Capítulo III

Aristóteles despertó, sintió los brazos de su novio alrededor de su cintura, con mucho cuidado dio media vuelta para quedar frente a Temo, se quedo mirándolo como le era costumbre, esa era una de las principales razones por las que le encantaba despertar antes que el menor.

Poco a poco Temo comenzó a abrir los ojos, encontrándose a Ari con una sonrisa

—Buenos días —saludó y sonrió

—Buenísimos días, guapo, ¿cómo dormiste?

—Muy bien ¿y tú que tal?

—En tus brazos duermo perfectamente bien —se acurruco y Temo lo abrazó con mas fuerza

Estuvieron unos minutos más, hasta que la alarma de Aristóteles sonó haciéndoles saber que era momento de levantarse, se metieron bañar, se vistieron, con la ayuda del otro escogieron su vestimenta, salieron de su habitación encontrándose a Diego

—Buenos días, tortolitos

—Buenos días —contestaron al mismo tiempo.

—¿Qué desayunaremos? —cuestionó Ari

—Fui por pan —levantó la bolsa y la puso en la mesa— Recordé que mi tía Nora sale más o menos a esta hora a comprarlo

—Pondré agua para café para no perder más tiempo.

Minutos más tarde se reunió con ellos Carlota

—¿Qué le depara este día a esta pequeña y rara familia?

—Un día con mucho calor —habló la chica mostrando el pronostico del día— Y estoy algo estresada, porque hoy debo entregar una propuesta para redes sociales, no es mi trabajo, pero tengo que hacerlo

—Pues hoy es mi primer día y los nervios están a más no poder, pienso en las actitudes de Elsa y Mateo y hasta me da escalofríos.

—Tranquilo, Tahi todo estará bien, tú puedes —acarició su mejilla— Yo espero encontrar trabajo, no pienso volver aquí hasta no encontrar algo

—¿Y dónde vas a vivir? ¿Debajo de un puente? —preguntó Diego, pero como respuesta recibió un pedazo de pan en su cara— ¡Oye! Bueno, en mi caso, no podré estar acompañando a Ari por mucho, porque tengo cit... un compromiso que no puedo cancelar.

—¿No crees que te expones mucho, Diego? —le cuestionó el oaxaqueño

Diego miró a Carlota, intento sonreír, pero aquel gesto fue más una mueca, la chica entendió de que se trataba aquel compromiso, así que actuó de inmediato

—Ojala si encuentres el trabajo, Ari, así ya podre ver lo de los gastos —terminó su taza de café.

Al terminar sus alimentos, recogieron todo, dejaron las tazas en el fregadero, alistaron sus cosas y salieron de casa, saludaron a sus vecinos, subieron al auto, Diego manejaba, Carlota estaba en el asiento de a lado y la pareja en los asientos de atrás.

—¡Llegamos! —anunció Diego estacionándose frente al lugar de trabajo de Ubaldo.

—Mucha suerte, amor, vas a ver que te irá muy bien, te amo, no lo olvides —habló Ari

—Yo también te amo, nos vemos en la noche, yo sé que si encontrarás trabajo —se dieron un beso de piquito y Temo salió del auto— Suerte en tu día, amigo

—Gracias, suerte para ustedes, también —sonrió.

Entraron a aquel lugar, Carlota se despidió pues tenía mucho trabajo por hacer, Temo fue con la asistente de Ubaldo y le entregó los papeles que le había pedido, aprovecho para preguntar por Mateo y Elsa, la mayor aún no llegaba, pero el chico ya se encontraba ahí. Temo decidió sentarse a esperar, Mateo lo observaba, en pocas palabras lo estaba analizando, era bueno para eso.

—Buenos días Mateo —le sonrió al judío— Cuauhtémoc, espero que estés listo —saludó Elsa, con tono de voz serio

—Buenos días y sí estoy listo —respondió muy seguro

—Symanski, López, síganme

Se fueron a una oficia, donde Elsa les entregó un reporte con unos resultados de una encuesta y no eran muy buenos, la mayoría no hablaba bien del político y tenían que demostrar que Ubaldo era el candidato perfecto para ser jefe de gobierno.

Mientras tanto a Aristóteles no le iba tan bien, tal y como se lo había dicho Diego, lo llevó a una zona de muchos restaurantes y de nuevo era rechazado, ya habían pasado 2 horas y se desanimaba cada vez más. Se dirigía a otro restaurante, había una larga fila, así que fue directo a recepción

—Hola —saludó algo tímido

—Buenas tardes joven, una disculpa, pero ahorita no tenemos mesas disponibles, al menos que tenga reservación —habló una chica, se veía bastante estresada

—Soy Aristóteles Córcega

—En un momento buscó su nombre —se puso sus lentes y desbloqueo una tablet color negra

—¡No, no! Lo que pasa es que yo venía a pedir trabajo

Aquella joven lo miró de arriba abajo, entró al lugar, Aristóteles no sabía que se había significado eso, estaba por salir de ahí antes de que lo echarán o algo peor, dio media vuelta dispuesto a marcharse, pero una voz lo detuvo

—¡Hey, espera! —el rizado volteó— Rápido, entra, ¿cómo te llamas?

—Aristóteles —respondió  entrando al lugar

—¿Tienes experiencia en restaurantes?

—No, pero... —fue interrumpido.

—Será tu prueba de fuego —el chico miró confundido a la señora— Como te das cuenta el restaurante está a reventar, para mala suerte 3 meseros se enfermaron y hoy renunciaron 2, con sólo 3 meseros no nos damos abasto, si logras poder atender a los clientes de una manera rápida te quedas, ¿trato?

—Sí, si claro, acepto, pero, es que busco un trabajo de medio tiempo, soy estudiante y... —no lo dejó terminar

—Eso no es problema, te doy 5 minutos para que te alistes

—¿Puedo salir rápido para decirle a mi amigo que me quedaré? —preguntó

—¡Lo más rápido que puedas, el tiempo aquí es oro!

Aristóteles salió del restaurante, se dirigió a donde estaba estacionado Diego, de lejos pudo ver como el chico hablaba con alguien por teléfono, pero al percatarse de que volvía al auto colgó

—A unos metros está otro restaurante, será el último en el que te podré llevar, como dije en el desayuno, tengo un compromiso

—¡No, no, no! Me dieron el trabajo, bueno en realidad estaré a prueba hoy porque hay mucha gente y necesitan personal, pero algo me dice que si me lo darán

—¿De verdad? —el asintió— Felicidades, de verdad, me alegro mucho por ti

—Gracias por traerme

—No te preocupes, no es nada, pero avísale a Temo

—Sí, si ya voy —sacó su celular y llamó a su novio quien contestó al instante.— Tahi... Encontré trabajo, espero no interrumpirte

—Mi amor, que bueno, felicidades —se escuchó muy feliz— Y no, no interrumpes, nos dieron un break y creo que voy bien

—Que bueno, amor. Nos vemos en la noche, no sé a que hora salga, pero te mando mensaje

—Sí, está bien, cuídate mucho, por favor

—Tu igual, te amo —soltó un beso

— Yo te amo más, mucha suerte

— Gracias y suerte a ti también... Lo estamos logrando

—Lo estamos logrando, Tahi

La llamada terminó, Diego le sonrió y le deseo suerte. Aristóteles tomó su mochila, se despidió del chico y se dirigió de nuevo al restaurante.

En el momento que Ortega vio que el rizado entró, encendió el motor y emprendió camino al lugar donde tenía que ir, casi media hora después estaba sentado en una sala de espera, habían 2 personas, una de ellas una chica, rubia, de ojos verdes que ya había visto ahí, esta le sonrió cuando lo vio llegar y la otra persona, era un señor, leía una revista. Afortunadamente había llegado a tiempo a su cita. Se quedó mirando a un punto fijo hasta que la puerta frente a él se abrió, un señor de traje, calvo y un poco corpulento (que de igual forma ya había visto antes) salió, se dirigió a la chica del escritorio, un par de segundos se marchó

—Diego Ort... —no la dejó terminar

—Sí, sí, si soy yo —se levantó, no le gustaba que dijeran su nombre, no en voz alta.

—Entre por favor, ya lo esperan

Diego respiró muy profundo, caminó hacia la puerta, tomó la perilla y abrió, aquella habitación seguía siendo la misma, oliendo a café, las paredes color beige, en una pared colgaban unos cuadros donde estaban unos reconocimientos, del lado izquierdo habían unos sofás, y frente a uno de estos un sillón naranja, del lado derecho un escritorio, había una computadora, un par de folders y una placa donde se podía leer "Judith Sierra", detrás de aquella mesa de madera estaba una señora, cabello negro y largo, piel morena, con un poco de maquillaje. Estaba muy atenta a lo que escribía en la computadora que no se percató que el joven ya había entrado, hasta que habló.

—Buenas tardes —saludó a la mujer.

—¡Diego, que sorpresa! —se levantó de su asiento y se saludaron de forma cordial— Pensé que no vendrías, toma asiento

—Perdón por faltar a las sesiones pasadas —se sentó en uno de los sofás— Tuve cosas por hacer, compromisos con mi papá

—Sabes que no es por dinero, ni nada, pero no puedes estar faltando, eso sólo te daña a ti

—Lo sé, pero apenas puedo mencionar la palabra psicologo y su actitud no es buena, si le digo que vengo al psiquiatra él... Él simplemente enloquecería, ¿me entiende?

—Mejor entremos de lleno a la terapia, ¿cómo te has sentido? —se sentó en el sillón naranja

—Han sido días complicados —Judith lo miró esperando a que continuará— Temo y su novio, Aristóteles han venido a vivirse a la ciudad y yo vivo con ellos

—¿Por qué harías algo así?

—Porque prefiero sufrir por amor que por ver como mi familia se va rompiendo cada día —sus ojos comenzaron a cristalizarse— y ver el desprecio de mi papá hacía mi. Extraño a mi mamá, sé que ella tampoco la está pasando bien —se quedó callado, respiro profundamente y continuo hablando— Pero siento que es lo mejor que he hecho, quiero ser yo, ser libre y feliz,  y en ese infierno llamado hogar, donde Ubaldo Ortega es el mismísimo diablo no puedo serlo

Judith le prestaba atención, tomaba notas en algunas ocasiones, después de una hora, la sesión terminó, aunque no le gustara aceptarlo siempre que salía de aquel lugar se sentía un poco mejor. Subió a su auto y manejo hasta la casa donde vivía, al llegar tocó el timbre, bastaron unos segundos para que una de las empleadas le abriera, lo recibieron muy felices, se dirigió al jardín donde estaba su madre y su tía Nora

—Hola

—¡Hijo! —la mujer rubia y de ojos color azul vestía una blusa blanca y una falda negra, pero no se podía apreciar pues lleva sobre estas prendas un mandil café. Caminó hasta él y con cuidado de no ensuciarle su ropa lo abrazó— Te he extrañado como no tienes idea, haces falta aquí

—Yo también te extraño, má, pero como te he dicho, es lo mejor

—Ya me contó tu tía que has sido un buen inquilino —el chico saludó a su tía— La verdad que lo que me tranquiliza es que vivas muy cerca de tus tías

—Nosotras estamos muy al pendiente de él, no tienes nada de que preocuparte, cuñada. Diego sabe que cualquier cosa puede recurrir a nosotras —sonrió y le acarició la mejilla a Diego— No sé en que momento creciste tanto, parece que fue ayer cuando te la pasabas jugando futbol todo el día.

—Créeme tía, desearía nunca haber crecido, preferiría preocuparme porque es lo que jugaría en la tarde que por como tendría feliz a mi papá

—No digas eso, hijo, tu papá te quiere, es cierto que tiene un carácter especial, pero él nos ama... ¿Fuiste a tu terapia?

Diego asintió, le contó un poco de como le iba con sus roomies, comieron juntos y cuando su tía decidió retirarse, el también lo hizo, así se iban juntos. Al llegar a la privada Diego fue de inmediato a su casa, pudo ver que sus amigos aún no llegaban, se puso a limpiar, mientras pensaba en que trabajaría, se quejaba mucho de su papá así que no quería que lo mantuviera, por su mente rondaba un idea desde hace semanas, pero tenía que pensarlo muy bien antes de atreverse a eso.

Fue a su habitación, sacó su laptop la puso en en el escritorio, tomó asiento, puso su playlist favorita y se puso a escribir lo que sentía en cuanto a ser hijo de un político, al terminar escuchó como cerraron la puerta, apagó su computadora, la guardó, tomó su celular y se avenó a su cama, en ese momento escuchó como tocaron la puerta

—¿Diego? —era Temo

—Sí, pasa —puso el primer vídeo que le apareció en YouTube— Ni escuche cuando entraron

—Apenas llegamos, ¿qué haces?

—Veía un vídeo de... —bloqueó su celular— No importa, ¿qué pasa?

—Sólo quería avisarte que ya llegamos —sonrió y se acostó a su lado

—¿Qué tal te fue?

—Bien, creo —se quedó callado— siento que Mateo me odia

—Dale tiempo —se levantó y puso su cabeza en el abdomen de su amigo y sus pies los apoyo en la pared— Yo lo conozco bien y es buena persona, pero cuando de su trabajo se trata si se porta un poco pesado

Siguieron platicando, Ortega le contó sobre su visita a su mamá, a su platica se unió Carlota, les habló sobre la propuesta que dio y aceptaron, pero dándole créditos a sus compañeros, se sorprendieron por eso y al preguntarle porque no había dicho algo contestó que ya se estaba acostumbrando, para desestresarse un poco optaron por ver alguna película mientras cenaban, al terminar lavaron los trastes y se fueron a sus habitaciones, Temo no dejaba de intentar llamar a Aristóteles, pero sus intentos eran fallidos, no podía dormir sin antes saber que su novio se encontraba bien.

Se fue a la sala con una cobija, el reloj ya estaba por dar las 12 am, intentaba tranquilizarse, entró a redes sociales, mientras veía edits que las fans de Ari hacían para ellos, escuchó unos pasos. Temo se reincorporó y con la poca luz, pudo ver una silueta 

—¿Eres tú, Diego?

—¡Ay Dios mío! —corrió a prender la luz— Temo no espantes

—¿A dónde vas?

—A... Afuera —sonrió— Tomar aire, ya sabes

—Diego, sabes que te pones en riesgo salir con gente desconocida

—No es desconocida —lo miró con una ceja alzada— Tal vez un poco

—Aparte, ya es muy tarde —observó la hora en su celular

—Exactamente, ya es tarde, ¿qué haces despierto y aquí? —se sentó a su lado y se tapó con la cobija de su amigo— Te mandaron a dormir al sillón

—No, Ari no ha llegado, no contesta mis llamadas ni mensajes, el último mensaje fue a las 7, cuando le dije que ya veníamos para la casa, él me contestó que él seguía ahí y que no sabía a qué hora saldrían

—Tal vez ya se regresó a Oax —se quedó callado y abrió los ojos— ¡Olvidé decirle como volver y no creo que se haya dado cuenta del camino! Vamos a buscarlo —se levantó muy rápido, sacó las llaves del cajón donde estaban guardadas

—Ay, Diego, se va a perder, si no es que ya se perdió —salieron de la casa.

El guardia estaba ahí le explicaron que tenían una emergencia y saldrían, les abrió las puertas, sacaron el auto y Diego manejó hacía el restaurante donde había trabajado Aristóteles, como pudo sacó su celular, lo desbloqueó, entró a una aplicación y se lo dio a Temo

—Entra a la primera conversación, la de Ezequiel y dile que me surgió una emergencia, que no voy a poder ir, que si gusta otro día salimos y que me disculpe

—¿Es en serio? —dijo escribiendo

—Si quieres te dejo aquí y me voy a verlo —al no recibir respuesta le dio una mirada rápida y pudo ver como su amigo veía las fotos de aquel chico

—¡Hey, hey! Eres papa casada —intentó quitarle el móvil

—Que tonto eres —respondió riendo y dándole su celular

—Está guapo ¿verdad? —se miraron y comenzaron a reírse, mientras Temo negaba.

Habían terminado la jornada de trabajo, Ari se dirigió al locker donde había guardado sus cosas, las sacó, se quitó la camisa que le habían prestado y la metió al casillero, se puso su chamarra y acomodó su mochila tras su espalda

—Aristóteles —lo llamó 

—Dígame, señora

—Dime, Leticia. Debo admitir que supiste desenvolverte e hiciste un buen trabajo, hubo dos personas que hablaron muy bien de ti, sería muy ilógico dejarte ir cuando hoy renunciaron dos personas, aunque no tienes experiencia, confío en que serás un buen elemento

—Eso quiere decir que —se le formó una sonrisa en los labios

—Tienes el trabajo 

—¿De verdad? ¡Muchas gracias! —expresó muy emocionado.

—Pero... Entrarás primero como garrotero, a pesar de que como te dije hiciste un buen trabajo, necesito que empieces ahí, tienes mucho por aprender  y tal vez, podrás ascender a mesero, todo depende de ti

—Sí, está bien, yo feliz

—Perfecto, necesito que mañana me traigas la siguiente documentación —le entregó un papel pequeño— y te espero aquí mañana las 9:30, también para hablar de tus horarios

—Gracias, muchas gracias, no sabe lo feliz que me hace

—Ve a descansar, nos vemos mañana —le regaló una sonrisa y dio media vuelta

Aristóteles tomó sus cosas y salió del lugar, trató de encender su celular, pero se percató que se había quedando sin bateria, tenía un problema, no sabía como volver, se dio un par de golpes mentales por no darse cuenta por donde lo llevaba Diego y por no preguntarle como volver

—¡Ari! —escuchó la voz de Temo

Levantó la mirada buscándolo, estaba a unos metros junto a su amigo, recargados en el auto de este, corrió hacia ellos, pudo observar que su novio estaba en pijama, al estar frente a él, Temo lo jaló un poco del paliacate y le dio un beso, Diego prefirió subir al auto, segundos después la pareja también lo hizo

—Tienes que decirme como volver —dijo Ari hacía el ojiverde

—Cuando lleguemos a casa te explico bien... ¿Eso quiere decir que si te dieron el empleo?

—¡Sí! —contestó muy emocionado

El Córcega les contó su experiencia, después de unos minutos ya estabas estacionando el auto en la privada, se despidieron del guardia y entraron a la casa.

—Muchas gracias, Diego, de verdad que no se como agradecerte por como te has portado conmigo, tal vez es algo insignicante, pero no esperaba eso de ti

—No te preocupes, Orgullostóteles, yo si sé como me vas a agradecer —la pareja lo volteó a ver, Temo no muy feliz y Ari abrió los ojos— ¡Ay! No sean malpensados, no de esa forma ni te emociones, porque no eres mi tipo —explicó mirando al rizado— Tengo algo en mente, pero aún no tengo bien planteada mi idea, cuando pase te pediré ayuda

—Bueno pues estaré dispuesto a ayudarte —le dio unas palmadas en la espalda

Temo sonrió feliz por ver que como iban llevándose mejor su novio y amigo.

n/a

¡Feliz 2020! Ojala que este año sea un gran año para todxs ustedes.

De nuevo, esperamos que les haya gustado el capítulo

Nos nació la duda... ¿De dónde son?

¡Nos leemos en el próximo capítulo, bye!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top