he preguntado—Hashirama no se sorprendió con el silencio de Madara, sino por el semblante pensativo y lleno de nostalgia, que esté tenía.
—No pasa nada—respondió seco, pero sin molestar a su mejor amigo, como lo hacía siempre, dejándolo mas seguro, que algo le pasaba a Madara.
Terminando de comer, se despidió sin decir nada, mas que lo necesario. Lo único que deseaba era llegar a su hogar. La migraña lo estaba perturbando y todo se debía a los cientos de pensamientos, que se instalaron dentro de su cabeza.
Llegó a los terrenos Uchiha y uno de los porteros le informó, que debía ir a la mansión de su hermana con urgencia. Algo le decía que la migraña, solo iba a empeorar. Seguramente, Mei y su hermana, habían tenido otra disputa.
...
—¿Para que me necesitas?—preguntó fastidiado, al mismo tiempo que enfocó sus orbes en unos paquetes.
—Llegó esto de Estados Unidos...Esperaba que supieras de que se trata, porque el lugar del envío es Boston—de nuevo en el mismo día, el corazón del azabache, dio latidos irregulares. Se acercó hacia la caja mas grande, donde se hallaban muchos de los paquetes y decidió abrir uno de ellos. Con cuidado retiro el plástico, para encontrar una caja de regalo, dedicada a Hinata Uchiha. La fecha del envío original era de seis años atrás. Madara arrojó el regalo y con rapidez abrió otro, encontrando lo mismo. Su hermana, los leyó y se llevó las manos al pecho.
—¿Pero que demonios es esto?—una sensación de miedo lo invadido, mientras continuaba, abriendo, hasta que llegó a los de diez años atrás, los cuales recordaba haber enviado. Continuó buscando y encontró dos sobres uno dedicado a el y el otro a su hermana.
—¿Que dice? ¿Quien los mando?—Mikoto no entendía que era lo que pasaba.
El azabache abrió la carta, para mirar unas escasas lineas, con una fina caligrafía.
Uchiha-sama...le doy gracias por haberse encargado de mi manutención, aun sin tener obligación, de hacerlo. Algún día le pagaré todo lo que gasto en mi. Los regalos no puedo aceptarlos, no los necesito y tampoco podría pagarlos. Discúlpeme, por no regresarlos antes, pero no se me permitió nunca salir de ese lugar por ordenes suyas. De nuevo grasias.
Hinata Hyuga.
Madara palideció al leerla, luego buscó la fecha y se encontró que era de hace mas de tres meses. Sin decir una palabra se dirigió a su hermana, para que ella también abriera la suya.
Mikoto-san...perdóneme por mi decisión, pero esto es algo que tenía que hacer. No puedo estar ni un solo año más encerrada entré estos muros. Ojalá pueda entenderme, porque para mí, su opinión es muy importante, ya que después de mis padres usted es la persona que más quiero...Esperó que algún día podamos vernos de nuevo, para agradecerle lo feliz que fui a su lado. Nunca olvide que la quiero y que ocupa un lugar muy importante dentro de mi corazón.
Hinata Hyuga.
—¿Que demonios hiciste Madara?—la azabache comenzó a llorar, atrayendo la atención de los demás miembros, los cuales ya habían llegado.
El Uchiha, camino hacia atrás y buscó el teléfono del internado. Tenía que hablar con ella, debía preguntarle porque hizo algo como eso.
Luego de varias conexiones, finalmente lo trasladaron con la consejera de Hinata en el internado.
—¿En que podemos servirle señor Uchiha?—le preguntó la fémina.
—Me gustaría hablar con Hinata...¿la podrían llamar?—el azabache estaba ansioso y su hermana, no se alejaba de el, en busca de información.
—Lamentablemente, eso no será posible, porque Hinata se marchó del internado, apenas concluyó el año escolar.
—¿Como que se marchó? ¿Que clase de personas son ustedes, para dejarla salir, sin mi autorización?—Madara se molestó de sobre manera y un frío le entró de lleno, haciéndole estremecerse.
—Ella, cumplió 18 años en Diciembre del año pasado, en unos meses cumplirá 19 y por ley, no necesita la autorización de nadie para salir—respondió la consejera.
—De todos modos,debieron llamarme, yo siempre estuve al tanto de ella—argumentó el azabache.
—Señor Uchiha, usted tiene años, sin hacernos una llamada para saber de ella, incluso, cambio el numero telefónico que aparecía en los documentos de ingreso. Lo único que hizo fue pagar por su estancia—la mujer se molestó con el Uchiha, por los reclamos, cuando ni siquiera, fue para hacerle una simple llamada a Hinata—¿Sabe usted que ella comenzó a trabajar en la biblioteca frente al internado? ¿Sabes que con el dinero que ganaba, pudo pagarse, clases en línea obteniendo un titulo, para poder trabajar por su propia cuenta?—soltó dejando a Madara sin aliento.
—Pero ella no necesitaba trabajar, yo le mandaba dinero para lo que quisiera comprar—la histeria de Mikoto se hacía cada vez más grande. Madara se dirigió hacia la computadora de Fugaku y revisó el estado, de la cuenta, que dispuso para la niña. Todos y cada uno de los envíos habían sido regresados a la misma cuenta. Ella no se quedó con nada—¿Porque regresaron el dinero que le envié?—preguntó sorprendido.
—Hinata, se negó a tomarlo. Ella no salió de esté internado y no tenía necesidad de usar dinero, así que pidió le regresaran todo a usted.
—¿A donde se fue?—exigió saber con mucha molestia.
—No lo sabemos...Hinata solo se despidió, luego de obtener sus documentos y se marchó sin decir a dónde—le respondió la consejera, finalizando la llamada.
—Dímelo todo—exigió Mikoto, con Itachi y Fugaku, respaldándola. Madara les contó lo que hablo con la consejera y sobre el dinero, como el trabajo, clases en línea y título, para trabajar.
—Te lo dije—le grito Mikoto, con dolor—¡Mi niña! La abandoné a su suerte—Fugaku se llevó a su esposa a la cocina para darle un calmante o un té. La verdad no sabía que hacer para calmarla.
Itachi, de inmediato se puso a buscar información, sobre los lugares donde podría haber viajado. Hinata podía estar en cualquier lugar y saberlo después de tres meses, hacia más difícil poder encontrarla. Por último, ni siquiera sabían como se veía ahora que tenía mas de 18 años.
...
Madara llegó a su hogar, con los ánimos caldeados ¿como fue capaz esa niña de huir? No tenía idea del peligro, en el que se estaba exponiendo por su terquedad. Trataba de convertirse a si mismo, que no había sido su culpa, aunque en el interior, sabía perfectamente, que si fue el culpable.
Si era sincero consigo mismo, tenía que admitir, que nunca pensó, en lo que ella podía sentir al permanecer durante tantos años encerrada como un ave, dentro de una jaula. No se percató, del hecho de que Hinata, ya no tenía ocho años y por ende, tenía la capacidad de poder elegir y añorar cosas, tales, como la libertad.
No acepto el dinero, ni tampoco los regalos, los cuales ni siquiera recordaba lo que eran.
—¡Mi amor! Que bueno que ya estás aquí—Mei entró en su despacho y se fue a sentar en su regazo.
—Ahora no, Mei...estoy ocupado—se deshizo de ella, con fastidio. No estaba de humor para eso.
—¿Entonces cuando? Últimamente nunca tienes tiempo para mí—se quejó la pelirroja.
—¡Escucha Mei! Creo que lo mejor será que te regreses a tu apartamento—la mujer abrió la boca desconcertada.
—No puedes estar hablando en serio—la fémina dejo caer las lágrimas—No puedes sacarme de tu vida...yo te amo—lloro aún mas.
—Todavía podemos vernos, pero lo mejor es que té marches, después de todo, ni siquiera dormimos juntos—era cierto, ellos no compartian la misma habitación, dado que Madara, nunca dormía con nadie. Cuando mantenía relaciones sexuales lo hacia en la habitación de Mei, para luego marcharse a la suya y saborear su soledad.
Luego de una acalorada discusión, la migraña del azabache aumento, pero no dio su brazo a torcer.
Mei, enfureció y salió del despacho azotando la puerta. Dolida se recargó en la madera maldiciendo al Uchiha por haberla sacando de su vida.
Todavía se encontraba en el mismo sitio, cuando escuchó a Madara hablando por teléfono con la voz llena de preocupación y pidiendo que buscaran el paradero de Hinata...Hinata pensó por un momento, para luego recordar, los regalos que compró por pedido del azabache para enviarlos a los Estados Unidos a la mocosa, la misma que el, se encargaba de mantener y que todos los miembros Uchiha, se encargaban de recordar, como el cordero. La que aparecía en la fotografía que celosamente guardaba Madara.
[...]
Temari se encargó de avisar a sus hermanos, que esa noche saldrían a un club nocturno. Ella se vistió con una bonito y revelador vestido azul, que resaltaba su perfecta anatomía.
Hinata llevaba un vestido rojo a la rodilla, el cual revelaba mucho, según su modo de ver, pero Gaara y Kankuro le aseguraron que se veía hermosa y que no se lo cambiará. Temari se encargó de maquillarla, con colores suaves y le dejó el cabello suelto. Los chicos también lucían muy apuestos, con la ropa que habían elegido esa misma tarde.
Llegaron, cerca de las 9 y entraron en el abarrotado sitio. La rubia se encargó de reservar una mesa en un buen lugar, para mirar todo mejor.
La sonrisa en los menores, era digna de admiración, Hinata y Gaara, se sentían felices, pero sobre todo, se sentían libres. Kankuro era el mas confianzudo y no pasó mucho tiempo, en que se dirigió hacia unas chicas. Temari también aceptó varias invitaciones a bailar, mientras que los más jóvenes, se dedicaban a mirar.
Gaara, con ya 19 años, era muy apuesto y lograba atraer las miradas de la población femenina. Lo malo era, que al igual que Hinata, el también era muy tímido y le resultaba difícil ser como sus hermanos mayores. Durante su estancia en el internado, las jóvenes lo perseguían, fascinadas por su semblante enigmático, pero el no ponía atención a ninguna, por su falta de experiencia. Lo mismo sucedió con la ojiperla. Apenas cumplió 15 años y su cuerpo comenzó a cambiar, atrayendo las miradas y el interés de muchos jóvenes y en mas de una ocasión, Gaara tuvo que meterse en peleas por defenderla, pues Hinata continuaba con el hábito de desmayarse, cuando se sentía muy avergonzada.
—¿Uchiha?—la ojiperla, escuchó una voz tras ella—¿Hinata Uchiha eres tú?—la mencionada volteó para encontrarse con un joven de cabello negro, amarrado en una coleta en forma de piña.
—¡Shikamaru!—el peli-negro asintió con una sonrisa. Temari regresaba de bailar y Gaara permaneció en silencio observando al joven frente a ellos.
—Mucho tiempo sin vernos ¿cuando regresaste?—los dos se saludaron sin dejar de ver lo cambiados que estaban.
—Llegamos hace tres meses...pero déjame presentarte a las personas que me acogieron como parte de su familia—el Nara, vio desde lejos a sus compañeros de esa noche y todos estaban metidos en sus asuntos, así que dirigió toda su atención a las personas frente a el—Ellos son Temari y Gaara Sabaku.
—Shikamaru Nara, para servirles—saludo primero a Gaara, luego toda su atención, calló sobre la despampanante rubia de ojos bonitos.
—¿Nos quieres acompañar?—ofreció Temari, sin ningún tipo de vergüenza. El Nara asintió, después de todo, nadie lo echaría de menos, por un rato y además, tenía que preguntar mas sobre la vida de Hinata. Estaba seguro que sus padres, se pondrían felices de saber que la hija de sus fallecidos amigos, estaba de regreso.
Continuara.
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