Capitulo VII
DAERON Y JACAERYS
Luego de la boda, la fortaleza fue rápidamente desalojada por los visitantes y la relativa tranquilidad que se lograba estando los hijos de la princesa Rhaenyra presentes volvió poco a poco.
La princesa de Dragontone por pedido de su marido fue a ver a un maestre algunos días después de que hayan despedido a su hermana menor, ya que durante la segunda mitad de la segunda luna del año y toda la tercera había sido despertada por náuseas y se cansaba más de lo normal; fue así como el primer día de la cuarta luna del año el príncipe Daemon Targaryen y la princesa heredera Rhaenyra anunciaron a la corte del sexto embarazo de la primogenita del rey.
Las hijas del matrimonio declararon que sería una niña; cuando sus hermanos protestaron y dijeron que sería un niño, las pequeñas alegaron que ya había muchos chicos en la familia y merecían una niña. Aegon y Aemond apoyaron la idea de sus sobrinos, declarando que una nueva niña en la familia sería una pesadilla para su pobre tío, quien no soportaría tener que ayudar a pretendientes de cuatro hijas. Mintras todos discutían, al margen de las alegres conversaciones se encontraba Daeron; el joven aún no era absuelto de sus pecados por los nietos de la serpiente marina, lo que lo condenaba a estar solo, ya que a donde la pequeña Maenyra fuera se dirigía el más joven de los hijos del rey, siempre rechazando las invitaciones de sus hermanos a salir a volar o entrenar.
Un día, el príncipe Daeron se decidió a terminar con la agonía que suponía que su querida sobrina no le dirigiera ni siquiera la mirada, por lo que armó un complejo plan y sorprendió a la niña con muchos regalos, entre ellos un collar de perlas rosadas que la hija de Rhaenyra no se quitó por semanas. Los obsequios le valieron el perdón de la adolecente y a su vez aumentaron el desagrado de Jacaerys por su tío; aún cuando el próximo príncipe de Dragonstone se negaba a jugar con Daeron, el perdón de Maenyra había sido la llave para que el resto de hermanos le permitieran unirse nuevamente a sus juegos.
Las semanas siguieron pasando, los príncipes entrenaban, los príncipes Aegon el joven y Viserys con 9 y 7 días del nombre respectivamente comenzaban a ser preparados por su padre para convertirse en escuderos y después en caballeros. El príncipe Daemon tenía la intención de ver a sus hijos ordenados caballeros a los 16 años, justo como el mismo. Por pedido de la Princesa Rhaenys, las hijas de Lady Laena serían enviadas a ser educadas en Driftmark. Esta noticia causó un gran disgusto en Maenyra, Lucerys y, para sorpresa de muchos, el príncipe Aemond. El padre y la abuela de las niñas dicutieron durante mucho tiempo esto hasta que Rhaenys le recordó a Daemon que su hija habría deseado que las gemelas fueran criadas en su hogar ancestral. La despedida dejó a la, ahora, única niña del palacio llorando y sintiéndose sola. Daeron y Jacarys se enfrentaron en una reñida pelea de miradas para saber quién de los dos consolaría a Maenyra; Jacarys la ganó y su melliza se aferro a su pecho y lloró casi toda la tarde.
Conforme los días y las semanas pasaban, la movilidad de la princesa Rhaenyra comenzaba a ser limitada debido a su estado, por lo que el tiempo de Maenyra fuera de la fortaleza se redujo radicalmente. Sin sus hermanastras le era aburrido salir a jugar, ya que sus hermanos y tios siempre querían jugar con espadas y, aunque la nieta del rey era excepcionalmente buena en ese área, una cortecia tanto de su padreastro como de ser Erryk, quien era su caballero juramentado desde su primera sangre lunar, no era su actividad favorita en el mundo.
Un dia de la quinta luna del año, convencida por su madre la princesa decidio salir al jardin sola, era extraño ver a la hija de la heredera sin compañia, por lo general su tio o su mellizo siempre estaban con ella, tambien era cmun ver a los dos principes juntos con la nieta del rey, los unicos momentos en los que se podia ver al primogenito de la heredera y al mas joven de los hijos del rey pasando tiempo juntos de buena gana era cuando Maenyra estaba de por medio y en las raras ocaciones en las ni Jacaerys ni Daeron acompañaban a la hija de Rhanyra la princesa era segida por sus cuatro hermanos menores; mientras la joven de 14 años caminaba por el jardin su tio Daeron la vio desde una ventana y decidio ir a hacerle compañia, rapidamente dejo lo que hacia y corrio al jardin donde llamo su nombre, Maenyra lo busco con la mirada y al ver a su tio se acerco a el.
—¿Qué hacias?
—No mucho, mamá dijo que saliera a tomar aire, pero sin Baela ni Rhaena me aburro.
—Aemond está molesto porque se fueron.
—Luke está triste sin Rhaena.
Tio y sobrina siguieron caminando lo que parecieron horas hasta que el príncipe sugirió que tomaran asiento debajo de uno de los grandes árboles del lugar; se quedaron ahí y conversaron de todo lo que se les vino a la mente. Desde una de las ventanas de la fortaleza, los ojos de Alicent Hightower observaban la escena molesta.
—Mae... ¿Puedo preguntarte algo?
—Ya lo hiciste, pero sí, puedes hacer otra pregunta —una sonrisa adornó el rostro de la nieta del rey al responder.
—¿Tú has besado a alguien?
Maenyra se quedó estática; ella había de hecho besado a alguien hacía mucho tiempo, pero no sabía si en verdad contaba. Jacaerys y ella eran niños y había sido la curiosidad la que los llevó a ese beso. Para ese punto ya no recordaba si ella lo besó o él la besó a ella.
—No —La respuesta salió más en tono de pregunta y esto le valió una mirada inquisitoria de parte de Daeron.
El joven se acercó aún más a su sobrina y la tomó de las manos. Los nervios de Maenyra aumentaron, pero no eran nervios agradables como los que sentía cuando estaba con Jace; eran nervios de miedo, como los que le provocaba la reina.
—Daeron ¿que esta...?
—Cierra los ojos.
Maenyra obedeció, aún sintiendo que algo malo pasaría en cualquier momento, y cuando fue capaz de reconocer que los labios de su tío estaban sobre los de ella, Daeron movía sus labios con una capacidad sorprendente para tener 14 años. La princesa, quien se encontraba confundida y algo asustada, respondió al beso de forma incómoda y cuando trato de alejarse, el príncipe lo evitó.
El príncipe Jacaerys, quien caminaba por el jardín en busca de su hermana, vio tal acción y ardió en furia. Como se atrevía a tocar a su Maenyra, se escuchó un grito enojado y antes de que cualquiera pudiera reacionar, el primogenito de ser Laenor y Rhaenyra golpeaba a su tío. Los guardias llegaron y separaron a los jóvenes príncipes, quienes fueron enviados con sus madres.
La reina al ver a su hijo llegar golpeado se escandalizó. El hijo del rey se veía bastante golpeado, uno de sus ojos estaba morado y un pequeño hilo de sangre corría desde su ceja sin contar con su labio inchado.
—POR LA MADRE ¿Qué te pasó? —La reina se levantó de su lugar y corrió a su hijo.
—Jacaerys me golpeó.
—¿Por qué?
—Bese a Maenyra —La sonrisa del más joven de los hojos de Alicent fue evidente al recordar dicho acto.
Mientras el príncipe parecía perdido en el recuerdo de los suaves labios de la hija de su media hermana, en el pecho de la reina se instalaba un peso invisible: la culpa por hacer que su pequeño hijo, el único que seguía a los siete fielmente les fallara a los dioses de tal manera, era su culpa; tenía que haber matado a esa mocosa y así su pequeño Daeron no estaría en manos del pecado. Cuando planeó la boda de Aergon y Helaena lo hizo conciente de que era su deber y les rogó a los dioses su perdón, pero ella limpiaría los desastres de la zorra de Rhaenyra; ahora ella había condenado a su hijo a pecar.
—Aun no encuentro una razón por la que ese bastardo te golpeara.
La reina salió enfurecida de su alcoba con dirección a las que pertenecían a Rhaenyra, decidida a defender a su hijo. Al llegar los guardas de la casa Velaryon que siempre acompañaban a los hijos del fallecido Ser Laenor le prohibieron el paso.
—La reina les ha dado una orden.
—La heredera no desea ser molestada.
—Muevete o tendré tu cabeza.
Al fin, el guardia no tuvo que tomar la decisión; la puerta fue abierta por la misma princesa de Dragonstone, con su vientre abultado por el embarazo, quien con un gesto le indicó a la reina entrar. En uno de los cómodos sofás se podía ver al mayor de los nietos del rey.
—¿Cómo se ha atrevido el príncipe Jacaerys a golpear a mi hijo?
—Tu hijo, que besa a mi hija sin su consentimiento. Jacaerys defendía a Maenyra.
—GOLPEANDO AL HIJO DEL REY.
—Mi hijo es el nieto del rey.
La furia de la reina creció, se acercó a la princesa y la tomó bruscamente del brazo, sacando un jadeo de Rhaenyra.
—Esa mocosa a la que estás criando ha hechizado a mi hijo; ahora es un pecador.
—Tal vez, majestad, lo que pasa sea la consecuencia del pecado que usted trató de cometer así casi 15 años.
La reina fulminó con la mirada a la princesa y su heredero antes de salir del lugar; una vez que Alient salió de la alcoba, Rhaenyra se acercó a su hijo y tomó asiento a su lado.
—¿Vas a decirme que fue lo que pasó?
—Estaba buscando a Mae y el tio Egg dijo que la había visto ir al jardín, así que fui hasta él y... —El príncipe paró aún molesto por la escena que encontró en el jardín... Cuando llegue a donde Mae estaba, vi a Daeron besando a mi Maenyra.
—¿Cómo estaba tu hermana?
—Parecía asustada... Los guardias me trajeron aquí contigo y ella corrió a su jardín secreto.
Rhaenyra se quedó pensativa antes de acariciar el cabello de su hijo y besar su frente; en ese momento Dameon cruzó la puerta y se sorprendió al ver a Jace golpeado.
—¿Qué paso?
—Pele con Daeron.
—¿Por qué?
—El beso a Maenyra.
—Muy bien, no dejes que nadie toque a tu hermana. —El esposo de Rhaenyra revolvó el cabello de su hijastro con cariño.
—Mae está en su jardín; creo que la pelea la pudo haber alterado. ¿Puedes buscarla?
—Claro— Ante el pedido de su esposa, el príncipe salió de la habitación en busca de la princesita.
Cuando la noche caía, la cena era silenciosa como ninguna otra. Maenyra estaba aún conmocionada por lo que había pasado por la tarde en el jardín. Daeron y Jacaerys se iluminaban con la mirada al igual que sus madres. Lucerys parecía triste desde que sus primas partieron a Drifmark. Los dos hijos mayores de Alicent habían entrenado gran parte de la tarde por lo que no tenían mucho ánimo de hablar. El único que parecía verdaderamente interesado en hablar era el rey, aunque cualquier pregunta que hiciera a sus hijos, nietos, hermano o esposa era respondida con monosílabos, por lo que al final se rindió.
Por la noche, cuando todo el castillo dormía, en la habitación de Maenyra el príncipe Jacaerys entró silenciosamente.
—Mae— El príncipe sacudió a su melliza lentamente.
—¿Qué pasa, Jace?
—¿Estás enojada conmigo?
—¿Por qué tendría que estarlo?— El entrecejo de la princesa se frunció. —Me defendiste, Daeron.
Jacaerys sonrió y dejó un beso en la mejilla de su hermana antes de darse la vuelta, decidido a volver a su propia habitación, pero la pequeña mano de su hermana lo detuvo; él se giró a mirarla. Las mejillas de Maenyra habían adquirido un tono rojizo que a Jace le pareció encantador.
—Quedate conmigo— Al tiempo que hablaba, la princesa tiró de su hermano hasta la cama.
Jacaerys, incapaz de negarle nada a la joven, se metió debajo de las calidas mantas y se dispuso a dormir.
Por la mañana no se dieron grandes cambios en las rutinas; los más jóvenes atendían sus clases y entrenamientos, la reina rezaba y el rey atendía peticiones. El único cambio notorio fue el hecho de que la única nieta del rey evitaba como a la peste al más joven de sus tíos.
Por la tarde, cuando las clases habían terminado y Daemon decidió que los príncipes habían entrenado suficiente, ese día, la joven hija de la heredera caminaba por los jardines del palacio cuando se encontró con su hermano mellizo.
—Te estaba buscando.
—Bueno, aquí estoy, Jace —la princesa sonrió y a Jacerys le pareció la cosa más bonita del mundo.
El próximo príncipe de Dragonstone tomó la mano de Maenyra y la guió hasta un lago alejado en los jardines del palacio. Cuando la princesa llegó a la especie de claro artifical, se quedó impactada.
—¿Cuando encotraste este lugar?
—Antes de la boda de la tía Hela, quería enseñártelo ayer, pero...
Maenyra asintió y se acercó a su hermano, dejando un beso en su mejilla antes de caminar por todo el lugar; era tan bonito, mucho más que el jardín secreto que su abuelo Corlys había construido para ella en la fortaleza roja. La adolecente se giro y miró a Jacaerys, a quien le regaló una sonrisa de oreja a oreja y como siempre que era el receptor de dichas sonrisas, el joven Velaryon sintió que la tierra bajo sus pies se movía.
Jacarys, haciendo amago de todo el valor que logró reunir, caminó hasta su hermana y se paró frente a ella, la miró a los ojos por largos segundos antes de acercar su rostro al de ella y unir sus frentes. Maenyra llevó sus manos a la cintura de su hermano y las entrelazo tras su espalada, mientras una de las manos de su compañero de vientre estaba en su mejilla y la otra en su cintura.
—Jacaerys...
—Te quiero, Mae.
—También te quiero, Jace— Los ojos violetas de ella chocaron con los verdes de él y en algún momento la distancia entre ellos fue inexplicable. Los labios de ambos se rozaron, y Maenyra cerró los ojos ante el contacto.
Luego de unos segundos después de ese primer roce de labios, Maenyra al fin abrió los ojos y rápidamente encontró los de Jacaerys, quien la miraba con una intensidad que nunca había visto en su hermano.
Sin romper el contacto visual, Jacaerys se inclinó hacia ella, y cuando sus labios nuevamente se rozaron, fue como si el mundo entero se quedara en silencio. El beso fue suave, lleno de una timidez inesperada y de una promesa tácita, como si ambos estuvieran probando el sabor de un futuro desconocido.
Cuando se separaron, él le dedicó una sonrisa apenas perceptible, y ella bajó la mirada, sintiendo cómo su rostro se sonrojaba. Sabían que aquel beso era solo el inicio de algo más profundo, algo que quizás ni ellos mismos entendían del todo, pero que ya había empezado a transformarlos.
Permanecieron abrazados en la misma posición por horas hasta que la ausencia de luz del sol les hizo recordar que seguramente su madre estaría más que preocupada por ellos. Volvieron al palacio tomados de las manos.
Durante la cena el rey dio un anuncio que sorprendió a todos.
—Rhaenys me envió una carta hoy. A ella y Corlys les gustaría tener a Maenyra un tiempo con ellos.
—Padre... —Con un gesto Viserys silenció a su hija.
—Accedi; la princesa Maenyra pasará lo que resta de tu embarazo en Drifmark bajo la custodia de sus abuelos.
—Viserys
—Pinsalo, Daemon, en la celebración de su onomástico se aceptarán propuestas de matrimonio para Maenyra. No queda mucho para que nuestra pequeña deje de ser una niña y se convierta en una mujer; dejemosla disfrutar.
Debajo de la mesa Maenyra se aferro a la mano de Jacaerys mientras Daeron parecía descolocado por la noticia.
Daemon y Rhaenyra no tuvieron otra opción que enviar a su querida niñita a Driftmark al final de la quinta luna del año.
El príncipe Jacaerys lloró toda la noche tras despedir a su hermana.
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Bueno y hasta aquí llego este cap. La rivalidad de Daeron y Jace cada vez más marcada y el momento que personalmente más esperaba escribir el primer beso de Jacaerys y Maenyra.
Gracias por leer, no olviden comentar y votar.
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