Capitulo XI

EL REGRESO

"Querida Maenyra:

No sabes cuánto me costó leer tu carta sin sentir un impulso de hacer mucho más que hablar con Daeron. Me enfurece saber que alguien se atreva a hacerte sentir atrapada o amenazada de esa manera, y especialmente, que sea él, alguien a quien considerabas amigo. La idea de que te haya ignorado tan descaradamente y se haya atrevido a hablarte como si fuera dueño de tus sentimientos me resulta sencillamente inaceptable.

Voy a hablar con él, te lo prometo, y haré todo lo posible por mantenerme dentro de lo que me pediste. Pero que no te quepa duda de que voy a dejarle muy claro que esto se termina ahora. No toleraré que te haga sentir así ni que crea que puede pasar por encima de tus deseos. Puede que él no lo vea, pero tus límites son algo que no permitiré que ignore.

Gracias por confiar en mí. No quiero que sigas soportando esta situación sola, y no voy a dejar que esto continúe, Maenyra. Cuentas conmigo siempre; me aseguraré de que esto termine de la manera correcta.

Cuídate mucho, y por favor, dime si necesitas algo más.

Con todo mi cariño,
Jacaerys.

La carta de Jace calmó a Maenyra, aunque la última carta que había recibido de su tío la había asustado. Consideró decirselo a sus padres, pero sabía que eso traería problemas en la fortaleza y no le gustaba causar problemas.

Varios días después de que la carta llegara, se enteró por una carta de Luke que la tía Hela tenía un bebé y fue con su abuelo a pedirle que buscaran un lindo regalo para su hermanita y para el bebé de la tía Hela y lord Cregan. Maenyra estaba feliz de que lord Stark fuera el esposo de su tía y no fuera suyo.

Se perdió en sus pensamientos mientras escribía la carta para su hermano; tan ocupado con los regalos, había olvidado responder por una semana y se sentía avergonzada.

"Querido Jacaerys:

No sabes cuánto agradezco tus palabras y, sobre todo, tu apoyo. Saber que cuento contigo me da una tranquilidad que hacía tiempo no sentía. No quería involucrarte, pero creo que necesitaba escucharlo de alguien que me importara tanto como tú, y siento que hice lo correcto al contártelo.

Sé que no ha sido fácil para ti recibir esta noticia, y entiendo que te preocupes. Tus palabras, tan decididas y llenas de fuerza, me dan el valor que a veces creo que me falta. Pero también quiero pedirte que tengas cuidado; no quiero que nada de esto te cause problemas o te desvíe de tus propios asuntos. La situación con Daeron ha sido difícil, y confío en que tu intervención marcará una diferencia, pero no te pongas en riesgo por mí.

Gracias por defender mis límites y por comprender mis miedos. Me has ayudado mucho, Jacaerys, más de lo que puedo expresar en palabras. No quiero seguir en esta situación y sé que, con tu ayuda, podré salir de ella. Cuentas tú también con todo mi apoyo y con mi agradecimiento sincero.

Estoy feliz de saber que pronto regresaré; espero que para entonces Daeron logre entender la situación, de lo contrario tendré que hablar como mamá y Kepa y eso solo traerá problemas con la reina Alicent y es algo que no me gustaría.

Por favor, por favor, no les digas nada; conoces a Kepa, él se pondrá furioso y no quiero que el abuelo Viserys se ponga triste si peleamos, además de que debe de ser un momento feliz por nuestra nueva hermana.

Estoy ansiosa por verte, te he extrañado mucho.

Con todo mi cariño,
Maenyra.

—Maenyra, cariño, te estamos espetando solo a ti.

—Ya voy, abuela.

La hija de Rhaenyra dejó cualquier cosa que estuviera haciendo para correr mientras seguía a la princesa Rhaenys; ese día lord Corlys había preparado su mejor barco y llevaría a sus nietas y esposa a dar un paseo.

Las adolecentes estaban entusiasmadas ante la idea de ayudar a dirigir el barco a su abuelo, sobre todo Baela, que era la más aguerrida de las tres nietas del matrimonio. Rhaena por otro lado hablaba de lo muy feliz que Luke estaría de estar en el barco. Maenya por su parte se dedicaba a pensar en Jace, tal vez al volver ella podría hablar con su madre y decirle que quería casarse con Jace y de luna de miel ella y su príncipe podrían ir a navegar en barco. Esa era una muy buena idea. Sí.

La presencia de delfines saltando del agua, casi como si saludaran al barco, logró sacar a la princesa de sus pensamientos, aunque los acelerados latidos de su corazón por pensar en cómo sería una vida siendo la esposa de Jacaerys nunca la dejaron.

Cuando anochecía, el señor de las mareas volvió a tierra firme, anclaron el barco y tiempo después fueron al palacio, donde disfrutaron de una exquisita cena antes de que las adolecentes fueran a dormir. El tiempo en altamar las había dejado muy cansadas y como resultado no hubo charlas de media noche por esa ocasión.

Mientras las tres jóvenes dormían, la serpiente marina y su esposa en el salón hablaban sobre lo que implicaría que Jacaerys fuera uno de los pretendientes a la mano de Maenyra.

—Ellos se adoran, era solo cuestión de tiempo.

—Lenor siempre lo supo.

—Debemos enviar los cofres, traer telas para el vestuario de novia, que los dioses prohiban que no le de a mi nieta una boda digna de ella.

—Aun no se sabe si Jace será el escogido.

Corlys Velaryon miró a su esposa casi con burla en los ojos; era claro que la única y verdadera opción era el primogenito de Laenor y Rahaenyra. Desde que habían nacido no había un momento en el que el primero de los nietos del rey no estuviera siempre pendiente de su hermana.

—¿Crees que Rhaenyra les diga la verdad algun día?

—Es innecesaria, Rhaenys, Alicent no tiene ni tendrá nunca ningún derecho, Maenyra es una Velaryon.

—Claro que lo es, pero... que pasará el día que reclame a la niña que dio a luz.

—Ese día Rhaenyra y Daemon se encargarán de recordarle que no tiene ningún derecho sobre nuestra Maenyra.

El matrimonio se quedó gran parte de la noche hablando de sus nietos. Si bien temían el consuelo de saber que Laenor era feliz lejos de todo, por el bien de los príncipes Vearyon nunca podrían volver a verlo, aunque esto no evitaba que de vez en cuando recibieran una carta, una carta traída por pescadores y entregada directamente a la serpiente marina, y cuando esa carta llegaba, las sonrisas de Corlys y Rhaenys no desparecían durante días.

Así los días se volvieron semanas y las semanas meses, y para cuando los señores de Driftmark quisieron darse cuenta se acercaba el momento en que la princesa Rhaenyra daría a luz y con ese momento el momento de enviar a su nieta otra vez a la corte del rey, esta vez para ser presentada como una doncella casadera...

Los preparativos para el viaje comenzaron una luna antes; Maenyra había insistido en ir volando, cosa que sus abuelos le concedieron. Rhaena y Corlys viajarían con Rhaenys y Maenyra respectivamente. Mientras el barco que llevaría las pertenencias de los Velaryon hasta King's Landing partia, las tres nietas de la reina que nunca fue recogían conchas de mar y caparazones vacios. Maenyra quería llevarlos como obsequios para Jacaerys, Rhaena para Luke y aún con un gran sonrojo en sus mejillas, Baela había admitido ante su hermana y prima que quería obsequiarlas al príncipe Aemond.

El día del regreso al fin llegó; en Driftmark se preparaban para emprender el vuelo, mientras en King's Landig la heredera al trono había entrado en labor de parto. El palacio al completo se volvió un completo y total alboroto. Entre los preparativos para el recibimiento de la hija de la heredera y el parto de Rhaenyra, los sirvientes no sabían qué era más urgente.

El viaje fue corto, apenas poco más de una hora; al llegar al pozo ya los esperaba un carruaje. La primera en subir fue la muy emocionada Maenyra, que no podía esperar para ver a sus hermanos y a sus padres, pero sobre todo ansiaba ver a su querido Jacaerys.

Cuando el caruaje al fin cruzó las puertas de la fortaleza y se detuvo, la única hija de Laenor Velaryon salió disparada. Sus ojos violetas se pasearon por cada rincón del patio hasta que dio con esos ojos verdes que en las 5 lunas que pasó en Driftmark habían sido parte de sus sueños.

En cuanto los hijos de Rhaenyra hicieron contacto visual corrieron a abarcarce, sus cuerpos chocaron, los brazos de Jacaerys dodearon la estrecha cintura de su hermana y los de esta se enrredaban en su cuello; el rostro de ella encontró su lugar en la curva del cuello de Jacaerys y la nariz del primogenito de la heredera se enterró en los rizos de ella. El suave aroma de frutas le lleno.

Se separaron un poco y se iraron a los ojos con una intensidad inmensa; estuvieron apunto de compartir un beso si no hubiera sido por el grito del resto de sus hermanos, quienes corrieron hasta su hermana mayor, separandola así de Jacaerys.

—Mae, el bebe va a nacer, el bebe va a nacer.

La audición de sus padres entonces tuvo sentido: su hermanita estaba naciendo, Jacaeys tomó su mano y justos los 8 niños corrieron hasta la puerta de los aposentos de la princesa Rhaenyra, lugar donde uno de los gemelos Arryk los detuvo.

Luego de algunas horas, al fin el llanto de un bebé se escuchó; los niños se pusieron de pie de inmediato y al momento que vieron a las parteras salir de la habitación, ellos se apresuraron a ingresar.Encontraron a Rhaenyra en la cama, con su esposo sentado a su lado, mientras ambos miraban a un pequeño vulto envuelto en cobijas.

El primer canalla se puso de pie y con un gesto les pidió que fueran silenciosos antes de indicarles que se acercaran. Los 8 nichos se apresuraron a llegar y uno por uno pudo conocer al nuevo integrante de la familia. Después de un rato la mirada de Maenyra se clavó en su madre por largo tiempo.

—¿Cuál es su nombre?

La eredera sonrió y miro a su esposa de forma complice antes de responder.

—Visenya.

Los ojos de las tres niñas se iluminaron. Tenían una hermana, Aegon y Viserys. Los más pequeños de la familia se mostraron desilusionados, ya que ya habían planeado lo que harían y lo que le enseñarían a su nuevo hermano.

Jace sonrió al ver la emoción de Maenyra y se prometió que siempre se aseguraría de que fuera feliz; nunca dejaría que nadie le quitara esa sonrisa tan bonita a su princesa.

Debido al parto de Rhaenyra esta no pudo estar presente en la cena de bienvenida. Aunque la cena fue más bien aburrida, Maenyra no se separó de Jacaerys y durante toda la cena Daeron la miraba de forma muy persistente y siempre que tenía oportunidad fulminaba con la mirada a Jacaerys.

Cuando la noche calló y todos estaban en sus habitaciones, la mayor de las hijas de la heredera salió de sus aposentos con dirección a los que pertenecían a su mellizo; para no ser vista aprovechó el cambio de guardia.

Una vez dentro de los aposentos, caminó lentamente hasta llegar a la altura de la cama del próximo príncipe de Dragonstone; timidamente lo removió un poco para despertarlo.

—Jace... Jace

—¿...Mae? ¿Qué pasa? Estás bien.

La adolecente asintió con la cabeza y pudo ver como su mellizo se sentaba en la cama con sus pies balanceándose a la orilla. Maenyra se volvió a abrazar a él y permanecieron así por lo que pudo haber sido una eternidad.

—Te extrañe mucho.

—Y yo a ti, Mae, y yo a ti.

Maenyra se separó un poco del príncipe, quien acarició su cabello con delicadeza. Nerviosa la princesa pasó su lengua por sus labios, acto que llamó la atención del príncipe a esa parte de la anatomía de su acompañante. Poco a poco sus rostros fueron cortando la distancia que los separaba hasta que al fin se rozaron. El sentimiento era aún mejor de lo que lo recordaban. Los labios de Maenyra sabían a fresas y Jacaerys los saboreó con algo de timidez. Luego de unos momentos se separaron, compartieron risitas nerviosas y volvieron a abrazarse.

—¿Puedo dormir aquí... contigo?

—Claro que sí, Mae.

Jacaerys dejó un beso en la sien de la chica antes de acomodarse en la cama. Maenyra rápidamente abrazó a Jacaerys por la cintura y escondió su rostro en la curva de su cuello, mientras sentía las manos de su hermano en su propia cintura y un beso en la frente antes de poco a poco caer en la inconciencia.

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Hasta acá llega el capítulo de esta semana, espero que les haya gustado, no olviden votar y decirme que piensan en los comentarios.

Si llegaste hasta acá gracias.

Nos leemos el sábado

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