Capitulo IX
JACAERYS
"Querida Maenyra,
No sabes la alegría que siento al leer tus palabras. Me llenan el corazón y, por un instante, casi siento que estás aquí conmigo. Aunque Driftmark sea un lugar hermoso, me imagino lo difícil que es estar lejos de todo lo que conoces y amas. Pensar en ti y en todos los momentos que compartimos me mantiene fuerte, como si nuestra conexión fuera un hilo invisible que nos une sin importar la distancia.
Cada recuerdo que guardo de ti —tus risas, nuestros paseos, el sonido de tu voz— me acompaña, y ese beso... también fue especial para mí. Aunque breve, lo llevo conmigo, como si estuvieras aquí, dándome fuerzas para esperar el día en que te vuelva a ver.
Prometo hablar con Luke para que le escriba a Rhaena; sé que la distancia también le pesa a él. Y dile a Baela que me aseguraré de que el tío Mond le envíe una respuesta. Estoy seguro de que no ha sido por falta de cariño. En cuanto a nuestra nueva hermana, espero su llegada con ansias. Sé que será una bendición tener a toda nuestra familia reunida, y aunque ahora estemos separados, esos días de espera valdrán la pena.
Te entiendo, Maenyra. No quiero que el destino, o los deseos de otros, nos separen por decisiones ajenas. Yo también confío en que nuestra madre tomará la mejor decisión para ti, porque ella sabe lo especial que eres y lo mucho que mereces ser feliz.
Mientras tanto, cuidaré de nuestra familia, como siempre, y mantendré nuestro hogar lleno de vida y cariño, esperando el día en que regreses y podamos continuar nuestra historia juntos. Hasta entonces, pensaré en ti cada día y cada noche, como tú en mí.
Con todo mi amor y lealtad,
"Jacaerys"
El príncipe terminó de escribir y corrió en busca del maestre para enviar la carta que había escrito para su melliza. Desde que Maenyra había partido a Driftmark, los días del futuro príncipe de Dragonston habían pasado días aburridos. Estaban a sus hermanos, claro, y a sus tios también, pero ninguno de ellos era Maenyra, ninguno tenía su bonito cabello, no esos ojos violetas que parecían brillar como estrellas, tampoco tenían ese bonito rostro y claramente tampoco tenía ganas de besarlos cada que pensaba en ellos.
Una vez que se aseguró que el cuervo había salido en dirección a Driftmar, el joven príncipe volvió a su habitación. Mientras caminaba evocaba el recuerdo de su princesa, su Maenyra, sus ojos violetas, sus labios rosados, su pequeña y bonita nariz, su cabello que caía como una cascada de rizos tras su espalda cuando la princesa decidía llevar su cabello suelto. Entró a sus aposentos, caminó hasta su cama y se dejó caer con la vista puesta en el techo y siguió pensando en la joven, sobre todo en ese beso, el perfecto beso que deseaba repetir.
Desde ese beso cada que cerraba los ojos imaginaba a Maenyra, imaginaba los suaves labios de la princesa y deseaba repetirlo. Cualquiera a quien le contara sobre lo que había pasado con la hija de la heredera pensaría que todo lo que sentía por ella era causado por el beso que compartieron antes de la partida de Maenyra, pero debía admitir que desde siempre había sentido eso por Maenyra.
Desde que era un niño, Jacaerys se había sentido atraído a Maenyra por una fuerza invisible; nuca le gusto ver a alguien más cerca de ella; al principio supuso que era por el hecho de que Maenyra era su hermana melliza, suya, pero con el paso del tiempo descubrió que ese sentimiento era mucho más profundo. La princesa Maenyra era perfecta, no solo por su belleza, que le había ganado el apodo de "el Ángel Targaryen", sino por quién era ella. Maenyra era amable, dulce, cálida, nuca te hacía sentir excluido y se preocupaba por tus sentimientos.
—Jace
El niño elevó la vista, asustado; no se había dado cuenta de que su madre lo estaba llamando. Rhaenyra sonrió y caminó hasta estar cerca de su hijo. Al llegar a la cama donde el joven que pronto celebraría su onomastico número 15 seguía mirando el techo, tomó asiento y se sentó a su lado.
—¿En qué tanto piensas cariño?
—En Maenyra.
—¿La extrañas?
—Mucho —Jace guardó silencio un momento, ordenando los pensamientos en su cabeza—. Si Maenyra no se quiere casar con Benjicot ni con el príncipe de Dorne, tú... ¿La obligarías a hacerlo?
—Claro que no, tu hermana es libre de escoger a quien quiera que sea su esposo.
Jace sonrió y miró a su madre desde su posición en la cama; sus ojos brillaron por un momento y Rhaenyra simplemente lo supo. Su niño al fin confesaría lo que Laenor había predicho desde el día en que su príncipe había venido al mundo; Jacaerys al fin le diría que estaba enamorado de Maenyra.
—Y... ¿Si yo me quisiera casar con ella?
—Bueno... si ella se quiere casar contigo también yo lo permitiría; a fin de cuentas, tu padre dio su bendición desde el día en que nacieron.
Los ojos del príncipe se llenaron de confusión y se sentó en la cama. Miro a su madre con el entrecejo fruncido. Rhaenyra le sonrió a su primogenito y dejó un suave beso en su frente antes de hablar.
—El día en que nacieron, tu padre afirmó que algún día serían como el viejo rey y la buena reina.
Los ojos de Jace se iluminaron; había crecido escuchando historias sobre Jaehaerys y Alyssane y pensar que él y Maenyra algún día serían así lo llenaba de emoción. Se giró a su madre y dejó un beso en su mejilla.
—¿Puedo contarte algo?—Rhaenyra asintió—. Ella y yo nos besamos.
La hija de Aemma sonrió ante la sonrisa llena de ilusion de su hijo al contarle el momento íntimo que había compartido con su melliza.
—Hablaré con el rey, le diré que quiero presentar a un pretendiente por la mano de Maenyra; estoy segura de que tu abuelo aceptará y se pondrá muy feliz al saber que sus nietos están enamorados; él los quiere mucho.
Jace sonrió, se abrazó a su madre y susuró un suave "gracias" que enterneció el corazón de la princesa de Dragonstone antes de correr al encuentro de sus hermanos y tios para entrenar.
Con el inicio de la sexta luna del año y la quinta del embarazo de Rhaenyra, su vientre se volvía cada vez más abultado; el príncipe canalla rara vez se alejaba de su muy embarazada esposa, al igual que el resto de hijos de la princesa. De los 5 varones a los que la delicia del reino había dado a luz, era Jacaerys quien más cerca estaba de ella, siempre hablando entre susurros a la creciente pancita de su madre. Le contaba de su hermana mayor Maenyra y cuán ansiosa estaba la joven de conocerla. Le contaba que todos estaban ansiosos y que Baela, Rhaena y sobre todo su princesa deseaban que fuera una niña y que él estaba seguro de que sería así.
Rhaenyra amaba ver las dos esmeraldas que Jacaerys tenía por ojos. Se iluminaban cada que hablaba de Maenyra, desde que le contó sobre el beso que habían compartido, y cada que hacía referencia a su hermana melliza lo hacía llamandola "mi princesa".
Mientras Daemon, Rhaenyra y sus hijos disfrutaban de una agradable tarde en el jardín, se les informó que había llegado una carta de su alteza la princesa Maenyra dirigida a su hermano. Al escuchar esto Jacaerys dejó cualquier cosa que se encontrara haciendo y corrió hasta el maestre, quien le entregó la carta. Tan rápido como la tuvo en sus manos corrió a sus aposentos y se hizo a su cama para poder leer las palabras de su amada.
"Querido Jacaerys:
No sabes cuánto significan tus palabras para mí. Leer tu carta ha sido como recibir un cálido abrazo, como si estuvieras aquí, en Driftmark, junto a mí. Sentir que nuestro lazo sigue tan fuerte, a pesar de la distancia, me llena de alegría y me da fuerzas para enfrentar cada día lejos de casa.
Recuerdo cada momento que pasamos juntos, cada sonrisa, cada paseo, y ese beso... ha sido un recuerdo tan vívido en mi mente, una llama que me acompaña y me recuerda todo lo hermoso que compartimos. Saber que también fue especial para ti me hace sentir menos sola.
Me alegra saber que hablarás con Luke y que Baela recibirá noticias. Sé que, como yo, ellos también extrañan nuestras charlas y el confort de nuestra familia. Y la llegada de nuestra nueva hermana... ¡Cuánto deseo estar ahí para recibirla! Será un momento único, y nada me haría más feliz que vivirlo a tu lado y al de todos los que amo.
Confío en que nuestra madre comprenderá lo importante que eres para mí. Nada quisiera más que estar donde pertenecemos, junto a nuestra familia y en nuestro hogar. Es difícil estar lejos, pero me consuela el saber cuándo podremos reencontrarnos y que para ese momento tendremos una nueva hermana.
Tus palabras me hacen soñar con el día en que estemos juntos de nuevo. Debes saber que tus cartas son mi mayor alegría estando aquí; aunque quiero profundamente al abuelo y la abuela y a nuestas primas, te extraño más que a nadie.
Hasta que llegue ese día, mantendré nuestro amor y nuestros recuerdos tan cerca de mi corazón como tú lo haces. Aunque estemos separados, siento que estamos unidos de una forma especial que nada ni nadie podrá romper.
Con todo mi amor y gratitud,
"Maenyra"
Los ojos del primogenito de Rhaenyra se movían por la carta rápidamente, absorbiendo cada una de ellas y deseando estar al lado de su princesa; solo cuatro lunas más le susurraba su mente, pero el tiempo parecía hacerse eterno sin la presencia de su dulce ángel.
Estaba tan perdido en sus pensamientos que no notó la presencia de su madre en su habitación si no hasta que esta se sentó en la cama a su lado.
—¿Tu hermana está bien?
—Sí, dice que me extraña y no puede esperar para volver.
—Tengo una buena noticia... hablé con el rey y él ha aceptado que te presentes como uno de los pretendientes de Maenyra el día en que las propuestas sean presentadas.
—¿De verdad mamá?
—Sí, tendremos que hablar con tus abuelos y traer algunos de los tesoros de Dragonstone; el que sepas que ella te quiera no quita que debas de darle un cortejo digno de una princesa.
—Yo tengo una solución para eso— La voz de Daemons dobló el salto a madre e hijo. Planeaba darlo a Maenyra como regalo de bodas, para que quien se casara con mi hija supiera que nuca sería digno de una princesa de la caza del dragón, pero viendo las circunstancias, el príncipe canalla sacó de su espada una cajita de la más esquisita madre con tallados que recordaban a la conquista y la abrió. En su interior, una hermosa tiara hecha de rubíes se mostraba. —La conseguí en los peldaños, pensé que sería para nuestra hija algún día, así que te entregué la de esperaldas.
Rhaenyra sonrió y se puso de pie para dejar un casto beso en los labios del hermano del rey. Jacaerys hizo un gesto de asco ante la muestra de afecto, causando una risa en sus padres.
—Es hermosa Daemon, ¿qué piesas, Jace? ¿A Mae le gustará?
—Yo creo que sí, además ella se verá hermosa con ella.
—Bueno, le escribiré a Rhaenys y Corlys para contarles la noticia.
Rhaenyra salió del lugar y Daemon le entregó la cajita con la joya dentro a su hijastro.
—Guardala bien, es tu responsabilidad— Luego de sus palabras despeino cariñosamente el cabello del primogenito de Ser Laenor, se dio la vuelta y salió de la habitación.
Jacaerys se quedó largo rato mirando la joya antes de guardarla en un lugar seguro. Su sonrisa no se desvaneció. Maenyra sería su esposa; no había manera en que su abuelo pensara que un príncipe de Dorne o un vasallo de los Tully era un mejor partido para la princesa más bonita del reino.
Los pensamientos del joven príncipe viajaron más y más. Imaginó la vida que tendrían, cuando Rhaenyra fuera la reina, él se llevaría a su ángel a Dragonstone, pasarían mucho tiempo juntos, ella le ayudaría a dirigir la isla y tendrían hijos, hijos a los que él les enseñaría a pescar, justo como Laenor hizo con él y sus hermanos. Maenyra les cantaría las canciones de marineros que su padre solía cantar para ellos. Él y Mae serían muy felices, sí, muy, muy felices juntos.
Lejos de ahí, en los aposentos de la reina Otto y Alicent planeaban y conspiraban.
—Los dioses nos castigaran, hermano y hermana.
—Lo hubiéramos hecho con Aegon y Helaena si no fueras tan estúpida; habríamos casado a esa mocosa caprichosa con algún lord que nos diera alianzas para el reclamo de Aegon como planeamos hacer con Aemond y Daeron, pero dejaste que la hija de Viserys engatusara a tus hijos.
—Estaba enferma.
—No importa ahora, Aegon nunca se sentará en el trono; debemos ver al futuro y ese futuro es Daeron y necesitará una esposa digna y esa será la mocosa que tú nos quitaste.
—Rhanyra se negará.
—Si se niega, dirás la verdad, dirás que es tu hija, dirás que la creiste muerta y no queriendo lastimar a tu amado esposo preferiste pasar ese dolor sola. Dirás que no fue hasta hace poco que descubriste que era tu hija y que tu corazón de madre la ha añorado todos estos años.
Los ojos de Alicent viajaron a su padre, molesta por el pecado que la obligaba a cometer, pero consciente de que era lo mejor para su causa, que solo así comenzarían a limpiar el trono, que solo así la corona sería guiada por los Hightower y así el reino sería guiado por los dioses, ya que solo la casa Hightower se dejaba guiar por eso. Con eso en mente se encaminaba a ver a su esposo; presentaría ella misma a su pretendiente por la mano de la princesa Maenyra.
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Bueno digan que les pareció, el próximo capitulo será totalmente simultaneo a este solo que desde la perspectiva de Daeron, los planes de usurpación ya comienzan.
Gracias por leer, no olviden votar y comentar el capítulo, los quiere Fer.
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