7. Huyó de la escena del crimen para tener una cita
Luana despertó con el corazón desbocado y la certeza de que el monstruo de sus pesadillas estaba en verdad frente a la puerta de entrada. La sensación se quedó con ella durante esos incómodos segundos entre el sueño y la vigilia en que los durmientes dudan de qué lado de la realidad están, y la acompañó incluso cuando se levantó de la cama para asegurarse de que todo estuviera en orden.
La habitación tenía el brillo tenue de un sol recién nacido que apenas empezaba a tener la fuerza para colarse entre las rendijas. Sabiendo que no podría volver a dormir, Luana se asomó al comedor, y casi se le escapó un grito al ver a una larga figura parada en el medio de él, de espaldas a ella. En un segundo se imaginó lo peor. La criatura de la casa maldita, fantasma o lo que fuera había encontrado una forma de entrar, tal vez convirtiéndose en polvo para pasar bajo la puerta o atravesando paredes. ¿Qué tal si venía a vengarse de ellos por haber invadido la mansión abandonada cuando eran niños?
Solo entendió qué pasaba en realidad cuando sus ojos se adaptaron a la oscuridad y sus pensamientos se aclararon lo suficiente para reconocer que aquel era Renzo. Enredada como estaba entre las pesadillas y las sombras, no lo había reconocido.
—¡Me asustaste, idiota! —exclamó Luana. No daba para fingir valentía a esas alturas—. ¿Qué haces ahí como si fueras Slenderman o algo?
Renzo se dio vuelta para mirarla con los ojos enormes y tragó saliva antes de responder, en un susurro:
—Tuve un mal sueño. Sobre que había alguien queriendo entrar.
Las palabras se clavaron en Luana como una estaca que se retorció en su pecho. Por un instante no pudo respirar.
—Yo también —confesó.
La habitación estaba sumida en penumbras. La mirada de los dos fue hacia la puerta de entrada, debajo de la cual se veía un hilo de luz amarillento proveniente del pasillo exterior. No había ninguna sombra que sugiriera que alguien estaba del otro lado, pero la luz solo se encendía cuando detectaba algún tipo de movimiento.
—Podría ser que sí había alguien haciendo ruido y por eso soñamos lo mismo —propuso Renzo, aunque su tono no sonaba demasiado convincente.
—O tuvimos un sueño mágico —respondió Luana en voz baja, y con paso cuidadoso caminó hacia la puerta.
—Eso no tiene sentido, ¿qué estás haciendo?
Luana se acercó a la mirilla para ver hacia afuera, aunque el vidrio gastado no ayudaba.
—No hay nadie. ¿Debería abrir?
—¿Qué? ¡No!
El pedido de Renzo llegó demasiado tarde. Antes de que terminara de decirle que se detuviera, Luana salió, ignorando todas las protestas. El largo pasillo, cuyos extremos se hundían en las sombras, estaba vacío, pero algo en la puerta de entrada hizo que se le helara la sangre.
—Tienes que hablar con tu novio sobre por qué nos pidió que tuviéramos cuidado esta noche —murmuró Luana.
—¿De qué estás hablando? Y no es mi...
—¡Mira esto!
Con reticencia, Renzo salió al pasillo y se paró junto a Luana. Desde allí podía ver lo mismo que ella: la madera de la puerta, intacta hasta el día anterior, tenía huellas de arañazos.
☕☕☕
La cita era en una nueva cafetería a unas cuadras de su edificio. Renzo entró maldiciendo para sus adentros por haber cedido al pedido de Luana de contactar a Dante para preguntarle sobre las advertencias que les había hecho la noche anterior.
Las manos le temblaron mientras lo buscaba entre los pocos clientes presentes esa mañana. El aroma a café recién molido lo calmó un poco. No es como que aquello fuera una cita romántica, después de todo. La decoración del lugar era cálida, llena de rincones misteriosos, algunos escondidos tras cortinas, y de las paredes colgaban todo tipo de amuletos: una herradura, un ojo turco, una trenza de ajo.
Tomó aire.
Luego de recorrer el pequeño laberinto, encontró a Dante tras unas cortinas entreabiertas que simulaban el puesto de un adivino. Sus ojos azules brillaron con la luz de la lámpara que iluminaba el cuarto, que tenía la forma de una bola de cristal. Los lentes de sol descansaban sobre su pelo, perfectamente peinado. Sin ojeras, mirada fresca, ropa planchada.
—Perdón si le hice madrugar —se disculpó Renzo mientras tomaba asiento. Estaba seguro de que él no destilaba el mismo aire distinguido que Dante, a pesar de que tenía puesto el traje con el que iría a trabajar más tarde.
—Para nada —Dante sonrió—. Tengo horarios un poco curiosos.
La actitud calmada de Dante aflojó los nervios de Renzo, que no pudo evitar devolver la sonrisa. El café que llegó poco después, mientras hablaban de los tipos de amuletos que colgaban en las paredes cercanas, hizo que casi olvidara la razón real por la que estaba allí.
—Supongo que se quieren asegurar de que no entre ningún monstruo a este lugar —bromeó Dante—. ¿Será que tuvieron una mala experiencia? Hay amuletos contra todo.
Los ojos de Renzo fueron hacia una trenza de ajo que colgaba a poca distancia. Recordó la extraña visión del día anterior, en la que Dante había probado la sangre de su dedo, y esta llegó acompañada de una vergonzosa oleada de placer que trató de esconder dándole un sorbo a su taza de café. El líquido entró a su cuerpo en un torrente cálido que se extendió desde su garganta a su pecho y más allá, acariciándolo por dentro. La sensación no le ayudó a apartar a Dante de su cabeza. Al contrario.
—Entonces puedo descartar que usted sea un vampiro —murmuró apenas.
Dante miró la trenza de ajo y luego se inclinó hacia Renzo para susurrar, en tono cómplice:
—¿Me veo como uno?
Estaba muy cerca de él, tanto que el aroma a café quedó desplazado por su perfume, compuesto por notas que no podía identificar. No era uno que se pudiera comprar en un comercio cualquiera, venía de algún país lejano. Tal vez fuera hecho a medida por un viejo perfumista de una pequeña tienda escondida en la parte antigua de una ciudad perdida. Olía a la frescura de un jardín nocturno donde acababa de caer una llovizna.
Renzo se imaginó a sí mismo siguiendo el rastro de la fragancia hasta encontrar ese lugar secreto. Se imaginó allí a Dante, iluminado apenas por la luna, a la espera de su llegada.
Sacudió la cabeza para despejarse.
—Claro que no —balbuceó Renzo, y puso la taza de vuelta sobre la mesa—. ¿Usted cree que los amuletos sirven?
Con expresión pensativa, Dante se echó hacia atrás y dio un vistazo a su alrededor.
—Depende, personalmente encuentro fascinante cómo cada cultura tiene distintos amuletos. Lo que sirve en una no sirve en otra. Tal vez debería hacer una exhibición de los que he coleccionado en viajes. Pienso que las intenciones también importan, la mente puede ser muy poderosa, ¿no lo cree?
Más que nunca, Renzo sabía que era así. Bajó la vista hacia la taza y en lugar del café de antes vio un líquido rojo y espeso. La imagen se fue en apenas un parpadeo.
—Creo que estamos necesitando algún amuleto en mi casa. ¿Tiene alguna recomendación?
La sonrisa de Dante se endureció hasta dejar solo un pequeño rastro detrás.
—Es verdad, Rosa me dijo sobre lo que pasó anoche...
—Sí. Mi hermana ya está a punto de empezar a creer en las teorías de conspiración de la periodista sobre monstruos sueltos asesinos.
—Ya veo.
En lugar de reír, Dante asintió. Renzo palpó la taza para refugiarse en su calidez y se le puso la piel de gallina cuando la encontró fría.
—Usted dijo que deberíamos tener cuidado. ¿A qué se refería?
Al responder, Dante bajó tanto la voz que Renzo tuvo que acercarse a él para escuchar lo que decía:
—Es complicado. Pero si me acompaña a un lugar más privado, tal vez pueda darle algo para ayudarlo a protegerse.
Continuará.
Siguiente: próximo sábado.
¡Hola! Gracias por el apoyo con las lecturas, comentarios, votos y recomendaciones ❤️¿Qué será que se viene? 👀👀
1. ¿Tenés algún amuleto? A mí me encantan las piedras.
Ya lo he mencionado en otros libros, pero amo las cafeterías temáticas (aunque no he podido ir a muchas). Imaginen si la cafetería de este capítulo fuera de los chicos de Juego de fantasmas 👀 Me encantaría ir a una esotérica.
De este estilo imagino la lámpara que menciono:
2. ¿Alguien sabe de perfumes o tiene un favorito? Yo no uso, pero conozco alguien que sí, así que le ando preguntando cuando necesito saber de ese tema. Así me enteré de que hay lugares donde la gente puede consultar con un perfumista y hacer su propio perfume.
Cumple de la semana: ¡zxt_herrera, feliz cumple y gracias por leer! Si alguien cumple en estos días y quiere un saludo la próxima semana, me puede avisar ❤️
Luego andaré respondiendo comentarios aquí y en otros libros. ¡Abrazos!
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