Solsticio de Invierno
—¡Hey, tú! —exclamó Gonzalo, colocando una mano en el hombro de Ackley, sin poder evitar que el chico saltara asustado—. ¿Qué haces aquí escondido?
En cuanto terminó de formular su pregunta observó la escena que se desarrollaba frente a ellos: Amina y Aidan se besaban para continuar con su baile. Gonzalo sonrió, sin retirar su mano del hombro de Ackley.
—¡Me alegra de que hayan encontrado su momento para ser felices!
—¿Lo sabías?
—Todos los Primogénitos lo saben, por consiguiente, mi hermano y yo estamos plenamente informados. Además, ¿no sabes que espiar a las personas es de mala educación?
—¿Ah? ¿Eh? Solo quería despedirme. Es hora de que vuelva a mi época.
Gonzalo no solo sintió la tristeza en la voz de Ackley, sino que también pudo contemplarla en su rostro. Era imposible negar que el chico no sintiese alguna atracción hacia Maia, y la escena que estaba observando le era mortalmente dolorosa, pero el corazón de Amina estaba con Aidan, y Aidan era el presente de su prima.
—Él la ama con la dignidad de un corazón noble y sincero.
—Lo sé... No creas que solo ustedes han sido testigos de los sentimientos de este joven. —Le miró con una sonrisa—. Debo volver y dejar las cosas como estaban antes de que llegara.
—¿Quieres decir que Amina volverá a la oscuridad?
—No creo que nuestra amada dama viva en un mundo de oscuridad. Es amada, señor Gonzalo, y eso solo significa una cosa: que su vida está llena de muchísimo más color que la de todos nosotros.
Gonzalo asintió, dando un paso a la claridad, en donde podía ser visto por Aidan y Maia.
—¡Así que aquí están!
—¿Nos estaban buscando? —preguntó Aidan un tanto nervioso por los problemas que le pudiera ocasionar a Maia.
—No, la verdad es que muchos han abandonado el salón por la piscina que está del otro lado del edificio, aunque no nos dejan acercarnos por la ceremonia final y toda esa tontería.
—¡Nos has asustado! —le confesó Maia llevándose la mano al corazón.
—Tranquila. La verdad es que dudo que los de adentro se hayan dado cuenta de que no están por ningún lado. Pero no los interrumpí por complejo de lamparita —confesó al vera Aidan seguir aferrado a la cintura de su prima, mientras está continuaba unida a él con su brazo derecho—. Hay alguien que necesita despedirse de ustedes.
Detrás de Gonzalo, apareció Ackley, con su hermosa sonrisa. Automáticamente, Aidan y Maia se soltaron, sabían que el Primogénito de Ignis Fatuus no les entregaría, pero de alguna manera tenía ante ellos una autoridad que respetaban mucho más que a su Prima.
—¡Ackley! —le saludó Maia.
—¡Señorita Amina de Ignis Fatuus! —Hizo un reverencia—. ¡Señor Aidan de Ardere! —Repitió el gesto, que fue respondido por ambos jóvenes. Le tendió la mano a Maia, y ella la tomó, no sin antes observar a Aidan quien con una suave sonrisa le dejó marcharse—. ¿Podrías concederme unos minutos?
Maia asintió, entretanto Gonzalo se alejaba con Aidan, asegurándole que por su bien era mejor no espiar. Ackley apartó un poco a la chica.
—Mi vida comenzó desde el momento en que decidí entrar en la burbuja de poder. Siento mucho no poder dejarte el regalo de la visión, pero espero que entiendas que es necesario que recuperes tu Donum a plenitud.
—Lo sé , Ackley, y te estoy muy agradecida por este momento. Me has hecho muy feliz. ¡No sabes cuánto me gustaría que estuvieras en esta época con nosotros!
—Sabes que es imposible —respondió compungido, volviendo involuntariamente su rostro hacia Aidan—. Además, de mi vida en el pasado depende tu existencia.
—Gracias por darme estos momentos.
—No debes agradecerme nada, soy yo quién se va lleno de agradecimiento contigo. —Ambos sonrieron—. Señorita Amina, ¿puedo besarla?
Amina asintió, permitiendo que los labios de Ackley se posaran sobre los suyos. Esa noche, ella había sido la Cenicienta, aunque no había recibido ni las zapatillas, ni el vestido, ni el peinado, ni el carruaje de una hada madrina, sino uno de los sentidos externos que no poseía.
Extrañaría el rostro de sus amigos, aun cuando ahora les llevaba grabados en su memoria, muy especialmente el de Aidan.
Se separaron, tomados de la mano, para luego hacer una reverencia. No había nada más que decir entre ellos. Amina no pudo contenerse y le abrazó. Sentía mucho el futuro que a Ackley le espera, pero había comprendido como todos lo demás que de su historia dependía su vida. Gonzalo y Aidan se reunieron con ellos.
—Pensé que mi prima quedaría ciega automáticamente —se extrañó.
—No, el Donum no se regenerará tan rápidamente esta vez, pero lo hará paulatinamente. —Miró a Maia, quien en ese momento observaba a Aidan, y este a ella—. ¿Puedo intercambiar algunas palabras contigo? —le pidió a Aidan, quien no se negó a seguirle.
—Sabes bien que lo que estás haciendo es muy peligroso.
—Tendré cuidado. Puedes confiar en que la protegeré.
—Siento celos de ti. Tendrás que hacerla muy feliz, señor Aidan, de lo contrario vendré a darte una paliza.
Aidan sonrió, tendiéndole la mano.
—Sé que tendrás una historia de amor aún más genial que la mía, señor Ackley —le aseguró—. Alguien me dijo una vez que eras la realeza de la Fraternitatem.
—Y esa persona no te mintió, pues lo soy.
—De eso no tenemos la menor duda. —Ambos sonrieron cálidamente, era la sonrisa de la despedida—. Gracias por darme asilo en tu Aldea, nunca voy a olvidar ninguno de los gestos que tuviste para con nosotros, no sabes cuánto deseo retribuirte ese gesto.
—Me siento agradecido porque tengo tu palabra de que le cuidarás. Ese será una retribución suficiente para mí.
—También mándale mis cariños a la sra. Ethel. Su comida es la mejor de aquella y esta época.
—¡Je, je!, no podré darle el mensaje completo, pero sí le haré llegar tus palabras.
Aidan también le abrazó. Ackley se sintió un tanto incómodo con aquella expresión de fraternidad, pero pronto le respondió. Gonzalo y Amina se reunieron con ellos, una vez más el adiós se hizo presente. Ackley hizo su última reverencia, caminando luego, hacia los árboles en donde desapareció.
—Bien, creo que ustedes dos también deben retornar a su vida ordinaria, antes de que comiencen a sospechar.
—Amina —dijo Aidan tomándole las manos.
—Aodh.
Con una dulce mirada se besaron por última vez.
Aidan esperó a que Gonzalo se llevara a Amina hacia la fachada frontal del salón. Una vez lejos del alcance de su vista, retornó a las escaleras por donde había descendido del salón, con el corazón rebosante de nuevas esperanzas.
Faltaba media hora para la ceremonia de la noche, los jóvenes Primogénitos estaban reunidos en la pista, las luces LED les bañaba. En un círculo en donde los guardianes de Ignis Fatuus, Lorena, David y Zulimar eran bienvenidos, bailaron todos con todos.
Fue inevitable que el círculo creciera, así como el cambio de parejas dentro del mismo, la nueva generación de la Fraternitatem se sentía atraída hacia sus líderes, mezclados entre el brillo carmesí de los Sellos del Populo; para ellos no existía una historia de rivalidad, pues en su realidad nunca había existido.
Habían pasado por el anonimato durante tantos siglos que el hecho de tener nueva vida, y vida a la luz, les hacía perdonar el bagaje del resentimiento entre los Clanes que al parecer seguían albergando los más adultos.
El reloj del salón les indicó que era momento de salir. Los seis Clanes se reunieron alrededor de la piscina, con los Primogénitos a la cabeza de cada grupo. Dentro de la piscina, hermosos lirios acuáticos se abrían espacio entre las suaves luces que iluminaban el interior.
Frente a Amina estaba Aidan, con su sonrisa amplia, al lado de este se encontraba Saskia e Ibrahim, y al lado de ella, Dominick e Itzel. Los seis se vieron, extendiendo sus manos al frente sobre la superficie de agua. De sus palmas fluyó una burbuja de color pastel, traslúcida, a través de la cual se podía observar el Sello de cada Clan recobrar vida, mientras las burbujas ascendían, perdiéndose en el firmamento.
Por primera vez, desde hace cuatro siglos, los Sellos de los Clanes iluminaron el cielo de la tierra, revelándose ante el mundo, no en la Coetum como era el deber ser, pero sí en la calidez de un Solsticio de Invierno en un país tropical.
La mirada de Amina se encontraba fascinada con los colores de los Sellos sobre ellos, de las múltiples lámparas de luz que fueron soltadas y de los fuegos artificiales que hacían refulgir los Sellos de Aurum, Sidus, Astrum, Lumen, Ardere e Ignis Fatuus...
...Mientras sus ojos se iban apagando.
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