Capitulo XII
ONOMASTICO NUMERO 15
Los días se transformaron rápidamente en semanas y las semanas en meses, para cuando la familia real se dio cuenta de que la nueva princesa, Visenya Targaryen, tenía ya una luna de nacida y el baile en honor al decimoquinto onomástico de Jacaerys, Maenyra y Daeron sería en poco tiempo. Los invitados no tardaron en llegar, entre ellos Helaena con su vientre de cinco lunas. Por petición de la nueva señora de Winterfell, el heredero de Lord Stark nacería en la capital.
La fortaleza roja estaba llena de lord y ladys deseosos de lograr que sus hijos e hijas tuvieran la atención de alguno de los tres homenajeados. Los primeros en llegar fueron el príncipe Qyle Martell y el joven Benjicot Blacwood, quienes eran ante los ojos de la mayoría del pueblo los que tenían mayor ventaja, ya que eran a quienes el rey les había dado su permiso desde que la princesa tenía 13 onomásticos y los 2 jóvenes tenían ya un vinculo de amistad con el llamado "Ángel de la corona". Cuando los 2 herederos llegaron fueron recibidos con gran entusiasmo por la princesa y con gestos de disgusto por los otros dos cumpleañeros.
La cena de bienvenida, sin duda, fue una que el príncipe Jacaerys y el príncipe Daeron no lograron disfrutar. Maenyra, tan encantada como estaba de volver a ver a sus amigos, poco o nada atención les dio a su mellizo y su tío; por la noche, sin embargo, el joven Jacaerys fue recompesado con dormir a un lado de la princesa, costumbre que ambos hijos de Rhaenyra habían adquirido desde que ella había regresado de Driftmark.
—No me gusta que ellos se te acerquen, Mae.
—Son mis amigos, Jace.
—Ellos quieren casarse contigo —al hablar el príncipe abrazó más fuerte a su compañera y dejó un beso posesivo en su frente.
Maenyra rió y elevó el rostro antes de dejar un beso casto en los labios del primogenito de Rhaenyra.
—Pero yo me quiero casar contigo.
—Te vas a casar conmigo.
Maenyra sonrió y se abrazó más a la cintura del príncipe para poco después caer en la inconciencia. Cuando los primeros rayos del sol se comenzaban a filtrar, la hija de Rhaenyra salió del fuerte abrazo de Jacaerys; esto causó que el príncipe despertara.
—¿A donde vas?
—Tengo que regresar a mi habitación; si me descubren aquí van a armar un escandalo.
—Si te descubren aquí, nos van a casar de inmediato.
—Pero entonces no tendiríamos una boda bonita.
Jace sonrió, se puso de pie y dio unos pasos hasta llegar a su melliza. Tomó su rostro, acarició sus mejillas antes de plantar un beso profundo y delicado en los labios de Maenyra. Los brazos de ella viajaron al cuello de él y ahí comenzaron a jugar con su cabello. Rápidamente les faltó el aire. La princesa se separó, con un adorable sonrojo dejó un beso en la mejilla de su hermano antes de salir de la habitación usando los pasadizos de Maegor.
Justo cuando Maenyra entró en su habitación, sus doncellas entraron para comenzar a vestirla y peinarla para ese día. Al estar lista para sus actividades salió de sus aposentos. Como ya era costumbre, Jacaerys la estaba esperando en el pasillo de su habitación. Se acercó a su mellizo, dejó un beso en su mejilla, que fue respondido con uno en la frente. El príncipe le ofreció su brazo a su hermana y esta con una sonrisa brillante se colgó del brazo de Jace y así caminaron hasta el comedor, donde la familia ya les esperaba. Los ojos de Daeron brillaron con ira al ver a su Maenyra con ese bastardo. Desde que había regresado de pasar un tiempo en la apestosa isla de los Velaryon, su futura reina no había hablado con él; donde quiera que ella fuera estaba rodeada de los bastardos de Harwin Strong.
Los recuerdos de la charla que había tenido con su maldito sobrino llegaron a su memoria:
—Ella no quiere que te le acerques.
—Ella no sabe lo que dice, es mía.
—Daeron, voy a decir de la manera más amable posible, Maenyra no es tuya y la estás asustando y no voy a permitirte eso.
—Ella será mi esposa; mi padre me dará su mano cuando la pida, así que sí ella es mía.
—Tal vez mi abuelo me su mano a mí, después de todo yo tengo el apoyo de mi madre y mi padre declaró que nos casaríamos desde el día en que nacimos.
Lo siguiente que supo fue que había golpeado a Jacaerys y este respondió los golpes antes de ser separados por guardias.
Volvió a la realidad por la hermosa risa que salió de los labios de Maenyra, aunque al ver que el causante era el bastardo volvió a enfuruñarse; ¿cómo era posible que su preciosa joya prefiriera a ese bastardo sobre él? Solo esperaba que su padre fuera inteligente y no dejara que su Maenyra se casara con Jacaerys.
Mientras Daeron seguía molesto y no apartaba su fulminante mirada de los dos tortolos hijos de Rhaenyra, el rey sonreía por la evidente atracción y enamoramiento de sus nietos. Viserys, Corlys y Rhaenyra habían hablado y al fin de cuentas la decisión de con quien contraería nupcias Maenyra sería enteramente de la princesa; y por lo que veían la decisión estaba ya tomada.
La forma en que ambos hijos de la heredera se miraban era para todos los presentes, excepto Daeron, una declaración de amor y tal vez con 15 días del nombre recién cumplidos, los nietos del rey no eran plenamente concientes de la profundidad de sus sentimientos, pero aún así estos eran casi como un grito; era como si las estrellas se hubieran alineado para que Jacaerys y Maenyra se enamoraran. Estaba destinado a ser.
—Este será el último baile de la princesa Maenyra como doncella. —La reina tomó la palabra. —Esposo, ¿ya has pensado en quién es la mejor opción de marido? Debo interceder por mi propio hijo, claro.
—Mi reina, esa es una decision en la que no creo que deba interferir
—Soy la reina.
—Y yo la maadre de Maenyra.
—Pero...
—Ni una palabra más, Alicent.
La reina se mostró sumamente molesta tras ser silenciada y tomada como nada por su esposo y la mimada de la princesa. Maenyra le sonrió a su madre y abuelos, agradecida por no hablar más del tema del compromiso, le aterraba pensar en casarse con alguien que no fuera Jace; volvió su mirada a Jacaerys con una sonrisa brillante que fue rápidamente correspondida por el príncipe, y de esa manera todos sus miedos desaparecieron. Todos los presentes en el comedor fueron testigos del palpable amor entre los dos hijos de Rhaenyra y de cómo el rostro del príncipe Daeron se contraía por la ira.
El desayuno siguió su curso y la sala se llenó de charlas triviales y risas; los únicos que parecían no disfrutar del agradable momento eran Alicent y Daeron.
Al terminar el desayuno, cada persona salió de él decidida a prepararse para el baile que se daría esa noche.
Los sirvientes llebaban días preparando el lugar, los mejores manteles, las mejores lozas, las mejores copas; cada detalle había sido cuidado al mínimo; incluso el mismo lord Corlys aportó en la ostentosa celebración, ya que, en sus propias palabras, "se celebraba a dos Velaryon esa noche".
En la habitación de la princesa Maenyra se preparaba una tina con las mejores ediciones, traídas por la serpiente marina de alguno de sus viajes; los vestidos de las más costosas sedas se ponían a su disposición y las mejores joyas del reino también.
La princesa entró al agua, que estaba hirviendo, pero para ella era perfecta; se quedó ahí hasta que el agua estaba fría y sus dedos arrugados. Las doncellas la ayudaron a vestirse, la peinaron, maquillaron y terminaron su atuendo con una tiara que había sido un obsequio de la princesa Rhaenys.
La puerta de la habitación de fue abierta por la princesa Rhaenyra, quien llegó hasta su hija, le dio una mirada llena de amor, la misma mirada que le dio aquella noche cuando Elinda la trajo ante ella, tan desprotejada y delicada, tan llena de inocencia. Maenyra era su niña, su pequeño rayo de sol y ella se encargaria de que fuera feliz, no dejaría que nadie la dañara, ni Alicent ni Otto ni ninguno de esos lloros pretenciosos que buscaban su mano.
—Mi Maenyra, no sabes lo orgullosa que estoy de ti.
La joven princesa solo pudo sonreír y abrazar a su madre, quien luego de un tiempo hasta que la voz del príncipe canalla las hizo salir de su momento. Madre e hija compartieron una sonrisa de amor infinito y se dirigieron hasta el príncipe, quien le ofreció un brazo a cada una y juntos caminaron hasta el salón de baile.
En ese momento los dos cumpleañeros restantes hicieron su aparición, Jacaerys engalanado con los colores de la casa Targaryen y un medallon con el escudo de los Velaryon. Daeron por su parte se vistió totalmente de Verde Hightower, con el emblema de los Targaryen bordado en el pecho en dorado.
—Valla, estas preciosa Maenyra —Daeron miró fijamente a su sobrina, conciente de que no podía escapar de él ahora.
—Gracias, Daeron—Maenyra se acercó a Jacaerys, quien la abrazó protectoramente antes de interponer su cuerpo entre su melliza y el hijo de Alicent.
Las puertas fueron abiertas anunciando que los celebrados debían entrar, como año tras año los dos príncipes ofrecieron su brazo a la princesa y aún con duda Maenyra aceptó el apoyo de ambos, aunque su mano se aferro fuertemente a su mellizo, teniendo que Daeron quisiera dañarla de algún modo.
—Como cada año, nos reunimos aquí para celebrar el nacimiento de mis queridos nietos Maenyra y Jacaerys y de mi hijo príncipe Daeron. Los dioses nos sonrieron hace 15 años, con no uno, sino tres niños que siguieran el linaje de Aegon —Ante esto Lord Corlys frunció el ceño, Jacaerys y Maenyra eran Velaryon—. Les quiero dar las gracias a todos los presentes por acompañarnos en este glorioso día.
Como ya era tradición año con año, el primer baile siempre era de Maenyra y su mellizo y la segunda pieza era de la princesa con el hijo del rey.
La música empezó y Jacaerys guió a su melliza hasta el centro de la pista. Sus ojos fueron en los amatistas de Maenyra, se sonrieron y se perdieron en la música. Era como bailar en las nubes. Maenyra estaba perdida en los ojos verdes como las esmeraldas de Jacaerys.
Cuando el baile terminó, el príncipe Daeron ya estaba listo para tomar a Maenyra. En comparación a Jace, fue brusco con la joven, agresivo, dirían algunos. Esto desencadenó la molestia de Jacaerys, quien apenas terminó el baile se acercó a su hermana y volvió a bailar con ella. En todo el baile, la mayor de las nietas del rey sonó bailó con su hermano Jacaerys, sus tios Aegon y Aemond, su hermano Lucerys, lord Corlys y el príncipe Daemon.
—Mae—Mientras bailaban, Jace la llamó.
—¿Qué pasa?
—Quiero enseñarte algo.
Ayudado de las gemelas, Jacaerys sacó a su hermosa princesa del palacio y la guió hasta el jardín donde conpartieron aquel primer beso que se atrevería a decir cambió su vida para siempre.
—Van a darse cuenta de que no estamos Jace.
—No lo creo.
Él la tomó de la mano y la llevó hasta el árbol donde él mismo había grabado sus nombres hacía unos días.
Maenya sonrió, con su mano acarició la corteza de árbol tallado y se giró para ver a Jace, quien la miraba como si ella fuese una diosa; la mirada de Jacerys siempre había logrado que Maenya se sintiera especial y querida, pero esta era diferente; no solo había cariño, esa mirada tan intensa la hacía sentir también deseada.
—Jace... —El príncipe no la dejó terminar. La tomó del rostro y la besó, beso que fue correspondido al instante por Maenyra.
—Te amo, Maenyra, te he amado desde antes de saber lo que eso significaba y pasaré cada día de mi vida amándote.
—También te amo, Jace.
—Nyke aōhon Maenya
—Nyke aōhon Jacaerys
Volvieron a besarse, una y otra y otra vez, hasta que las lujosas prendas estorbaron. Los príncipes terminaron recostados sobre el vestido de ella y la capa de él. Las caricias subían cada vez más la intensidad hasta que al final bajo la luna los cuerpos de ambos se unieron.
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Traduccion
Nyke aōhon: Soy tuya/tuyo
Y bueno, hasta aqui llegamos, en la semana voy a hacer un especial que abarque mas sobre el momento de Mae y Jace.
Los amo los leo es sábado.
No olviden votar y comentar.
Feliz navidad adelantada
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