Sin Explicación
El lunes Itzel y Saskia volvieron al colegio. Maia corrió a abrazarlas a pesar de que no podía acercarse a ellas. Aidan estaba llegando justo cuando las chicas se reencontraban.
Muy cerca de ellas se encontraba Ignacio, tenía las manos dentro de los bolsillos de su pantalón, su postura era relajada, mas Aidan la interpretó como la certeza de que había logrado su propósito.
El joven le miró, dándole una amigable sonrisa, pero Aidan no le respondió, simplemente espero que Amina se alejara de las chicas para saludarlas.
—¡Aidan! —dijo Itzel arrojándose en su brazos—. Pensé que no te volvería a ver. Tenemos tiempo que no nos encontramos.
—He estado con la mente en otras cosas. Creo que no estoy durmiendo bien.
—Tú que no has podido dormir y yo que he estuve sedada.
—Lo sé. Lo siento. Intenté visitarte pero papá me dijo que tu situación era muy crítica.
—Ni que lo digas. Mi casa aún está vigilada. Lo único que agradezco es que mi mamá es lo suficientemente prudente como para reconocer que Astrum no tuvo la culpa y evitar una querella con ellos, pues los otros tres Primados querían presentar una denuncia formal ante la Coetum. —Le tomó por el brazo, caminando con él hacia la biblioteca.
Transitaron por los pasillos sin decirse palabra alguna. Una vez dentro de uno de los salones individuales, Itzel se sentó frente a Aidan, un poco más tranquila.
—¿No piensas entrar a clases? Casi has perdido una semana.
—En estos momentos lo menos que me importan son las clases. El tiempo a solas me ha ayudado a pensar.
—¿En qué? Sabes que si algún chivo expiatorio nos ve conversando tendremos grandes problemas.
—Entonces usa tu Donum, Ardere, pues no pienso moverme de aquí hasta que hable contigo. ¿Qué es lo que te han hecho para que te escondas como un cobarde?
—Solo trato de prevenir. —Bajó el rostro. Cualquier argumento que utilizara Itzel lo iba a refutar, necesitaba una aliada, no podía seguir alejando a sus amigos—. Algo no está bien. Siento que algo no encaja.
—Tengo la misma sensación, Aidan. He pensado en una hipótesis que podría explicar por qué estamos viajando hacia el pasado. Del porqué solo somos nosotros.
—Te escucho.
—¿Recuerdas la vez en que Ackley e Ian nos hablaron de la Batalla de la Cor?
—¿Sí? —no entendía muy bien cuál era el punto.
—Ackley no nos contó toda la verdad.
—¿Qué quieres decir?
—Él solo nos relato la parte en que Monica y el Primogénito de Lumen se enfrentaron al Imperator, pero nunca nos dijo cuál había sido el motivo ni las consecuencias de aquella larga guerra.
—Bueno hizo el comentario de que era para controlar las tierras salvajes de Italia.
—¡Seee! Las tierras salvajes —se burló—. Los Primogénitos no fueron a enfrentarse al Imperator por ningún pedazo de tierra, ellos fueron a buscar algo más preciado. Una gema.
—¿Una gema?
—Sí, una gema que tiene poder sobre el tiempo. —Aidan le miró extrañado—. Hace unos días atrás Ignacio nos habló de una supuesta piedra que tenía el poder de detener el tiempo. Esa piedra existía, se llamaba Cor Luna.
—Nunca he escuchado hablar de ella. Te aseguró que no sé nada sobre esa piedra. Tampoco entiendo como tus argumentos explican nuestros viajes en el tiempo.
—Verás, la piedra fue ganada por Monica, que era una Ignis Fatuus. Ella se la dio a su hija, pues cómo sabes murió enfrentando al Imperator.
—¿Tuvo una hija? ¡Vaya que esa gente tenía tiempo para todo!
—Sí, ahora que lo pienso estaba bien loca para pelear embarazada. Bueno, en fin, el hecho es que esa niña no terminó en el Clan de su madre sino en el de su padre.
—¿Cómo que en el Clan de su padre? —asombrado Aidan se acomodó en su puesto.
—Monica tuvo relaciones con un miembro de mi Clan.
—¿Y no la quemaron viva? —se asombró.
—No. No pudieron quemarla porque nunca volvió con los suyos, además no estuvo con el Primogénito. Al parecer el tipo era hijo de un miembro del Primado, por lo que ocultaron a la niña que llevaba los dos Sellos. La niña entregó la piedra a Lumen, y estos esperaron a ver qué pasaba con sus marcas. Resultó que el Sello de Ignis Fatuus prevaleció por lo que tuvieron que sacarla del Clan. Nadie supo su paradero.
—Me imagino que pudo crecer o de lo contrario, Ignis Fatuus no hubiera tenido descendencia.
—Sí, lo hizo. Se casó y tuvo hijos, descendientes de Monica.
—¿La niña tenía poderes?
—No, por lo menos nadie notó nada raro en ella. Creo que de cierta forma ese fue el motivo por el cual la dejaron vivir. Pero a lo que iba, laCor Luna permaneció en Lumen hasta el siglo XVII cuando Ackley y George se la cedieron a Ardere. Evengeline la tuvo con ella hasta el día que falleció.
—¿Es una piedra azul?
—Sí, es de una azul grisáceo, muy similar a la luna.
—La verdad es que no me fije si la llevaba puesta cuando la vi.
—¿No la detallaste?
—Mi encuentro con Evengeline no fue muy agradable —declaró—. Prácticamente me corrió de su casa, y luego vino con una charla extraña, para volverme a correr. —Soltó una carcajada.
—Lamento mucho que te haya echado de su Aldea. Si de algo te sirve, George de broma me miró. Si no hubiera sido por su hermano no hubiese sabido nada de la Cor Luna.
—¿Y qué tiene que ver esa piedra con nosotros?
—Somos los descendientes de los últimos Clanes que la tuvieron. De una u otra forma, nos ha marcado, a ti porque tu don de Neutrinidad te permite viajar a velocidades inimaginables, y a mí porque mi Clan tuvo el don de detener el tiempo en sus manos. Más allá del poder que puede tener una insignificante roca.
—Espera —le interrumpió—. ¿Y sí la roca es un catalizador? A lo mejor tenía una sustancia, o de ella se podía extraer una sustancia con la cual... Estoy inventando.
—No tanto. La roca surgió del poder del primer Lumen, no es una roca que se consigue en la tierra... Es creación humana. De cierta forma, ese don siempre nos ha pertenecido quizá parte de ese poder estaba encerrado en la piedra y ese era el motivo por el cual los non desiderabilias la querían para ellos.
—Como si fuera sangre o algo así
—Algo así. No lo sé... Probablemente nunca sepamos cuál es el origen de esa roca.
—No, pero sí podemos descubrir el motivo por el cual tenemos que retornar al pasado. ¿Será que la Cor Luna están en peligro?
—¡Ni idea! En tal caso debemos estar preparados. ¿Estarías dispuesto a revelar tus dones?
—Si eso va a evitar que la Fraternitatem desaparezca, puedes contar que usaré mi Donum.
Dominick había llegado al colegio como todos los días, con la salvedad de que no solo estaba estrenando ropa nueva, sino también útiles escolares. En un día Aurum fue capaz de suministrarle lo indispensable para ponerle al día, incluso ayudarle a pasar todos los apuntes.
Le habían alojado en una casa de tres plantas, una especie de residencia, donde toda la última planta estaba a su total disposición, incluso tenía personas a su servicio, situación que le incomodaba. Había pasado de ser una persona ordinaria a tener un trato de príncipe.
Desde su llegada había procurado no relacionarse tanto con los habitantes de la residencia, así evitaría tratos especiales. Su habitación era tres veces más grande que la anterior, tenía un closet del tamaño de su cuarto con ropa que no era muy de su gusto. Consiguió allí una sección con ropa negra, muy parecida a la usada por los Ignis Fatuus.
Su cama pasó de ser individual a matrimonial, un televisor pantalla plana, escritorio, mesa para comer en la habitación, dos amplias ventanas francesas, una de ellas daba a un balcón desde donde se podía contemplar los extravagantes jardines de Aurum.
Las paredes tenían matices claros, lo que hacía que la habitación necesitara poca iluminación artificial, una biblioteca personal, PC de mesa y lo que más amaba de su nuevo cuarto: retratos de su madre, de su bisabuela y su abuelo, todos descendientes directos de Louis. Ese detalle lo agradecía con todo el alma, Helena era una mujer hermosa, su rostro expresaba una dulzura que no podía olvidar. ¡Cómo la extrañaba!
Volver a ver sus fotos le motivó a no arrepentirse de su decisión, por más que extrañaba a su abuela.
Montó en el auto de Samuel, esta vez conducido por otra persona, se recostó con tranquilidad al sentir el sello del chofer, y este le llevó a su nuevo hogar.
Bajó del auto, en la amplia entrada de la residencia. Samuel salió a recibirle vestido de negro. Dominick le sonrió.
—¿Cómo te ha ido?
—Bien.
—¿Quieres ir a practicar un poco? —le preguntó.
—Me parece buena idea, tengo mucha energía guardada.
Samuel sonrió. Dominick subió rápido siguiendo las indicaciones del miembro del Prima que se estaba convirtiendo en un amigo, tomó un polo que le quedaba ajustado en sus bíceps y bajó para encontrarse con su compañero.
Una explosión en las afueras hizo que el Primogénito de Aurum se tambaleara, cayendo al suelo. Su nueva casa estaba siendo atacada. Se acordó de Maia, centro su angustia y la adrenalina que incrementaba los latidos de su corazón en su Sello. Necesitaba ayuda de la Fraternitatem.
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