Capitulo 3

Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.

Los meses pasaron rápido, aliviando un poco el herido corazón de Hinata y la razón, era muy simple...Mikoto, la cual se comportaba con ella como una madre. Era habitual verlas juntas en la cocina, mientras la mayor le enseñaba a cocinar. La dama Uchiha estaba mas que feliz. Hinata era prácticamente la hija que nunca tuvo, ademas el carácter tan dulce de esa niña, lograba hacer que todos la quisieran. Mikoto le compraba todo lo que veía y le parecía lindo para ella, era como una bendición tenerla con ella y aunque los celos de su hijo menor a veces la ponían estreasada, no era nada con lo que no pudiera lidiar.

La pequeña tenía talento para tocar el piano y ella con gusto le puso en clases privadas, con el fin de aumentar su don, haciendo feliz a Hinata, pues de esa forma se sentía mas cerca de su madre, quien fue la que le enseñó todo lo que sabía. El único inconveniente era Madara, él se molestaba cada vez que la escuchaba y por ese motivo, lo hacía prefería hacerlo en su ausencia.

En la escuela las cosas marchaban bien, la ojiperla hizo amigas en poco tiempo y para su suerte, eran personas conocidas para los Uchihas, como Ino y Sakura, ellas incluso visitaban la mansión de los Uchihas y jugaban con ella.

[...]

Madara llegó al cementerio, tal como lo hacía cada mes desde la muerte de Hikari y ese día, se encontró con la última persona que hubiese querido ver, pues imaginar que tuvo algo que ver con lo sucedido, le hacía hervir la sangre.

—¡Uchiha!—soltó con despreció, sin molestarse en encararlo. Él, al igual que Madara, visitaba la última morada de la mujer que amo, trayendo arreglos florales. No podía evitar entristecerse, pensando en lo mucho que perdió. Todo lo que planeo para su futuro, ya no existía y la certeza de saber el único vínculo existente de ella se encontraba aún extraviado, lograba hacerlo flaquear, tal como en ese momento, en que una traicionera lagrima le cayó por la mejilla derecha. Puso una muy alta recompensa sobre las cabezas de los traidores y alguna información sobre la pequeña, pero todavía no podía dar con ellos.

—¡Otsutsuki! ¿Como te atreves a profanar este lugar con tu repugnante presencia?—reclamó apretando los puños.

—Eso mismo iba a preguntar yo—los dos se miraron desafiantes y el Uchiha pudo percatarse de la humedad en los ojos de su ex amigo.

—No tienes vergüenza, si ella está aquí, es por tus malditas acciones—Madara cada vez se molestaba más, debido a la hipocresía de Indra.

—Pruébalo—lo retó desafiante y el Uchiha ya no se pudo contener. Sacó su arma a una velocidad increíble, al mismo tiempo que Indra hizo lo mismo. En segundos, los guardias de ambos hombres se apuntaban unos a otros, esperando órdenes de sus jefes—Si no tienes pruebas, no me acuses... yo a diferencia tuya, estoy buscando lo único que quedó de ella, mientras tú continúas imaginando cosas... ¡Madara!—lo nombró con poco ánimo—Ya madura—sin más, el Otsutsuki les hizo una señal a sus hombres y todos guardaron sus armas, dispuestos a marcharse, mientras que el Uchiha se quedó con el corazón latiendo desenfrenado ¿acaso Indra quería quedarse con Hinata? ¿Que pretendía ese demente? Esto, solo empeoraba las cosas. Desde el principio, supo que no debían quedarse con la niña y era por su propio bien, ya que de permanecer con ellos, podía correr mucho peligro, sin embargo, ahora ya sabía a ciencia cierta que Indra la buscaba.

Lo único a su favor, fue cambiarle el nombre, de esa manera le resultaría mas difícil dar con ella, pero de todos modos, tenía que prestar mas atención a su entorno. La pequeña se adaptó muy bien con ellos y aunque al principio trataba de evitarla, poco a poco, ella se lo ganó, como también se ganó a todos. Hinata parecía tenerle un especial respeto, por ser quien la rescató aquella noche y aunque sus amigas le temían, ella no dudaba en acercársele tratando de ser útil, como cuando le servía el té con sus pequeñas manos.

A él siempre le molestaron los niños, pero Hinata no hacía ruido, ella era muy silenciosa y a veces pasaba desapercibida, sin que ellos notaran que estaba en el mismo lugar. Todos comenzaron a saber cuales eran las comidas que ella amaba y pronto la mansión de su hermana se vio inundada con galletas, dangos y en especial, los rollos de canela. En ocasiones le dio pequeñas reprendidas, cuando Itachi y ella acabaron con toda la comida dulce. Claro que de inmediato, él salía siendo el regañado por Mikoto. Su hermana no dejaba a nadie molestar a sus hijos y para ella, Hinata ya era su hija.

Con un sin fin de pensamientos, de marchó luego de colocar las flores que llevó. Debía buscar una solución, una que lograra dejar a Hinata fuera de todo lo malo y ellos no eran buenas personas para ella.

...

Hizo las llamadas y arreglos correspondientes, pagando lo que se necesitaba, hasta que finalmente logró la solución que buscaba, ahora el problema sería decirle a su familia.

[...]

En la escuela primaria de Konoha, se celebraba un festival antes de la navidad, mismo que daría paso a las vacaciones de invierno en los siguientes días.

Hinata iba en su segundo año y junto a Ino y Sakura, se acercó a mirar los juegos de los grupos de niños mas grandes. Ella no acostumbraba romper las reglas, pero cuando sus amigas le invitaron a ver los amigos de Sasuke, no pudo objetar, dado que entre los chicos se encontraba Naruto, uno de los mejores amigos del mencionado y su modelo a seguir. Comenzó a sentir admiración por el rubio, cuando en los primeros días en que asistió a la escuela, unos niños de quinto grado comenzaron a burlarse de ella, diciendo que era la huérfana Uchiha, quien sólo era una arrimada con sus familiares lejanos y que ni siquiera se parecía a ellos... Naruto aun sin conocerla, se aventuró a defenderla. El chico resultó muy golpeado, pero orgulloso de haber podido protegerla. Con los días, Sasuke y los demás amigos, tales como Kiba, Shino y Shikamaru, al cual era el único que conocía desde antes, les dieron su merecido a los niños mayores por molestarla, aunque Sasuke nunca lo admitió y en su lugar, dijo que sólo lo hizo por Naruto, no por ella.

—Vamos Hinata, despierta antes que nos descubran—la llamó Sakura, tratando de hacerla avanzar con ella. Continuaron a escondidas de los maestros, porque no se les permitía estar con los mas grandes, así que lo hicieron sin llamar la atención y todo para ver a Sasuke.

—Miren... ahí están—les dijo Ino, en el momento en que estuvieron más cercanos a ellas. Las dos amigas avanzaron más hasta el patio donde los mas grandes jugaban, quedando Hinata un poco más atrás.

—¡Hola Hinata!—la ojiperla de inmediato se ruborizó al encontrarse frente a frente con el chico, peli-plata—Me da mucho gusto verte—le dijo con la amabilidad que siempre lo caracterizó.

—¡Hola Toneri!—respondió apenada y con miedo, ya que Sasuke le prohibió hablar con él, argumentando que no era bueno para ella, pero cuando le preguntó el porqué, el chico no supo que responder y solo se limitó a decir que no le caía bien.

—Luces tan bonita—le dijo, logrando que el sonrojo de la niña se fuera en aumento.

...

—¿Que haces aquí Hinata? ¿Y porque hablas con este?—reclamo Sasuke, mientras ella no se explicaba en que momento llegó y para su vergüenza, también estaba Naruto.

—Dejala en paz Sasuke... el que sea parte de tu familia, no te da derecho a prohibirle estar conmigo—señaló Toneri.

—Ya chicos, no hay necesidad de pelear—se apresuró Naruto a intervenir, pues a él le caía bien Toneri y tampoco entendió porque de pronto Sasuke ya no le hablaba.

—Hmph—soltó el Uchiha molestó.

—Será mejor que te acostumbres Sasuke, porque cuando seamos grandes, Hinata sera mi esposa.

—¡Hinata!—gritaron Ino y Sakura asustadas, mirando a su amiga caer desmayada sobre la fría nieve invernal y a partir de ese momento, todo se salió de control.


[...]

Mikoto se apresuró casi corriendo, con la intención de llegar lo antes posible a la enfermería de la escuela y de ahí, también tenía que dirigirse a la oficina del director. El miedo se apoderó de ella, luego de recibir una llamada avisando sobre dos problemas. El primero, Hinata se hallaba en la enfermería después de sufrir un desmayo y el segundo, Sasuke permaneció en la oficina del director, por involucrarse en una pelea con otro compañero.

—¿Como esta mi niña?—preguntó con miedo al entrar en el lugar donde llevaron a Hinata.

—Todo esta bien...fue solo un desmayo—la Uchiha pudo finalmente tranquilizarse. Después de verla y abrazarla, le pidió esperar por ella, mientras se ocupaba del siguiente conflicto.

La secretaria del director la llevó hasta la oficina donde la esperaban. Apenas entró y la elegante mujer, no pudo evitar rodar los ojos con molestia.

—Mikoto!—la nombró con desagrado.

—¡Kaguya!—ninguna de las dos mujeres ocultó su desagrado hacia la otra y no se debía a la ruptura del negocio, sino a conflictos mucho más viejos. Kaguya, a pesar de ser mayor que Mikoto, se veía como una de las mujeres más guapas y cotizadas dentro del negocio y eso en sí, no tenía nada de malo, puesto que la Uchiha, era igual, o incluso más bonita que ella... El problema entre ellas, fue que al ser Fugaku el líder antes que Madara y Kaguya, antes que Indra, la Otsutsuki, trataba descaradamente de conquistar a Fugaku, ocasionando una guerra silenciosa entre ambas féminas.

Después de hablar con el director, cada una de las damas, se llevó a su familiar, muy molestas tanto por la pelea, como por tener que estar juntas en la misma habitación.

...

Madara, Izuna, Obito y Fugaku, se encontraban en la mansión de Fugaku, discutiendo unos arreglos sobre algunos de los negocios, cuando llego Mikoto con una sonrojada y avergonzada Hinata y un molesto y magullado Sasuke.

Itachi y Shisui se acercaron al escuchar las reprimendas de Mikoto hacia Sasuke. Sin duda alguna, Shisui no se pensaba perder algo así.

—SASUKE UCHIHA—lo llamó enojada, luego de llevar a Hinata a su habitación, dado que no quería asustarla—¿se puede saber porque golpeaste a Toneri?—los cuatros mayores también se acercaron al escuchar la fuerte voz de la matriarca.

—¿Que pasa? ¿Porque Sasuke tiene un ojo morado?—preguntó Madara molestó, con la persona que se hubiera atrevido a golpear a su sobrino.

—Porque se peleó con Toneri Otsutsuki—respondió Mikoto molesta, logrando que los varones se miraron entre sí, sin entender nada.

—¿Que pasó hijo?—le preguntó Fugaku.

—Yo hice lo que ustedes me dijeron que hiciera—respondió desinteresado.

—¿De que hablas?—inquirió Mikoto.

—Tu siempre me pediste proteger al cordero y eso fue lo que hice—el interés de todos se despertó con lo dicho—El tonto de Toneri siempre esta tras el cordero, a pesar de la advertencia que le di, sobre no acercarse a ella—Madara se puso tensó—Justo hoy lo hizo sin que yo lo notara y cuando le reclame, me dijo que cuando sean grandes, él se casará con ella—Madara se llevó los dedos al puente de la nariz—y lo peor pasó después, ya que Hinata se puso muy roja y se desmayo—Mikoto entendió el motivo del desmayo.

—¡Cielos!—exclamó Izuna.

—Fue entonces que no me pude contener y lo golpeé, por hacer que ella se desmayara—aunque no lo demostraba, Sasuke también se había encariñado mucho con Hinata. En cuanto la vio caer sin sentido, se descontroló y sin que nadie pudiera detenerlo se lanzó a golpear al atrevido ese.

—¿Ella esta bien?—preguntó Obito muy preocupado por la niña.

—Si, la llevé a su habitación para que no escuchara nada—respondió la dama Uchiha.

—Lo hiciste bien hijo... ahora ve a darte un baño—le dijo Fugaku—y ustedes, vayan con Obito a traer ramen, para la cena—no muy de acuerdo, Itachi y Shisui, salieron con Obito hacia el restaurante de ramen. Ellos sabían que los alejaron para que no escucharan lo que iban a hablar.

...

La puerta de Hinata sonó dos veces y ella se dirigió abrirla—¡Sasuke!—el chico asintió.

—Corderito, creo que nos metimos en problemas—la ojiperla se sorprendió, esa era la primera vez que le llamaba corderito y eso le gustó—el tío Madara se veía muy molestó ¿que te parece si hacemos algo para que se les pase?—Hinata estuvo de acuerdo, ya que Sasuke casi nunca hablaba con ella—Entonces vamos—ambos bajaron hasta la cocina y entre los dos prepararon el té, bueno, el azabache solo ayudaba cortando unos tomates que prepararía con sal.

—Les llevaré el té y regreso rápido para ayudarte—Sasuke asintió y continuó preparando los tomates. Lo último que deseaba, era que la ojiperla estuviera en problemas.

[...]

—Pasemos a tu oficina—le dijo Madara a Fugaku y los cuarto entraron—Esto se está saliendo de nuestras manos—por alguna razón, Mikoto sintió que su hermano diría algo, lo cual no iba ser de su agrado—Me encontré con Indra en el cementerio y me contó, que esta tras la pista de Hinata y después de indagar con mis contactos, pude comprobar que no me mintió... él puso una alta recompensa a quien le de pistas sobre ella—dirigió su vista hacia la única mujer dentro del despacho.

—Pongamos más vigilancia—sugirió la fémina.

—Entiende que no se trata sólo de poner más vigilancia, lo que pasó hoy, es sólo el inicio de lo que sucederá... En cuanto el chico les cuente el motivo de su pelea—negó con la cabeza, pero se obligó a continuar—Nunca debimos dejarla asistir a la escuela... no me explico como es que hasta ahora nadie ha dado con ella, después de la recompensa que hay por información sobre su paradero. Supongo que corrimos con suerte, no obstante, dudó que después de hoy sigamos teniéndola—les dijo y los presentes entendieron lo que trataba de decir, sin embargo, Mikoto se negó.

—¿Y que sugieres?—preguntó Izuna con preocupación.

—Después del encuentro con Indra, me dediqué a buscar un internado en Boston—informó Madara.

—¿Que te pasa? Eso es en Estados Unidos... no permitiré que la alejes de mí—le desafío Mikoto.

—Entiende que si no la alejamos de aquí, la perderás a manos de ese desalmado, no olvides que fue él, quien ordenó acabar con la vida de su familia—ella sabía que tenía razón, no obstante, el pensar en perderla la aterró. Hinata era como su hija ¿como se suponía que podía continuar con ella tan lejos?

—¿Y para cuando piensas hacerlo? Porque supongo que ya debes tener todo arreglado—reprochó Izuna, también molestó con su hermano por la radical propuesta.

—Entrando el año—afirmó con seriedad.

—¿Que? Pero eso es en dos semanas—Mikoto ya no contuvo las lágrimas y sucumbió a la tristeza—Debe haber otra solución, no podemos alejarla de lo que es su única familia. Podemos cambiarla de escuela, quizás una privada, o darle clases aquí en la mansión—le pidió desesperada.

—Esto es algo que ya tengo arreglado desde que salí del cementerio—les informo—sólo que no encontraba la mejor manera de decírtelo.

—No por favor Madara-sama, por favor no me aleje de ustedes—ninguno de ellos se percató de la presencia de la niña, la cual llegó con la bandeja del té para todos y al dejar ellos la puerta abierta, ella pudo escuchar todo—Prometo ya no comerme todos los royos de canela, ni tocar el piano nunca más para no molestarlo y tampoco les pediré un perro, pero no me lleven a otro sitio—Mikoto la abrazó mientras ambas lloraban.

—Déjenme a solas con ella—ordenó Madara a los tres adultos.

—¡Madara!—lo llamó Fugaku.

—Será por unos momentos... salgan—muy a regañadientes, los tres salieron dejando a Madara con la niña. La miró llorando en silencio, como la noche en que la trajo a los dominios Uchiha y su corazón se estrujó ¿pero que mas podía hacer para protegerla? ¿Como podía garantizar que el psicopata de Indra no la atrape? La única manera de no fallarle a sus padres, era alejarla de la delictiva vida que ellos llevaban, la cual sin quererlo, fue la causante de que ella fuera huérfana. Le costó mucho tomar la decisión y una vez que preparó todo, no sabía como iba a enfrentar a la familia, sin embargo, no estaba preparado para la reacción de Hinata. Sus ruegos, lágrimas y tristeza, lo estaban desarmando.

—No hablare mas con Toneri para que Sasuke no se meta en problemas por mi culpa—trató de convencerlo con mas argumentos. Tenía que usar todo para que no la alejara de ellos.

Madara sabía que tenía que hacer algo antes que ella lo terminara derritiendo y se arrepintiera del proceso—¡Escúchame! Tu no eres parte de esta familia y ya viviste aquí por mas tiempo del que podemos permitirte. Metiste a Sasuke en problemas y si te dejamos aquí, lo harás también con los demás—ella sintió que todo lo había hecho mal. Nunca debió molestar a Madara con sus lecciones de piano, tampoco debía pedir permiso para traer a sus amigas, ni comerse la comida con Itachi, pero sobre todo, nunca debió pedir un cachorro, seguramente, Madara se molestó mucho con ella por su atrevimiento. Sin mas que decir, permaneció en silencio y ya no rogó más, no tenía casó, él era inflexible con ella, siempre fue. Él era el único que no parecía quererla y ahora se lo dejaba claro, pues alcanzó a escuchar parte de la conversación y fue él, quien organizó su partida.

—Esta bien Madara-sama, entiendo...—el Uchiha la miró sintiendo el corazón oprimido—Muchas gracias por dejarme vivir aquí, mas tiempo del que merecía—la niña le hizo una reverencia y salió del despacho con el corazón partido por segunda vez en casi dos años, puesto que vivió con ellos por un año y ocho meses, en los cuales, logró sanar su alma con ayuda de la cálida familia y ahora perdía todo de nuevo, llegándole de golpe la triste realidad. Ella no era parte de ese lugar, ella era una huérfana, tal como la llamaron en la escuela los días en que Naruto la defendió, solo era eso una huérfana, arrimada. A pesar de su corta edad de ocho años, entendió bien todo y lo aceptó sin protestar.

Madara se sintió muy culpable, pero la decisión ya estaba tomada y no pensaba retroceder. Preferiría tenerla lejos, que saberla en las garras de Indra.

[...]

El día en que la ojiperla partiría, llegó muy rápido y en ese momento, toda la familia se encontraba despidiéndola. Izuna, Itachi y Obito, eran los que más entendían la situación, sin embargo, al igual que los demás, no aprobaban la idea de Madara. Mikoto no dejaba de llorar, siendo consolada por Fugaku, el cual también se puso sentimental con la partida de Hinata. Shisui la abrazaba y le aconsejaba todo lo que debía hacer y Sasuke se mantuvo callado, pensando que por culpa suya, la chica, se tenía que ir.

—Te extrañare mucho mi niña—Mikoto la abrazó fuerte sin dejar de llorar.

—Gracias a todos por dejarme vivir con ustedes—les agradeció entre lágrimas.

—Cuídate mucho corderito y no dejes que nadie se aproveche de ti—le dijo Obito, conmovido al igual que los otros.

Uno a uno, se acercaron a darle la despedida, hasta que llegó el momento de irse. Antes de subir al taxi con los encargados de llevarle al internado, miró a Madara y su corazón se estrujó de nuevo—Gracias por todo Uchiha-sama—después de hacer una reverencia, se marchó sin esperar respuesta del mayor. No tenía casó hacerlo, de todos modos, él parecía no quererla.

—Ojalá no te arrepientas de la decisión que tomaste—le reprocho Mikoto y también se fue sin esperar respuesta. Madara sabía que prácticamente todos estaban en su contra, pero eso era lo mejor para ella y el tiempo le daría la razón.

[...]

Hinata se fue adaptando a su nuevo entorno. Nadie la molestaba, todos parecían estar en su misma situación, aunque según escuchó a unas niñas, ellas si tenían padres, pero no las querían cerca de ellos y por ende, las llevaron al internado. Ella tenía su habitación, la cual no era muy grande, pero si lo suficiente para sus necesidades. Mikoto le había obsequiado un porta retrato, con una fotografía de ella y sus padres y era lo primero que acomodo en cuanto llegó a ese lugar. No tenía amigas, ni quiso socializar mas de lo necesario, los primeros meses fueron muy duros debido al idioma, pero de a poco, logró ponerse al día. En las tardes se sentaba en los jardines a leer, sin ser notada por nadie, después de meses viviendo en el mismo lugar sin salir a ningún lado, le era fácil ser invisible.

...

—¿Como te llamas?—le preguntó una niña rubia con cuatro coletas.

—Hinata...mucho gusto—respondió la ojiperla, intimidada por la niña, la cual se veía mayor que ella y no estaba sola, sino con dos chicos más

—Mucho gusto Hinata...soy Temari , este de aquí es Kankuro y él es Gaara, los tres somos hermanos—se presento ya sonriendo—¿También a ti te olvidaron metiéndote aquí?—la ojiperla se sorprendió por la pregunta—Bueno, quizás no sea tu caso, lo preguntó porque te vimos aquí en vacaciones, mientras a la mayoría los recogen sus familiares, a nosotros los huérfanos, nadie nos viene a llevar a un hogar—soltó, como lo más normal del mundo.

—T-tampoco tengo a nadie, yo soy huérfana—los tres hermanos Sabaku, perdieron a sus padres tiempo atrás y quedaron bajo la tutela de un tio, sin embargo, las consatantes quejas de Gaara en la escuela, lo dejaron sin poder hacer nada mas que buscar un buen internado, después de todo, los niños eran muy ricos y podían pagar el lugar, mientras cumplían la mayoría de edad y se podían encargar de su fortuna. Hinata se sintió muy identificada con ellos puesto que además de no tener familia, eran también de Konoha.

Los cuatro se unieron mucho entre ellos y aunque Gaara fue el mas reacio a hacerlo, finalmente, también terminó encariñado con la ojiperla.

Durante los cumpleaños, recibían costosos regalos mandados por las personas que los enviaron ahí. Tanto los hermanos como Hinata, no tenían ningún problema de dinero, pero eso no compensaba lo solos que se sentían durante las vacaciones, sobre todo, las navideñas, donde según escuchaban a los compañeros, era para unirse con la familia y amigos.  

Madara se encargó de supervisar personalmente el bienestar de Hinata y dejó claro a los encargados que cuidaran bien de ella. Le mandaba regalos en la navidad, luego en el cumpleaños, mismos que ella guardaba en el armario, dado que un día, se los iba a regresar. No quería nada de él y entré más años pasaban, mas obligada se sentía a pagarle todo el dinero que desperdicio en ella. Lo único que atesoraba, eran las cartas enviadas por Mikoto, donde también los chicos le mandaban saludar.

Cuando Temari cumplió 18 años, decidió no regresar a Konoha, hasta que Gaara pudiera también abandonar el internado, le gustara a su tío, o no, eso es lo que haría.

La rubia abandonó el internado y se inscribió en una universidad cercana, siendo seguida por Kankuro. Fue entonces que Hinata también decidió que cumpliendo la mayoría de edad, regresaría sin pedir opinión de nadie. Con 16 años, Gaara y ella consiguieron trabajo en la biblioteca frente al internado. Ella nunca dio quejas y no tuvo problemas convenciendo a la directora para que le permitiera trabajar después de clases y Gaara por su parte, tenía la aprobación de Temari.

Con los días, Temari le sugirió tomar clases en línea y le regalo una computadora para que lo hiciera. Con el sueldo de la biblioteca, pudo pagar los costos y logró adquirir un asociado como maestra de primaria, no era mucho, pero era algo con lo que podría mantenerse sin necesitar a nadie.

...

El día en que finalmente Hinata y Gaara, terminaron el año escolar dentro del internado, ya contaban con la mayoría de edad y por ende, no necesitaban que nadie aprobara sus salidas. La ojiperla junto lo que le quedó de su sueldo de dos años y contaba con suficiente dinero para el boleto de avión, como para alquilar un apartamento en Konoha. Ya no estaría un sólo año más, alejada del lugar donde enterraron a sus padres.

Temari le aseguró trabajo, una vez llegaran a Konoha y tomaran posiciones en la empresa de sus padres, también le dijo... no, le ordenó, que viviría con ellos, después de todo, sólo se tenían los cuatro. Por otro lado, a la ojiperla le parecía muy aprovechado de su parte, pero Temari la convenció diciendo que así podía continuar asistiendo a la universidad.

Hizo todo de acuerdo a su plan. Kankuro le ayudó a ir al correo, donde envió todos los regalos sin abrir que Madara le mando, según ella por lastima. Entre menos le debiera era mejor. Lo único que le faltaba, era avisar a los directivos del internado, dado que aún no le entregaban sus registros y todo lo que pudiera necesitar en Konoha.

...

—Pero Hinata, no creo que debas abandonar el internado antes que el señor Uchiha lo autorice—quiso persuadirla la consejera del plantel—Ademas, la carrera que tienes, es muy poco, comparada con lo que podrías llegar a lograr si permaneces aquí.

—Lo siento mucho, pero mi decisión ya fue tomada y no dare marcha atras—respondió serena, pues sabía que tenía todo para salir victoriosa. Estaba muy agradecida con los Uchihas por pagar su manutención en el internado, pero a fin de cuentas, ellos no tenían ninguna obligación de gastar dinero en ella y después de esforzarse tanto, finalmente había logrado lo que se propuso. Ahora solo faltaba comenzar a pagar todo lo que gastaron en su persona.

—El señor Uchiha se molestará mucho cuando lo sepa—le dijeron como último recurso.

—Si ustedes no le llaman, él no tiene porqué enterarse—aseguró—¡Miren! Con todo respeto, ustedes saben que él, sólo pagaba por mi estancia y fuera de eso, nunca se tomó el tiempo de llamarme ni una sola vez en estos diez años, así que lo que el señor Uchiha, piense o deje de pensar, es algo que no me importa—nadie de los presentes pudo argumentar nada, ya que la joven tenía razón, el Uchiha lo único que hizo durante los diez años, fue asegurarse de pagar la estancia y mandarle dinero a la chica, el cual ella rechazó  y el internado regresó a la cuenta del Uchiha. Aparentemente, ni siquiera se tomaba el tiempo de ver sus estados bancarios, ya que mes por mes enviaba una fuerte cantidad y mes por mes ellos lo regresaban debido a la negativa de Hinata.

...

Luego de un mes entre arreglos y trámites los cuatro chicos regresaban a Konoha.

—¿Estas bien?—le pregunto Gaara, al notar la nostalgia en el rostro de Hinata. Ellos sabían todo lo que había sucedido, porque ella misma se los contó.

—Estoy bien... es sólo que pase mas de la mitad de mi vida fuera de aquí y temo no poder adaptarme—el pelirrojo le sonrió, pues también él, se encontraba en la misma situación.

—Lo lograremos, ya lo verás—el chico la abrazó del hombro mientras caminaban entre todas las personas hasta el taxi que Kankuro pidió—Si pudimos salir adelante, estando en un país extranjero, con diferentes costumbres y hasta aprendimos diferentes idiomas, también lograremos adaptarnos aquí—Hinata sonrió sabiendo que él tenía razón. Los cuatro subieron en el taxi y se dirigieron a donde sería su nuevo hogar.

Continuara.

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