Detrás del Sacrificio

Eran las siete de la tarde cuando los miembros de la Coetum comenzaron a salir del Auditorium. Los chicos esperaron, por tres interminables horas, el resultado del juicio. Eran conscientes del protocolo para tratar a los enjuiciados: nadie exceptos los propios miembros de su Clan podían acercarse a ellos una vez terminado el mismo.

La primera en llegar al estacionamiento fue Soledad, su sonrisa de satisfacción, no solo hizo estremecer a Saskia sino a todos los demás. Al ver que la mujer se dirigía hacia ellos, Aidan salió al frente, impidiendo con su cuerpo que se acercara a Saskia.

—¿Qué piensas hacer, joven Ardere? Nuestra Prima ha decidido que Saskia debe volver con su madre, y nadie va a impedirlo.

Saskia palideció al escuchar la noticia de que tendría que regresar a la casa materna. Itzel la sostuvo, entretanto Ibrahim colocaba una mano sobre el hombro de Aidan: discutir no era lo más apropiado, ella era su madre, su Prima había tomado la decisión y nadie podía intervenir.

La situación con Soledad los tenía tan absortos que no se dieron cuenta de la presencia de Maia, Ignacio y Gonzalo, quienes estaban entrando en el estacionamiento.

Maia alcanzó a escuchar el intercambio de palabras entre Aidan y Soledad por lo que optó por romper el protocolo, salirse del lugar que ocupaba entre sus guardianes y caminar hasta donde estaba la mujer. Sus primos la siguieron, mientras Israel y Leticia decidieron esperarlos un poco apartados.

—Ciertamente —dijo, llamando la atención de todos hacia ella—, Astrum ha decidido que debes volver a vivir con tu madre, Saskia. Ahora bien, sra. Soledad, espero que su comportamiento y su relación con la Primogénita de su Clan cambie radicalmente o tendrá en mí una enemiga.

—¿Me estás amenazando? ¿Acaso crees que tienes a la Fraternitatem Solem en el bolsillo porque no te dieron la reprimenda que merecías?

—No necesito amenazarla, no soy ese tipo de persona, yo actúo. Con respecto a la Fraternitatem creo que necesita una seria revisión. Usted tiene un secreto que yo descubriré y créame, no habrá poder dentro ni fuera de la Fraternitatem Solem que pueda defenderla. Así que espero, por su bien, que usted no vuelva a humillar, ni maltratar a Saskia. Si me llego a enterar de que volvió a ser víctima de su violencia, que la ha amenazado o anda triste y melancólica por su causa, le demostraré que lo que ocurrió hoy con los Sellos fue una tontería. ¡Buenas noches!

Dando media vuelta regresó con sus primos, desapareciendo en el auto en el que llegaron.

En un principio, Soledad se mostró agredida, sin embargo su expresión corporal decía otra cosa: le tenía miedo a aquella chica y lo que podía llegar a hacer.

Saskia volvió a su hogar. Fue una noche muy triste para ella. No sabía que de alguna manera las palabras de Amina habían originado un cambio en su madre, hasta el punto en que esta evitaría a toda costa un enfrentamiento contra la Primogénita de Ignis Fatuus.

Gonzalo se encargó de llevar a Ignacio y a Maia a clases al día siguiente. La presión del juicio había pasado. 

Los Santamaría se sentían agradecidos por las palabras de Susana y de Andrés, especialmente de este último, dado a que era quien tenía más argumentos para condenarlos.

Sus palabras hicieron que Israel y Leticia perdonaran de corazón las ofensas que Ardere le había hecho a Ignis Fatuus, si es que hubo algún tipo de ofensa, de igual manera reconocieron el apreció que Rafael sentía por su hija. Le estaban tan agradecidos que estaban dispuestos a aceptar de nuevo a Aidan en su casa y, en el caso de Israel, tratarlo con mayor respeto, lo que era una lástima, pues ahora era Maia la que no quería saber nada de él.

Como iban con el tiempo justo para desplazarse hasta el salón de clases, la despedida de los chicos fue rápida. Gonzalo esperó, recostado en el auto, con las manos metidas en el pantalón de mezclillas y las piernas cruzadas a que ambos entraran al edificio.

Ibrahim iba llegando, se acomodaba los lentes cuando Gonzalo le vio.

—¡Hey! ¡Ibrahim! —le llamó caminando hasta él para tenderle la mano.

—¡Hola! Pensé que teníamos prohibido hablar.

—Algo así —contestó subiendo un poco el hombro—. ¿Cómo sigues?

—Cada día veo un poco mejor. El oftalmólogo está algo sorprendido porque al parecer volveré a recuperar por completo mi vista.

—¿Eso quiere decir que no usarás lentes?

—Eso parece.

—¡Je! Esa tipa hizo un milagro.

—Esperemos que no sea por un par de semanas.

—No creo que puedas esperar algo bueno de ellos. Oye, la verdad es que me acerque para preguntarte si quieres entrenar con Ignacio y conmigo.

—¿En serio? —preguntó sonrojándose.

—Sí. Somos un poco rudos, pero la idea es ayudarte a usar tu poder, creemos que tienes mucho potencial.

—¡Guao! ¡Me parece genial! ¿Cuándo empezaríamos?

—Te parece la próxima semana, así podrás pedirle permiso a tus padres, dado a que tu Clan voto a favor del alejamientos de los Primogénitos.

—No te preocupes. Mis padres tienen miedo de que algo pueda pasarme, reconocen que mis probabilidades de supervivencia dependen del control sobre el Donum. Dicen que por eso Dominick no pudo defenderse.

—Bueno, algo así. Lo que realmente pasó con Dominick es que podía matarlos a todos, por eso optó por no hacer casi nada. Entonces, ¿nos vemos el jueves en la tarde?

—¡Vale! Nos vemos el jueves.

Gonzalo levantó su mano para despedirse, introduciéndola luego en su pantalón, se estiró y entró en el automóvil, mientras Ibrahim lo observaba. No podía creer que sería entrenado por Ignis Fatuus.

En cuanto llegó a casa, Aidan no tardó en enterarse de los pormenores del Concilium. Su madre estaba tan molesta por la decisión de su padre que no dejó de reclamar ni por un momento el que no haya juzgado con severidad las acciones del trío de Ignis Fatuus, dándoles un voto de confianza.

Después de la cena, Andrés se retiró a la biblioteca. Tomó uno de los libros de la Hermandad, se sentó en la butaca en la que solía sentarse Rafael, se deshizo de los zapatos, montó las piernas sobre el escabel, concentrándose en la lectura del episodio de Ackley y Evengeline.

Aidan, al ver que la luz de la biblioteca estaba encendida, entró en la habitación encontrando a su padre. Rodó uno de los muebles, acomodándose a su lado.

—¿Qué lee?

—Quiero echarle un vistazo a los errores cometidos por Ackley y Evengeline. Repasar un poco la tragedia —confesó entrecerrando el libro para mostrarle la carátula a su hijo, mientras le daba una sonrisa.

—¿Tan fuerte fue lo que ocurrió en la Coetum?

—¡Umm! —Sonrió, acomodándose en el sillón—. Pensé que sería algo sencillo —Puso la mirada en el libro, hizo un mohín con los labios—. Debo reconocer que estaba dispuesto a acabar con ellos. El porte que esos tres chicos tienen denota tanta seguridad que, de cierta forma, terminas rechazándolos, hasta que comienzan a hablar. Hasta que se abren.

—¡Sí! Son algo especiales.

—Lo son. Y mucho más ella —Cerró definitivamente el libro, volviéndose a su hijo—. Nos dio una cátedra sobre lo que es el compañerismo, el tener clara las prioridades. Ella sabe lo que quiere —Aidan bajó el rostro—. Comprendo porque no puedes dejar de pensar en ella.

—Amina es una chica excepcional, para ella no hay nada más importante que la Fraternitatem Solem, y pueden estar seguros que no les decepcionará, nunca les dejará mal. ¿Y por eso ha tomado ese libro? —le preguntó buscando una explicación a la elección literaria de su padre.

—Quiero conocer un poco más de su Clan. Ver qué clase de persona era Ackley. Indagar cuánto de él tienen sus herederos, comprobar si cultivan la esencia de su Clan.

—¡Eso ni siquiera lo conseguirá en las memorias de Evengeline!

—Lo sé, pero con las pocas narraciones que existen aquí de Ackley puedo hacer un esbozo de su personalidad. Rafael, a quien la chica nombró en su intervención —dijo, mirando los ojos brillantes de Aidan: Amina había hablado de su abuelo—, describiéndolo como un hombre valeroso que la defendió de la Imperatrix, siempre quiso conseguir un vástago de Ignis Fatuus y cuando lo hizo la paz llegó a su vidaAidan sonrió orgulloso—. Se transformó en una persona serena, se había quitado el yugo que le hacía cómplice del resto de la Hermandad. Ese fue el abuelo que tuviste la dicha de conocer. Su sacrificio fue su manera de resarcir, de pagar una deuda de honor con la casa de Ackley, pues fue él quien cargó con toda la culpa y el motivo por el cual Evengeline fue perdonada por la historia.

—Quiere decirme que si Ackley no hubiera intervenido sacrificando a su Clan, nosotros hubiéramos desaparecido con ellos.

—Sí. Por eso es que, al escucharla, recordé lo que antiguamente se hablaba en nuestra familia.

—¿Antiguamente?

—Sí, Aidan, hay cosas que no salen de la familia. Verás —Se acercó a él—. Louis, el Primogénito de Aurum había dispuesto atacar a Ardere, pero Ackley le encontró camino a nuestro Clan. Él no se dirigía a salvar a Ignis Fatuus, sino a Ardere. Confesó que fue él quien la sedujo y la engañó. Louis lo golpeó, dejándolo malherido, mientras ellos modificaban su misión. Cuando Ackley llegó a su Clan, este ya se encontraba en llamas.

—¿Cómo...? —Con lágrimas en los ojos reformuló la pregunta—. ¿Cómo lo sabían?

—Porque Jane, después de la maldición que Evengeline lanzó, arrepentida envió una carta al padre de nuestra Primogénita contándole todo lo que había pasado, desde el chivazo de Agatha hasta la ejecución de Ignis Fatuus. Para el Populo de Ardere, Ignis Fatuus era culpable, así se aseguró la vida de nuestra gente, pero para la familia principal y del Prima ellos solo fueron víctimas de las decisiones de su Primogénito y de la cobardía de los nuestros.

—Ahora siento que mi deuda con ellos es aún mayor.

—No me preocupa la deuda que podamos contraer con Ignis Fatuus, sino tus sentimientos.

—¡Papá!

—Nunca he estado a favor de ella, pero hoy se ganó mi completa admiración tanto que me sentí orgulloso por ti. Si has decidido luchar por ella, cuentas conmigo. Tienes mi apoyo.

—Mamá nunca...

—Aunque me cueste mi matrimonio —Le tomó la mano derecha—. Aidan, no me perdonaría si te obligo a ser un cobarde, a esconderte de los demás solo para que nosotros tengamos una vida tranquila. ¡Te quiero luchando, hijo mío! Te quiero riendo, llorando. Si deciden estar juntos no tendrán un camino fácil, pero hasta los obstáculos más complicados el amor puede saltarlos.

¡Cómo le hubiera gustado escuchar esas palabras dos días atrás! Sus acciones no podían ser reparadas al menos que ejecutara un sacrificio tan grande como el que Ackley realizó por Evengeline.

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