Capítulo 10: ¿Despedida?

Al día siguiente, condujimos hasta que llegó la tarde, para encontrar la playa más bonita y más cercana a Lille, nada más que la vi, me enamoré de aquella playa, "Croi du Neuf", el nombre era misterioso e intrigante.

Bajamos del coche, estábamos Minerva y yo, a Marcos no podía ni verlo, después de haberme enterado que había dejado caer a mi hermana, que no había sido capaz de sujetarla.

Subimos al acantilado, era la última vez que mi hermana y yo estaríamos juntos, es extraño, me había pasado años queriéndola lejos de mí, y ahora no es que fuera a estar lejos, es que no iba a estar nunca más. Caminé hacia el precipicio y Minerva inició una conversación:

  — ¿Por qué tardaste tanto?— su mirada era una mezcla entre decepción e ira.

— Me dieron el permiso ayer— me intenté disculpar, aunque yo sabía que lo había sucedido no tenía perdón posible.

— ¿Acaso no la querías?— era comprensible aquella pregunta, estaba dolida.

— Era mi hermana, creo que nunca dejaré de quererla— es más, tenía pensado pasarme el resto de mi vida con sus colgantes puestos.

—Siempre tienes que llegar tarde, nunca consigues llegar a tiempo— ahí se incluía a ella, teníamos una conversación que había estado demorando en el tiempo, y si no estuviera a punto de perder la esencia de mi hermana, la cual el mar me iba a arrebatar para darle la libertad a su alma, hubiera estado encantado de conversar.

Nos callamos, me senté al borde del precipicio, tenía en mis manos una urna con lo que quedaba de mi hermana, es decir, pedazos de su alma atrapada esparcidas en un pedazo de cerámica.

— ¿Quieres que lo haga yo?— se ofreció Minerva, que me estaba viendo contemplar aquella urna tembloroso.

— No puedo— de repente, la realidad me goleó, no me podía creer que ya no estuviera con nosotros.

— ¿Qué?— se sorprendió.

— ¿Cómo vamos a vivir sin ella? ¿Cómo continuas con tu vida cuando ya no la tienes? Se la han llevado demasiado pronto, nos quedaba mucho por jugar.

Minerva se echó a llorar con mis palabras y dijo:

— Tenemos que cumplir su voluntad Douglas— me miraba con compasión.

— No tendríamos que hacerlo si estuviera aquí, si no se hubiera ido— negué con la cabeza, ¿cómo la vida podía ser tan injusta?

— Pero se ha ido, Douglas , no podemos luchar contra eso— puso su mano en mi espalda y la acarició lentamente.

  — ¿Quería que la arrojáramos al mar simplemente?— pregunté secando mis lágrimas y predispuesto a hacer lo que hiciera falta.

— Me pidió que le pusiéramos una música "de momentos"— ¿una qué?

— ¿Música de momentos?— no tenía ni idea de a qué podía referirse.

— Sí, una de esas músicas que suena en los momentos especiales— me explicó.

— No tengo música en mi móvil, es una distracción en mi trabajo— era cierto, no solía escuchar música.

— ¿Eres un robot? ¿Cómo puedes vivir sin música?— se había quedado patidifusa.

— Simplemente me he acostumbrado a mi vida, no es perfecta, pero no puedo pagarme lujos— le expliqué.

— La música no es un lujo, Douglas, la música es algo que está en nuestros corazones, es parte de nuestra esencia, nos hace ser quien somos— ¿había estado ignorando la música todo este tiempo por la razón equivocada? Cuando me enteré de la verdad acerca de mi padre, solo podía escuchar en mi mente la canción que estaba tocando con mi guitarra antes de que abriera el armario, por eso me negué la música.

— Tienes que dejar que la música vuelva a entrar en tu vida, no puedes vivir todo el tiempo siguiendo los esquemas, tienes que romperlos— ¿romper los esquemas?

—¿Pero y si vuelven otra vez las imágenes que tanto me ha costado olvidar?— tenía miedo de que volvieran.

— Sustituye esas imágenes por otras, llena tu mente de los mejores recuerdos que la vida te permita tener— ese era el mejor consejo que había escuchado en mucho tiempo.

— Lo haré— estaba convencido de que tenía que cambiar mi forma de ver las cosas, necesitaba encontrar mi propia perspectiva.

— Muy bien, ahora vamos a poner música de momentos y dejar que tu hermana continúe con su vida, le queda mucho que descubrir, estoy segura— Minerva cogió su móvil y puso una canción de su lista.

Empezó a sonar la canción, en ese preciso instante, viendo como las cenizas de mi hermana caían acantilado abajo y luego se elevaban hacia las estrellas comprendí lo que era una "música de momentos", era la música que jamás en la vida iba a olvidar.

— ¿Cómo se llama la canción?— hice la pregunta porque aquella canción, había ralentizado el tiempo, había conseguido que comenzara  a pensar que mi hermana iba hacia un lugar mejor, yo la entendí como si nos contara que nunca morimos del todo, el cuerpo fallece, pero el alma emprende un viaje inolvidable por el infinito.

— "Promises"— respondió Minerva, que había retomado el camino de la lágrima fácil.

Decidí decir unas palabras:

— Espero que le demuestres al mundo que se equivoca, demuéstrale que no hay acción que pueda parar al alma, sabemos que la vida es efímera, pero ahora comienza el verdadero viaje, quiero que hagas todo lo que nunca te atreviste a hacer.

Y ahí comenzó el largo viaje de Noêlle, que partía hacia lo desconocido con unas alas nuevas.

Cuando terminé el discurso dije para relajar la tensión, que cortaba el aire:

— Como me cruce con tu novio Marcos le voy a tirar por este acantilado, a ver si "puede sujetarse solo", como él le dijo a mi hermana— vi un intento por sonreír en su rostro, pero se quedó en eso, solo un intento.

— Cállate— puso su cabeza en mi hombro, me agarró la mano y nos quedamos sentados contemplando el horizonte sin decir nada. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top