Capítulo 3: El reencuentro
Me levanté aquel Sábado con un extraño sentimiento, el volver a reencontrarme con mi hermana me aterraba, habíamos estado tanto tiempo sin hablarnos que para mí era una completa desconocida, por no saber, no sabía ni si tendría un marido y querría pegarme.
Me di una ducha refrescante para aclarar mis ideas, paseé un poco por el valle de Lille, me senté en un banco y reflexioné. Ya con las ideas claras, almorcé y me dispuse a coger el coche para ir a visitar a mi hermana pequeña, esperando no encontrarme a Minerva.
Cuando llegué a la dirección de la casa de Noêlle no vi ninguna moto aparcada, por lo que supuse que Minerva ya se había marchado. Me adentré hasta el portal de la casa y llamé a la puerta, a los segundos se abrió y me encontré con mi hermana pequeña de frente, el tiempo no le había afectado, seguía siendo aquella chica castaña de ojos verdes que jugaba conmigo a la pelota en la parte de atrás de nuestro jardín, en mi mente todo seguía igual, a pesar de que la realidad era distinta.
Mi hermana me miró a los ojos, quedándose en silencio durante unos segundos, que aproveché para inhalar el aire y exhalarlo, estaba nervioso. De repente se acercó, me abrazó y comentó:
-Bienvenido a casa hermano, ¿has llegado bien? ¿Qué tal tu vuelo?-se le notaba el nerviosismo desde lejos, estaba inquieta y agitada.
-Todo bien, alguna que otra turbulencia, pero nada que no pueda aguantar-le sonreí, aceptando la tregua que nos estábamos ofreciendo mutuamente.
Me invitó a pasar y caminamos por la casa hasta el jardín, allí había una mesa con té preparado. Mi hermana me invitó a tomar el té, supongo que para que habláramos:
-¿Te apetece un té?-la amabilidad de hace cinco años seguía ahí, aunque se le veía más madura.
-Me encantaría-dije sentándome y dejando mi chaqueta en la silla que estaba a mi lado.
Ella hizo lo propio, se sentó y le dio un sorbo a una de las tazas de té que estaba sobre la mesa. Una vez dado el primer sorbo, acercó su silla a la mesa y comenzamos a hablar:
-¿Qué es de tu vida? ¿Alguna novia o pareja de la que no me hayas informado?-mi hermana tenía los ojos muy abiertos, lo que significaba que esperaba algún cotilleo jugoso.
-Nada, me he dedicado a mi trabajo, no he tenido tiempo de enamorarme, he tenido muchas amigas, pero no he encontrado aún a la chica que me guste-me crucé de brazos.
-Hay que ver hermano, con lo apuesto que eres y que aún no tengas a nadie con quien compartir tu vida-se reía.
-Es difícil encontrar a alguien cuando la Universidad no te sale como esperabas y acabas en restaurantes de comida rápida sirviendo a la gente-de solo recordar las duras noches que pasé trabajando duramente, me volvían a doler las manos.
-Eres un aburrido, haber salido por ahí, alguna compañera fiestera seguro que tendrías-había dado en el clavo, estaba Angelica, una compañera muy simpática, pero cuando acababa de trabajar solo quería llegar a mi pequeño apartamento y acostarme, bueno, más que un apartamento era una pensión, no podía costearme un apartamento en condiciones por aquella época.
-¿Y tú? ¿Algún pretendiente del que yo no tenga conocimiento?-la mirada de mi hermana se escondió entre los posos del té.
Ella se colocó en su silla para luego decir:
-Hubo un chico hasta hace unas semanas que terminamos, nos íbamos a casar, pero la cosa no funcionó-se le veía la tristeza en la mirada, sé que no habíamos hablado en años, pero yo era su hermano y si alguien le hacía daño le iba a destrozar la vida.
-¿Qué pasó?-disimulé mi enfado, pero por debajo de la mesa apretaba los nudillos con ira.
-Fue una decisión mutua, nos queríamos, pero no podíamos salir porque hubo "impedimentos"-su cara de seriedad con cada palabra que pronunciaba me indicaba que algo no iba bien, pero no quise incordiar, por lo menos de momento.
-¿Qué tipo de impedimentos?-si averiguaba que le habían hecho algo iba a recorrerme el mundo buscando a ese idiota y lo iba a crucificar cuando lo encontrara.
-Impedimentos de distancia y de tiempo, no supimos encajar nuestros horarios-mi hermana me estaba mintiendo, lo sabía porque cuando mentía ponía la voz una décima más aguda de lo normal, era casi inapreciable, pero yo era su hermano, la conocía mejor que nadie.
-¿Qué vamos a hacer en la ciudad?-pregunté intrigado, quería visitar Lille, nunca antes había estado en Francia.
-Mi amiga Ner te va a llevar a visitar la ciudad.
>>Tu amiga Ner no me va a llevar a ningún lado porque voy a salir corriendo en dirección a la ventana y voy a saltar por ella-eso era lo que estaba pensando mientras decía aquello.
La llamó, al parecer estaba en la cocina, ella había preparado las bebidas y los aperitivos:
-Ven Minerva, que te presento a mi hermano-le indicó con la mano mi presencia.
Minerva caminó hasta ponerse delante de mí y dijo:
-Hola tortuga, ¿ya sabes conducir un coche en condiciones?-se reía amistosamente.
Creo que no recordaba quién era, o por lo menos no lo hacía hasta que mi hermana le dijo mi nombre:
-Este chico tan guapo es mi hermano Douglas-lo soltó, fue como si una corriente de aire se llevara las palabras, la mesa se quedó tan silenciosa que hasta los pájaros dejaron de cantar.
-¿Douglas? ¿Douglas Carson? Debí de suponer que se trataba de ti-creo que ahora sí que se acordaba de quién era.
-¿Que tal el Skype? ¿te funciona aún o tiene telarañas de dejarlo tan obsoleto?-vale, se acordaba del pasado, estaba perdido.
-Fuimos los dos Minerva, sabes perfectamente que a los dos nos prohibieron hablar por las noches.
Mi hermana contemplaba la escena como un espectador más.
-Claro, pero nos habíamos prometido que mantendríamos la amistad, y al final dejaste de llamar, esperé para ver si era definitivo, o era que solo se te había olvidado un día, pero al ver que no respondías si quiera a mis mensajes, supe que te habías rendido-se le veía enfadada, no entendía por qué, era una relación de amistad demasiado complicada para sostenerse por sí misma.
-¿Ustedes dos se conocen?-mi hermana se había quedado perpleja, era comprensible, ¿qué posibilidades había de que ella y Minerva se hicieran amigas?
-De pequeños fuimos "amigos"-hizo comillas con los dedos, cuando Minerva exageraba los gestos, significaba que estaba muy cabreada, o por lo menos eso significaba cuando lo hacía la Minerva que yo conozco.
-O sea que se gustan-mi hermana nos miró a los dos con complicidad.
-¿Qué? Noo-dijimos los dos al unísono.
-Solo fuimos amigos, no hay nada de atracción entre nosotros-repetimos a la misma vez de nuevo.
Terminamos de merendar, me despedí de mi hermana, y quedé con Minerva a las ocho de la tarde, al parecer mi primera visita a la ciudad iba a ser nocturna. Me marché en el coche, tenía que prepararme en mi casa y descansar, el encuentro con mi ex mejor amiga había sido demasiado para mi mente.
MINERVA
-¿Cuando le vas a decir a tu hermano de que se tratan los "impedimentos"?-miré a mi amiga Noêlle con sufrimiento.
-Se lo diré al final del fin de semana, no quiero que se le estropee la visita tan pronto-ella era una persona muy fuerte, siempre anteponía los demás a ella.
-Como quieras amiga, pero recuerda que pronto no vas a poder caminar igual que ahora, sobretodo después de la operación, vas a estar una temporada sin ser capaz de andar.
-Si no puedo caminar por el suelo caminaré en mi mente-me sonrió y luego vi como algunas lágrimas se le escapaban por las mejillas.
Me acerqué a mi amiga y la abracé con fuerza, respetaba sus decisiones, aunque pensaba que cuanto antes tuviéramos la ayuda de Douglas, antes mejoraría la situación en la que nos encontrábamos.
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