Los malestares comenzaron siendo leves, podía incluso ignorarlos, al inicio pensó que se debía al tiempo que estuvo amamantando a su hijo menor, pero con el paso de los meses aumento, llego incluso a permanecer largas temporadas en cama.

La enfermedad era rara, ningún maestre podía definir qué era lo que le pasaba y era más raro aun cuando la enfermedad se detenía solo para atacarla con más fuerza, ninguno de sus sanadores podía dar con el porque, y eso inquietaba a la reina, más aún al ver que sus pequeños hijos eran cada vez más cercanos a la perra maldita que tenía por hijastra. También estaba la mocosa que Rhaenyra había recogido, es que no podía quedase con su maldito bastardo ahora también tenía que tomar a ese estorbo y criarlo, lo peor era que tano Viserys como lord Corlys parecían encantados con la mocosa.

Para cuando el año 119 D.C comenzó su esposo decidió que no permanecería más en la fortaleza, después de que pasara los últimos meses del mes anterior en cama, se negó a dejar la capital alegando que sus hijos la necesitaban, pero todo lo que recibió de su esposo fue un "Rhaenyra cuidara de sus hermanos, lo ha hecho contigo aquí, lo hará más ahora que estes lejos" Viserys no entendía que eso era lo que le preocupaba a la reina, la heredera convertirá a sus hijos en sus marionetas.

Aun en contra de todas sus suplicas la reina Alicent fue enviada a la ciudadela donde recibiría los cuidados de los más experimentados maestres del reino y esperaba mejorar pronto.

Al llegar fue escoltada a habitaciones que se prepararon especialmente para ella, la reina intuyo que antes fueron un salón de clases o algo parecido ya que eran de gran tamaño y en sus visitas de la infancia recordaba que los dormitorios en aquel lugar eran más bien pequeños.

Su tío tuvo la amabilidad de enviar más sirvientes de los que el rey le envió, por sugerencia de su hija Alicent viajara con poca servidumbre, para no exponerlos a la misteriosa enfermedad.

Cuando había cumplido ya un año en aquel lugar le fue informado que su hijo Daeron seria enviado a Oldtown para ser criado por los Hightower, Ya que la amable y dulce Rhaenyra, sucia pecadora hipócrita, podría engañar a toda la corte, pero no a ella, no podía hacerse cargo de sus bastardos y de sus hermanos, mejor para su hijo, seria creado por fieles creyentes de los siete y alejado de las malas enseñanzas de Rhaenyra.

Con las buenas nuevas del traslado de su hijo a Oldtown, también llego la maravillosa noticia de visitas de su hijo, cada semana su tío Hobert, el lord de la casa Hightower traía a su hijo a la ciudadela, donde pasaba el día con su madre, Alicent utilizaba estos días para llenar a su hijo de rencor contra su media hermana y sus sobrinos; no obstante, las visitas de Daeron no eran suficientes para aminorar la soledad que la esposa del rey sentía, había quienes se atrevían a afirmar que la pobre mujer se estaba volviendo loca.

La antes siempre arreglada reina pasaba días, semanas e incluso meses sin darse un baño y aunque la enfermedad la dejaba poco a poco, era cada vez menos común que la mujer quisiera salir de sus aposentos prestados.

La furia subía cada que noticias de sus pobres niños llegaban a ella, sus dulces ángeles estaban en las garras de la maldita Rhaenyra, su Aegon quien debía ser rey ahora no era más que un títere de esa mujer promiscua y seguramente la hija de Aemma haría a su Helaena ser tan zorra como ella misma, esperaba que su Aemond no confiara en ella, cuando la noticia de la pérdida del ojo de su hijo llego maldijo a Rhaenyra y toda su estripe.

La reina mejoraba con el paso de los años y para el 124 D.C ella misma escribió a su esposo contándole lo bien que se sentía muchísimo mejor y que los años lejos de sus hijos eran una tortura le pido el permiso para dejar su tratamiento y volver a la corte, que era su lugar, la decepcionante respuesta de su esposo fue que primero pasaría un año en el hogar ancestral de su familia para asegurar su mejoría y como prevención de una posible recaída.

Los días en el hogar de su familia eran amenos y felices para la reina, estaba lejos de ese horrible lugar que era la fortaleza roja, ese lugar lleno de blasfemias, más aún ahora que la zorra de Rhaenyra había matado a su esposo y cuñada para que ella y Daemon se pudieran casar, eso desataría la ira de los dioses, la ira de la reina creció con la noticia de los hijos de ese par de blasfemos pecadores, le habían dado al fruto de su adulterio el nombre que ella misma le dio a su primer hijo.

Cuando el año se cumplió y su mejoría fue evidente la reina recibió la invitación de su esposo a volver, una invitación, estaba indignada, pero aun así preparo todo para su regreso, lo peor era que su hijo no volvería con ella, había guardado la esperanza de que al regresar du buen y obediente Daeron sería una buena influencia para sus hermanos mayores y que sus niños se alejarían de Rhaenyra, pero no fue así, tuvo que soportar ver como su Aemond se sentaba en la mesa con el maldito que le quito el ojo y como sus hijos estaban alejados del recto camino de los siete.

Al fin a inicios del año 126 D.C habiendo pasado un año en la fortaleza roja su esposo anuncio que era hora que el príncipe Daeron volviera a casa, Alicent preparo todo para su querido hijo, se esmeró en hacer que la bienvenida fuera perfecta y que no quedara la menor duda que de quien era el hijo del rey, quien era un verdadero príncipe Tagaryen y quien no.

El día del banquete quienes entraron primero entraron los mocosos y después su fuerte y gallardo príncipe, le hubiera gustado que llegara en la reina azul pero no fue así.

Su sonrisa creció al sentir el beso en la mano que su hijo dejo, pero la misma la abandono al ver como parecía hechizado por la mocosa, Rhaenyra le había enseñado a encantar a los hombres, esa mocosa era una zorra al igual que la mujer que la criaba.

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Un espacial para Alicent, dedo decir que aun cuando es uno de mis personajes menos favoritos y tiene el titulo indiscutido de la villana de esta historia estoy ansiosa por escribir más de sus maquinaciones, podría decirse que su influencia sobre Daeron sea el motor principal del triángulo.