Festival de Navidad
El viernes había llegado. Era el día del Festival de Navidad. Esta vez, Maia entraría al escenario acompañada de Ignacio, quien llevaba su vestido para la presentación. Debían pasar por el auditorio para confirmar su presencia, así su acto sería tomado en cuenta.
Natalia y Aidan se habían adelantado. Ambos se encontraban firmando el formulario cuando Ignacio se detuvo. Aidan sonrió al verles. Su sonrisa era más triste de lo común, era imposible negar el dolor que sentía.
Tanto Ignacio como los otros se habían dado cuenta cómo les hacia daño la lejanía entre ellos dos. Era lamentable ver a Aidan cada día más decaído, intentando mantener su naturalidad, sin embargo, ya nada le quedaba.
Aun cuando él mismo le había pedido que se alejara de Amina, por el bien de Ignis Fatuus, y de agradecerle el gesto por escucharlo, no podía evitar sentir compasión por él. Sus ojos mostraban un continuo sufrimiento, era un ser abatido por sus propios sentimientos, herido de amor. Pero lo que observaba en Aidan no lo podía contemplar en su prima. Esta se había revestido en una coraza impenetrable, caminaba más erguida, sonreía con menos dulzura, era implacable en sus decisiones, probablemente había transformado su dolor en ira o había decidido refugiarse en esta para no llorar, para no desplomarse.
Luego del registro se dirigieron al Auditorio. Las luces fueron apagadas, enfocando toda la atención de los espectadores en el escenario. Aprovechando la oscuridad, los Primogénitos rompieron la orden de la Fraternitatem. Ibrahim, Saskia e Itzel se sentaron junto a Aidan, en los puestos de atrás se encontraba Natalia, Celeste y Dafne. Unas hileras más adelante Ignacio y Gonzalo acompañaban a Maia, y delante de ellos estaban Dominick y Adribel.
Las presentaciones fueron sucediendo una tras otra. Comedia, declamación, la coral entonando villancicos y parrandas que hicieron bailar a los asistentes.
Había transcurrido una hora y media aproximadamente cuando le tocó a Aidan y a Natalia hacer su presentación. Manteniendo su idea original, se tocaron la canción All of Me de Jonh Legend. El escenario se tiñó de una luz azul que simulaba la noche, el piano se hizo presente en una de las esquinas, un árbol de Navidad y unas guirnaldas que descendieron del techo llenaron de magia el lugar completando, como si fuera posible, la perfecta armonía entre el piano y la guitarra, la voz de Natalia y la de Aidan, que por primera vez se presentaba frente a todo el colegio.
Ibrahim no apartaba los ojos del escenario, entretando Itzel intentaba conseguir una respuesta en su rostro, contemplando su cara y la presentación de Aidan. Ambos cantantes se encontraban tan compenetrados que era imposible pensar que solo era un espectáculo, en especial cuando girando uno con el otro se tomaron de las manos para acercarse más, mientras otros se hacían cargo de los instrumentos. La indignación se coló por todo la humanidad de Dominick, olvidándose de la presencia de Adribel, apretó sus puños, ¿cómo podía Aidan ser tan cínico?
Ignacio era incapaz de voltearse a ver a Maia, ella entendía muy bien la letra de la canción, cada palabra, cada sentimiento, e Iñaki sabía que si volvía su mirada hacia ella le vería llorando. Gonzalo recostó sus manos en sus piernas con las manos en los labios, sin apartar la vista de Aidan, él tampoco podía comprender.
—How many times do I have to tell you
Even when you're crying you're beautiful too
The world is beating you down, I'm around through every mood —cantó Natalia, entrelazando su mano en el brazo de Aidan, quien se encontraba frente a ella.
—You're my downfall, you're my muse —comenzó Aidan, quitando por primera vez su mirada de su compañera, para centrarla en un punto imperceptible en el oscuro espacio, que Gonzalo captó—. My worst distraction, my rhythm and blues. —Siguiendo la trayectoria de la mirada, sorprendido, Gonzalo se dio cuenta de lo que los demás no lograban descifrar: una mirada de Aidan para Maia—. I can't stop singing, it's ringing, in my head for you.
Aun así, Gonzalo reconocía que explicar los sentimientos que brotaban de cada palabra que Aidan pronunciaba, a Maia, iba a ser una tarea difícil, en especial porque todos tenía muy claro que lo mejor que pudo ocurrir en aquella relación era que terminara de una vez para todos.
Natalia también se dio cuenta de que la atención de Aidan dejó de estar en ella. Él no había aceptado cantar para estar a su lado, para complacerla, para unirse con ella, lo había ello por la Primogénita de Ignis Fatuus. La rabia ardió en su ser ¿cómo era posible que él estuviera dispuesto a cometer los mismos errores de Evengeline? ¿Acaso no sabía que los sentimientos de la doncella por Ackley fueron los causantes de su muerte? Por suerte para ella, la Primogénita de Ignis Fatuus mostraba más entereza que su Primogénito, o sus sentimientos no eran sinceros.
Ignacio acompañó a Maia a los vestuarios. Limpió su rostro, mientras una chica venía a maquillarla y a ayudarla con su traje. Fue un poco complicado para él despedirse, pues conocía muy bien la hostilidad del grupo de danza en contra su prima. Y como si un mal genio se apoderara de sus más oscuros presentimientos, en cuanto se marchó Martina apareció.
—Por lo visto la princesita siempre está acompañada. —Maia no le contestó—. Espero que no vayas a hacer el ridículo en el escenario.
—¿Tienes miedo? —le preguntó.
—¿Por qué habría de temer?
—No lo sé, solo es una sensación. Me concedes demasiada importancia.
—¡Ja! —se burló.
—De todas maneras no tienes de qué preocuparte. Hoy será mi primera y última presentación en público.
Se levantó justo cuando estaba siendo anunciada. Tomó su espacio en el centro del escenario. Cerró sus manos sobre su pecho e Impossible de Shontelle comenzó a sonar.
Su cuerpo se movía cual mariposa revoloteando en un jardín de rosas. Y lo que Aidan expresó con palabras, Maia lo hizo con su grácil danza. Estaba sufriendo y él lo sabía, podía sentir su dolor. De sus verdes ojos brotaron lágrimas a raudales, Itzel le tomó del brazo, sintiendo como este presionaba el reposabrazos con fuerza. Le conocía bien, estaba reprimiendo sus deseos de correr hacía el escenario y abrazarla. Conmocionada, sus lágrimas acompañaron a su amigo.
Este terminó levantándose para salir del auditorio, con Itzel detrás de él. Ibrahim y Saskia le vieron marcharse, al igual que Dafne y Natalia, pero los cuatro decidieron con prudencia no ir tras él, dejándolo en manos de Itzel.
—¡Aidan! ¡Aidan! —le llamó corriendo para alcanzarle.
—No, Itzel, detente —le pidió.
—Aidan, por favor —le rogó—. Solo —se detuvo—, dime qué piensas hacer.
—Nada. Mi vida es una mierda y no puedo hacer nada para arreglarla —le gritó.
La postura de regaño de Itzel, hizo que se tomara de los cabellos, ella no era culpable de lo que le sucedía. La joven tenía la cabeza gacha, tomándose las faldas de su vestido de flores rojas. Él caminó hacia ella con su rostro bañado de lágrimas, la abrazó y besó sus cabellos.
—¡Perdóname! —le dijo—. Soy un tonto. Tú no tienes la culpa de que siempre eche a perder todo.
—No seas tan duro contigo mismo, Aidan. Habla con ella —le animó—. Sé que todo se arreglara.
—Para arreglar mi relación con Amina necesito acabar con la maldición que nos trajo aquí.
—¿Qué quieres decir?
—Necesito que por favor me ayudes a volver una vez más a la Aldea de Ignis Fatuus. Necesito contarle todo a Ackley, prevenirlo de la desgracia que pasará. Debo evitar que se besé con Evengeline el día del Solsticio, así nuestros Clanes jamás se unirán. —Dio la vuelta para irse pero Itzel le tomó del brazo.
—¡Espera! ¿Qué piensas hacer? —le detuvo.
—Le diré que ese beso será el error que conducirá a la destrucción de su Clan, así Ardere e Ignis Fatuus nunca cruzaran sus caminos, y este dolor que me consume se desvanecerá para siempre.
—¿Y qué pasará con nosotros?
—No entiendo.
—De su historia... De la historia de Ackley y Evengeline dependemos todos. Si le cuentas la verdad a Ackley, quizá este se separe de Ardere como si fuera la peste misma, y ambos podrían vivir hasta ancianos, o hasta que un Harusdra los mate.
—Esa es mejor vida que la que tendrán.
—No discutiré eso, pero, si ese incendio no ocurre, qué pasará con Dominick y Saskia. Piensa, sus padres no pertenecen a sus Clanes; si la Fraternitatem no se ve obligada a dispersarse y mezclarse con el resto de la humanidad, las esperanzas de nuestro nacimiento serán vanas.
—Itzel... No sé... Quizá te equivocas.
—¡A lo mejor! —Las lágrimas comenzaban a salir—. Quizá me equivoque e igual termine naciendo, pero la que de seguro nunca nacerá es Maia.
—¿Qué dices?
—Ella no es descendiente de Ackley sino de Elyo, del niño que salió del Clan y lo fundó de nuevo. Toda su descendencia peligraría si Ackley decide no unirse con Evengeline. Maia sería la primera en desaparecer.
Aidan se agachó del dolor. Las lágrimas no eran suficientes para expresar el desconsuelo de su alma.
—No puedo... No puedo privarla de su vida. —Miró a Itzel con sus ojos enrojecidos—. Antes prefiero perder la mía.
—¡Oh, Aidan! —Itzel corrió a abrazarlo, mientras su amigo caía sentado en el suelo.
A lo lejos la música dejaba de sonar y los aplausos no solo clausuraban la presentación de Amina, sino también del Festival.
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