Capitulo 2
Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.
Hikari no le contó nada a Hiashi por motivos de seguridad, sin embargo, su marido notó varias señales que le indicaron lo sucedido, mas no le aclararon quien fue el maldito que se quiso propasar con su esposa. Ella se veía temerosa y ante su silencio, optó por contratar algunos guardias de seguridad, logrando así, ver a su mujer mas calmada.
El Hyuga le sugirió a su esposa ya no trabajar mas y ella estuvo de acuerdo. Él era el único que salía a la oficina que se hallaba en la corporación Nara, con quienes se había asociado y los mismos que le hicieron la oferta para trabajar en Konoha.
Las dos mujeres de su vida se quedaban a esperarlo y en las tardes lo recibían felices de verlo llegar con rollos de canela y golosinas. Finalmente, después de tantos percances y sufrimientos, su familia lograba estar en paz, sin ayuda de las personas, las cuales hasta antes de Hikari, consideró también como familia. Algunas veces su hermano gemelo lo llamó, queriendo ayudarlo a escondidas de su padre, pero siempre se negó, puesto que no quería meterlo en problemas, con su "perfecto" progenitor. Y ahora contaba con suficiente capital como para que sus mujeres no se preocuparan por nada.
Para Hikari fue difícil olvidarse del miedo que llegó a sentir ante la posibilidad de ser violada. Estuvo las primeras dos semanas a la espera de que Indra regresara y terminara lo que empezó, no obstante, su amado maridó, con su amor y comprensión, logró sacarla adelante. Cuando los guardias llegaron se sintió mucho más tranquila y se dedicó a disfrutar de sus dos amores, Hinata, su pequeña lunita y Hiashi, el amor de su vida. Los meses continuaron tranquilos, luego el invierno llegó y con él, también el cumpleaños número seis de su hijita.
—¡Ábrelo princesa!—Hiashi llegó con una caja para la pequeña niña. Abrazado a Hikari, ambos veían como Hinata abría la caja con un moño de regalo por su cumpleaños.
—Ahh...—la ojiperla se sorprendió y de inmediato se sintió feliz—¡Papá!—un pequeño cachorro salió de la caja y de inmediato fue tomada en brazos de la niña, la cual no pudo con la emoción y comenzó a llorar agradecida con sus padres por esa gran felicidad.
—¿Te gusto?—le preguntaron sus progenitores y ella asintió sin dejar de llorar—Es una hembra, piensa en un nombre para ella—le dijo Hiashi sonriendo al ver feliz a su princesa, como la llamaba desde que nació.
—Te llamaras Kiala—le dijo poniéndola frente a su rostro y recibiendo unos lengüetazos. Hiashi sabía del amor que su hija le tenía a los animales y una vez instalados en Konoha, decidió que ese era el regalo que le darían en el cumpleaños. Le comento a su socio y este a su vez, le recomendó a los dueños de las veterinarias Inuzuka, los cuales también se dedicaban a la cria y entrenamiento de perros. El hijo de los dueños, un niño de ocho años, con una marcas rojizas en las mejillas, le recomendó una cria de labrador dorado, también le aconsejó que fuera hembra, para que le gustara mas a su dueña y después de ver la reacción de Hinata, le agradeció al pequeño experto.
—Gracias papá...te quiero mucho—Hiashi se derritió con el abrazo de su hija—También te quiero mucho a ti—Hikari se unió al abrazo, mientras Kiala corría entre la nieve del jardín. Sin duda alguna, ese había sido el día mas feliz de la familia y eso que todavía no le daban la otra sorpresa a su princesa, pensaba Hiashi acariciando el vientre de su mujer.
[...]
Madara ordenó vigilar la residencia Hyuga desde lejos. Mando a dos guardias para mantener segura a Hikari, después de lo sucedido, era lo menos que podía hacer por ella. Aún no podía entender como fue que su amigo de la infancia pudo llegar a portarse de esa manera tan despreciable y por otro lado, se obligó a no volver a actuar sin antes calcular la situación, como le sucedió con ella, terminando enamorado de una mujer ajena y todo por su inmadurez. Fugaku lo reprendió diciendo que detalles como ese podían costarle el liderazgo, ya que al fallar en algo tan pequeño, también podía significar, fallar en las cosas de gran interés, las cuales involucren a muchas vidas.
Habían pasado los meses y después de estar con muchas mujeres, no podía sacarse a la Hyuga de su ser y eso no podía explicarlo, debido a que ni siquiera llegó a probar sus labios.
...
Izuna y Obito, se habían vuelto muy buenos en los asuntos de la organización, a pesar de la corta edad de Obito, lo que le dio un poco de satisfacción, ya que entre ambos, lograron ganar varios negocios, los cuales eran para los Otsutsukis.
Mikoto, hasta la fecha, le reprochaba lo sucedido con Hikari y para todos, fue un gran golpe, la separación permanente de Indra, el cual no volvieron a ver. Para los mas pequeños, fue muy difícil, porque se llevaban bien con Toneri y de la noche a la mañana, se les prohibió tener contacto entre sí. Itachi y Shisui, al ser mas grandes, lograron entender muy rápido la situación y se limitaron a ya no preguntar, el problema, fue con Sasuke, debido a su corta edad. Suponía que lo entendería al pasar el tiempo.
Hashirama, como su amigo, se inclinó hacia el, pero también le debía lealtad a Indra, por el acuerdo y mientras no lo quebrará, tendría que seguir como antes. Con Ashura, fue incomodo en un principio, pero con las semanas se dio cuenta, que nada había cambiado y que el muchacho, no le guardaba rencor. Definitivamente, era muy diferente a Indra.
[...]
—Ya tenemos a los hombres encargados, para traer aquí a las Hyuga, Indra-sama—le informo Zetsu al líder de la organización.
—¡Bien...! Adviérteles, que no toleraré errores, tampoco quiero levantar ninguna sospecha, que me pueda poner en evidencia. En caso de fallar, ellos no me conocen ¿queda claro?—preguntó, autoritario.
—Por su puesto, Indra-sama, ellos fueron contratados por Kabuto, uno de nuestros hombres, pero no saben nada de quien esta mas arriba, de ese modo, nunca podrán involucrarlo—respondió sonriente, por la aprobación del líder—¿Cuando quiere que den el golpe?—cuestionó Zetsu.
—El fin de semana, la quiero aquí conmigo y no olviden traer a la niña también...las quiero sanas y salvas—suspiró pensando en la hermosa mujer, que logró enloquecerlo y que no podía alejar de su cerebro. Lo peor fue después de ese día, que logró probar sus labios y que de no ser por el bastardo de Madara, también hubiera probado más lugares de ese precioso cuerpo—Quiero que sea como un robo, que terminó mal y que se llevaron a las mujeres de rehenes—ya tenían planeado todo. Con gran astucia, consiguió unos cuerpos, femeninos, de una niña y una joven, los cuales simularían ser las dos Hyugas y que un día mas tarde aparecerían dentro de un coche carbonizado. También arreglo documentos legales, para dar nueva identidad a ambas. No dejó ningún cabo suelto, pues en caso de que Hikari, se negara a estar con el, la obligaría por medio de la niña. De ser necesario, la enviaría lejos de Konoha, para controlar aún mas a su futura esposa, aunque también a el le afectará tal acción, pues a esas alturas, ya se consideraba dueño de la niña también.
—Así se hará...pero no olvide salir del país, para desviar las sospechas, de esa manera, nadie pensará que usted tuvo algo que ver—el Otsutsuki, asintió con una auténtica sonrisa, pensando en Madara y en lo que sufriría la supuesta muerte de la mujer que amaba, mientras el se casaba con ella.
[...]
La familia Hyuga, se había encargado de registrar a Hinata en la escuela primaria de Konoha, para continuar sus estudios, los cuales mantuvo siempre en su casa, propinados por la misma Hikari. La niña estaba emocionada, porque el próximo Lunes, iniciaría y podría tener muchas amigas, lo único que la entristecía era dejar sola a Kiala, por las horas que se mantuviera en el salón de clases.
—Es hora de dormir Hinata...recuerda que pronto irás a clases—Hikari la tomo en brazos y la llevo a su habitación, la cual compartía con Kiala.
—¡Mamá!—la llamó después de lavar sus dientes, atrayendo la atención de la madre—Para mi otro cumpleaños, quiero una hermanita—la mayor sonrió y le beso las mejillas, conmovida con el pedido, pues de hecho, no tenía que esperar hasta el cumpleaños, porque ya tenía un retraso de un mes y todo indicaba que pronto le daría un hermano a su hija.
...
Después de poner a Hinata a dormir, la pareja Hyuga, se fue a descansar y antes de poder hacerlo, el ruido de cristales rompiéndose, los puso en alerta.
—Quédate con Hinata y no le abras la puerta a nadie—Hiashi le dio un beso a Hikari, después de vestirse y escuchar lo que parecía ser un disparo. La dama Hyuga, levantó el teléfono para llamar a la policía, pero las lineas no funcionaban y ese preciso día la nevada no bada tregua.
—¡Espera! Mejor esperemos a la policía—le sugirió llorando—Alguien debe haber llamado—ella no quería que su esposo saliera afuera, tenía miedo.
—Nadie vendrá, con este clima y aun si ya los llamaron, tardarán mucho en llegar—Hiashi, se agachó y le dio un beso en el vientre, después la abrazó y la condujo hacia la habitación de Hinata—Debe ser un robó, les daré todo, pero ustedes no salgan—dicho esto, Hiashi tomo la pistola que guardaba en la caja fuerte y bajo las escaleras, encontrándose frena frente con un tipo enmascarado apuntando con una arma hacia el. Hiashi le disparó antes que el sujeto y logró matarlo, luego se dirigió a la puerta y desde ahí, pudo ver a cuatro sujetos enmascarados, sometiendo a los guardias.
—Permanezca adentro Hyuga-san, nosotros nos encargaremos—dos guardias a los que el Hyuga no conocía se habían encargado de dos enmascarados, quedando solo dos a la vista, pero ninguno de ellos notó a un tercer sujeto, que logró escabullirse y les disparó por la espalda, con una arma de asalto, Hiashi logró dispararle, dándole muerte, pero tanto el, como los guardias desconocidos, murieron, por los múltiples disparos.
—¿Que esta pasando mamá?—Hinata despertó por los ruidos y se asustó, cuando miró a su madre llorando en su habitación. Hikari lo miró, miro desde arriba, como el amor de su vida caía sin vida y ella no pudo hacer nada para ayudarlo. Corrió y puso llave en la puerta de su hija, sin dejar de llorar por el dolor en el pecho.
—Nada mi lunita, no temas, solo no debemos hacer ruido ¿de acuerdo?—ella asintió y mantuvo a Kiala con ella, tratando que no labrara.
...
—¿Encontraste el objetivo?—preguntó uno de los dos enmascarados, que lograron entrar, ya sin ningún impedimento.
—Aún, no hay rastro, deben estar arriba, démonos prisa, esto ya se salió de control—uno de ellos tomo el arma de su compañero y subieron las escaleras buscando en todas las habitaciones, hasta que finalmente, encontraron una con llave y supieron que ya no tenían que buscar.
—Mi lunita, entren aquí y no salgan, no importa lo que veas no salgas—la niña y su cachorra entraron en el armario, donde su madre pensó, estarían a salvo. Mientras tanto la dama Hyuga colocó una silla atorando la puerta. Sabía que no iba a resistir por mucho tiempo, solo esperaba, que la ayuda llegase antes que pudieran entrar.
Apenas unos dos minutos después, la puerta quedó abierta.
—¿Que quieren?—preguntó al verlos apuntándole con las armas—Por favor, no me lastime estoy embarazada—les dijo desesperada.
—Nadie saldrá lastimada, solo venga con nosotros por las buenas y díganos ¿donde esta la niña?—la joven temblo, al escuchar que querían a Hinata también.
—Ella no esta aquí, se quedo a dormir con sus primas—el enmascarado sonrió sabiendo que mentía, sobre todo mirando la habitación, en color lila.
Todo pasó muy rápido, cuando uno de los sujetos abrió el armario, Kiala salió corriendo asustando al enmascarado, el cual no dudó en dispararle, varias veces. Hinata corrió hacia ella, al mismo tiempo que Hikari, logrando cubrirla del nuevo disparo que salió del arma y que iba dirigido a su hija.
—¡Mamá!—la niña gritó desesperada y abrazándose a ella. La madre quedó tendida con un disparo en la espalda junto a Kiala, la cual también murió por las balas.
—¡Maldita sea! ¿Que demonios hiciste?—el enmascarado que no disparo, entró en pánico, después de ver a uno de los objetivos, tendido sin vida. Les habían dejado claro, que cualquier rasguño, que una de las dos mujeres mostrara, lo pagarían con sus vidas y ahora, ya no había nada que hacer.
—Ese maldito animal me asusto—replicó el otro tipo, también con miedo, pues sabía las consecuencias de lo sucedido.
—Yo me largo, con suerte logró salir del país antes que el jefe se entere—sin esperar respuesta, se fue corriendo. El sujeto que disparó, miró la escena por última vez y también salió corriendo, antes que alguien llegara.
[...]
Fugaku, Izuna y Madara, tomaban un trago, luego de terminar con unos pendientes, los cuales tuvieron que realizar dentro de los terrenos Uchiha. El clima era algo serio y les hizo casi imposible salir a algún lugar. El celular de Madara sonó y sin pensarlo, respondió sin mucho interés.
—¡Uchiha-sama!—la voz preocupada del otro lado de la línea tensó de inmediato al azabache, porque en ese instante supo quien era el que llamaba.
—¿Que pasa?—preguntó ya de pie, captando la atención de los otros dos.
—Un grupo de sicarios enmascarados, está tomando control de la residencia Hyuga ¿cuales son sus órdenes?—Madara palideció y se llevó la mano al cabello.
—Protejan a la familia, no dejen que nada les pase...llegaré en un momento—la llamada terminó y el azabache corrió a tomar sus armas.
—¿Que sucedió?—preguntó Fugaku, desconcertado por la pronta reacción de su cuñado.
—Llamen a mis hombres, los guardias que puse a proteger la residencia Hyuga, me informaron que unos enmascarados entraron y los están atacando.
—Esto tiene que ser obra de Indra—afirmó Izuna, siguiendo a Fugaku, para preparar los vehículos. Les tomaría mas tiempo llegar, debido al clima.
...
Les tomo mas de una hora llegar al lugar, puesto que no se veía casi nada por la ventisca invernal.
Madara corrió hasta adentro, con la esperanza de que sus hombres hubieran podido ayudar, dado que eran de sus mejores elementos—Busquen sobrevivientes—les ordenó a sus hombres, a punto del quiebre por la incertidumbre, sobre la suerte de la mujer que amaba y la cual dejó tranquila, para que fuera feliz.
—Los guardias y los empleados están muertos—declaró uno de sus hombres.
—Continúen buscando, yo ire adentro de la mansión—corrió adentro, con la esperanza de que ella hubiera podido escapar, pero al entrar en la casa, la situación era igual, que lo era afuera. Miró a sus dos fieles hombres, muertos, cerca de Hiashi Hyuga, el hombre que tenía el amor de Hikari y que también yacía sin vida en el piso.
Tenía que encontrarla. Grito su nombre, sin obtener respuesta. Subió las escaleras, aún llamándola, hasta que un murmullo, lo hizo entrar en una recámara infantil, decorada con paredes lilas y sábanas en colores pastel.
—¡Señor...! ¿Me puede ayudar? Mi mamá no despierta y tampoco Kiala—el cuadro fue deprimente. Era obvio, que la madre murió tratando de ocultar a su hija, la cual parecía ser la única sobreviviente. Con lágrimas en los ojos comprobó, que su amada no tenía pulso y que también estaba el cuerpo de un cachorro. Seguramente, esa era Kiala. La niña se aferraba a su madre llorando en silencio.
El azabache se colocó, junto a la altura de la pequeña—¿Como te llamas?— le preguntó con suavidad, al mismo tiempo que la alejaba del cuerpo sin vida de la madre y de su mascota.
—H-Hinata Hyuga—respondió haciendo una reverencia al igual que lo hacía su madre cuando la conocieron.
—Vamos Hinata, te llevaré a mi casa para que juegues con mis perros, mientras tu mama y tu mascota descansan—sin esperar respuesta, la alzo en brazos y la tapo con una manta, para que no mirara todo lo que había pasado en ese lugar, sobre todo, para que no mirara el cuerpo de su padre, cerca de las escaleras. Antes de salir, su vista se dirigió hacia el buró de la recámara y sin pensarlo también se llevó la fotografía, que ahí descansaba, en la que se veía a Hikari, con su hija. Sintió la pequeña estremecerse por el llanto silencioso y la arropó aún mas. Ni siquiera se podía imaginar, el miedo que tuvo que pasar esa criatura, viendo morir a su madre.
—Debemos irnos...la policía esta por llegar—le dijo Izuna, cuando lo miró bajar las escaleras—Además no hay nadie con vida. También Hiashi Hyuga, murió y...—Izuna no terminó de hablar debido al jadeo que se escuchó del hombro de su hermano.
—Dile a todos que nos vamos y que levanten los cuerpos de mis guardias—ordenó Madara, sin detenerse.
—Ella también esta muerta—aclaró Fugaku, pasando por donde se fue Madara. Todos los hombres se subieron a los vehículos y partieron, antes que la policía llegara.
Madara se tuvo que sentar en el asiento del copiloto,debido a que la pequeña se aferró a el, sin dejar de llorar. Izuna condujo en completo silencio, sabiendo que su hermano cargaba con mucho dolor en el pecho, ademas de llevar a una niña pegada a el.
...
Hinata se quedó dormida, después de llorar por largo rato y el azabache la acomodó lo mejor que pudo. Después saco la fotografía y la observo en silencio, con el corazón estrujado. Ellas se veían felices y ahora, ya no quedaba nada, mas que dolor. Su visión se fue hacia el rostro de la pequeña y no pudo evitar soltar otras lágrimas traicioneras, por la suerte que corrió esa familia. En cierta forma, se sentía muy culpable, de todo lo sucedido.
...
De nuevo tardaron mas de una hora en regresar a los terrenos Uchiha. Los vehículo, que conducían, llevaban cadenas en los neumáticos, para evitar accidentes, lo que ocasionó viajar más lento, pero de manera mas segura. Madara bajo a Hinata abrigándola con la manta y su chaqueta, para que no despertara, en medio del frío.
Entraron a la mansión de Madara y una muy preocupada, Mikoto esperaba por ellos. Fugaku, le informó durante el regreso, sobre la muerte de los Hyugas y sobre la única sobreviviente, la cual venía dormida en brazos de su hermano.
—¿Como esta ella?—apenas preguntó y la pequeña abrió las perladas orbes, mirando en todas las direcciones, sin reconocer a nadie, mas que al hombre que la tenía en su regazo. El azabache la colocó en el sofá con mucho cuidado y se alejó un poco, para darle acceso a su hermana.
—¿Usted sabe cuando despertarán mi mamá y Kiala?—preguntó con los ojos enrojecidos por el llanto, ya que recordaba lo que escuchó antes de salir de su casa. Alguien dijo que su papá había muerto y tenía miedo que eso fuera cierto. Ella sabía, que también su madre y Kiala, estaban muertas, pero quería escuchar lo contrario, quería creer que solo fue su imaginación, o una pesadilla.
—Tu debes ser Hinata...tú madre me habló mucho de ti...mi nombre es Mikoto Uchiha—la pequeña se bajo del sofá, para saludar debidamente.
—Mucho gusto Mikoto-san—la dama Uchiha, se llevó la mano a la boca y no pudo contener las lágrimas. Hinata era muy parecida a Hikari, solo los ojos, eran como los de Hiashi.
—Por ahora vivirás con nosotros, tengo un hijo un poco mayor que tu, para que juegue contigo ¿que te parece?—preguntó ocultando la tristeza que esa criatura le causaba.
—¿Mis padres murieron verdad? ¿También mi hermanito y Kiala?—Madara se estremeció al escuchar, lo que dijo la niña ¿Hikari estaba embarazada? Eso solo aumentaba su frustración. Mikoto asintió y la pequeña continuó llorando abrazada a ella.
Fugaku, comenzó con las llamadas, para dar con el responsable, aunque su instinto le decía, que todo tenía que ver con Indra.
—¡Hola pequeña!—Hinata dirigió sus ojos hacia la persona que la llamó—Mi nombre es Izuna y soy hermano de Mikoto—Hinata lo saludo con cortesía—¡Dime Hinata! ¿Recuerdas, que fue lo que dijeron las personas que fueron a tu habitación?—Izuna tenía la esperanza de que ella hubiera podido escuchar el nombre de quien organizó todo.
—Mamá le pidió que no la dañaran porque estaba embarazada y ellos le dijeron que no lo harían, pero que me querían llevar también a mi. Ella me escondió, pero uno de ellos me encontró y fue cuando Kiala corrió y...—la niña ya no pudo continuar, debido al abrazo de Mikoto, la cual le envió una fulminante mirada a su hermano menor.
Madara apretó los puños con mucha fuerza. Estaba seguro que fue Indra y si lo comprobaba, el mismo, se encargaría de asesinarlo, sin ningún remordimiento.
[...]
Indra se encontraba en China, cuando llegó, la llamada telefónica, informando lo sucedido. El joven enloqueció y destruyó por completo la habitación de hotel que ocupaba. Su frustración y dolor fue mucha, a tal grado que tuvieron que cederlo por ordenes de Kaguya, su tía y anterior líder de la organización. La mujer viajó hasta el lugar donde recluyeron al joven y una vez controlado con fuertes medicamentos, regresaron a Konoha, donde lo mantuvieron encerrado dentro de los dominios Otsutsuki, hasta que finalmente lo calmaron y dejaron de suministrarle las drogas. Poco a poco, regresó a ser el mismo de antes y ofreció una gran recompensa a quien le llevara las cabezas de quienes asesinaron a Hikari.
Entre Zetsu y Danzo, lograron desviar todas las sospechas, sobre su participación, en las muertes, de los Hyugas. No les fue difícil, hacerlo, ya que los hombres que participaron en el incidente, no tenían ningún tipo de conexión con ellos. Kabuto, había hecho bien el trabajo, cubriendo las pistas y todo quedo, como un robo, que salió mal o como decían algunos, un posible intento de secuestró. Lo único que hasta el momento no sabían era que había sido de la niña, puesto que en los noticieros, solo mencionaron a los padres. Indra estaba seguro que los traidores que huyeron, se la habían llevado con ellos y eso, lo hacía querer destrozarlos con sus propias manos. Porque aún sin conocerla en persona, ya le había tomado cariño a la chiquilla, cuando miraba las fotografías, que le enviaban sus hombres. Se imaginaba viviendo los tres juntos como una familia.
[...]
Los residentes de Konoha, se enfurecieron con la noticia, de los asesinatos y más aún, cuando se informó, sobre el embarazo de una de las víctimas.
Madara se encargó de los funerales de sus hombres y de los Hyugas.
Ordenó una compensación a los familiares, de sus hombres, en agradecimiento por su lealtad. También se puso en contacto con Hashirama y le contó sobre sus sospechas acerca de Indra, pero al no haber pruebas, nadie pudo hacer nada.
Fugaku, se puso en contacto con Shikaku y le dio a conocer la situación de Hinata. El Nara, sugirió, que dados los hechos, lo mejor era que nadie supiera sobre ella, por un tiempo. El accedió a cuidar el capital de su fallecido socio, para cuando la niña, creciera y pudiera hacerse cargo de todo, incluyendo la residencia Hyuga. Shikaku, también le contó, sobre la familia de Hiashi, los cuales ni siquiera, quisieron conocer a Hinata, dando por sentado, que ellos no eran opción, para cuidar de la ojiperla.
...
Con toda la información acerca de la ojiperla, Fugaku les contó todo a su esposa y a los dos cuñados. Como era de esperarse, Mikoto se apresuró a querer quedarse con la pequeña, convirtiéndose en su tutora legal, cambiando el nombre a Hinata Uchiha, de ese modo nadie daría con ella. La matriarca, se había encariñado mucho con la niña y la idea de tenerla siempre con ella, la llenó de alegría.
Madara no estuvo de acuerdo, pero tampoco tuvo argumentos válidos para negarse y un mes mas tarde, Hinata se convirtió legalmente en una Uchiha. Mikoto hizo todos los arreglos, para que asistiera a la escuela, donde iba Sasuke.
Los miembros de la familia la acogieron con los brazos abiertos, a excepción de Sasuke y Madara, los cuales procuraban evitarla. Sasuke por celos, ya que su madre, la adoraba y Madara porque al verla sentía toda la culpa, de no haber hecho nada para salvar a sus padres.
Hinata, poco a poco, se sintió mejor con su nueva familia, aunque todas las noches lloraba en silencio, sin que nadie la mirara. Los chicos Uchiha, la trataban muy bien, en especial Itachi, el era quien mas la consolaba para que no pensara tanto en su pérdida.
Shisui, le empezó a llamar corderito, por una plática que escuchó, entre sus tíos, Mikoto Fugaku, Izuna y Madara y este último, le llamó cordero en medio de lobos. En ese momento, no entendió a que se refería Madara y tampoco podía preguntar, pues estaba escuchando a escondidas, pero el apodo le hizo gracia, por la similitud que Hinata tenía con dicho animal. Ella nunca se quejaba de nada y al igual que los corderos, aceptaba su suerte, sin protestar...Con el tiempo, todos le llamaban el corderito.
—Si alguien te molesta en la escuela, solo dímelo y yo le romperé todos los huesos—Hinata palideció con lo dicho por Obito, quien no perdía oportunidad, para defenderla de quien osara molestarla, como lo hizo en repetidas ocasiones, con su pequeño primo menor Sasuke. Aunque nunca llegó a tocarlo, con golpes, le fascinaba atormentarlo con amenazas, sobre invitar al grupo de niñas, que a menudo lo acosaba incluyendo a Naruto. Con solo esa amenaza, lograba asustar al mocoso y este a su vez dejaba de ser hostil con la niña.
—¡Obito-kun! Por favor no diga eso...la violencia no es buena—Izuna sonrió divertido, comprobando que Madara tenía razón, esa niña era demasiado inocente para estar en medio de una manada de lobos. Tendrían que enseñarle muchas cosas, para que nadie se aprovechará de ella.
—Deja de decir esas cosas frente a Hina—lo reprendió Mikoto—¡Vamos pequeña! Sasuke ya está arriba del auto para ir a la escuela—Hinata sonrió y salió de la mano de la dama Uchiha, para asistir a su primer día de escuela, con un nuevo nombre, ahora era Hinata Uchiha.
Continuara.
Disculpen la demora y los errores, luego lo iré corrigiendo.
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