Noticias Funestas
La noticia del ataque a los Aurum se regó por toda la Fraternitamen. Los Clanes comenzaron a temer por su seguridad, pero quienes más montaron en cólera fue el Prima de Ignis Fatuus, pues Maia y sus guardianes habían roto todo pacto de obediencia y habían decidido apoyar a uno de sus más acérrimos enemigos.
La indignación de estos llegó a tanto que se convocó de emergencia a una reunión, donde se decidió citar a los tres miembros principales de los Ignis Fatuus. Tenían que comparecer frente a todos los Primas. Arrieta necesitaba arrebatarle el poder a cada uno de ellos.
Israel se dirigió al hospital con su esposa, su hermano y su cuñada, el doctor Montero le había llamado para comunicarle que acaban de ingresar a Amina junto a varios miembros de Aurum, incluso en el grupo habían algunos fallecidos.
No tardaron en darle respuesta a la llamada del médico de la familia, aun cuando la joven no se encontraba en peligro. Sabían muy bien que los non desiderabilias acostumbraban impregnar en sus armas venenos, para que las heridas causaran la muerte. Procedieron a examinarla, realizando exámenes toxicológicos, que arrojaron resultados negativos para venenos.
El Populo de Aurum concurrido masivamente al hospital, dándole aliento a sus jóvenes guerreros. Las salas superiores se abarrotaron de visitantes, entre ellos se encontraba Dominick, quien esperaba sentado al lado de Gonzalo, noticias sobre Samuel.
Aidan salió del instituto preocupado por la ausencia de Ignacio y de Maia, ninguno de los dos habían asistido a clases. En la salida se encontró con Susana y una mujer miembro de Astrum que no conocía, Sara Monzón. Le dedicó una amable sonrisa a Susana, para continuar camino a su casa, cuando la madre de Itzel le tomó por el brazo.
—¿Cómo ha estado su día?
—Tranquilo —le respondió, haciendo una mueca con sus labios para demostrarle que por tranquilo quería decir absolutamente aburrido.
—¿Vas a casa?
—Sí.
—Ten cuidado por el camino.
—Lo tendré. ¡Gracias!
En cuanto bajó los escalones, el auto de su padre se estacionó bruscamente frente al colegio. Andrés salió presuroso del auto, abrazando a su hijo. Este no le respondió, pues se había quedado en una sola pieza; no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo. Detrás de él, aparecieron Itzel, Saskia y Dafne.
—¿Ocurre algo? —preguntó Itzel deteniéndose para bajar las escaleras; era muy extraño que tantas personas esperaran a por ellos, y más aún que el padre de Aidan estuviera allí.
—Aurum ha sido atacado —respondió Susana—. El Primogénito estaba con ellos. Al parecer hay varios muertos.
Si hasta ese momento todos se habían mantenido calmados, la preocupación se les vino encima. Necesitaban saber cómo estaba Dominick. Aidan sacó su teléfono para marcarle, pero el joven no respondía. Itzel se llevó las manos a los labios y Saskia corrió a abrazar a Susana. Ellas sabían muy bien lo que eran capaces de hacer los Harusdra.
—Tengo noticias de que él está bien —les comunicó Sara, después de revisar su teléfono—. Quienes están gravemente heridos son dos miembros del Prima. Ignis Fatuus acaba de mandar un mensaje convocándonos a un Concilium para tratar la participación de la Primogénita de su Clan en estos eventos.
—¿De qué está hablando? —le exigió saber Aidan.
—¡Qué raro! ¡La niña siempre está metida en esos rollos! —exclamó Dafne, abrazada a su padre—. Donde ella está siempre hay un muerto.
—Al parecer la joven decidió aparecer en la residencia de los Aurum —comentó Andrés—. El hecho es que necesitan aclarar qué fue lo que pasó, y tomar una decisión con respecto a las sanciones que se le aplicaran a la Primogénita de Ignis Fatuus por violar el decreto de la Coetum.
—¿Dónde está? —le preguntó Aidan.
—Todos están en el hospital.
—Papá, por favor, llévame —le rogó.
Andrés titubeó, pero al ver el rostro de preocupación de su hijo decidió llevar a Dafne para luego dirigirse al hospital.
Sara y Saskia se había retiraron a su residencia, donde procurarían no salir al menos de que fuera necesario, mientras que Susana e Itzel fueron al hospital: Aurum y sobre todo Dominick, necesitaban de su apoyo.
Amina bajó de la camilla en cuanto le terminaron de hacer la cura. El médico le recomendó una pomada que le ayudaría a cicatrizar, aunque ella no se encontraba preocupada por la marca que la herida le dejaría, eran como medallas de guerras que quedaban impresas de por vida en su piel.
Afuera de la habitación había un alboroto, cuando la enfermera se acercó con ella a la puerta escuchó los gritos del señor Arrieta quien exigía verla. La joven salió sin titubear, no se detendría a hablar con él.
Lo primero que sintió al poner un pie en el pasillo fue el abrazo de su madre y de su padre, mientras su tío y el doctor Montero le exigían un poco de cordura al señor Arrieta. Este se sonrojó de la rabia al verla, necesitaba reclamarle frente a los miembros de Aurum, Ardere y Lumen que su palabra debía cumplirse, ella le debía obediencia.
—¿Qué es lo que te propones muchachita? ¿Acaso no sabes la magnitud de lo que acabas de hacer?
—No sé a qué vienen sus reclamos —le contestó, tomada del brazo de su padre y de la mano de su madre.
Supo que sus primos, Dominick, e incluso Itzel y Aidan se encontraban en el mismo pasillo.
—Le dije a tu guardián —señaló a Gonzalo, como si Maia le pudiera ver— que tenían terminantemente prohibido ayudar a otro Clan, ¡y terminaste uniéndote a ellos!
—Si tiene algo que reclamarme o preguntarme, hágalo en la Coetum y espere su turno.
—¡Me debes obediencia!
—¡No soy una monja y menos he hecho votos con usted! —Cerró los ojos para serenarse—. Mire, señor Arrieta, si usted lamenta que los non desiderabilias no hayan podido acabar con Aurum por mi culpa. —Andrés puso la mano sobre el hombro de su hijo, quien miraba atónito a la chica: estaba irreconocible—. Lo siento, me disculpo por ellos. Pero hice lo que se supone que cualquier miembro de la Fraternitatem Solem debe hacer por el otro, o ¿es que Fraternitatem no significa Hermandad? —No se detuvo a esperar respuesta—. ¡Papá quiero ir a casa!
—¡Vamos, pequeña!
Israel tomó su mano y la sacó del hospital. La función del señor Arrieta había terminado.
El martes volvió a ser un día atípico en el colegio. Andrés no había querido tomar acciones tan severas con Aidan, por lo que, haciendo caso omiso de los reclamos de Elizabeth, le dio permiso para visitar a Ibrahim después de la escuela, incluso de andar en completa libertad por las calles de Costa Azul. Pero Itzel y Saskia no corrieron con la misma suerte. Sus Clanes les habían fijado un transporte con guardespaldas incluidos.
La visita de Aidan a Ibrahim duró pocos minutos, el joven le pidió que fuera a la casa de los Santamaría y preguntara por cada uno de ellos. Por su propio bien, Aidan le fue obediente, se dirigió a la casa de los Santamaría.
Del hogar salían Ignacio y Maia. La chica llevaba una mano en el hombro del joven, y la otra en el bastón, le costaba un poco pisar bien. Iba con un largo vestido casual en azul rey con el borde inferior de un naranja muy fuerte. Ignacio llevaba en su mano un libro viejo que Aidan reconoció como el Diario de Ackley.
Cuando estuvo cerca de ellos, Iñaki le miró, sonriéndole. Gesto que Aidan devolvió. No quiso acercarse, sabía que no Maia no le daría una bienvenido, así que, desde el otro lado de la calle, caminó paralelamente a ellos. Le asombró que Ignacio no hiciera ninguna expresión de repudio ante su presencia, sino que por el contrario se mantuvo sereno.
Se dirigieron a la playa. Ignacio sentó a Maia lo más cerca que pudo del mar, la joven se quitó las sandalias para sentir cómo sus dedos se mojaban en el agua, se recogió el vestido para que no se le estropeara, pisándolo con sus piernas.
Ignacio caminó hasta Aidan, intentando disimular para que su prima no se diera cuenta de que algo estaba pasando a su alrededor.
—Gracias por acompañarnos.
—Quería saber cómo estaba.
—No le pasó nada, solo fue un rasguño en comparación a lo mal que salió Aurum —contestó sinceramente—. ¿Sabes que ella no te quiere cerca?
—Lo sé. Finalmente pude cumplir con la promesa que te hice.
—Sí. —Sonrió pesaroso, negando con la cabeza—. Lo extraño de todo esto es que jamás me imaginé que terminar contigo iba a ser sinónimo de esto.
—¿De qué?
—Se ha tomado en serio lo de acabar con los non desiderabilias. En casa están pensando seriamente si deberían dejarla o no en el colegio.
—¿Qué tiene que ver el colegio con los ataques?
—Si Amina logra ocupar su curul en la Coetum no volverá a la escuela.
—¿Eso es lo que busca? Pensé que de cierta forma sentirías alivio porque estaba lejos de ella— le respondió herido.
—Lo estoy, no me malentiendas. Pero eso no elimina el hecho de que yo para ella soy solo un guardián y que mi deber es obedecerle y cuidarla.
—¡Iñaki! ¿Estás allí?
—¡Sí! Ya voy. Tengo arena en los zapatos y es incómodo.
—Apresurate o papá vendrá a buscarnos.
—¡Bien! —le respondió—. Si quieres puedes quedarte —le dijo a Aidan—. Se supone que no debes enterarte de lo que está escrito en este diario pero ya lo has leído, así que...
Aidan sonrió. Tuvo ganas de marcharse, pero quedarse era un aval de que Ignacio no se acercaría a ella. No le había creído la parte en que Maia solo le veía como un guardián y nunca le aceptaría, pues él se había fijado en otro detalle que quizá Ignacio ignoraba o le ocultaba.
—¡Oye! Aquí hay dos fechas del 21 de diciembre —le dijo a Maia.
—¿Dos fechas?
—Sí. ¿Las leíste ambas?
—Es imposible. A ver, lee la primera.
—La algarabía de la calle llega hasta mis oídos. ¡No te imaginas la enorme sonrisa con la que me he despertado!
—Ya la leímos. ¿Cuál se supone que es la otra?
—Te amé más que nada en el mundo, hermosura indescriptible.
—¿En serio? —le interrumpió, volviéndose hacia él—. No recuerdo haber escuchado esa.
—Entonces, leeremos esa —le dijo, observando a Aidan tomar asiento a un metro de Maia—. Diciembre 21: Te amé más que nada en el mundo, hermosura indescriptible. ¡Eras la rosa más radiante de todo el lugar! Mi alma sintió el sublime toque de tu mirada. ¡Oh amor, amor, amor que me arrancas del mundo! ¡Belleza celestial que llevas en tus brazos y no me sueltas!
»Era todo tuyo y pude llegar a jurar que fuiste toda mía, pero le vi contemplarte, absorto en tus gestos y en tu angelical movimiento... y comprendí que si mi amor por ti es tan grande como para no poder respirar, jamás podría sobrevivir con el amor que él lleva encerrado en su pecho.
»En sus ojos hay una mezcla de tristeza y felicidad. Él te ama mucho más de lo que yo te amo, y mi amor es muchísimo más de lo que puedes imaginar. Podría odiarle por amarte como lo hace, y sin embargo solo puedo sentir compasión y misericordia por él. ¿Cómo hace para vivir viéndote y no tenerte? Su dolor desgarró mi corazón, pero su amor por ti me demostró que soy un pobre hombre insignificante, mendigando las migas de tu sonrisa que solo a él han de pertenecer, pues mi amor es mediocre comparado con la magnanimidad de sus sentimientos.
»¿Cuánto ha tenido que soportar? ¿Cuánto ha tenido que sufrir? Y todo por estar a tu lado. Él es capaz de renunciar a ti sólo para verte sonreír... y no hay nadie más digno que él para ganar tu amor.
Cada palabra se grabó el corazón de Aidan, eran para él más que palabras de Ackley, era el lenguaje de su propio corazón, temeroso de perderla, desconociendo que Amina estaba sufriendo a su lado pues sabía que él terminaría en los brazos de Natalia.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top