Capítulo I


Aristóteles y Cuauhtémoc se encontraban en el departamento de Imelda Córcega. Estaban en un desayuno de despedida, pues unas horas más tardes los jóvenes saldrían hacia la CDMX. Todos estaban algo melancólicos, en especial los padres y hermanos de la pareja.

—No olviden llamarnos y contarnos cómo les va —dijo Blanca sirviendo comida en un plato.

—No tía, llamaremos cada que podamos —sonrió Ari

—¿Y crees que te vuelvas más famoso? —cuestionó Frida.

—Ojala, espero tener suerte y que mi música pegue allá

—Recuerda no firmar nada sin que antes tus padres o yo lo lea —sugirió Eduardo— No sabemos con qué tipo de gente te puedes encontrar.

—¡Se imaginan que es un futuro pase algo tipo "El próximo presidente de México, Cuauhtémoc López y el cantante Aristóteles Córcega se casarán en unos días! —dijo Linda muy emocionada y dando pequeños aplausos.

—Bueno tampoco hay que adelantarnos —rió nervioso

—¿Cómo? ¿No se van a casar? —hablaron Julieta y Robert al mismo tiempo.

—No —miraron a Temo— ¡Ó sea, sí! Lo que quería decir era que no nos adelantemos a que llegaré a ser presidente.

—Pero yerno tú serás un político honesto, lo que le hace falta a este país, claro que llegarás a ser presidente —opinó Audífaz apuntandolo con un tenedor.

—Yo los voy a extrañar demasiado —expresó Yolo picando su fruta con un tenedor— Ahora no sé qué haré sin ustedes

—Pero seguiremos en contacto y nos podrás visitar —contestó Temo con una sonrisa

Siguieron comiendo, hasta que llegó el momento de partir, las lágrimas no se hicieron esperar, les dijeron muchas palabras de aliento y apoyo para su nueva vida. Tomaron sus maletas y salieron de aquel edificio que no sabían cuando iban a volver.

Los padres, hermanos y Yolo los acompañaron a la central.

—Te voy a extrañar muchísimo, mi Aris

—Yo a ti, má —miró a su familia y los abrazó— A ustedes

—Temochas, todavía no te vas y ya te extraño —lo abrazó, dejando salir unas lágrimas

—Tranquilo papá, voy a estar bien y estaré cerca de mis hermanos y tías, no te preocupes

—Si necesitas algo, no duden en llamarnos, de verdad, no importa hora, ni día, estaremos para ti, para ustedes—expresó Susana abrazándolo

—Gracias, Susanita, te extrañaré demasiado —se separó de ella— Y ustedes, pórtense bien, cuiden a Papancho y cuídense el uno al otro

—Tú no te preocupes, Temo, estaremos bien, no olvides llamarme —expresó Lupita con una pequeña sonrisa.

—Un par de bromitas no caerán mal —dijo Julio

Los chicos terminaron de despedirse de sus familias y decidieron tener un momento con Yolo, sabían que aún no se recuperaba del abandono de su madre y de lo sucedido con Guido. Ellos habían sido un buen soporte para la chica, habían dejado sus diferencias, comenzaron una buena relación al punto de llegar a ser inseparables, pero a la vez dándose los espacios que necesitaban.

—No se olviden de mi —dijo Yolo al estar frente a los dos chicos

—Claro que no, sobri, seguiremos en contacto y como lo dijo Temo, nos puedes ir a visitar

—Cuídate mucho y cuando nos necesites no dudes en buscarnos, siempre estaremos para ti

—Y yo para ustedes —se abrazaron.

Se despidieron de todos y con un par de lágrimas, pero también con unas grandes sonrisas entregaron sus boletos y subieron al autobús, se sentaron en sus lugares correspondientes esperando su hora de partida.

—Es bueno estar aquí sabiendo que no tienes que detener a un loco que se quiere regresar a Toluca

—Ya, Tahi —rió

—Perdón, pero a ver, tú supera el "No puedo corresponderte, yo no soy gay"

Se miraron y rieron. El autobús se fue llenando, después de unos minutos fue el momento de partir, por la ventana le dijeron el último adiós a su familia.

Estaban felices, pero también nerviosos, por primera vez se alejaban de sus familias, pero tenían esperanza que les esperaba una buena vida en la Ciudad de México.

Se tomaron de las manos, Aristóteles tomó una foto y la subió a sus redes sociales con un "CDMX, prepárate para Aristemo 👬❤". Recibió algunos comentarios deseándoles suerte y diciéndoles que lugares tenían que visitar. El viaje era de horas, así que se durmieron por un momento.

Cuauhtémoc despertó un poco antes de llegar, tenía la cabeza de su novio recargada en su hombro. Al comenzar a ver algunas calles que recordaba cerca de la central decidió despertar al otro chico

—Mi amor, llegamos —susurró y elevó un poco el hombro

—¿Ya llegamos? —estiró sus brazos

—Sí, estamos cerca —tomó su mano.

Se sonrieron, de nuevo, una emoción los volvió a atacar, al llegar a la central, bajaron del autobús tomaron sus cosas y buscaron como llegarían a la dirección que Diego le mandó a Temo. Tomaron un taxi y le dieron la dirección donde sería su nueva casa, 40 minutos de camino (ya que el taxista se perdió) ya estaban ahí, bajaron sus pertenencias y pagaron el servicio.

—¡Hemos llegado! —dijo Temo muy emocionado

—Nuestro nuevo hogar —Córcega pasó su brazo por los hombros del otro chico

—Se ve que es una buena zona —miró a su alrededor

—Eso parece, Tahi.

Seguían mirando la fachada de aquella privada, hasta que dos señoras de unos 50 años o más salían de esta.
Una de ellas vestía con falda negra, larga, llevaba una blusa blanca, suéter rojo y botas negras. De maquillaje sólo tenía los labios pintados de color rojo. El cabello lo llevaba recogido
La otra, pantalón de vestir azul marino, blusa blanca y suéter negro, con zapatos de piso. No llevaba ni una gota de maquillaje y el cabello lo llevaba suelto, lacio y hasta los hombros.

Ambas los miraron esperando a que hablarán y Temo lo hizo

—Buenas tardes, ustedes deben ser las tías de Diego —dijo con una sonrisa.

—¿Ustedes son los nuevos inquilinos? —cuestionó la del suéter negro, les regaló una pequeña sonrisa

—Sí, sí, mucho gust... —fue interrumpido por la otra señora

—No llegaron a tiempo y se nos hace tarde para ir a misa —su tono de voz era muy serio.

—Una disculpa, es que el taxi se perdió y —de nuevo interrumpió, ahora al Córcega

—¿Ambos son hijos de Pancho?

—No —dejaron salir una risa nerviosa

—Yo soy hijo de Pancho, Aristóteles es mi novio

—¡Pero que barbaridad! —alzó la voz.

—Dora, ahora no —le dijo cerca del oído.

—¿Ahora no, qué? Nora, esta colonia se llena cada vez más de confundidos

— Dora, basta, no empieces, no es forma de recibir a los nuevos inquilinos —susurró.

— Pues vamos dejando las cosas en claro —miró a la pareja— Esta privada es un lugar de moral y buenas costumbres, no quiero espectáculos anormales, ¿Entendido?

— No se preocupe señora —habló fuerte y seguro Temo— Respetaremos su morada, así como, espero, usted nos respete a nosotros, porque nuestro amor no le causa ningún daño a nadie —tomó la mano del rizado

— Tahi, tranquilo —acarició su brazo, aclaró su garganta— ¿Podemos entrar de una vez?

—Adelante —contestó Nora sonriendo, sacó de su bolsa un juego de llaves y le entregó la llave correspondiente— Bienvenidos

—Gracias y compermiso

Antes de entrar pudieron escuchar a Dora decir "Voy a hablar con Carlota para que controle a sus inquilinos". Decidieron ignorar eso y buscar en las puertas el número que venía en la llave, al encontrarlo no dudaron y abrieron la puerta.

—Salimos de una para entrar a otra —habló Temo

—Tranquilo, Tahi

—Es que es lo que siempre te dije con tu abuela, ya no pido que nos acepte, pero si que nos respete, no les cuesta nada

—Nuestro amor puede más que esos comentarios tontos, relájate, es nuestro primer día —se acercó a él, se estaban acercando para darse un beso, pero los interrumpieron.

—¡BIENVENIDOS! —gritaron 5 personas.

—¡Por Oaxaca y todas los flores! —gritó Aristóteles y abrazó a Temo, que se quedó estático viendo a las personas que se encontraban ahí

—¡Ana, Pepe, Lupe! ¿Qué hacen aquí? —preguntó Temo muy emocionado, caminando para abrazar a sus hermanos

Los hermanos mayores de Temo estaban con una gran sonrisa y con gorritos de cumpleaños.

—Nuestro pequeño hermano viene a la Ciudad de México y tú crees que no le daríamos la bienvenida —habló Lupe

—Obviamente teníamos que venir a verte, hermanito

—¡Los extrañe mucho! —corrió a abrazarlos

—Pues no parece, eh, ni una llamadita o de pérdida un mensajito para decirnos que llegabas hoy —expresó Ana

—Hasta Lupita fue más conciente que tú —siguió Pepe

—Perdón, lo que pasa es que...

—¿Y para mí no hay abrazo? —se asomó Diego, juntos a una chica desconocida

—¡Diego, claro que sí!

—Hola, amigo, bienvenido —se dieron un abrazo— Mira, ella es Carlota, digamos que la encargada de la casa

Carlota Cervantes, no parecía de más de 20 años, cabello castaño, a la altura de los hombros con ondulaciones. Vestía un pantalón de mezclilla azul marino, blusa negra, la cuáles combinaban con sus botas negra.

—Hola, mucho gusto —extendió su mano.

—Ay, ¿neta? ¿Saludo de mano? Somos de la edad —lo envolvió en un abrazo y le dió un beso en la mejilla, al soltarse miró al chico que iba detrás de él.— Hola —fue el turno de saludar al de rizos.

—¿Y él? —preguntó Pepe caminando hacía Aristóteles— ¿Quién es o qué hace aquí?

—¡Pepe! —gritaron los López. Mientras que Carlota y Diego veían la divertida escena.

—El es Aristóteles, mi novio —contestó Temo, muy orgulloso.

Pepe lo comenzó a mirar de arriba abajo y rodeándolo y haciendo gestos

—¿Ho-la? —habló Aristóteles con timidez

—Pensé que era mudo... Así que tú eres el que hizo sufrir a mi hermano por no sé cuántos meses

—Bueno, es que —no pudo terminar la oración.

—Y el que se metió en mi relación con Temo —dijo muy rápido el de ojos verdes.

—¡Diego! —regañó Cuauhtémoc.

—Superalo —dijo Ari

—Vaya... Prefiero a Diego, aunque me haya aventado por las escaleras —hizo una mueca de desagrado, después miró a Diego y le sonrió alzando sus pulgares

—¡Pepe! —de nuevo alegaron los López.

—Me van a gastar mi nombre, caray.

—Ya Pepe, déjalo —lo regaño la mayor de las mujeres.

—No le hagas caso —le susurró al oído y le dió un beso en la mejilla y lo tomó de la mano— Te presento a mi hermana Lupe

—¡Ya quería conocerte! —lo jaló y lo abrazó— Y Temito no mintió, eres muy guapo

—Gracias, es un gusto conocerlas

—Ella es Ana —la señaló

—Hola cuñadito —lo abrazó

—Hola, mucho gusto —sonrió y le dió un beso en la mejilla

—Y bueno, él es Pepe

—Te voy a tener muy vigilado y en el primer error —bajó el tono de voz— porque sé que lo tendrás

Se quedó callado, los demás se miraron entre ellos

—¿Qué? —cuestionó el rizado

—¡Boom! —gritó, provocando que se sobresaltaran— Moquetazos en tu cara

—No, no será necesario, amo mucho a Temo y no le haría daño, antes me lo causó yo —caminó hacía su novio y lo abrazó tratando de parecer tranquilo.— Ni tú papá se puso así conmigo

—¿Qué dijiste?

—No nada, que... Nada —sonrió o eso intentó

—¿Por qué no pasamos a comer? —cuestionó Ana sonriendo.

—La mesa ya está servida, así que cuando gusten —dijo Carlota

—Mi mamá te mandó unos tamalitos canarios, Temo —dijo Diego.

—Uy qué rico, hace mucho que no como unos —se sentó en una de las sillas.

—Si a mí me fue así, no me quiero imaginar cómo le irá a Dave —susurró sentándose a lado de su novio

—¿Quién es Dave? —los hermanos López se miraron entre si. Pepe era el único que no sabía sobre el "noviazgo" de su hermana Lupita con el hijo de Robert.

Temo abrió los ojos, tomó un pedazo de tamal y lo metió en la boca de Ari

—No, nadie —tomó otro tamal evitando mirar a su hermano mayor

—Temistocles... No manches, no me digas que —lo apuntó con un tenedor

—Es que Lupit...

—¡¿Estás en una de esas cosas poli, no sé qué?! —cuestionó sorprendido

—¡¿Qué?! ¡No, no, no! ¿Cómo crees?

—No entiendo nada, pero hace mucho que no me reía tanto —dijo Carlota tapándose la boca.

—La familia de Temo es única —contestó Diego tratando de aguantar la risa.

—Las tías no pudieron venir, pero te mandan muchos saludos, besos y abrazos —expreso Ana.

—Dijeron que en cuanto puedan te vendrán a visitar

—¡Wow! Mi novio tiene familia

—Y son como los Córcega —habló Diego

—Nadamas que no son tan chismosos —dijo Temo

—¡Oye!

Se rieron todos, siguieron comiendo, el tema de conversación era los planes que tenían en la ciudad.
Llegó el momento de que los López se fueran, Temo no se cansó de agradecerles por haber ido.

—Tu hermano si me dió miedo —dijo Aris al ver la puerta cerrarse

—Solo quiere ser algo protector, tranquilo —le dió un beso en los labios

—¿Y si nos ayudan a pasar las cosas, digo, no? —cuestionó Diego

—Hazlo tú —contestó el rizado— ¿No piensas irte? No te corro, pero ya está anocheciendo

—Ah si, sobre eso... Verán, como supe que estaban buscando un roomie más... Pues... Decidí venirme a vivir con ustedes

—¿Qué? —gritó Aristemo

—No, no, no, ¿Estás loco? —cuestionó el Córcega

—Esto no va a funcionar —susurró Temo

—Tranquilo, enojostóteles, sólo busco paz y volver a tener a mi mejor amigo, cerca

—Ari... Temoc... Temo... Aris... Temo ¡Aristemo! Ahora entiendo el nombre de pareja —escucharon la voz de Carlota

—Vaya, no sabía que nos conocías —pasó de lado de Diego empujándolo con él hombro dirigiéndose a la chica

—Tenía que saber quienes serían mis nuevos roomies —sonrió y tiró las hojas de tamal a la basura

—Ojala nos llevemos bien

—Pues creo que ciertas personas no podrán —miró a Diego y Aristóteles quienes en susurros estaban peleando

—Aristóteles, Diego, ya por favor, parenle

—Tenemos que tener una buena relación, vamos a vivir juntos y debemos llevarnos bien —expresó Carlota.

—Lota, tiene razón —suspiró Diego— La verdad es que necesito encontrar un hogar, donde pueda ser libre y feliz, mi familia no está bien, —Temo lo miró, habían hablado varias veces y su amigo no le había mencionado nada y él no notó algo diferente

—La verdad es que hace mucho que no sé qué es estar en una familia, tiene un par de meses que no veo a mi papá y la última vez que llamó fue hace 2 semanas, así que si nosotros no nos apoyamos ¿Quién lo hará?

—Quien quita y algún día podramos ser grandes amigos —miró a Aristóteles

—Algo así como una familia elegida —dijo Temo

Diego asintió y le dió un abrazo, al que se unió Carlota y Aristóteles, este último a regañadientes. Carlota envolvía a los 3 chicos en el abrazo, ella no era mucho de contacto físico, sólo con la gente que le transmitía confianza y en definitiva la pareja le transmitía eso.

El abrazo se vió interrumpido por el timbre

—¿Serán tus hermanos? —cuestionó Carlota separándose.

—No sé, no lo creo, no he visto que se les haya olvidado algo —expresó sin dejar de abrazar a Diego

Mientras surgía una nueva pelea entre Ortega y Córcega, Carlota se dirigió a abrir, llevándose una gran sorpresa. Un hombre alto, robusto, con traje, barba y mucha seriedad estaba parado frente a la puerta.

—Señor Ortega, buenas noches, ¿Pasa algo? —los chicos se miraron, Diego se puso nervioso, soltó a Temo y se puso de pie.

—Buenas noches, Carlota —saludó al ya estar dentro de la casa— ¡Temo, que gusto me da verte!

—Ay, señor Ubaldo, lo mismo digo—se acercó para darle un cálido abrazo, pero fue recibido con un jalón, unos golpes en la espalda y unas palmadas en sus mejillas— Había olvidado los saludos con usted.

—Pero mira que grande estás y sólo te fuiste unos meses

—¿Qué... Qué haces aquí... Papá?

—Ah, hola Diego, ¿Cómo estás? —preguntó con desgano, pero volvió a cambiar su voz— Bueno, pues Pancho me avisó que Temo ya estaba aquí y no podía dejar pasar más tiempo, aparte que mi amigo me encargó que te cuidará

—Gracias, no se hubiese molestado, no era necesario venir tan noche

—¿Y este jóven, quién es? —miró a Aristóteles

—¡Oh! Él es es Aristóteles, mi novio. Ari, él es Ubaldo Ortega, papá de Diego

—Y futuro jefe de gobierno —concluyó aquél señor con una sonrisa

—Mucho gusto —el rizado extendió su mano y Ubaldo la tomó y le dió un gran apretón.

—¿Gusta algo de tomar? —preguntó Carlota

—No, gracias Carlota, sólo quería saludar a Temo y decirle que estoy muy orgulloso de que hayas elegido la carrera de política, tomaste una buena decisión —le dió una mirada a Diego quién solo bajó la mirada, después miró al rizado—¿Y tú muchachito, qué elegiste?

—Comunicación —dijo orgulloso

—Bueno, yo no sé qué le ven a esa carrera. Temo, seré directo, quiero ofrecerte y pedirte que formes parte de mi equipo de campaña —soltó muy serio.

—¿Qué? —cuestionó muy sorprendido y emocionado— ¿Habla en serio?

—Por supuesto, quiero ser un buen mentor y, también así te cuido tal y como se lo prometí a tu papá ¿Qué dices? Además que aprenderás mucho y más si es conmigo.

—¡Sí, sí, sí, acepto! —sonrió aún más

—Perfecto, pues mañana te espero, ¿Ok? Carlota, por favor llévalo

—Claro —contestó la chica

—Bien, mi misión ha sido llevada a cabo, con éxito, así que me retiro, pasen buena noche —se dirigió a Diego y le dió unas palmadas en su mejilla.

—Hasta luego —contestaron los otros tres jóvenes.

El primer día había estado bien, los chicos rogaban para que todos los días fuesen así, pero esa era mucho pedir.

n/a

¡Ok! Espero que este primer capítulo les haya gustado.

La fanfic es en colaboración con RegiCD9 y de verdad que esperamos que esta historia sea de su agrado y no nos cerramos a sus opiniones.

¡Nos leemos en el próximo capítulo (ó sea, el próximo miércoles), bye!

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